Público.es - CON DIGNIDAD.
Las lanzas y flechas de los masai sustituyen a la policía en Kenia
"Los masais no hablan, no presumen, pero matan, rápidamente y en silencio".
"Los masais no hablan, no presumen, pero matan, rápidamente y en silencio".
John Olenkiti,un guerrero masai, sostiene unas flechas que acaba de fabricar.
AFP
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Nairobi - Dicen que se llaman Daniel, John y Robert, pero no son sus nombres de pila verdaderos. Los tres guardan celosamente sus identidades al igual que el perímetro del recién construido mercado de la barriada keniana de Kibera.
La particularidad del trío de vigilantes es que son masais, los famosos y temidos guerreros. No usan armas de fuego, tan sólo lanzas y los tradicionales arcos y flechas con los que la tribu más célebre del este de África caza desde tiempos inmemoriales.
La actual crisis que atraviesa Kenia se ha dejado sentir especialmente en la economía nacional. Sin embargo, los masais son los grandes beneficiados del conflicto político y tribal que sacude al país puesto que buena parte de las pequeñas y medianas empresas de Kenia han apelado a sus servicios para vigilar sus posesiones y ahuyentar a los criminales."Todos sienten respeto e incluso miedo hacia los masais", explica Henry, propietario de un puesto de tomates adyacente al mercado. "Son terribles, duros y sin piedad", añade.
Kibera, la barriada en la que trabajan Daniel, John y Robert, a las afueras de Nairobi, fue pasto de las llamas hace un mes debido a la violencia desatada entre diferentes clanes a raíz del anuncio de los resultados de las elecciones del pasado 27 de diciembre.
La particularidad del trío de vigilantes es que son masais, los famosos y temidos guerreros. No usan armas de fuego, tan sólo lanzas y los tradicionales arcos y flechas con los que la tribu más célebre del este de África caza desde tiempos inmemoriales.
La actual crisis que atraviesa Kenia se ha dejado sentir especialmente en la economía nacional. Sin embargo, los masais son los grandes beneficiados del conflicto político y tribal que sacude al país puesto que buena parte de las pequeñas y medianas empresas de Kenia han apelado a sus servicios para vigilar sus posesiones y ahuyentar a los criminales."Todos sienten respeto e incluso miedo hacia los masais", explica Henry, propietario de un puesto de tomates adyacente al mercado. "Son terribles, duros y sin piedad", añade.
Kibera, la barriada en la que trabajan Daniel, John y Robert, a las afueras de Nairobi, fue pasto de las llamas hace un mes debido a la violencia desatada entre diferentes clanes a raíz del anuncio de los resultados de las elecciones del pasado 27 de diciembre.
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Valientes y temerarios
Originarios del Valle del Nilo, la etnia Masai es la quintaesencia de lo que representa la influencia tribal en Kenia. Los masais tienen la reputación de ser guerreros de gran valor, destreza y suma arrogancia. Durante siglos se han mantenido alejados del progreso y la modernidad y, al igual que sus rebaños, ignoran las fronteras entre Kenia y Tanzania.
Cuando estalló la revuelta de los Mau-Mau durante los últimos años de la colonia británica, un general de la reina Isabel II pidió que le dejaran "levantar un ejército de 20.000 masais para limpiar el país en menos de un mes". La idea nunca fue materializada y Gran Bretaña terminó por conceder la independencia a Kenia, en 1963.
En la década de los ochenta, la tribu Masai terminó por adoptar un modo de vida sedentario. No obstante, está en permanente conflicto con las autoridades de Kenia y Tanzania. Ser masai significa ser discreto, silencioso y letal. Desde que los nuevos vigilantes han sido contratados, el índice de robos y agresiones ha descendido notablemente en el arrabal más pobre del país.
"No necesito alarma ni verja", dice Yvonne, que posee dos peluquerías en Kibera, y que ha contratado a dos jóvenes masais, imberbes y serios. "Los masais son mi mejor garantía de seguridad".
Solomon es guía turístico y trabaja entre Nairobi y el parque nacional de Masai-Mara, en el sudoeste de Kenia. Para Solomon, el éxito de los masais radica en su experiencia guerrera. "Lo ven todo, lo oyen todo y son valientes, a veces demasiado temerarios", explica.
Solomon se refiere a la tradición de la tribu que consiste en atacar elefantes, con nada más que lanzas, como prueba de virilidad. En Nairobi, pero también en otras ciudades del país, como Kisumu, Nakuru y Naivasha, los masais han hecho acto de presencia para proteger propiedades e intimidar a los ladrones.
Daniel, John y Robert apenas hablan. Tan sólo acceden a comentar que han aceptado un "simple trabajo". No quieren enseñar sus armas y se muestran toscos al cabo de unos minutos. "Conmigo tampoco hablan", dice Yvonne. "Vienen, me piden la paga y regresan a sus puestos de observación".
La reputación de los masais ha servido para recuperar la tranquilidad en zonas del Valle del Rift, como el Monte Elgon, donde la policía ha perdido el control. Los masais han recogido el testigo a cambio de dinero, comida y agua para ellos y sus rebaños.
"La diferencia entre los gamberros de las ciudades y los masais es que los gamberros presumen de hombría y se pasean con cuchillos, machetes e incluso pistolas presumiendo de lo malos que son", afirma Solomon. Y añade: "los masais no hablan, no presumen, pero matan, rápidamente y en silencio".
Originarios del Valle del Nilo, la etnia Masai es la quintaesencia de lo que representa la influencia tribal en Kenia. Los masais tienen la reputación de ser guerreros de gran valor, destreza y suma arrogancia. Durante siglos se han mantenido alejados del progreso y la modernidad y, al igual que sus rebaños, ignoran las fronteras entre Kenia y Tanzania.
Cuando estalló la revuelta de los Mau-Mau durante los últimos años de la colonia británica, un general de la reina Isabel II pidió que le dejaran "levantar un ejército de 20.000 masais para limpiar el país en menos de un mes". La idea nunca fue materializada y Gran Bretaña terminó por conceder la independencia a Kenia, en 1963.
En la década de los ochenta, la tribu Masai terminó por adoptar un modo de vida sedentario. No obstante, está en permanente conflicto con las autoridades de Kenia y Tanzania. Ser masai significa ser discreto, silencioso y letal. Desde que los nuevos vigilantes han sido contratados, el índice de robos y agresiones ha descendido notablemente en el arrabal más pobre del país.
"No necesito alarma ni verja", dice Yvonne, que posee dos peluquerías en Kibera, y que ha contratado a dos jóvenes masais, imberbes y serios. "Los masais son mi mejor garantía de seguridad".
Solomon es guía turístico y trabaja entre Nairobi y el parque nacional de Masai-Mara, en el sudoeste de Kenia. Para Solomon, el éxito de los masais radica en su experiencia guerrera. "Lo ven todo, lo oyen todo y son valientes, a veces demasiado temerarios", explica.
Solomon se refiere a la tradición de la tribu que consiste en atacar elefantes, con nada más que lanzas, como prueba de virilidad. En Nairobi, pero también en otras ciudades del país, como Kisumu, Nakuru y Naivasha, los masais han hecho acto de presencia para proteger propiedades e intimidar a los ladrones.
Daniel, John y Robert apenas hablan. Tan sólo acceden a comentar que han aceptado un "simple trabajo". No quieren enseñar sus armas y se muestran toscos al cabo de unos minutos. "Conmigo tampoco hablan", dice Yvonne. "Vienen, me piden la paga y regresan a sus puestos de observación".
La reputación de los masais ha servido para recuperar la tranquilidad en zonas del Valle del Rift, como el Monte Elgon, donde la policía ha perdido el control. Los masais han recogido el testigo a cambio de dinero, comida y agua para ellos y sus rebaños.
"La diferencia entre los gamberros de las ciudades y los masais es que los gamberros presumen de hombría y se pasean con cuchillos, machetes e incluso pistolas presumiendo de lo malos que son", afirma Solomon. Y añade: "los masais no hablan, no presumen, pero matan, rápidamente y en silencio".
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Público.es - España/15/02/2008w
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