Retrato del nuevo director del FMI
10/10/2007
Dominique Strauss Kahn en versión original
René Naba*
Rebelión
Rebelión
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Traducido por Caty R.**
Traducido por Caty R.**
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Dominique Strauss Kahn (DSK), elegido director del Fondo Monetario Internacional el 28 de septiembre de 2007, reservó su primera visita oficial para el presidente Nicolas Sarkozy, nuevo padrino internacional del ex dirigente socialista, que le recibió el lunes 1 de octubre en el Elíseo.
Un repaso por la trayectoria de este dirigente socialista propulsado a la escena internacional por el más derechista de los presidentes franceses:
Antes de tiempo, Dominique Strauss-Kahn, el nuevo director del Fondo Monetario Internacional, se pronunció a favor de un ataque contra Irán y lamentó que los estadounidenses se confundieran de objetivo eligiendo atacar a Iraq en vez de a Irán. Considera que Líbano fue el “agresor” en la última guerra de Israel contra Líbano en julio de 2006 y que la famosa “política árabe de Francia” es una “superchería del ministerio de Asuntos Exteriores”.
Ex ministro de Hacienda y de Economía, ex candidato a la presidencia de la República y socialista preferido de los franceses para suceder a François Hollande en el puesto de Secretario General del Partido Socialista francés, Dominique Strauss Kahn, cuyo verdadero nombre es Gaston, parece más próximo a los neoconservadores estadounidenses que los protagonistas de la derecha francesa. Por otra parte allí está su punto de convergencia con su nuevo padrino internacional, Nicolas Sarkozy, el más derechista de los presidentes franceses, artífice de la mutación posgaullista de la derecha francesa y de su adhesión a las tesis atlantistas.
I. DSK en versión original. Un belicista impenitente: juzguen ustedes
La revista Le Meilleur des Mondes, con motivo de la última campaña presidencial francesa (mayo de 2007), organizó una entrevista cruzada entre Nicolas Sarkozy, entonces ministro del Interior, y Dominique Strauss Kahn, aspirante a la candidatura socialista. La revista, que parece un eco de las tesis de la Foundation for the Defense of Democracies, es portavoz de los neoconservadores franceses y apareció en Ediciones Denoël en el otoño de 2006.
Dominique Strauss-Kahn, entrevistado por Elie Cohen, Myriam Encaoua, Gérard Grunberg, Michel Laval y Michel Taubman, habla extensamente de Líbano e Irán, de la Unión Europea y de su visión de la economía francesa.
Aquí van los puntos más importantes de la entrevista a Dominique Strauss-Kahn, diputado de la circunscripción popular de Sarcelles pero residente en el elegante barrio de Neuilly:
Irán: Considero que los estadounidenses se equivocaron de objetivo: la amenaza no venía de Iraq, sino de su vecino persa. La actual política de Irán, bajo la batuta de Ahmadineyad, comprende numerosas expresiones de totalitarismo que, como tales, deben combatirse. A este respecto, para mí es un grave error pretender, como hicieron Jacques Chirac y su ministro de Asuntos Exteriores Philippe Douste-Blazy, que Irán desempeña “un papel estabilizador” en la región. Eso conlleva una confusión en cuanto a la naturaleza real de lo que es el actual régimen iraní. Equivale a enviar un mensaje erróneo a un país que utiliza ampliamente su capacidad de hacer daño, lo vemos en Líbano con Hezbolá, en Iraq, o con el chantaje nuclear que pretende ejercer. Está claro que los estadounidenses se equivocaron de objetivo: la amenaza no venía de Iraq, sino de su vecino persa .
Dominique Strauss Kahn se encuentra en ese punto en la misma longitud de onda que Bernard Kouchner, ministro francés de Asuntos Exteriores, nuevo equilibrista de vanguardia de la diplomacia atlantista del nuevo gobierno francés, que pasó de “Médicos sin Fronteras” a “Belicistas sin fronteras” en la misma línea que Nicolas Sarkozy, digno sucesor de Tony Blair, ex “caniche británico” del presidente George Bush. Sarkozy, que ha adoptado la misma terminología que los dirigentes israelíes y se refiere a Gaza con el término “Hamastán”, en su intervención en la conferencia de los embajadores de Francia a finales de Agosto 2007, no descartó la posibilidad de recurrir a sanciones unilaterales, incluso fuera del marco de la ONU, resumiendo la posición francesa en una fórmula: “la bomba iraní o el bombardeo de Irán”. Fórmula torpe, rudimentaria y demagógica ya que, en la hipótesis de la puesta a punto de una bomba iraní los países occidentales deberán pensárselo dos veces antes de lanzarse a una aventura nuclear cuyas principales víctimas indirectas serían, en primer lugar, sus aliados las petromonarquías del Golfo, así como el suministro energético de las economías de los países industrializados.
Desde la llegada de la Revolución Islámica en 1979, Francia se encontró en posición cobeligerante frente a Irán por su apoyo total a Iraq en la época de Sadam Husein. Bajo la Presidencia de Sarkozy se encuentra de nuevo frente a Irán en el asunto nuclear. La permanencia de una actitud hostil le costó en el pasado sufrir los efectos de los daños colaterales con el atentado contra el cuartel general francés en Beirut (59 muertes) en 1983, la captura de rehenes franceses en Líbano (1984-1986) y los atentados en París (1986-1988). Strauss Kahn no deplora el belicismo estadounidense, sino exactamente el error de orientación hacia Iraq en vez de Irán.
Kouchner era totalmente partidario de eliminar a Sadam Husein, pero se aprovechó de la posición del gobierno anterior, Chirac-Villepin, vanagloriándose más allá de toda indecencia durante su visita a Bagdad a finales de julio, de la oposición de Francia a la intervención estadounidense en Iraq. Una posición que había combatido vigorosamente en su momento con sus amigos modernizadores, los “sarkozistas de izquierda” Romain Goupil, André Glucksman y la cohorte de tránsfugas de la izquierda que sustituyeron la lucha de clases por la lucha de puestos. Ahora también está en la vanguardia contra Irán. La próxima vez los dos compadres, Strauss Kahn y Kouchner, lamentarán que Estados Unidos se haya equivocado de nuevo de objetivo atacando a Irán en vez de a Siria y así sucesivamente… hasta la próxima cacería de EEUU.
Líbano: Hezbolá no sólo es una organización terrorista, sino que además es una organización terrorista que Líbano debe desarmar (…) Si Hezbolá es un componente del gobierno libanés, el conflicto al que acabamos de asistir, y al que todavía podemos asistir mañana, pasa a ser entonces un conflicto tradicional entre dos estados. En ese caso no hay fundamento para las reticencias que se pudieron tener sobre las reacciones israelíes. Teníamos un agresor que venía del norte (Líbano) que atacó ilegalmente a un país (Israel) que se encontraba al sur de su frontera. Si ese agresor constituye una parte del estado libanés, entonces es Líbano quien ataca a Israel. No creo, obviamente, que se pueda mantener esta interpretación. Por lo tanto se trata efectivamente de una organización terrorista y es necesario que los libaneses desarmen a Hezbolá.
Strauss-Kahn, como Nicolas Sarkozy, considera que Hezbolá es un movimiento terrorista. Antes que proceder a dar marcha atrás el nuevo presidente francés lo certificó el pasado mes de julio al recibir a las familias de los soldados israelíes capturados por los palestinos y libaneses en junio de 2006. Por otra parte Strauss Kahn, igual que George Bush y Condoleezza Rice, considera que el pequeño Líbano es “el agresor” de Israel, la primera potencia militar regional. Silencia las repetidas violaciones del espacio aéreo libanés por Israel, la negativa a entregar los mapas de las zonas libanesas minadas durante la ocupación por los israelíes para obstaculizar cualquier vuelta a la vida normal en el sur de Líbano, la persistencia de la ocupación de las granjas de Chebaa, el mantenimiento en la cárcel, sin juicio, de varios centenares de presos libaneses y árabes así como las violaciones del Derecho Internacional Humanitario cometidas repetidamente por Israel al hacer uso de armas prohibidas por las leyes de la guerra y sabotear las estaciones de suministro eléctrico del litoral libanés, lo que acarreó grandes contaminaciones marinas.
Silencia también que Hezbolá es la principal formación político-militar de la comunidad religiosa libanesa más importante, para reducirlo a una simple organización terrorista, seguramente debido a los reveses que infligió a Israel.
Política árabe de Francia: La famosa política árabe de Francia, ¡es una superchería que el Ministerio de Asuntos Exteriores consigue vender desde hace decenios al conjunto de la clase política! Nos permite creer que así estamos a salvo de cualquier amenaza terrorista (…) eso me parece totalmente absurdo.
Suscribimos sin problemas la afirmación de DSK de que la política árabe de Francia es una verdadera “superchería”… hacia los árabes, puesto que consiste en permitir a un soldado israelí (Gilad Shalit) hacer fuego contra los palestinos, un pueblo amigo de Francia, y ejercer después la protección diplomática de la nacionalidad francesa cuando lo capturan; por permitir que un ciudadano francés hiciera su servicio militar en las filas del ejército israelí al tiempo que se presentaba a la diputación de París y postulaba al puesto de consejero del ministro de Interior (Arno Klarsfelf).
Es absolutamente insano y contraproducente para la cohesión nacional permitir el desarrollo de mentiras entre la opinión francesa. En esta materia Strauss Kahn es un imitador de Philippe Val, director del periódico satírico Charlie Hebdo, que considera que la política árabe de Francia es la causa del antisemitismo francés.
Echar sobre los extranjeros, en este caso los árabes, la responsabilidad de las torpezas inherentes a Francia, hacer de los árabes la cabeza de turco de todos los males de la sociedad francesa, es un artificio demagógico, un cómodo argumento de populismo electoralista. Es olvidar que el asunto Dreyfus estalló cincuenta años antes de la llegada de los primeros árabes a Francia y que por añadidura “la comisaría de asuntos judíos” del régimen de Vichy estuvo precedida por “la oficina de asuntos norteafricanos”, entre las dos guerras, sin que eso implicase la menor reacción.
Debido a sus responsabilidades Strauss Kahn se siente en el deber de no desarrollar una visión hemipléjica de la política de su país, especialmente de los socialistas franceses.
“La política árabe de Francia” consistió, sobre todo para los países árabes, en volar al auxilio de Francia, en dos ocasiones durante el siglo XX, para ayudarle a vencer a sus enemigos y conservar su libertad, en particular en 1939-1945, ayudándole a desembarazarse del yugo nazi en cuya época una fracción importante de la comunidad nacional de confesión judía sufrió excesivamente.
Como pago de la contribución árabe a su libertad Francia amputó a Siria del distrito de Alexandrette para cederla a Turquía, su enemigo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), carbonizó con napalm a los habitantes de Sétif (1945) y después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) proporcionó enseguida a Israel la tecnología nuclear del centro de Dimona (Negev).
La política árabe de Francia consistió también en la connivencia de Francia, dirigida entonces por el socialista Guy Mollet, con Israel, dirigido en la época por su primo socialista, el laborista David Ben-Gurion, y el Reino Unido, en una expedición punitiva contra Egipto, en 1956, para castigar a Gamal Abdel Nasser por atreverse a recuperar su única riqueza nacional, el Canal de Suez.
La carbonización de Sétif fue un acto del poder gaullista y la nuclearización de Israel y la expedición punitiva de Suez del poder socialista, prueba irrefutable de un consenso bipartidista francés con respecto a los países árabes.
Es muy ingrato comprometer así una política por parte de una persona que además se beneficia de la hospitalidad de un país árabe, en este caso Marruecos, para sus vacaciones estivales, que cortejó asiduamente el “voto beur” en las últimas elecciones legislativas de junio de 2007 con el fin de ahorrarse un desengaño electoral… y que además solicita el voto de los grandes electores árabes -Arabia Saudí y Egipto- para su nombramiento como director del Fondo Monetario Internacional. Desde su Argelia natal, los habitantes de Sétif pueden dar prueba de que la política árabe de Francia, al menos como la vivieron en sus carnes, no es una superchería.
Cuestión de educación, Strauss Kahn demuestra una falta de elegancia cuando se piensa que el ministerio de Asuntos Exteriores puso a su disposición toda su infraestructura diplomática para propulsar su candidatura a la dirección del FMI.
En este punto Dominique Strauss Kahn está un paso más atrás que el Conseil représentatif des institutions juives de France (Consejo representativo de las instituciones judías de Francia, CRIF), cuyo presidente de la época Roger Cukiermann, no dudó en llamar por teléfono a Claude Guéant, Secretario General del Elíseo, para comunicarle su oposición al nombramiento de un “árabe” para el ministerio de Asuntos Exteriores, en este caso una personalidad respetada de la diplomacia francesa, Hubert Vedrine, ex ministro socialista de Asuntos Exteriores y ex Secretario General del Elíseo bajo la presidencia de François Mitterrand.
Con respecto al proyecto económico del Partido Socialista, DSK da entender que se ha liberado del programa socialista y retoma para sí la desastrosa fórmula de Lionel Jospin en la campaña presidencial de 2002: “Esto no es un programa socialista”.
En respuesta a Elie Cohen, un economista muy conocido por su neoliberalismo, DSK se compromete tácitamente a no respetar los compromisos de su partido: “¡No asumo (los errores de diagnósticos económicos del proyecto socialista) puesto que los revelo y pasé mi tiempo denunciándolos públicamente! (…) Pero aunque poner todas (las propuestas económicas) en fila sea un recurso útil, esta ‘bibliografía’ no constituye por sí sola una política. Incumbirá pues al presidente de la República fijar sus prioridades, con libertad para añadir o aplazar tal o cual medida según su valoración de la situación económica francesa”.
Por fin la guinda del pastel aparece a propósito de Israel:
“Considero que todo judío de la diáspora, y en consecuencia de Francia, debe, por todas partes donde pueda, aportar su ayuda a Israel. Por otra parte esa es la razón por la cual es importante que los judíos asuman responsabilidades políticas. En resumen, en mis funciones y en mi vida diaria, a través del conjunto de mis acciones, intento aportar mi grano de arena a la construcción de Israel”. Declaración en Europe-1, en 1991, recogida por la Revista La vie en France el 11 de abril de 2002, con el título “Trop Proche-Orient” (Demasiado Próximo Oriente).
No estaría mal que Dominique Strauss Kahn aportase también cada día su grano de arena para la construcción de Francia y el despertar político de sus conciudadanos, no solamente sus correligionarios. Pensábamos ingenuamente que el combate político dependía de un compromiso cívico. DSK nos alumbra sobre el sentido de su compromiso cuya finalidad última es fomentar el lobby proisraelí. Qué horrible perspectiva la idea de saber que la comunitarización de la vida pública en Francia también es imputable, retrospectivamente, al Partido Socialista, que pasaba por ser el parangón de la laicidad ciudadana.
A la cabeza del FMI, recuperando su expresión, ¿pretenderá aportar su grano de arena a la construcción de Israel abriéndole amplias líneas de crédito para permitirle absorber definitivamente Palestina y rematar la construcción del “muro de separación” a pesar de que ha sido declarado ilegal por el Tribunal de Justicia internacional?
Dominique Strauss Kahn (DSK), elegido director del Fondo Monetario Internacional el 28 de septiembre de 2007, reservó su primera visita oficial para el presidente Nicolas Sarkozy, nuevo padrino internacional del ex dirigente socialista, que le recibió el lunes 1 de octubre en el Elíseo.
Un repaso por la trayectoria de este dirigente socialista propulsado a la escena internacional por el más derechista de los presidentes franceses:
Antes de tiempo, Dominique Strauss-Kahn, el nuevo director del Fondo Monetario Internacional, se pronunció a favor de un ataque contra Irán y lamentó que los estadounidenses se confundieran de objetivo eligiendo atacar a Iraq en vez de a Irán. Considera que Líbano fue el “agresor” en la última guerra de Israel contra Líbano en julio de 2006 y que la famosa “política árabe de Francia” es una “superchería del ministerio de Asuntos Exteriores”.
Ex ministro de Hacienda y de Economía, ex candidato a la presidencia de la República y socialista preferido de los franceses para suceder a François Hollande en el puesto de Secretario General del Partido Socialista francés, Dominique Strauss Kahn, cuyo verdadero nombre es Gaston, parece más próximo a los neoconservadores estadounidenses que los protagonistas de la derecha francesa. Por otra parte allí está su punto de convergencia con su nuevo padrino internacional, Nicolas Sarkozy, el más derechista de los presidentes franceses, artífice de la mutación posgaullista de la derecha francesa y de su adhesión a las tesis atlantistas.
I. DSK en versión original. Un belicista impenitente: juzguen ustedes
La revista Le Meilleur des Mondes, con motivo de la última campaña presidencial francesa (mayo de 2007), organizó una entrevista cruzada entre Nicolas Sarkozy, entonces ministro del Interior, y Dominique Strauss Kahn, aspirante a la candidatura socialista. La revista, que parece un eco de las tesis de la Foundation for the Defense of Democracies, es portavoz de los neoconservadores franceses y apareció en Ediciones Denoël en el otoño de 2006.
Dominique Strauss-Kahn, entrevistado por Elie Cohen, Myriam Encaoua, Gérard Grunberg, Michel Laval y Michel Taubman, habla extensamente de Líbano e Irán, de la Unión Europea y de su visión de la economía francesa.
Aquí van los puntos más importantes de la entrevista a Dominique Strauss-Kahn, diputado de la circunscripción popular de Sarcelles pero residente en el elegante barrio de Neuilly:
Irán: Considero que los estadounidenses se equivocaron de objetivo: la amenaza no venía de Iraq, sino de su vecino persa. La actual política de Irán, bajo la batuta de Ahmadineyad, comprende numerosas expresiones de totalitarismo que, como tales, deben combatirse. A este respecto, para mí es un grave error pretender, como hicieron Jacques Chirac y su ministro de Asuntos Exteriores Philippe Douste-Blazy, que Irán desempeña “un papel estabilizador” en la región. Eso conlleva una confusión en cuanto a la naturaleza real de lo que es el actual régimen iraní. Equivale a enviar un mensaje erróneo a un país que utiliza ampliamente su capacidad de hacer daño, lo vemos en Líbano con Hezbolá, en Iraq, o con el chantaje nuclear que pretende ejercer. Está claro que los estadounidenses se equivocaron de objetivo: la amenaza no venía de Iraq, sino de su vecino persa .
Dominique Strauss Kahn se encuentra en ese punto en la misma longitud de onda que Bernard Kouchner, ministro francés de Asuntos Exteriores, nuevo equilibrista de vanguardia de la diplomacia atlantista del nuevo gobierno francés, que pasó de “Médicos sin Fronteras” a “Belicistas sin fronteras” en la misma línea que Nicolas Sarkozy, digno sucesor de Tony Blair, ex “caniche británico” del presidente George Bush. Sarkozy, que ha adoptado la misma terminología que los dirigentes israelíes y se refiere a Gaza con el término “Hamastán”, en su intervención en la conferencia de los embajadores de Francia a finales de Agosto 2007, no descartó la posibilidad de recurrir a sanciones unilaterales, incluso fuera del marco de la ONU, resumiendo la posición francesa en una fórmula: “la bomba iraní o el bombardeo de Irán”. Fórmula torpe, rudimentaria y demagógica ya que, en la hipótesis de la puesta a punto de una bomba iraní los países occidentales deberán pensárselo dos veces antes de lanzarse a una aventura nuclear cuyas principales víctimas indirectas serían, en primer lugar, sus aliados las petromonarquías del Golfo, así como el suministro energético de las economías de los países industrializados.
Desde la llegada de la Revolución Islámica en 1979, Francia se encontró en posición cobeligerante frente a Irán por su apoyo total a Iraq en la época de Sadam Husein. Bajo la Presidencia de Sarkozy se encuentra de nuevo frente a Irán en el asunto nuclear. La permanencia de una actitud hostil le costó en el pasado sufrir los efectos de los daños colaterales con el atentado contra el cuartel general francés en Beirut (59 muertes) en 1983, la captura de rehenes franceses en Líbano (1984-1986) y los atentados en París (1986-1988). Strauss Kahn no deplora el belicismo estadounidense, sino exactamente el error de orientación hacia Iraq en vez de Irán.
Kouchner era totalmente partidario de eliminar a Sadam Husein, pero se aprovechó de la posición del gobierno anterior, Chirac-Villepin, vanagloriándose más allá de toda indecencia durante su visita a Bagdad a finales de julio, de la oposición de Francia a la intervención estadounidense en Iraq. Una posición que había combatido vigorosamente en su momento con sus amigos modernizadores, los “sarkozistas de izquierda” Romain Goupil, André Glucksman y la cohorte de tránsfugas de la izquierda que sustituyeron la lucha de clases por la lucha de puestos. Ahora también está en la vanguardia contra Irán. La próxima vez los dos compadres, Strauss Kahn y Kouchner, lamentarán que Estados Unidos se haya equivocado de nuevo de objetivo atacando a Irán en vez de a Siria y así sucesivamente… hasta la próxima cacería de EEUU.
Líbano: Hezbolá no sólo es una organización terrorista, sino que además es una organización terrorista que Líbano debe desarmar (…) Si Hezbolá es un componente del gobierno libanés, el conflicto al que acabamos de asistir, y al que todavía podemos asistir mañana, pasa a ser entonces un conflicto tradicional entre dos estados. En ese caso no hay fundamento para las reticencias que se pudieron tener sobre las reacciones israelíes. Teníamos un agresor que venía del norte (Líbano) que atacó ilegalmente a un país (Israel) que se encontraba al sur de su frontera. Si ese agresor constituye una parte del estado libanés, entonces es Líbano quien ataca a Israel. No creo, obviamente, que se pueda mantener esta interpretación. Por lo tanto se trata efectivamente de una organización terrorista y es necesario que los libaneses desarmen a Hezbolá.
Strauss-Kahn, como Nicolas Sarkozy, considera que Hezbolá es un movimiento terrorista. Antes que proceder a dar marcha atrás el nuevo presidente francés lo certificó el pasado mes de julio al recibir a las familias de los soldados israelíes capturados por los palestinos y libaneses en junio de 2006. Por otra parte Strauss Kahn, igual que George Bush y Condoleezza Rice, considera que el pequeño Líbano es “el agresor” de Israel, la primera potencia militar regional. Silencia las repetidas violaciones del espacio aéreo libanés por Israel, la negativa a entregar los mapas de las zonas libanesas minadas durante la ocupación por los israelíes para obstaculizar cualquier vuelta a la vida normal en el sur de Líbano, la persistencia de la ocupación de las granjas de Chebaa, el mantenimiento en la cárcel, sin juicio, de varios centenares de presos libaneses y árabes así como las violaciones del Derecho Internacional Humanitario cometidas repetidamente por Israel al hacer uso de armas prohibidas por las leyes de la guerra y sabotear las estaciones de suministro eléctrico del litoral libanés, lo que acarreó grandes contaminaciones marinas.
Silencia también que Hezbolá es la principal formación político-militar de la comunidad religiosa libanesa más importante, para reducirlo a una simple organización terrorista, seguramente debido a los reveses que infligió a Israel.
Política árabe de Francia: La famosa política árabe de Francia, ¡es una superchería que el Ministerio de Asuntos Exteriores consigue vender desde hace decenios al conjunto de la clase política! Nos permite creer que así estamos a salvo de cualquier amenaza terrorista (…) eso me parece totalmente absurdo.
Suscribimos sin problemas la afirmación de DSK de que la política árabe de Francia es una verdadera “superchería”… hacia los árabes, puesto que consiste en permitir a un soldado israelí (Gilad Shalit) hacer fuego contra los palestinos, un pueblo amigo de Francia, y ejercer después la protección diplomática de la nacionalidad francesa cuando lo capturan; por permitir que un ciudadano francés hiciera su servicio militar en las filas del ejército israelí al tiempo que se presentaba a la diputación de París y postulaba al puesto de consejero del ministro de Interior (Arno Klarsfelf).
Es absolutamente insano y contraproducente para la cohesión nacional permitir el desarrollo de mentiras entre la opinión francesa. En esta materia Strauss Kahn es un imitador de Philippe Val, director del periódico satírico Charlie Hebdo, que considera que la política árabe de Francia es la causa del antisemitismo francés.
Echar sobre los extranjeros, en este caso los árabes, la responsabilidad de las torpezas inherentes a Francia, hacer de los árabes la cabeza de turco de todos los males de la sociedad francesa, es un artificio demagógico, un cómodo argumento de populismo electoralista. Es olvidar que el asunto Dreyfus estalló cincuenta años antes de la llegada de los primeros árabes a Francia y que por añadidura “la comisaría de asuntos judíos” del régimen de Vichy estuvo precedida por “la oficina de asuntos norteafricanos”, entre las dos guerras, sin que eso implicase la menor reacción.
Debido a sus responsabilidades Strauss Kahn se siente en el deber de no desarrollar una visión hemipléjica de la política de su país, especialmente de los socialistas franceses.
“La política árabe de Francia” consistió, sobre todo para los países árabes, en volar al auxilio de Francia, en dos ocasiones durante el siglo XX, para ayudarle a vencer a sus enemigos y conservar su libertad, en particular en 1939-1945, ayudándole a desembarazarse del yugo nazi en cuya época una fracción importante de la comunidad nacional de confesión judía sufrió excesivamente.
Como pago de la contribución árabe a su libertad Francia amputó a Siria del distrito de Alexandrette para cederla a Turquía, su enemigo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), carbonizó con napalm a los habitantes de Sétif (1945) y después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) proporcionó enseguida a Israel la tecnología nuclear del centro de Dimona (Negev).
La política árabe de Francia consistió también en la connivencia de Francia, dirigida entonces por el socialista Guy Mollet, con Israel, dirigido en la época por su primo socialista, el laborista David Ben-Gurion, y el Reino Unido, en una expedición punitiva contra Egipto, en 1956, para castigar a Gamal Abdel Nasser por atreverse a recuperar su única riqueza nacional, el Canal de Suez.
La carbonización de Sétif fue un acto del poder gaullista y la nuclearización de Israel y la expedición punitiva de Suez del poder socialista, prueba irrefutable de un consenso bipartidista francés con respecto a los países árabes.
Es muy ingrato comprometer así una política por parte de una persona que además se beneficia de la hospitalidad de un país árabe, en este caso Marruecos, para sus vacaciones estivales, que cortejó asiduamente el “voto beur” en las últimas elecciones legislativas de junio de 2007 con el fin de ahorrarse un desengaño electoral… y que además solicita el voto de los grandes electores árabes -Arabia Saudí y Egipto- para su nombramiento como director del Fondo Monetario Internacional. Desde su Argelia natal, los habitantes de Sétif pueden dar prueba de que la política árabe de Francia, al menos como la vivieron en sus carnes, no es una superchería.
Cuestión de educación, Strauss Kahn demuestra una falta de elegancia cuando se piensa que el ministerio de Asuntos Exteriores puso a su disposición toda su infraestructura diplomática para propulsar su candidatura a la dirección del FMI.
En este punto Dominique Strauss Kahn está un paso más atrás que el Conseil représentatif des institutions juives de France (Consejo representativo de las instituciones judías de Francia, CRIF), cuyo presidente de la época Roger Cukiermann, no dudó en llamar por teléfono a Claude Guéant, Secretario General del Elíseo, para comunicarle su oposición al nombramiento de un “árabe” para el ministerio de Asuntos Exteriores, en este caso una personalidad respetada de la diplomacia francesa, Hubert Vedrine, ex ministro socialista de Asuntos Exteriores y ex Secretario General del Elíseo bajo la presidencia de François Mitterrand.
Con respecto al proyecto económico del Partido Socialista, DSK da entender que se ha liberado del programa socialista y retoma para sí la desastrosa fórmula de Lionel Jospin en la campaña presidencial de 2002: “Esto no es un programa socialista”.
En respuesta a Elie Cohen, un economista muy conocido por su neoliberalismo, DSK se compromete tácitamente a no respetar los compromisos de su partido: “¡No asumo (los errores de diagnósticos económicos del proyecto socialista) puesto que los revelo y pasé mi tiempo denunciándolos públicamente! (…) Pero aunque poner todas (las propuestas económicas) en fila sea un recurso útil, esta ‘bibliografía’ no constituye por sí sola una política. Incumbirá pues al presidente de la República fijar sus prioridades, con libertad para añadir o aplazar tal o cual medida según su valoración de la situación económica francesa”.
Por fin la guinda del pastel aparece a propósito de Israel:
“Considero que todo judío de la diáspora, y en consecuencia de Francia, debe, por todas partes donde pueda, aportar su ayuda a Israel. Por otra parte esa es la razón por la cual es importante que los judíos asuman responsabilidades políticas. En resumen, en mis funciones y en mi vida diaria, a través del conjunto de mis acciones, intento aportar mi grano de arena a la construcción de Israel”. Declaración en Europe-1, en 1991, recogida por la Revista La vie en France el 11 de abril de 2002, con el título “Trop Proche-Orient” (Demasiado Próximo Oriente).
No estaría mal que Dominique Strauss Kahn aportase también cada día su grano de arena para la construcción de Francia y el despertar político de sus conciudadanos, no solamente sus correligionarios. Pensábamos ingenuamente que el combate político dependía de un compromiso cívico. DSK nos alumbra sobre el sentido de su compromiso cuya finalidad última es fomentar el lobby proisraelí. Qué horrible perspectiva la idea de saber que la comunitarización de la vida pública en Francia también es imputable, retrospectivamente, al Partido Socialista, que pasaba por ser el parangón de la laicidad ciudadana.
A la cabeza del FMI, recuperando su expresión, ¿pretenderá aportar su grano de arena a la construcción de Israel abriéndole amplias líneas de crédito para permitirle absorber definitivamente Palestina y rematar la construcción del “muro de separación” a pesar de que ha sido declarado ilegal por el Tribunal de Justicia internacional?
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Texto íntegro del artículo aparecido el 11 de abril de 2002 en la revista La Vie en France
DSK EN LA REVISTA LA VIE
Demasiado Oriente Próximo
Por una vez unánimes, todos los políticos hexagonales, jefes de partidos y candidatos mezclados, ponen en guardia contra el riesgo de trasponer a Francia el conflicto de Oriente Próximo. Un aviso necesario en un momento en el que franjas enteras de la comunidad nacional se casan con las pasiones y posiciones, unos de los israelíes y otros de los palestinos.
A este respecto, las manifestaciones del fin de semana pasado mostraron a la vez el carácter pacífico de la mayoría de los simpatizantes de uno y otro bando y la violencia, cuando no el fanatismo, de algunos grupúsculos árabes y judíos.
Nuestra clase política tiene razón para emocionarse, pero dista mucho de ser inocente en la materia: la pesca de votos en terreno confesional es un deporte nacional muy antiguo.
Desde hace lustros ningún candidato a la presidencia faltó al peregrinaje a Israel; ninguno dejó de ponerse la kipá en la cabeza al pie del Muro de las Lamentaciones. En la actualidad la primera etapa es Argel, a la espera de de honrar a Bamako o Ankara. Y cada visitante tiene que ir allí con su pequeña frase que certifique su “amistad indefectible” con el estado judío.
La víspera de las elecciones europeas de marzo de 1986 Lionel Jospin, entonces Secretario General del Partido Socialista, declaraba fríamente, con respecto a la transferencia de la capital de Israel de Tel Aviv a Jerusalén, un planteamiento, con todo, contrario al Derecho Internacional: “Como individuo, como enamorado de la belleza y de la Historia, preferiría con mucho que la capital esté en Jerusalén mejor que en Tel Aviv”.
Es cierto que entonces el Likoud, en el poder en Israel desde 1977, pretendía estructurar una comunidad judía juzgada demasiado asimilada. “Estructurar”, era la afirmación del carácter centralizador de Israel con relación a la diáspora.
De ahí una conjunción entre la preocupación de la comunidad de proporcionar el apoyo de Francia a Israel y la necesidad de unos y otros candidatos de un refuerzo de votos que terminó por convertirse en un componente permanente de la vida política nacional. Se vio la evolución cuando, a principios de 1991, Dominique Strauss Kahn afirmó públicamente: “Considero que todos los judíos de la diáspora, y en consecuencia los de Francia, deben, por todas partes donde puedan, aportar su apoyo a Israel. Por otra parte esa es la razón por la cual es importante que los judíos accedan a responsabilidades políticas. En resumen, en mis funciones y en mi vida diaria, a través del conjunto de mis acciones, intento aportar mi grano de arena a la construcción de Israel”.
Se concibe que similar discurso pueda generar un contracomunitarismo musulmán, esta vez, en detrimento de la cohesión nacional.
Tentación tanto más fuerte en cuanto que los grandes partidos (aparte del PC, los Verdes y… el FN) no siempre consiguen superar sus bloqueos culturales para abrirse a los franceses originarios del Magreb, que representan casi un 10% de la población. “Rechazo el comunitarismo”, acaba de declarar Lionel Jospin. El Primer Ministro candidato añade: “Nunca jugaré al enfrentamiento de unas pasiones contra otras”.
Esperemos que su declaración no sólo le comprometa a él… No se trata únicamente de la paz interna, sino también de la posición diplomática de Francia, que sigue siendo una protagonista de peso en Oriente Próximo.
Ahora bien, un gobierno francés que temiera molestar a tal o cual fracción de la población se encontraría paralizada rápidamente, lo que haría la felicidad de un Sharon o un Sadam.
Firmado S.Z.
DSK EN LA REVISTA LA VIE
Demasiado Oriente Próximo
Por una vez unánimes, todos los políticos hexagonales, jefes de partidos y candidatos mezclados, ponen en guardia contra el riesgo de trasponer a Francia el conflicto de Oriente Próximo. Un aviso necesario en un momento en el que franjas enteras de la comunidad nacional se casan con las pasiones y posiciones, unos de los israelíes y otros de los palestinos.
A este respecto, las manifestaciones del fin de semana pasado mostraron a la vez el carácter pacífico de la mayoría de los simpatizantes de uno y otro bando y la violencia, cuando no el fanatismo, de algunos grupúsculos árabes y judíos.
Nuestra clase política tiene razón para emocionarse, pero dista mucho de ser inocente en la materia: la pesca de votos en terreno confesional es un deporte nacional muy antiguo.
Desde hace lustros ningún candidato a la presidencia faltó al peregrinaje a Israel; ninguno dejó de ponerse la kipá en la cabeza al pie del Muro de las Lamentaciones. En la actualidad la primera etapa es Argel, a la espera de de honrar a Bamako o Ankara. Y cada visitante tiene que ir allí con su pequeña frase que certifique su “amistad indefectible” con el estado judío.
La víspera de las elecciones europeas de marzo de 1986 Lionel Jospin, entonces Secretario General del Partido Socialista, declaraba fríamente, con respecto a la transferencia de la capital de Israel de Tel Aviv a Jerusalén, un planteamiento, con todo, contrario al Derecho Internacional: “Como individuo, como enamorado de la belleza y de la Historia, preferiría con mucho que la capital esté en Jerusalén mejor que en Tel Aviv”.
Es cierto que entonces el Likoud, en el poder en Israel desde 1977, pretendía estructurar una comunidad judía juzgada demasiado asimilada. “Estructurar”, era la afirmación del carácter centralizador de Israel con relación a la diáspora.
De ahí una conjunción entre la preocupación de la comunidad de proporcionar el apoyo de Francia a Israel y la necesidad de unos y otros candidatos de un refuerzo de votos que terminó por convertirse en un componente permanente de la vida política nacional. Se vio la evolución cuando, a principios de 1991, Dominique Strauss Kahn afirmó públicamente: “Considero que todos los judíos de la diáspora, y en consecuencia los de Francia, deben, por todas partes donde puedan, aportar su apoyo a Israel. Por otra parte esa es la razón por la cual es importante que los judíos accedan a responsabilidades políticas. En resumen, en mis funciones y en mi vida diaria, a través del conjunto de mis acciones, intento aportar mi grano de arena a la construcción de Israel”.
Se concibe que similar discurso pueda generar un contracomunitarismo musulmán, esta vez, en detrimento de la cohesión nacional.
Tentación tanto más fuerte en cuanto que los grandes partidos (aparte del PC, los Verdes y… el FN) no siempre consiguen superar sus bloqueos culturales para abrirse a los franceses originarios del Magreb, que representan casi un 10% de la población. “Rechazo el comunitarismo”, acaba de declarar Lionel Jospin. El Primer Ministro candidato añade: “Nunca jugaré al enfrentamiento de unas pasiones contra otras”.
Esperemos que su declaración no sólo le comprometa a él… No se trata únicamente de la paz interna, sino también de la posición diplomática de Francia, que sigue siendo una protagonista de peso en Oriente Próximo.
Ahora bien, un gobierno francés que temiera molestar a tal o cual fracción de la población se encontraría paralizada rápidamente, lo que haría la felicidad de un Sharon o un Sadam.
Firmado S.Z.
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II. La negligencia del casete Mery
El hombre que, a la cabeza del FMI, debe simbolizar la ortodoxia financiera y demostrar rigor en su gestión es, por añadidura, un negligente incorregible a juzgar por sus declaraciones en el “asunto del casete Mery”, llamado así por el nombre del recaudador de fondos del RPR Jean Claude Mery, que había grabado en un casete su testimonio póstumo relativo a los tráficos de los contratos de obras públicos de Ile de France (1975-1995), especialmente las comisiones recaudadas por el partido gaullista RPR por autorizar la adjudicación de los contratos a las empresas dóciles.
Una copia del casete Mery se le envió a Dominique Strauss Kahn, entonces ministro de Economía, por un abogado especialista en derecho fiscal, Alain Belot, defensor del modista Karl Lagerfeld, a la sazón en un contencioso fiscal con el ministerio de Hacienda. Conminado para que entregase el casete a la justicia, Strauss Kahn declaró que lo había perdido para evitar la acusación de obstaculizar a la justicia. Según la revista satírica Le Canard Enchaîné, a cambio de la entrega del casete a Strauss Kahn, el modista Lagerfeld obtuvo una recompensa del orden de cincuenta millones de francos. “El gobierno anterior (de Alain Juppé) también hizo regalitos fiscales” aseguraba además Le Canard Enchaîné en su edición del miércoles 19 de septiembre de 2007.
Así Karl Lagerfeld, un chiraquiano puro y duro, obtuvo un considerable descuento fiscal de un gobierno socialista sin que la izquierda recibiera beneficios ni política ni electoralmente, gracias a la supuesta negligencia de Dominique Strauss Kahn.
Las revelaciones del casete habrían podido implicar directamente al presidente Jacques Chirac y perturbar el desarrollo de las elecciones presidenciales de 2002, que vieron la eliminación del candidato socialista el Primer Ministro Lionel Jospin, en beneficio del candidato de la extrema derecha Jean Marie le Pen en la segunda vuelta de la consulta.
Con la elección de Jospin se habría garantizado que DSK tenía todas las papeletas para ser su primer ministro. Pero esa negligencia fue fatal para él y para la izquierda y abrió el camino a un largo reinado de la derecha y a una larga cura de oposición de los socialistas para desembocar finalmente en la carrera hacia los honores ilustrada por el número impresionante de tránsfugas socialistas que renegaron de sus convicciones para conseguir un puesto gubernamental secundario bajo la presidencia de Sarkozy.
III. DSK a diario
A diario el comportamiento de DSK es más chocante, si nos remitimos al blog de Jean Quatremer, periodista del diario francés Liberation, acreditado ante las instituciones europeas en Bruselas.
Quatremer expresa el temor que DSK se deje llevar por sus inclinaciones naturales hacia el género femenino y coloque a Francia y a sí mismo en una incómoda posición, salpicándolos con un escándalo comparable al que abrevió la carrera internacional de Paul Wolfowitz, el ex dirigente del Banco Mundial obligado a la dimisión por haber favorecido la carrera de su novia.
“Nadie puede sostener que Strauss Kahn es el candidato más cualificado del mundo por su experiencia, su inteligencia y su formación (...) Es el peor candidato, elegido de la peor manera (...) Sólo los que quieren que el Fondo deje de ser legítimo pueden aplaudir (la candidatura de DSK)” , sostenía el diario británico Financial Times hace exactamente un mes, el 28 de agosto de 2007.
En todo el mudo se habían dado cuenta de esta evidencia excepto en Francia.
Texto original en francés:
II. La negligencia del casete Mery
El hombre que, a la cabeza del FMI, debe simbolizar la ortodoxia financiera y demostrar rigor en su gestión es, por añadidura, un negligente incorregible a juzgar por sus declaraciones en el “asunto del casete Mery”, llamado así por el nombre del recaudador de fondos del RPR Jean Claude Mery, que había grabado en un casete su testimonio póstumo relativo a los tráficos de los contratos de obras públicos de Ile de France (1975-1995), especialmente las comisiones recaudadas por el partido gaullista RPR por autorizar la adjudicación de los contratos a las empresas dóciles.
Una copia del casete Mery se le envió a Dominique Strauss Kahn, entonces ministro de Economía, por un abogado especialista en derecho fiscal, Alain Belot, defensor del modista Karl Lagerfeld, a la sazón en un contencioso fiscal con el ministerio de Hacienda. Conminado para que entregase el casete a la justicia, Strauss Kahn declaró que lo había perdido para evitar la acusación de obstaculizar a la justicia. Según la revista satírica Le Canard Enchaîné, a cambio de la entrega del casete a Strauss Kahn, el modista Lagerfeld obtuvo una recompensa del orden de cincuenta millones de francos. “El gobierno anterior (de Alain Juppé) también hizo regalitos fiscales” aseguraba además Le Canard Enchaîné en su edición del miércoles 19 de septiembre de 2007.
Así Karl Lagerfeld, un chiraquiano puro y duro, obtuvo un considerable descuento fiscal de un gobierno socialista sin que la izquierda recibiera beneficios ni política ni electoralmente, gracias a la supuesta negligencia de Dominique Strauss Kahn.
Las revelaciones del casete habrían podido implicar directamente al presidente Jacques Chirac y perturbar el desarrollo de las elecciones presidenciales de 2002, que vieron la eliminación del candidato socialista el Primer Ministro Lionel Jospin, en beneficio del candidato de la extrema derecha Jean Marie le Pen en la segunda vuelta de la consulta.
Con la elección de Jospin se habría garantizado que DSK tenía todas las papeletas para ser su primer ministro. Pero esa negligencia fue fatal para él y para la izquierda y abrió el camino a un largo reinado de la derecha y a una larga cura de oposición de los socialistas para desembocar finalmente en la carrera hacia los honores ilustrada por el número impresionante de tránsfugas socialistas que renegaron de sus convicciones para conseguir un puesto gubernamental secundario bajo la presidencia de Sarkozy.
III. DSK a diario
A diario el comportamiento de DSK es más chocante, si nos remitimos al blog de Jean Quatremer, periodista del diario francés Liberation, acreditado ante las instituciones europeas en Bruselas.
Quatremer expresa el temor que DSK se deje llevar por sus inclinaciones naturales hacia el género femenino y coloque a Francia y a sí mismo en una incómoda posición, salpicándolos con un escándalo comparable al que abrevió la carrera internacional de Paul Wolfowitz, el ex dirigente del Banco Mundial obligado a la dimisión por haber favorecido la carrera de su novia.
“Nadie puede sostener que Strauss Kahn es el candidato más cualificado del mundo por su experiencia, su inteligencia y su formación (...) Es el peor candidato, elegido de la peor manera (...) Sólo los que quieren que el Fondo deje de ser legítimo pueden aplaudir (la candidatura de DSK)” , sostenía el diario británico Financial Times hace exactamente un mes, el 28 de agosto de 2007.
En todo el mudo se habían dado cuenta de esta evidencia excepto en Francia.
Texto original en francés:
*René Naba es un periodista francés de origen libanés antiguo responsable del mundo arabo-musulmán en el servicio diplomático de la Agencia France Presse y ex consejero del Director General de RMC/Moyen-Orient, encargado de la información.
Su próximo libro, en preparación, se titula Il était une fois la dépêche d’agence, Editions l’Armoise- 8, Rue des Lions Saint-Paul, 75004 Paris, septiembre de 2007.
Es autor de las siguientes obras:
Aux origines de la tragédie arabe, Éditions Bachari 2006.
Du bougnoule au sauvageon, voyage dans l’imaginaire français, L’Harmattan 2002.
Rafic Hariri, un homme d’affaires, Premier ministre, L’ Harmattan 2000.
Guerre des ondes, guerre de religion, la bataille hertzienne dans le ciel méditerranéen, L’Harmattan 1998.
**Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala.
Su próximo libro, en preparación, se titula Il était une fois la dépêche d’agence, Editions l’Armoise- 8, Rue des Lions Saint-Paul, 75004 Paris, septiembre de 2007.
Es autor de las siguientes obras:
Aux origines de la tragédie arabe, Éditions Bachari 2006.
Du bougnoule au sauvageon, voyage dans l’imaginaire français, L’Harmattan 2002.
Rafic Hariri, un homme d’affaires, Premier ministre, L’ Harmattan 2000.
Guerre des ondes, guerre de religion, la bataille hertzienne dans le ciel méditerranéen, L’Harmattan 1998.
**Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala.
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Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.
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