La resurrección de Yasuo Fukuda abre una perspectiva de cambio en Japón
Una pragmática recomposición de fuerzas dentro del partido gubernamental japonés, está aupando a un veterano y previsible conservador. Yasuo Fukuda tiene el apoyo de seis de las nueve facciones del partido y lidera el pulso por el liderazgo que se decidirá el 23 de septiembre
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El proyecto político de la derecha japonesa, que avanzaba como una apisonadora, ha pinchado. Por primera vez en mucho tiempo, la perspectiva de un Japón remilitarizado, con una relación aun más estrecha y activa con Estados Unidos en su política exterior y de defensa, hostil a China e indiferente hacia Asia, ya tiene una alternativa más moderada. Se llama Yasuo Fukuda. Su resurrección política está siendo la gran consecuencia de la actual crisis en Tokio.
Fukuda es un veterano político de 71 años, adversario de la guerra fría contra China que propugnan los halcones de la derecha, así como de los honores a los criminales de guerra que éstos rinden en el santuario sintoísta de Yasukuni, donde sus almas están representadas. En definitiva, otro Japón, más parecido al de antes, y, sobre todo, más apropiado para el actual momento, en el que la oposición domina la cámara alta. No es que esa oposición, representada por el Partido Demócrata de Ichiro Ozawa, sea muy fuerte, ni su alternativa a los halcones y su cuestionamiento a la subordinación exterior hacia Washington muy consistente, pero puede bloquear iniciativas como la ley antiterrorista, mediante la que se quiere torear la constitución pacifista para seguir apoyando la participación japonesa en operaciones militares fuera de sus fronteras. Tras la dimisión del primer ministro Shinzo Abe, la derrota electoral de julio y los escándalos de los últimos meses el proyecto de los halcones se ha debilitado dentro del propio partido del gobierno, el Partido Liberal Democrático (PLD), que ha gobernado más de medio siglo Japón, con un único intervalo de diez meses de gobierno de coalición. La alternativa de cambiar de línea o arriesgarse a perder unas elecciones anticipadas, ha precipitado una pragmática recomposición de las fuerzas en el seno del PLD. El candidato de los duros, el inquietante ministro de exteriores, Taro Aso, el hombre que considera "inevitable" un conflicto con China, aplaude las visitas a Yasukuni e ignora las responsabilidades históricas del imperialismo japonés en Asia, se ha visto muy debilitado. En las últimas 48 horas, Fukuda ha resucitado políticamente, logrando apoyos mayoritarios dentro del partido. El LPD es un entramado de nueve facciones, y seis ya apoyan a Fukuda. Entre ellas, la más poderosa, liderada por el actual ministro de exteriores Nobutaka Machimura, e incluso la muy influyente y filotaiwanesa del ex primer ministro Yoshiro Mori, que apadrinó a los tres últimos primeros ministros (Mori, Koizumi y Abe). Esa situación compromete las posibilidades de Taro Aso, hasta hace poco considerado el seguro relevo de Abe. El pulso se decidirá el 23 de septiembre, cuando el PLD elija a su líder, que será el nuevo jefe del gobierno, dado el dominio que el partido tiene de la cámara baja, que es quien lo nombra.Hijo de un primer ministro, Fukuda, dimitió en 2004 del gobierno de Junichiro Koizumi, que fue quien inició el proceso de replantear la identidad de Japón con un guión que, pretextando la superación de las imposiciones de posguerra, apunta con benevolencia a las peores tradiciones del pasado. Al marcharse de aquel gobierno, Fukuda criticó al primer ministro por deteriorar las relaciones con China. "Muchos me están pidiendo que me presente y debo responder a esas llamadas, dice ahora el veterano Fukuda.
El proyecto político de la derecha japonesa, que avanzaba como una apisonadora, ha pinchado. Por primera vez en mucho tiempo, la perspectiva de un Japón remilitarizado, con una relación aun más estrecha y activa con Estados Unidos en su política exterior y de defensa, hostil a China e indiferente hacia Asia, ya tiene una alternativa más moderada. Se llama Yasuo Fukuda. Su resurrección política está siendo la gran consecuencia de la actual crisis en Tokio.
Fukuda es un veterano político de 71 años, adversario de la guerra fría contra China que propugnan los halcones de la derecha, así como de los honores a los criminales de guerra que éstos rinden en el santuario sintoísta de Yasukuni, donde sus almas están representadas. En definitiva, otro Japón, más parecido al de antes, y, sobre todo, más apropiado para el actual momento, en el que la oposición domina la cámara alta. No es que esa oposición, representada por el Partido Demócrata de Ichiro Ozawa, sea muy fuerte, ni su alternativa a los halcones y su cuestionamiento a la subordinación exterior hacia Washington muy consistente, pero puede bloquear iniciativas como la ley antiterrorista, mediante la que se quiere torear la constitución pacifista para seguir apoyando la participación japonesa en operaciones militares fuera de sus fronteras. Tras la dimisión del primer ministro Shinzo Abe, la derrota electoral de julio y los escándalos de los últimos meses el proyecto de los halcones se ha debilitado dentro del propio partido del gobierno, el Partido Liberal Democrático (PLD), que ha gobernado más de medio siglo Japón, con un único intervalo de diez meses de gobierno de coalición. La alternativa de cambiar de línea o arriesgarse a perder unas elecciones anticipadas, ha precipitado una pragmática recomposición de las fuerzas en el seno del PLD. El candidato de los duros, el inquietante ministro de exteriores, Taro Aso, el hombre que considera "inevitable" un conflicto con China, aplaude las visitas a Yasukuni e ignora las responsabilidades históricas del imperialismo japonés en Asia, se ha visto muy debilitado. En las últimas 48 horas, Fukuda ha resucitado políticamente, logrando apoyos mayoritarios dentro del partido. El LPD es un entramado de nueve facciones, y seis ya apoyan a Fukuda. Entre ellas, la más poderosa, liderada por el actual ministro de exteriores Nobutaka Machimura, e incluso la muy influyente y filotaiwanesa del ex primer ministro Yoshiro Mori, que apadrinó a los tres últimos primeros ministros (Mori, Koizumi y Abe). Esa situación compromete las posibilidades de Taro Aso, hasta hace poco considerado el seguro relevo de Abe. El pulso se decidirá el 23 de septiembre, cuando el PLD elija a su líder, que será el nuevo jefe del gobierno, dado el dominio que el partido tiene de la cámara baja, que es quien lo nombra.Hijo de un primer ministro, Fukuda, dimitió en 2004 del gobierno de Junichiro Koizumi, que fue quien inició el proceso de replantear la identidad de Japón con un guión que, pretextando la superación de las imposiciones de posguerra, apunta con benevolencia a las peores tradiciones del pasado. Al marcharse de aquel gobierno, Fukuda criticó al primer ministro por deteriorar las relaciones con China. "Muchos me están pidiendo que me presente y debo responder a esas llamadas, dice ahora el veterano Fukuda.
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La Vanguardia - España
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