La cooperativa andaluza Cotton South es la única empresa europea que fabrica celulosa de algodón, de mayor calidad que la de madera
HISTORIAS EMPRESARIALES
De materia prima del euro a las pantallas líquidas
FERNANDO VICENTE
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En la granadina Hoya de Guadix hay miles de hectáreas de choperas, pero el mar está a más de cien kilómetros de distancia. Tampoco tiene un gran río, pues el suyo, el Fardes, está seco durante buena parte del año.
Un gran puerto y un buen río suelen acompañar a la industria papelera y, sin embargo, los 1.200 habitantes de Fonelas tienen en el municipio una fábrica de celulosa. Una que, además, es única. Cotton South SL es la única empresa de toda Europa que fabrica celulosa para papel a partir del algodón.
Un producto que luego vende, en su mayoría, a los fabricantes de papel moneda de medio mundo y que este año le supondrá unos ingresos de 16,6 millones de euros.
Camarón y la corriente
Esa facturación supone cerrar el ejercicio con un aumento del 26% sobre 2007, y de casi un 60% sobre los 10,5 millones de hace cinco años. Son los principales suministradores de tres de los mayores fabricantes de papel moneda de Europa y parece, pues, que las cosas les van bien.
Pero en la empresa, una cooperativa originalmente bautizada como Celsur y creada por los trabajadores tras su quiebra, han aprendido en propia carne que al camarón que se para se lo lleva la corriente. La compañía está embarcada en un gran proyecto que le permitirá introducir su producto en un mercado totalmente nuevo para ellos, el de los fabricantes de pantallas líquidas. “Ahora todos se están pasando a los televisores de pantalla plana”, explica su director de ventas, Luis Mª García.
En estos días hacen falta unos mil euros para comprar una tonelada de celulosa de papel, mientras que la suya, de algodón, cuesta 1.600 euros. Pero su durabilidad, viscosidad, porosidad, pureza, limpieza y blancura les permite llegar a mercados a los que la madera no alcanza.
Le venden a los fabricantes de papeles absorbentes para la elaboración de filtros, ambientadores, test de embarazo… También a los fabricantes de papeles especiales, como los que se usan en pintura, dibujo técnico, o el papel biblia. O a los que fabrican papel de seguridad para elaborar pasaportes, loterías… Y a los que necesitan papel de alta seguridad, como fabricantes de euros, libras, dólares… Estos últimos compran el 70% de su producción.
320 días al año
La empresa juega en un mercado europeo en el que sólo compite con otra fábrica de Israel y otras dos de Estados Unidos, y que mueve 100.000 toneladas al año de las que ellos producen 12.000, con 60 empleados trabajando 320 días. Y una buena parte de ese mercado es el de la industria química, que consume el 60% de la celulosa de algodón que se produce en el mundo y que “está totalmente copado por los estadounidenses”, afirma García. En él tienen puestas sus esperanzas y sus inversiones. Tras invertir dos millones de euros en una instalación de blanqueo, están desarrollando una celulosa con la calidad suficiente para venderse en el sector alimentario, farmacéutico y de electrodomésticos.
Es el mundo de los derivados de la celulosa. Son estabilizantes como el CMC (carboximetil celulosa) que se usa por ejemplo para evitar la decantación en un batido de chocolate, de manera que no sea marrón abajo y blanco arriba. También permite producir acetatos y triacetatos que se utilizan en la fabricación de cristales líquidos. Una aplicación que ahora mismo está en plena ebullición, pero que, como dice García, tenderá a caer más o menos despacio. “La industria farmacéutica es la más interesante”, apunta.
Ahora, tras tres años de estudios, están en fase de primera producción de una celulosa de máxima calidad que ya muestran a posibles clientes. El siguiente paso será una nueva planta. Pero “para eso quedan años”, sentencia García.
En la granadina Hoya de Guadix hay miles de hectáreas de choperas, pero el mar está a más de cien kilómetros de distancia. Tampoco tiene un gran río, pues el suyo, el Fardes, está seco durante buena parte del año.
Un gran puerto y un buen río suelen acompañar a la industria papelera y, sin embargo, los 1.200 habitantes de Fonelas tienen en el municipio una fábrica de celulosa. Una que, además, es única. Cotton South SL es la única empresa de toda Europa que fabrica celulosa para papel a partir del algodón.
Un producto que luego vende, en su mayoría, a los fabricantes de papel moneda de medio mundo y que este año le supondrá unos ingresos de 16,6 millones de euros.
Camarón y la corriente
Esa facturación supone cerrar el ejercicio con un aumento del 26% sobre 2007, y de casi un 60% sobre los 10,5 millones de hace cinco años. Son los principales suministradores de tres de los mayores fabricantes de papel moneda de Europa y parece, pues, que las cosas les van bien.
Pero en la empresa, una cooperativa originalmente bautizada como Celsur y creada por los trabajadores tras su quiebra, han aprendido en propia carne que al camarón que se para se lo lleva la corriente. La compañía está embarcada en un gran proyecto que le permitirá introducir su producto en un mercado totalmente nuevo para ellos, el de los fabricantes de pantallas líquidas. “Ahora todos se están pasando a los televisores de pantalla plana”, explica su director de ventas, Luis Mª García.
En estos días hacen falta unos mil euros para comprar una tonelada de celulosa de papel, mientras que la suya, de algodón, cuesta 1.600 euros. Pero su durabilidad, viscosidad, porosidad, pureza, limpieza y blancura les permite llegar a mercados a los que la madera no alcanza.
Le venden a los fabricantes de papeles absorbentes para la elaboración de filtros, ambientadores, test de embarazo… También a los fabricantes de papeles especiales, como los que se usan en pintura, dibujo técnico, o el papel biblia. O a los que fabrican papel de seguridad para elaborar pasaportes, loterías… Y a los que necesitan papel de alta seguridad, como fabricantes de euros, libras, dólares… Estos últimos compran el 70% de su producción.
320 días al año
La empresa juega en un mercado europeo en el que sólo compite con otra fábrica de Israel y otras dos de Estados Unidos, y que mueve 100.000 toneladas al año de las que ellos producen 12.000, con 60 empleados trabajando 320 días. Y una buena parte de ese mercado es el de la industria química, que consume el 60% de la celulosa de algodón que se produce en el mundo y que “está totalmente copado por los estadounidenses”, afirma García. En él tienen puestas sus esperanzas y sus inversiones. Tras invertir dos millones de euros en una instalación de blanqueo, están desarrollando una celulosa con la calidad suficiente para venderse en el sector alimentario, farmacéutico y de electrodomésticos.
Es el mundo de los derivados de la celulosa. Son estabilizantes como el CMC (carboximetil celulosa) que se usa por ejemplo para evitar la decantación en un batido de chocolate, de manera que no sea marrón abajo y blanco arriba. También permite producir acetatos y triacetatos que se utilizan en la fabricación de cristales líquidos. Una aplicación que ahora mismo está en plena ebullición, pero que, como dice García, tenderá a caer más o menos despacio. “La industria farmacéutica es la más interesante”, apunta.
Ahora, tras tres años de estudios, están en fase de primera producción de una celulosa de máxima calidad que ya muestran a posibles clientes. El siguiente paso será una nueva planta. Pero “para eso quedan años”, sentencia García.
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Público.es - España/27/10/2008
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