Presidente colombiano arremete contra las FARC temiendo su reflote político
El secretario de comercio estadounidense (D) Carlos Gutierrez habla con el presidente colombiano Alvaro Uribe durante la visita a Medellín, Colombia el 15 de setiembre de 2007. El presidente venezolano Hugo Chávez pidió por televisión a su homólogo colombiano Alvaro Uribe que le permita ir al Caguán, en Colombia, a reunirse con el jefe de las FARC, Manuel Marulanda, para lograr la liberación de 45 rehenes de la guerrilla colombiana.
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BOGOTA - El presidente colombiano, Alvaro Uribe, acusó a las FARC de urdir un engaño frente al canje de rehenes, revelando su preocupación por el protagonismo que cobra la guerrilla a través de la mediación que cumplen Venezuela y Francia, señalan analistas.
En vísperas de su viaje a la Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, donde se reunirá el lunes con el presidente francés, Nicolás Sarkozy, para dialogar sobre el canje, Uribe aseguró que las FARC no quieren liberar a los secuestrados sino aprovecharse de la mediación internacional para recuperar espacio político.
"Hemos sabido que estos señores de las FARC no están interesados en liberar a los secuestrados sino en utilizar la nueva opción que se ha abierto para hacer política, lo que no vamos a permitir", sostuvo, y se justificó indicando que el grupo persiste en el terrorismo.
Uribe reiteró su decisión de intentar el rescate militar de los 45 cautivos: la política francocolombiana Ingrid Betancourt, tres estadounidenses y decenas de políticos y militares a quienes las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) quieren canjear por 500 rebeldes presos.
"Con esta descalificación, Uribe está preparando su eventual retiro del canje si las cosas no funcionan o si pierde el control del proceso", dijo a la AFP Fernando Giraldo, ex director de Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana.
El intercambio, que daría la libertad a personas que están a punto de cumplir 10 años de cautiverio (Betancourt lleva cinco), tomó una nueva dinámica el 1 de septiembre cuando Uribe autorizó la mediación del presidente venezolano, Hugo Chávez.
También avaló a la congresista opositora Piedad Córdoba para que actúe como facilitadora, tras lo cual ésta se reunió con el número dos de las FARC, Raúl Reyes, y pactó una cita entre él y Chávez el 8 de octubre en Caracas.
Esa cita sería el preámbulo de un encuentro entre Chávez y el septuagenario líder de las FARC, Manuel Marulanda ('Tirofijo'), que el gobernante estima clave.
La gestión de Chávez es apoyada decididamente por Francia e incluso por Estados Unidos (que tiene en el mandatario a su principal antagonista en la región), así como por Brasil, Ecuador y Nicaragua que han ofrecido su concurso.
"Uribe cometió un error de cálculo al crearle una plataforma política a las FARC. Sabía que había un riesgo y creía que podía mantener el control, pero ignoró que una cosa es discutir con las FARC y otra en un escenario con actores legítimos como Chávez", agregó Giraldo.
La internacionalista Laura Gil señaló que el origen de ese error está en la negativa de Uribe a retirar las tropas de dos municipios para negociar, como exigen las FARC.
Según Gil, un mal uso de esa zona hubiere dejado en evidencia a las FARC, despejando el camino a otras opciones para liberar a los rehenes.
"Esto se le salió de control al gobierno. Hay un error de cálculo que pasa por no despejar. El despeje de Florida y Pradera hace dos años hubiese sido menos costoso que lo que está pasando", declaró a la AFP.
Añadió que "tras negar durante cinco años que en Colombia no había conflicto sino un desafío terrorista, Uribe se tendrá que tragar el sapo de que las FARC sean recibidas por un jefe de Estado".
"Pensábamos que Uribe sabía a qué jugaba, pero al parecer las cosas se salieron de control", comentó al diario El Tiempo Michael Shifter, del centro de investigaciones de Estados Unidos Diálogo Interamericano.
En vísperas de su viaje a la Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, donde se reunirá el lunes con el presidente francés, Nicolás Sarkozy, para dialogar sobre el canje, Uribe aseguró que las FARC no quieren liberar a los secuestrados sino aprovecharse de la mediación internacional para recuperar espacio político.
"Hemos sabido que estos señores de las FARC no están interesados en liberar a los secuestrados sino en utilizar la nueva opción que se ha abierto para hacer política, lo que no vamos a permitir", sostuvo, y se justificó indicando que el grupo persiste en el terrorismo.
Uribe reiteró su decisión de intentar el rescate militar de los 45 cautivos: la política francocolombiana Ingrid Betancourt, tres estadounidenses y decenas de políticos y militares a quienes las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) quieren canjear por 500 rebeldes presos.
"Con esta descalificación, Uribe está preparando su eventual retiro del canje si las cosas no funcionan o si pierde el control del proceso", dijo a la AFP Fernando Giraldo, ex director de Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana.
El intercambio, que daría la libertad a personas que están a punto de cumplir 10 años de cautiverio (Betancourt lleva cinco), tomó una nueva dinámica el 1 de septiembre cuando Uribe autorizó la mediación del presidente venezolano, Hugo Chávez.
También avaló a la congresista opositora Piedad Córdoba para que actúe como facilitadora, tras lo cual ésta se reunió con el número dos de las FARC, Raúl Reyes, y pactó una cita entre él y Chávez el 8 de octubre en Caracas.
Esa cita sería el preámbulo de un encuentro entre Chávez y el septuagenario líder de las FARC, Manuel Marulanda ('Tirofijo'), que el gobernante estima clave.
La gestión de Chávez es apoyada decididamente por Francia e incluso por Estados Unidos (que tiene en el mandatario a su principal antagonista en la región), así como por Brasil, Ecuador y Nicaragua que han ofrecido su concurso.
"Uribe cometió un error de cálculo al crearle una plataforma política a las FARC. Sabía que había un riesgo y creía que podía mantener el control, pero ignoró que una cosa es discutir con las FARC y otra en un escenario con actores legítimos como Chávez", agregó Giraldo.
La internacionalista Laura Gil señaló que el origen de ese error está en la negativa de Uribe a retirar las tropas de dos municipios para negociar, como exigen las FARC.
Según Gil, un mal uso de esa zona hubiere dejado en evidencia a las FARC, despejando el camino a otras opciones para liberar a los rehenes.
"Esto se le salió de control al gobierno. Hay un error de cálculo que pasa por no despejar. El despeje de Florida y Pradera hace dos años hubiese sido menos costoso que lo que está pasando", declaró a la AFP.
Añadió que "tras negar durante cinco años que en Colombia no había conflicto sino un desafío terrorista, Uribe se tendrá que tragar el sapo de que las FARC sean recibidas por un jefe de Estado".
"Pensábamos que Uribe sabía a qué jugaba, pero al parecer las cosas se salieron de control", comentó al diario El Tiempo Michael Shifter, del centro de investigaciones de Estados Unidos Diálogo Interamericano.
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AFP/24/09/2007
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