Racismos, ¿y ahora qué?
Por Alex Rivas Toledo*
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Varios hechos en apariencia sin relación han copados, estos días, los medios de comunicación de buena parte de Europa y del mundo: primero, el video de cómo un español de 21 años agredió a una emigrante ecuatoriana de 16 en el metro de Barcelona; segundo, el triunfo arrollador del partido suizo de la extrema derecha en las legislativas del 21 de octubre (agrupación autora del polémico dibujo de inspiración racista de “ovejas blancas y negras”). La relación entre ambos eventos tiene que ver con los extranjeros. En el primer caso, una cámara de seguridad de un tren subterráneo de Barcelona captó como un hombre insulta y patea a una joven mujer morena que viajaba sentada en solitario al interior de un vagón; lo peculiar de la agresión es el sentimiento de odio que aflora en su autor al constatar la presencia de una extranjera en el mismo espacio público que él. En el segundo caso, el triunfo del partido político suizo (que promueve como nacionales valores asociados a la autonomía, el antieuropeísmo, el conservadurismo, el orgullo de una identidad cultural neutral, entre otros) que define como básica una agenda claramente xenófoba negando la posibilidad de nuevos asilos políticos, la construcción de nuevos minaretes y con intenciones de convertir en política pública un prejuicio racista que asume como “honesta” a la piel blanca frente a la “delictiva” piel obscura.Para los latinoamericanos y otros extranjeros que vivimos en Europa estas noticias nos encaran con una tendencia continental cada vez más creciente: la emergencia de valores nacionalistas que propugnan la superioridad de las razas nacionales-regionales europeas frente a las extracomunitarias (latinoamericanas, asiáticas, africanas, orientales, otras). En definitiva, nos vuelven público lo hasta ahora soterrado, informal, marginal: el racismo. Ideas racistas que recuerdan viejos prejuicios que en otras épocas sirvieron para dar fundamento a proyectos políticos como el nazismo (1933-1945), endebles argumentos ideológicos (superados desde la ciencia) que, según la coyuntura social, aparecen y desaparecen para recordarnos lo ajenos que somos a este continente (aunque seamos imprescindibles para sus exitosas economías...)El caso del racista del tren ha merecido la censura de gran parte de la opinión pública de España e Iberoamérica, pero aún es escasa la aplicación de una política pública que establezca sanciones y que impida el florecimiento del germen racista. En el caso de Suiza, la realidad invita a tomar los análisis y el futuro con sumo cuidado: podría suceder que una vez en el poder legislativo, la extrema derecha convierta en política nacional sus propios prejuicios racistas.
Varios hechos en apariencia sin relación han copados, estos días, los medios de comunicación de buena parte de Europa y del mundo: primero, el video de cómo un español de 21 años agredió a una emigrante ecuatoriana de 16 en el metro de Barcelona; segundo, el triunfo arrollador del partido suizo de la extrema derecha en las legislativas del 21 de octubre (agrupación autora del polémico dibujo de inspiración racista de “ovejas blancas y negras”). La relación entre ambos eventos tiene que ver con los extranjeros. En el primer caso, una cámara de seguridad de un tren subterráneo de Barcelona captó como un hombre insulta y patea a una joven mujer morena que viajaba sentada en solitario al interior de un vagón; lo peculiar de la agresión es el sentimiento de odio que aflora en su autor al constatar la presencia de una extranjera en el mismo espacio público que él. En el segundo caso, el triunfo del partido político suizo (que promueve como nacionales valores asociados a la autonomía, el antieuropeísmo, el conservadurismo, el orgullo de una identidad cultural neutral, entre otros) que define como básica una agenda claramente xenófoba negando la posibilidad de nuevos asilos políticos, la construcción de nuevos minaretes y con intenciones de convertir en política pública un prejuicio racista que asume como “honesta” a la piel blanca frente a la “delictiva” piel obscura.Para los latinoamericanos y otros extranjeros que vivimos en Europa estas noticias nos encaran con una tendencia continental cada vez más creciente: la emergencia de valores nacionalistas que propugnan la superioridad de las razas nacionales-regionales europeas frente a las extracomunitarias (latinoamericanas, asiáticas, africanas, orientales, otras). En definitiva, nos vuelven público lo hasta ahora soterrado, informal, marginal: el racismo. Ideas racistas que recuerdan viejos prejuicios que en otras épocas sirvieron para dar fundamento a proyectos políticos como el nazismo (1933-1945), endebles argumentos ideológicos (superados desde la ciencia) que, según la coyuntura social, aparecen y desaparecen para recordarnos lo ajenos que somos a este continente (aunque seamos imprescindibles para sus exitosas economías...)El caso del racista del tren ha merecido la censura de gran parte de la opinión pública de España e Iberoamérica, pero aún es escasa la aplicación de una política pública que establezca sanciones y que impida el florecimiento del germen racista. En el caso de Suiza, la realidad invita a tomar los análisis y el futuro con sumo cuidado: podría suceder que una vez en el poder legislativo, la extrema derecha convierta en política nacional sus propios prejuicios racistas.
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*Antropólogo social
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Diario Hoy - Ecuador/04/11/2007
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Diario Hoy - Ecuador/04/11/2007
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