Los franceses "trabajarán más para ganar más", pero ¿quién pagará?
PARÍS (AFP) La medida que exonera de impuestos las horas extras de trabajo, que el presidente Nicolas Sarkozy propuso durante su campaña con la consigna "trabajar más para ganar más", entró en vigor este lunes en Francia en un contexto económico difícil que hace dudar de su eficacia.
Esta reforma, votada a mediados de año por el Parlamento, resume el principio de la política económica que quiere aplicar el jefe del Estado, de un "electroshock fiscal" para "liberar el trabajo" y reactivar un crecimiento económico que viene marcando el paso.
Queda pendiente la cuestión de saber cómo se reducirán los déficit públicos en un país declarado en situación de "bancarrota" por su primer ministro, François Fillon.
La reforma significa para el Estado un costo anual de más o menos 6.000 millones de euros, en circunstancias que el proyecto de presupuesto para 2008 mantendrá la deuda y los déficits del país a niveles que los asociados europeos de Francia consideran demasiado elevados.
En términos políticos, esta medida marca una vez la "ruptura" anunciada por Sarkozy, porque la desfiscalización de las horas extras es una manera de dejar sin efecto la semana de 35 horas de trabajo instaurada por la izquierda.
Según esta ley, las horas trabajadas además de las 35 semanales, deberán ser pagadas un 25% más que las horas normales. En contrapartida, los empleadores gozan de una reducción fija de las cotizaciones sociales de 1,50 euros por hora extra en las empresas que tienen entre 1 y 19 asalariados y de 0,50 euros para el resto. La medida podría afectar a unos 18 millones de asalariados, cuyos ingresos suplementarias también serán exonerados de impuestos.
Queda por considerar que la aplicación de la medida depende esencialmente de los empresarios, que se apresuraron a advertir de que no había que esperar "milagros". La confederación general de las Pequeñas y medianas empresas, que había luchado por una reducción de las cargas sociales de 2,50 euros, consideró el texto "positivo", pero "no un aliciente suficiente".
La reforma mereció también duras críticas de los sindicatos, en su mayoría decididos partidarios de las 35 horas semanales, como también de numerosos economistas que consideraron que este aumento de flexibilidad para las empresas sólo provocaría un aumento de crecimiento mínimo.
En un informe entregado en septiembre al primer ministro, el muy oficial Consejo de Análisis Económico destacaba que el efecto de la reforma era "difícil de evaluar" a ese nivel, pero que el dispositivo podía resultar "a término muy costoso para las finanzas públicas".
Para Eric Heyer del Observatorio francés sobre la coyuntura económica (OFCE), la medida beneficiará sobre todo "al 37% de los asalariados del sector privado que estaban ya acostumbrados a trabajar horas extras".
Según Heyer, ésto puede asegurar un 0,2% de crecimiento suplementario a la economía francesa, pero también puede aumentar los déficits en igual proporción y llevar a algunos empresarios a reemplazar los aumentos de sueldo por horas extras ficticias.
Al anunciar la puesta en práctica de la reforma, el cotidiano económico francés Les Echos subrayaba este lunes que ésta se iniciaba "en un clima económico sombrío", marcado por un crecimiento revisado a la baja, sin duda inferior al 2% del PIB en 2007 y sin esperanzas de mejoría para 2008.
Esta reforma, votada a mediados de año por el Parlamento, resume el principio de la política económica que quiere aplicar el jefe del Estado, de un "electroshock fiscal" para "liberar el trabajo" y reactivar un crecimiento económico que viene marcando el paso.
Queda pendiente la cuestión de saber cómo se reducirán los déficit públicos en un país declarado en situación de "bancarrota" por su primer ministro, François Fillon.
La reforma significa para el Estado un costo anual de más o menos 6.000 millones de euros, en circunstancias que el proyecto de presupuesto para 2008 mantendrá la deuda y los déficits del país a niveles que los asociados europeos de Francia consideran demasiado elevados.
En términos políticos, esta medida marca una vez la "ruptura" anunciada por Sarkozy, porque la desfiscalización de las horas extras es una manera de dejar sin efecto la semana de 35 horas de trabajo instaurada por la izquierda.
Según esta ley, las horas trabajadas además de las 35 semanales, deberán ser pagadas un 25% más que las horas normales. En contrapartida, los empleadores gozan de una reducción fija de las cotizaciones sociales de 1,50 euros por hora extra en las empresas que tienen entre 1 y 19 asalariados y de 0,50 euros para el resto. La medida podría afectar a unos 18 millones de asalariados, cuyos ingresos suplementarias también serán exonerados de impuestos.
Queda por considerar que la aplicación de la medida depende esencialmente de los empresarios, que se apresuraron a advertir de que no había que esperar "milagros". La confederación general de las Pequeñas y medianas empresas, que había luchado por una reducción de las cargas sociales de 2,50 euros, consideró el texto "positivo", pero "no un aliciente suficiente".
La reforma mereció también duras críticas de los sindicatos, en su mayoría decididos partidarios de las 35 horas semanales, como también de numerosos economistas que consideraron que este aumento de flexibilidad para las empresas sólo provocaría un aumento de crecimiento mínimo.
En un informe entregado en septiembre al primer ministro, el muy oficial Consejo de Análisis Económico destacaba que el efecto de la reforma era "difícil de evaluar" a ese nivel, pero que el dispositivo podía resultar "a término muy costoso para las finanzas públicas".
Para Eric Heyer del Observatorio francés sobre la coyuntura económica (OFCE), la medida beneficiará sobre todo "al 37% de los asalariados del sector privado que estaban ya acostumbrados a trabajar horas extras".
Según Heyer, ésto puede asegurar un 0,2% de crecimiento suplementario a la economía francesa, pero también puede aumentar los déficits en igual proporción y llevar a algunos empresarios a reemplazar los aumentos de sueldo por horas extras ficticias.
Al anunciar la puesta en práctica de la reforma, el cotidiano económico francés Les Echos subrayaba este lunes que ésta se iniciaba "en un clima económico sombrío", marcado por un crecimiento revisado a la baja, sin duda inferior al 2% del PIB en 2007 y sin esperanzas de mejoría para 2008.
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AFP/02/10/2007
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