La trampa China y el BRIC
Opinión
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Ricardo Antonio Cuadra García*
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El consultor de Goldman Sachs, Jim O´Neill, nunca se imaginó que su reporte elaborado en 2001, sobre economías emergentes, donde acuñó la palabra BRIC refiriéndose a Brasil, Rusia, India y China, fuera una realidad hoy, como alianza entre Estados.
Estos países se reunieron en Ekaterimburgo, Rusia, el 12 de junio y emitieron declaraciones y un comunicado que representa un desafío para los países del G7, liderados por los Estados Unidos. Los BRIC no quieren seguir con el dólar como referencia de moneda “dura” en las transacciones internacionales. Piden mayor peso decisorio en los diferentes organismo financieros mundiales, pues representan a más del 40 % de la población mundial y en órganos como el FMI y Banco Mundial no tienen más del 10 % de peso de voto.
Es importante analizar lo que tienen en común a estos países BRIC. En los últimos años hicieron reformas económicas para atraer inversión a sus respectivos países. Los cuatro han jugado las reglas del sistema capitalista global, cuya característica es el fomentar el flujo de mercancías y de capitales. También estos países tienen alta complementariedad, lo que los estrategas de Harvard llaman sinergia, juntos son más que la suma de sus partes. Encontramos dos mercados gigantes; China y la India, que gobiernan más de 2,300 millones de personas. Y dos países grandes en territorio y sobre todo en recursos naturales; un ejemplo de la complementariedad se dio cuando China reactivó la industria siderurgia brasileña por la construcción de la represa de las tres gargantas.
Pero como todo grupo de personas no puede evitar el liderazgo natural de alguno de los participantes, igualmente son los estados, y los BRIC no son la excepción. El liderazgo de China es indiscutible y es casi un consenso mundial el futuro protagónico de China en un mundo envuelto en una crisis financiera.
Pero para comprender mejor el fenómeno BRIC y el milagro chino es importante remontarnos al final de la guerra fría. Estados Unidos, al ganar la guerra fría por el armisticio del derrumbe soviético, entró en una etapa de optimismo que se confundía con el jolgorio nacionalista. Nace el mundo unipolar, donde el capitalismo se impone como regla de juego mundial. Estados Unidos pasó una década viviendo de las rentas que le generaba el mercado del optimismo bursátil. Esto no le permitió renovar su infraestructura industrial y mucho menos desarrollar nuevas. Muchas de sus industrias se fueron a Europa y China principalmente. Pero la música de la fiesta norteamericana se apagó con los atentados del 9/11. Esto puso en guardia a los estadounidenses y entraron a una economía de corte militar, una economía de gran déficit presupuestario aumentado aún más por las guerras extraterritoriales. Las sucesivas “Burbujas financieras” pusieron en evidencia, la factura que los norteamericanos tenían que pagar por su resaca económica especulativa y su alto consumismo.
Mientras los Estados Unidos en la década de los 90 vivía su “sueño de opio”, El líder Chino Deng Xiaoping, profundizaba sus reformas económicas y las complementaba su sucesor Jiang Zemin (1997-2003).
Jean Mandelbaum y Daniel Haber en su ensayo “China. La trampa de la globalización”, nos advierten que muchos observadores estiman que para 2030 más de la mitad de la industria mundial estará en China. El desmantelamiento de la industria en Occidente fue provocado por las grandes oportunidades de crecimiento de las empresas al ubicarse en China. Llenaban dos requisitos fundamentales para incentivar las “endorfinas” de las empresas occidentales; por la demanda, un mercado gigante de consumo y por la oferta, un estado protector de la inversión extranjera, que garantizaba dos cosas, estabilidad de la mano de obra y estabilidad cambiaria de Yuan para promover exportaciones a costos bajos. Ésta es lo que muchos llaman la trampa china, donde occidente sin derramar una gota de sangre, entrega gran parte de su motor económico a un país que cada vez más, le “golpea la mesa” a occidente en los diferentes foros mundiales.
Pero la “Trampa China” queda incompleta si no vemos el otro lado de la moneda. Así nos los hace ver el premio Nóbel de economía Paul Krugman, en su ensayo “La trampa de los Dólares de China”. Krugman manifiesta que cuando al principio de esta década China empezó a tener superávit comercial, con sus excedentes empezó a comprar dólares para tener a su moneda, el Yuan, estable con respecto al dólar en una política monetaria de control fijo cambiario. También nos dice Krugman que si China hubiese puesto un sistema cambiario flotante esto hubiera hecho más caras las exportaciones Chinas. ¿Había alguna estrategia oculta tras esta vasta acumulación de activos de baja rentabilidad? Se pregunta Krugman, y dice “Probablemente no. China adquirió su alijo de dos billones de dólares (con lo que convirtió la República Popular en la República de los bonos T) de la misma forma que Gran Bretaña adquirió su imperio: en un ataque de insensatez”. China cayó también en la trampa del dólar, pues se puso a financiar a un país cuya moneda e instrumentos financieros son de baja rentabilidad y si quiere salirse de ellos puede provocar una caída en picada del dólar que mermaría fuertemente sus reservas.
Si bien la última cumbre del BRIC no manda al dólar a retiro como referencia mundial de valor, la declaración de estos países es una caja de resonancia de China a su indisposición de no seguir financiando el presupuesto norteamericano. Warren Buffet el “Oráculo de Omaha”, dijo que cuando la crisis baja las aguas, allí se ve quién está nadando desnudo; en esta crisis parece ser que el que estaba nadando sin respaldo es los Estados Unidos, otrora motor económico mundial. Más aún cuando según Jim O´Neill, el señor BRIC, dice que en el año 2050 los países BRIC juntos tendrían más PIB que todo el G8.
Los dados de la crisis están todavía en el aire, pero no es descabellado proyectar el nacimiento de un nuevo bipolarismo mundial alrededor del BRIC liderado por China y el G7 liderado por los Estados Unidos. El campo de batalla ya no es la disputa ideológica de sistemas de gobiernos internos, sino el poder económico mundial. Es una guerra que se librará en el G20, en el FMI, Banco Mundial, OMC, OMS y otros organismos supranacionales.
Lo que más nos debe preocupar sobre un futuro bipolar en franca “guerra económica”, es que si los países BRIC imitarán también para su desarrollo, el estándar de consumo norteamericano, lo cual sería catastrófico para la salud del planeta. Una preocupación más para el líder ecológico Al Gore. Sin embargo, tenemos la esperanza de creerle al Zhou Xiaochuan del Banco Central Chino cuando recientemente afirmó, que las altísimas tasas de ahorro de China eran inmutables, una consecuencia del confucionismo, que valoraba la “antiextravagancia”. Mientras en los Estados Unidos en estos momentos la palabra ahorro es una “blasfemia” en materia de reactivación económica.
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*:rcardisa@ibw.com.ni
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El consultor de Goldman Sachs, Jim O´Neill, nunca se imaginó que su reporte elaborado en 2001, sobre economías emergentes, donde acuñó la palabra BRIC refiriéndose a Brasil, Rusia, India y China, fuera una realidad hoy, como alianza entre Estados.
Estos países se reunieron en Ekaterimburgo, Rusia, el 12 de junio y emitieron declaraciones y un comunicado que representa un desafío para los países del G7, liderados por los Estados Unidos. Los BRIC no quieren seguir con el dólar como referencia de moneda “dura” en las transacciones internacionales. Piden mayor peso decisorio en los diferentes organismo financieros mundiales, pues representan a más del 40 % de la población mundial y en órganos como el FMI y Banco Mundial no tienen más del 10 % de peso de voto.
Es importante analizar lo que tienen en común a estos países BRIC. En los últimos años hicieron reformas económicas para atraer inversión a sus respectivos países. Los cuatro han jugado las reglas del sistema capitalista global, cuya característica es el fomentar el flujo de mercancías y de capitales. También estos países tienen alta complementariedad, lo que los estrategas de Harvard llaman sinergia, juntos son más que la suma de sus partes. Encontramos dos mercados gigantes; China y la India, que gobiernan más de 2,300 millones de personas. Y dos países grandes en territorio y sobre todo en recursos naturales; un ejemplo de la complementariedad se dio cuando China reactivó la industria siderurgia brasileña por la construcción de la represa de las tres gargantas.
Pero como todo grupo de personas no puede evitar el liderazgo natural de alguno de los participantes, igualmente son los estados, y los BRIC no son la excepción. El liderazgo de China es indiscutible y es casi un consenso mundial el futuro protagónico de China en un mundo envuelto en una crisis financiera.
Pero para comprender mejor el fenómeno BRIC y el milagro chino es importante remontarnos al final de la guerra fría. Estados Unidos, al ganar la guerra fría por el armisticio del derrumbe soviético, entró en una etapa de optimismo que se confundía con el jolgorio nacionalista. Nace el mundo unipolar, donde el capitalismo se impone como regla de juego mundial. Estados Unidos pasó una década viviendo de las rentas que le generaba el mercado del optimismo bursátil. Esto no le permitió renovar su infraestructura industrial y mucho menos desarrollar nuevas. Muchas de sus industrias se fueron a Europa y China principalmente. Pero la música de la fiesta norteamericana se apagó con los atentados del 9/11. Esto puso en guardia a los estadounidenses y entraron a una economía de corte militar, una economía de gran déficit presupuestario aumentado aún más por las guerras extraterritoriales. Las sucesivas “Burbujas financieras” pusieron en evidencia, la factura que los norteamericanos tenían que pagar por su resaca económica especulativa y su alto consumismo.
Mientras los Estados Unidos en la década de los 90 vivía su “sueño de opio”, El líder Chino Deng Xiaoping, profundizaba sus reformas económicas y las complementaba su sucesor Jiang Zemin (1997-2003).
Jean Mandelbaum y Daniel Haber en su ensayo “China. La trampa de la globalización”, nos advierten que muchos observadores estiman que para 2030 más de la mitad de la industria mundial estará en China. El desmantelamiento de la industria en Occidente fue provocado por las grandes oportunidades de crecimiento de las empresas al ubicarse en China. Llenaban dos requisitos fundamentales para incentivar las “endorfinas” de las empresas occidentales; por la demanda, un mercado gigante de consumo y por la oferta, un estado protector de la inversión extranjera, que garantizaba dos cosas, estabilidad de la mano de obra y estabilidad cambiaria de Yuan para promover exportaciones a costos bajos. Ésta es lo que muchos llaman la trampa china, donde occidente sin derramar una gota de sangre, entrega gran parte de su motor económico a un país que cada vez más, le “golpea la mesa” a occidente en los diferentes foros mundiales.
Pero la “Trampa China” queda incompleta si no vemos el otro lado de la moneda. Así nos los hace ver el premio Nóbel de economía Paul Krugman, en su ensayo “La trampa de los Dólares de China”. Krugman manifiesta que cuando al principio de esta década China empezó a tener superávit comercial, con sus excedentes empezó a comprar dólares para tener a su moneda, el Yuan, estable con respecto al dólar en una política monetaria de control fijo cambiario. También nos dice Krugman que si China hubiese puesto un sistema cambiario flotante esto hubiera hecho más caras las exportaciones Chinas. ¿Había alguna estrategia oculta tras esta vasta acumulación de activos de baja rentabilidad? Se pregunta Krugman, y dice “Probablemente no. China adquirió su alijo de dos billones de dólares (con lo que convirtió la República Popular en la República de los bonos T) de la misma forma que Gran Bretaña adquirió su imperio: en un ataque de insensatez”. China cayó también en la trampa del dólar, pues se puso a financiar a un país cuya moneda e instrumentos financieros son de baja rentabilidad y si quiere salirse de ellos puede provocar una caída en picada del dólar que mermaría fuertemente sus reservas.
Si bien la última cumbre del BRIC no manda al dólar a retiro como referencia mundial de valor, la declaración de estos países es una caja de resonancia de China a su indisposición de no seguir financiando el presupuesto norteamericano. Warren Buffet el “Oráculo de Omaha”, dijo que cuando la crisis baja las aguas, allí se ve quién está nadando desnudo; en esta crisis parece ser que el que estaba nadando sin respaldo es los Estados Unidos, otrora motor económico mundial. Más aún cuando según Jim O´Neill, el señor BRIC, dice que en el año 2050 los países BRIC juntos tendrían más PIB que todo el G8.
Los dados de la crisis están todavía en el aire, pero no es descabellado proyectar el nacimiento de un nuevo bipolarismo mundial alrededor del BRIC liderado por China y el G7 liderado por los Estados Unidos. El campo de batalla ya no es la disputa ideológica de sistemas de gobiernos internos, sino el poder económico mundial. Es una guerra que se librará en el G20, en el FMI, Banco Mundial, OMC, OMS y otros organismos supranacionales.
Lo que más nos debe preocupar sobre un futuro bipolar en franca “guerra económica”, es que si los países BRIC imitarán también para su desarrollo, el estándar de consumo norteamericano, lo cual sería catastrófico para la salud del planeta. Una preocupación más para el líder ecológico Al Gore. Sin embargo, tenemos la esperanza de creerle al Zhou Xiaochuan del Banco Central Chino cuando recientemente afirmó, que las altísimas tasas de ahorro de China eran inmutables, una consecuencia del confucionismo, que valoraba la “antiextravagancia”. Mientras en los Estados Unidos en estos momentos la palabra ahorro es una “blasfemia” en materia de reactivación económica.
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*:rcardisa@ibw.com.ni
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El Nuevo Diario - Nicaragua/15/07/2009
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