24/9/07

Irán, en la mira

24/09/2007
Opinión
Juan Gabriel Tokatlián
El Tiempo
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Nuevos peligros nucleares mueven la aguja del reloj del fin del mundo.

A comienzos del 2007, el Bulletin of Atomic Scientists -después de consultar al Consejo de Patrocinadores, que reúne, entre otros, a 18 premios Nobel- anunció que se acercaba a la medianoche la aguja del denominado "reloj del día del fin del mundo" (doomsday clock). La revista inauguró el reloj en 1947 con el objetivo de alertar sobre la posibilidad de una hecatombe nuclear. La aguja -que originalmente se situó a 7 minutos de las 12- se ha movido más próxima o lejanamente de la hora infausta. Ahora está a apenas 5 minutos de medianoche.

El conjunto de razones que llevó a los expertos a advertir sobre el nuevo peligro tiene que ver con aspectos puntuales. Primero, está el fracaso del desarme: de acuerdo con el Bulletin, Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia, Israel, India y Pakistán poseen unas 27.000 ojivas nucleares, cuyo potencial puede llevar a la devastación de la población mundial. Segundo, la prueba atómica de Corea del Norte y la ambición nuclear de Irán demuestran que la proliferación continúa. Y tercero, Estados Unidos viene otorgando un lugar cada vez más destacado al uso de la fuerza en su política exterior. A esta delicada realidad se suma un agudo y pavoroso deterioro ambiental. La combinación de esos fenómenos produce un contexto de profunda inseguridad y alta conflictividad.

En lo inmediato, el tema que puede conducir al escenario catastrófico es Irán. Las señales y dispositivos insinúan un eventual ataque por parte de Estados Unidos y/o de Israel. La administración del presidente Bush no se siente derrotada en Irak y aspira a castigar con severidad a Teherán como parte de la "guerra contra el terrorismo". Tel Aviv considera que Irán representa una "amenaza existencial". Las temibles e injustificables posturas y pronunciamientos del presidente Mahmud Ahmadinejad contra la existencia del Estado de Israel alimentan y exacerban un ambiente belicoso.

Ahora bien, lo que está en juego es, ni más ni menos, la irrupción de un nuevo poder regional (Irán) en Oriente Medio; el eventual establecimiento de un equilibrio nuclear entre Irán e Israel; la incipiente desvalorización estratégica de Tel Aviv para Washington y la notable revalorización energética del Golfo Pérsico. Ante este panorama hay dos alternativas: Estados Unidos acepta convivir con una dinámica zonal en la que pierde cierta incidencia relativa, con una nueva potencia nuclear que entrará, probablemente, en un juego disuasivo más equilibrado (y quizás más prudente) frente al principal aliado regional (Israel) de Washington, con un eventual impulso a la paz entre palestinos e israelíes, con una recomposición del negocio petrolero ante una mayor proyección en el área de actores como China, India, Rusia y la Unión Europea, y con un mapa musulmán reconfigurado entre sunitas y chiitas.

O, por el contrario, Estados Unidos reafirma su decisión de reordenar a la fuerza Oriente Medio de acuerdo con sus intereses exclusivos, defender a Israel a cualquier costo en una región en la que jamás podrá existir una hegemonía israelí, procurar un cambio de régimen en Teherán con reverberaciones mundiales, posponer una solución al drama palestino y limitar cualquier influencia en el área de todo poder extrarregional. El primer escenario es básicamente diplomático, de largo plazo, multilateral y exige paciencia, sofisticación y temple. El segundo es esencialmente militar, unilateral, de acción inmediata y demanda músculo bélico.

Recientemente se publicó un exhaustivo trabajo (Considering a War with Iran) de dos académicos de la Universidad de Londres, Dan Plesch y Martin Butcher, en el que se explican los preparativos para un masivo ataque de Estados Unidos sobre unos 10.000 objetivos de Irán. Los escenarios previsibles de ese acto de guerra no autorizado por el Consejo de Seguridad de la ONU serían deletéreos. Si se llegase a producir este hipotético hecho se habrá avanzado un minuto más en la dirección de la hora abismal.
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