Política internacional: CHAVEZ - LULA
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Pánico en los campamentos de la derecha, la morena y la globalizada: Lula y Hugo Chávez se entienden. Después de alentar tanto las desavenencias, saludarlas, aumentarlas, extrapolarlas, vuelve la alarma. “Recaída populista, chavista, de Lula”. “El Brasil se rinde a la petrodiplomacia venezolana”. “Estamos tocando al tigre con vara corta”, entendiendo por tigre al águila del imperio norteamericano.
Un coro que va de la derecha a sectores de la ultra izquierda alienta los conflictos entre Brasil y Venezuela. Los dos representarían estrategias contradictorias, incompatibles. Cuanto mayores sean los conflictos, tanto mejor. Se frenaría el liderazgo de Hugo Chávez en el continente, para unos; se revelaría el carácter derechista del gobierno de Lula, para los otros.
En la reunión de Manaos, se retomaron los acuerdos pendientes, que se refieren a la refinería Abreu Lima, en Pernambuco, y a la exploración del campo de Carabobo, en la región venezolana del Orinoco, por la Petrobrás y la PDVSA , con el 60 y el 40 por ciento de los capitales de una y otra, en cada uno de los emprendimientos. Asumieron también compromisos para acelerar la construcción del gasoducto continental, ya iniciado en su primera parte, que llegará a Belém y Recife, así como en relación al ingreso de Venezuela al Mercosur, desmintiendo que hubiese resistencias mutuas insuperables.
¿Quién gana y quién pierde con el entendimiento entre el Brasil y Venezuela? Como afirma siempre Hugo Chávez, el interés primordial en dividir el bloque sudamericano es de los Estados Unidos, de su política imperial de tratados de libre comercio (TLC), de militarización de los conflictos, de dividir para mantener su dominación. Pierden los Estados Unidos.
Pierden los sectores empresariales intrínsecamente vinculados al libre comercio, a la exportación para los mercados centrales, los que se oponen a la prioridad de la integración regional, los que temen la unidad del continente, los que se subordinan a la política imperial de Estados Unidos. Pierde la derecha, interesada en liquidar el Mercosur y otros espacios de integración que privilegian un Sur relativamente autónomo frente a Estados Unidos.
Pierden quienes que querrían agudizar las diferencias entre Hugo Chávez y Lula, que llevarían a la división del bloque sudamericano y al fortalecimiento de la ofensiva a favor de los TLC por parte de Estados Unidos. Con ellas, ganaría la política norteamericana, ganarían las elites empresariales del continente que se incomodan porque los espacios de integración regional afectan a sus intereses.
Quedan temas pendientes entre los gobiernos de Brasil y de Venezuela. Permanecen las políticas económicas diferentes: de ruptura con el modelo neoliberal, por parte de Venezuela, y de sostén del mismo, aunque con adecuaciones, por parte de Brasil. Los dos participan del MERCOSUR; Venezuela participa además en una forma superior de integración: el ALBA.
No obstante, los dos comparten –lo mismo que Uruguay, Argentina, Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua y Paraguay— la intención de privilegiar la integración regional en detrimento de los TLC con los Estados Unidos. Más aún; los acuerdos reafirmados en la última reunión entre Lula y Chávez extienden la integración regional al campo energético. Acuerdo y buen entendimiento, pues, entre los gobiernos de Venezuela y Brasil, que debe ser saludado por todos los que comprenden que la integración regional es un espacio de autonomía frente a la hegemonía de Estados Unidos y a los proyectos de libre comercio, apuntando a la construcción de un mundo multipolar, integrado y solidario.
Pánico en los campamentos de la derecha, la morena y la globalizada: Lula y Hugo Chávez se entienden. Después de alentar tanto las desavenencias, saludarlas, aumentarlas, extrapolarlas, vuelve la alarma. “Recaída populista, chavista, de Lula”. “El Brasil se rinde a la petrodiplomacia venezolana”. “Estamos tocando al tigre con vara corta”, entendiendo por tigre al águila del imperio norteamericano.
Un coro que va de la derecha a sectores de la ultra izquierda alienta los conflictos entre Brasil y Venezuela. Los dos representarían estrategias contradictorias, incompatibles. Cuanto mayores sean los conflictos, tanto mejor. Se frenaría el liderazgo de Hugo Chávez en el continente, para unos; se revelaría el carácter derechista del gobierno de Lula, para los otros.
En la reunión de Manaos, se retomaron los acuerdos pendientes, que se refieren a la refinería Abreu Lima, en Pernambuco, y a la exploración del campo de Carabobo, en la región venezolana del Orinoco, por la Petrobrás y la PDVSA , con el 60 y el 40 por ciento de los capitales de una y otra, en cada uno de los emprendimientos. Asumieron también compromisos para acelerar la construcción del gasoducto continental, ya iniciado en su primera parte, que llegará a Belém y Recife, así como en relación al ingreso de Venezuela al Mercosur, desmintiendo que hubiese resistencias mutuas insuperables.
¿Quién gana y quién pierde con el entendimiento entre el Brasil y Venezuela? Como afirma siempre Hugo Chávez, el interés primordial en dividir el bloque sudamericano es de los Estados Unidos, de su política imperial de tratados de libre comercio (TLC), de militarización de los conflictos, de dividir para mantener su dominación. Pierden los Estados Unidos.
Pierden los sectores empresariales intrínsecamente vinculados al libre comercio, a la exportación para los mercados centrales, los que se oponen a la prioridad de la integración regional, los que temen la unidad del continente, los que se subordinan a la política imperial de Estados Unidos. Pierde la derecha, interesada en liquidar el Mercosur y otros espacios de integración que privilegian un Sur relativamente autónomo frente a Estados Unidos.
Pierden quienes que querrían agudizar las diferencias entre Hugo Chávez y Lula, que llevarían a la división del bloque sudamericano y al fortalecimiento de la ofensiva a favor de los TLC por parte de Estados Unidos. Con ellas, ganaría la política norteamericana, ganarían las elites empresariales del continente que se incomodan porque los espacios de integración regional afectan a sus intereses.
Quedan temas pendientes entre los gobiernos de Brasil y de Venezuela. Permanecen las políticas económicas diferentes: de ruptura con el modelo neoliberal, por parte de Venezuela, y de sostén del mismo, aunque con adecuaciones, por parte de Brasil. Los dos participan del MERCOSUR; Venezuela participa además en una forma superior de integración: el ALBA.
No obstante, los dos comparten –lo mismo que Uruguay, Argentina, Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua y Paraguay— la intención de privilegiar la integración regional en detrimento de los TLC con los Estados Unidos. Más aún; los acuerdos reafirmados en la última reunión entre Lula y Chávez extienden la integración regional al campo energético. Acuerdo y buen entendimiento, pues, entre los gobiernos de Venezuela y Brasil, que debe ser saludado por todos los que comprenden que la integración regional es un espacio de autonomía frente a la hegemonía de Estados Unidos y a los proyectos de libre comercio, apuntando a la construcción de un mundo multipolar, integrado y solidario.
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*Emir Sader es miembro del Consejo de Redacción de SINPERMISO
*Emir Sader es miembro del Consejo de Redacción de SINPERMISO
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Traducción para www.sinpermiso.info: Carlos Abel Suárez
Traducción para www.sinpermiso.info: Carlos Abel Suárez
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