El TLC EEUU-Colombia, congelado hasta que Bush deje la Presidencia
La Casa Blanca insiste en una fuerte campaña para tratar de instalar la idea de que el TLC con Colombia debe ser aprobado, pero el acuerdo, cuestionado por los demócratas, tiene pocas posibilidades de ver la luz antes del fin del mandato de George W. Bush, estiman expertos.
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WASHINGTON - Todas y cada una de las voces posibles favorables al acuerdo se han expresado en los últimos días abogando por un pacto que se ha convertido en un escollo en la relación entre el oficialismo republicano y la oposición demócrata, y también en un tema importante de la campaña electoral.
Sin embargo, a pesar de múltiples editoriales favorables en los principales diarios norteamericanos y de la intensa campaña de la Casa Blanca, el TLC colombiano parece destinado a quedar en un cajón por lo menos en 2008.
El gabinete en pleno de George W. Bush, encabezado por el secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, y la representante de Comercio Exterior, Susan Schwab, multiplican apariciones en los medios para defender el TLC, mientras que los detractores del pacto tampoco pierden su tiempo.
El lunes, el presidente Bush dijo que el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia estaría "muerto" si el Congreso no vuelve a ponerle un plazo para votarlo, tras la eliminación del período de 90 días para consideración del acuerdo aprobado la semana pasada por los demócratas.
La respuesta de la principal promotora de la medida, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, fue contundente. Antes de abordar el tratado colombiano, "primero, necesitamos ocuparnos de la economía, que empeora, en nuestro país", dijo en una declaración, en la que fustigó al mandatario por poner el TLC por delante de las necesidades de los trabajadores estadounidenses.
La oposición eliminó la exigencia del plazo para votar el acuerdo después de que, a pesar de sus advertencias, Bush resolviera enviar el texto al Legislativo, en donde los demócratas han reiterado desde hace más de un año que no le darán la luz verde hasta que Colombia muestre progresos en materia de derechos humanos.
Consultado sobre la probabilidad de que el acuerdo sea aprobado antes de que termine el mandato de Bush, Michael Shifter, vicepresidente del instituto de estudios Diálogo Interamericano y uno de los principales expertos en Colombia en Washington, señaló que las posibilidades son "muy remotas".
Para Shifter, la discusión sobre el TLC colombiano ha tenido una "dosis muy importante de politiquería" y "el clima es muy difícil" para el tratado. "Creo que tiene que haber un cambio de clima" en el Congreso "y esto no va a pasar antes de que Bush salga de la presidencia", estimó en declaraciones a la AFP. Para este analista, "antes de la elección y después de la elección", en el período final de la actual legislatura en noviembre, las posibilidades de que el pacto sea considerado son pocas.
Los principales diarios norteamericanos, desde The Washington Post hasta The New York Times, pasando por el influyente The Wall Street Journal, han elogiado el acuerdo. Pero todo eso no basta. El TLC colombiano se ha convertido en un factor político tanto en las relaciones gobierno-oposición como en la campaña electoral, en donde la cuestión del libre comercio ha quedado inexorablemente ligada a la pérdida de empleos en Estados Unidos.
Mientras el candidato republicano a la Presidencia, John McCain, ha dado su respaldo al pacto, los demócratas Barack Obama y Hillary Clinton, que obtienen buena parte de su apoyo en los sindicatos -críticos con los tratados comerciales- se han mostrado contrarios al proyecto.
En un artículo publicado este martes en The Washington Post, la poderosa central sindical AFL-CIO, la más importante del país, denunció muertes de sindicalistas en Colombia, para protestar contra el envío del TLC al Congreso. Bajo el título "Colombia: Sin derechos, no hay comercio", el presidente de la central, John Sweeney, denunció con nombre y apellido asesinatos de líderes sindicales en el país andino, así como torturas y amenazas a los dirigentes y sus familias.
Así las cosas, queda por conocerse si, a pesar del fracaso con el TLC colombiano, la Casa Blanca enviará al Legislativo dos pactos aún pendientes de aprobación, con Panamá y con Corea del Sur.
WASHINGTON - Todas y cada una de las voces posibles favorables al acuerdo se han expresado en los últimos días abogando por un pacto que se ha convertido en un escollo en la relación entre el oficialismo republicano y la oposición demócrata, y también en un tema importante de la campaña electoral.
Sin embargo, a pesar de múltiples editoriales favorables en los principales diarios norteamericanos y de la intensa campaña de la Casa Blanca, el TLC colombiano parece destinado a quedar en un cajón por lo menos en 2008.
El gabinete en pleno de George W. Bush, encabezado por el secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, y la representante de Comercio Exterior, Susan Schwab, multiplican apariciones en los medios para defender el TLC, mientras que los detractores del pacto tampoco pierden su tiempo.
El lunes, el presidente Bush dijo que el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia estaría "muerto" si el Congreso no vuelve a ponerle un plazo para votarlo, tras la eliminación del período de 90 días para consideración del acuerdo aprobado la semana pasada por los demócratas.
La respuesta de la principal promotora de la medida, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, fue contundente. Antes de abordar el tratado colombiano, "primero, necesitamos ocuparnos de la economía, que empeora, en nuestro país", dijo en una declaración, en la que fustigó al mandatario por poner el TLC por delante de las necesidades de los trabajadores estadounidenses.
La oposición eliminó la exigencia del plazo para votar el acuerdo después de que, a pesar de sus advertencias, Bush resolviera enviar el texto al Legislativo, en donde los demócratas han reiterado desde hace más de un año que no le darán la luz verde hasta que Colombia muestre progresos en materia de derechos humanos.
Consultado sobre la probabilidad de que el acuerdo sea aprobado antes de que termine el mandato de Bush, Michael Shifter, vicepresidente del instituto de estudios Diálogo Interamericano y uno de los principales expertos en Colombia en Washington, señaló que las posibilidades son "muy remotas".
Para Shifter, la discusión sobre el TLC colombiano ha tenido una "dosis muy importante de politiquería" y "el clima es muy difícil" para el tratado. "Creo que tiene que haber un cambio de clima" en el Congreso "y esto no va a pasar antes de que Bush salga de la presidencia", estimó en declaraciones a la AFP. Para este analista, "antes de la elección y después de la elección", en el período final de la actual legislatura en noviembre, las posibilidades de que el pacto sea considerado son pocas.
Los principales diarios norteamericanos, desde The Washington Post hasta The New York Times, pasando por el influyente The Wall Street Journal, han elogiado el acuerdo. Pero todo eso no basta. El TLC colombiano se ha convertido en un factor político tanto en las relaciones gobierno-oposición como en la campaña electoral, en donde la cuestión del libre comercio ha quedado inexorablemente ligada a la pérdida de empleos en Estados Unidos.
Mientras el candidato republicano a la Presidencia, John McCain, ha dado su respaldo al pacto, los demócratas Barack Obama y Hillary Clinton, que obtienen buena parte de su apoyo en los sindicatos -críticos con los tratados comerciales- se han mostrado contrarios al proyecto.
En un artículo publicado este martes en The Washington Post, la poderosa central sindical AFL-CIO, la más importante del país, denunció muertes de sindicalistas en Colombia, para protestar contra el envío del TLC al Congreso. Bajo el título "Colombia: Sin derechos, no hay comercio", el presidente de la central, John Sweeney, denunció con nombre y apellido asesinatos de líderes sindicales en el país andino, así como torturas y amenazas a los dirigentes y sus familias.
Así las cosas, queda por conocerse si, a pesar del fracaso con el TLC colombiano, la Casa Blanca enviará al Legislativo dos pactos aún pendientes de aprobación, con Panamá y con Corea del Sur.
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