África
03/10/2007
Sudan y la crisis de Darfur
José Julio Martín-Sacristán Núñez
Fundación Sur
Sudan y la crisis de Darfur
José Julio Martín-Sacristán Núñez
Fundación Sur
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Ponencia de Haydar Ibrahim en la conferencia-debate organizada por la Casa Árabe-IEAM. Septiembre 07, Círculo de Bellas Artes (Madrid)
Ponencia de Haydar Ibrahim en la conferencia-debate organizada por la Casa Árabe-IEAM. Septiembre 07, Círculo de Bellas Artes (Madrid)
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Un problema viejo
Hablando en árabe, Haydar comenzó afirmando que el interés internacional actual por Darfur está basado en el deseo de los paises industrializados en implantar una estabilidad que permita crear un nuevo mercado sin problemas ni tensiones.
El problema de Darfur, dijo Haydar, no es nuevo sino más bien reflejo del fracaso del estado-nación creado artificialmente en la independencia en 1956. Éste fue, en efecto, incapaz de desarrollar, de forma justa y equilibrada, un programa socio-político y económico que garantizara a todos, hombres y mujeres, el ejercicio de sus derechos y permitiese una justa redistribución del poder y de la riqueza del país.
Darfur, con sus 500.000 km2 y actualmente unos 7 millones de habitantes, desde el siglo XVII ha gozado de independencia. En 1916, los británicos la anexionaron al Sudan con el fin de evitar que Darfur ayudara al bando adverso durante la primera guerra mundial. Aunque compuesto de tribus árabes y no-árabes, Darfur ha sido mayoritariamente musulmán, lo que indica que los conflictos no son de tipo religioso, sino económicos, a saber: la lucha atávica de la humanidad entre pastores y agricultores. Los pastores del norte son camelleros y los del sur son vaqueros, todos en tensión con los agricultores del país. En ello radica la causa principal de los conflictos étnicos al invadir el ganado las plantaciones agrícolas. Antiguamente, cuando surgían tensiones entre estos grupos, los jefes, los ancianos y “los sabios” se reunían y, tras un dialogo social, se llegaba a un entendimiento entre las partes adversas para el bien de todos. De este modo se solventaban los conflictos Se llegó al acuerdo por el que los nómadas con ganado pasaban por los campos de cultivo una vez recogida la cosecha, con el fin de no dañar los intereses de los agricultores, al contrario, beneficiándolos, al abonar la tierra con el estiércol que el ganado dejaba atrás. Darfur ha sido siempre un lugar de convivencia, de tensiones y de reconciliaciones permanentes entre pastores nómadas y agricultores.
Este equilibrio social se rompió cuando la administración gubernamental sustituyó a los jefes tribales por gente joven con títulos universitarios. Se ha demostrado que los títulos universitarios no dan la sabiduría ancestral necesaria para resolver conflictos. En la actualidad, tras el fracaso de la administración central para solucionar las tensiones y los conflictos sociales, se intenta volver hacia formas más tradicionales de control social.
Efectos negativos de la política interior sudanesa
Haydar indicó el 1956 como el año en el que se comenzó a hacer uso sistemático de la violencia para resolver estos problemas. Según su opinión, las causas, se deben, en parte a la política interior y en parte a la intervención extranjera.
Referente a la política interior, señaló los puntos siguientes:
La centralización del poder y la riqueza en la capital, Jartum, olvidando el resto del país. Darfur se sintió marginado de cara al poder y la riqueza.
Lo peor, según Haydar, ha sido la etnización del problema. Los problemas políticos, económicos y sociales se leyeron en clave étnica, lo que condujo a convertir en lucha étnica una lucha política y social. Esta fue, desde la independencia, la causa principal del fracaso de la creación de un estado-nación. Con sus 597 tribus, sus más de 115 lenguas (según las estimaciones) y sus tres religiones principales, Islam, cristianismo y religiones tradicionales, Sudan es un país rico en diversidad cultural, pero su riqueza, se ha convertido en fuente de problemas permanentes.
El tercer punto es el desarrollo desequilibrado del país, dado que las etnias árabes y musulmanas gozan de un tratamiento de favor por parte del gobierno central.
y finalmente, la desertificación de la zona, que repercute en una escasez de recursos naturales y desemboca en la lucha por los mismos.
Según Haydar, 1981 es un año crucial en la escalada del conflicto. En los comicios que tuvieron lugar ese año para la elección del gobernador de la región, ganó un candidato de Darfur; un Fur de origen no árabe. Las tribus árabes se sintieron desplazadas y sin lugar en la nueva administración. Esta etnización de un problema político marcó el fin de la convivencia pacífica. Cuando otro Fur fue elegido a su vez en la siguiente votación, las tribus árabes interpretaron lo ocurrido como un movimiento de la población para dominar a los árabes. La violencia estalló en al zona. El gobierno central no supo imponer la ley y el orden, y muchos pensaron que el gobierno estaba apoyando a los árabes y armándolos. Fuese lo que fuese, lo cierto es que el gobierno no impuso su poder en la zona.
Internacionalización del conflicto
La violencia desatada en la zona saltó a los medios de comunicación social internacionales en términos de limpieza étnica y con un elevadísimo número de muertos: se ha dicho 200,000, aunque el gobierno sudanés rebaja la cifra a 10,000. Haydar no quiso entrar en el espinoso tema de precisar estas cifras. Para él un solo muerto es ya uno de más. Haydar señala la violencia creada como un signo inconfundible del fracaso del gobierno en la zona.
A partir del 2003, el mismo gobierno vio cómo la situación se le escapaba de las manos y pidió ayuda al mundo árabe, que respondió con el silencio. Ni siquiera proporcionó una mínima ayuda humanitaria.
Los mismos acuerdos obtenidos en Abuja, son, a los ojos del conferenciante, muy problemáticos para el gobierno porque piden 4 cosas que no están preparados a aceptar:
El estatuto de región autónoma para Darfur.
La vicepresidencia de la república.
El poder juzgar a los responsables de los crímenes.
La creación de un tribunal internacional para juzgar las matanzas de Darfur.
Por el momento hay un intento de apaciguar la violencia enviando una fuerza internacional de 26,000 militares. Es el objetivo declarado por la ONU, pero en Sudan se sobreentiende otro objetivo no declarado: el desmantelamiento del régimen de Sudán.
Hacia una solución del problema
El problema es complicado y amenaza la unidad del Sudán, aunque la gente del país no sea conciente de ello o no lo entienda de ese modo. Haydar piensa en la necesidad de una ayuda extranjera para la solución del problema porque el gobierno de Sudán está implicado y no tiene a mano una solución. Si la tuviera, la habría aplicado en el 2004. Haydar cree que el envío de las fuerzas internacionales, aunque no sea la solución definitiva, si es por el momento necesario para acabar con la violencia.
Para resolver el problema hay que solucionar también la cuestión de la participación en los recursos, cada vez más escasos, de forma sostenible. Haydar cree necesario un diálogo entre sudaneses para tomar conciencia del peligro en el que se encuentra el país y llegar de ese modo a un consenso antes de que sea demasiado tarde. Aunque dar una respuesta inmediata a la tragedia humana que actualmente se vive en Darfur sea necesario, la solución del problema es más compleja. No se trata sólo de dar seguridad a la gente, sino de procurar un acceso equitativo al poder y a la riqueza a todos los implicados en la situación.
Haydar terminó su magistral conferencia con la sabia y enigmática propuesta: “La solución no está en su final sino en su principio”.
En las preguntas que siguieron la conferencia, se hablo sobre la cuestión de China. Según Haydar, China solo sigue sus intereses económicos que están por encima de ideologías políticas. También se habló de Libia, pero, sorprendentemente, la cuestión del petróleo y el papel que juega el Chad en todo esto quedó en el armario. El problema sería un buen tema para una próxima conferencia sobre Darfur.
*José Julio Martín-Sacristán Núñez es director del Departamento África y Secretario General de la Fundación Sur *Haydar Ibrahim Ali, sudanés y conocido opositor al actual gobierno, es doctor en Filosofía de las Ciencias Sociales por la Universidad de Frankfurt, investigador en diversas instituciones académicas, director del Centro de Estudios Sudaneses (Markaz al-Dirasat al-Sudaniyya) con sede en Jartum (www.ssc-sudan.org) y editor de la revista Kitabat. Sudaniyya. Entre sus análisis destacan “La crisis del Islam político”, “Las corrientes islamistas y las cuestiones de la democracia” y “La sociedad civil y la transformación democrática en Sudán”.
Un problema viejo
Hablando en árabe, Haydar comenzó afirmando que el interés internacional actual por Darfur está basado en el deseo de los paises industrializados en implantar una estabilidad que permita crear un nuevo mercado sin problemas ni tensiones.
El problema de Darfur, dijo Haydar, no es nuevo sino más bien reflejo del fracaso del estado-nación creado artificialmente en la independencia en 1956. Éste fue, en efecto, incapaz de desarrollar, de forma justa y equilibrada, un programa socio-político y económico que garantizara a todos, hombres y mujeres, el ejercicio de sus derechos y permitiese una justa redistribución del poder y de la riqueza del país.
Darfur, con sus 500.000 km2 y actualmente unos 7 millones de habitantes, desde el siglo XVII ha gozado de independencia. En 1916, los británicos la anexionaron al Sudan con el fin de evitar que Darfur ayudara al bando adverso durante la primera guerra mundial. Aunque compuesto de tribus árabes y no-árabes, Darfur ha sido mayoritariamente musulmán, lo que indica que los conflictos no son de tipo religioso, sino económicos, a saber: la lucha atávica de la humanidad entre pastores y agricultores. Los pastores del norte son camelleros y los del sur son vaqueros, todos en tensión con los agricultores del país. En ello radica la causa principal de los conflictos étnicos al invadir el ganado las plantaciones agrícolas. Antiguamente, cuando surgían tensiones entre estos grupos, los jefes, los ancianos y “los sabios” se reunían y, tras un dialogo social, se llegaba a un entendimiento entre las partes adversas para el bien de todos. De este modo se solventaban los conflictos Se llegó al acuerdo por el que los nómadas con ganado pasaban por los campos de cultivo una vez recogida la cosecha, con el fin de no dañar los intereses de los agricultores, al contrario, beneficiándolos, al abonar la tierra con el estiércol que el ganado dejaba atrás. Darfur ha sido siempre un lugar de convivencia, de tensiones y de reconciliaciones permanentes entre pastores nómadas y agricultores.
Este equilibrio social se rompió cuando la administración gubernamental sustituyó a los jefes tribales por gente joven con títulos universitarios. Se ha demostrado que los títulos universitarios no dan la sabiduría ancestral necesaria para resolver conflictos. En la actualidad, tras el fracaso de la administración central para solucionar las tensiones y los conflictos sociales, se intenta volver hacia formas más tradicionales de control social.
Efectos negativos de la política interior sudanesa
Haydar indicó el 1956 como el año en el que se comenzó a hacer uso sistemático de la violencia para resolver estos problemas. Según su opinión, las causas, se deben, en parte a la política interior y en parte a la intervención extranjera.
Referente a la política interior, señaló los puntos siguientes:
La centralización del poder y la riqueza en la capital, Jartum, olvidando el resto del país. Darfur se sintió marginado de cara al poder y la riqueza.
Lo peor, según Haydar, ha sido la etnización del problema. Los problemas políticos, económicos y sociales se leyeron en clave étnica, lo que condujo a convertir en lucha étnica una lucha política y social. Esta fue, desde la independencia, la causa principal del fracaso de la creación de un estado-nación. Con sus 597 tribus, sus más de 115 lenguas (según las estimaciones) y sus tres religiones principales, Islam, cristianismo y religiones tradicionales, Sudan es un país rico en diversidad cultural, pero su riqueza, se ha convertido en fuente de problemas permanentes.
El tercer punto es el desarrollo desequilibrado del país, dado que las etnias árabes y musulmanas gozan de un tratamiento de favor por parte del gobierno central.
y finalmente, la desertificación de la zona, que repercute en una escasez de recursos naturales y desemboca en la lucha por los mismos.
Según Haydar, 1981 es un año crucial en la escalada del conflicto. En los comicios que tuvieron lugar ese año para la elección del gobernador de la región, ganó un candidato de Darfur; un Fur de origen no árabe. Las tribus árabes se sintieron desplazadas y sin lugar en la nueva administración. Esta etnización de un problema político marcó el fin de la convivencia pacífica. Cuando otro Fur fue elegido a su vez en la siguiente votación, las tribus árabes interpretaron lo ocurrido como un movimiento de la población para dominar a los árabes. La violencia estalló en al zona. El gobierno central no supo imponer la ley y el orden, y muchos pensaron que el gobierno estaba apoyando a los árabes y armándolos. Fuese lo que fuese, lo cierto es que el gobierno no impuso su poder en la zona.
Internacionalización del conflicto
La violencia desatada en la zona saltó a los medios de comunicación social internacionales en términos de limpieza étnica y con un elevadísimo número de muertos: se ha dicho 200,000, aunque el gobierno sudanés rebaja la cifra a 10,000. Haydar no quiso entrar en el espinoso tema de precisar estas cifras. Para él un solo muerto es ya uno de más. Haydar señala la violencia creada como un signo inconfundible del fracaso del gobierno en la zona.
A partir del 2003, el mismo gobierno vio cómo la situación se le escapaba de las manos y pidió ayuda al mundo árabe, que respondió con el silencio. Ni siquiera proporcionó una mínima ayuda humanitaria.
Los mismos acuerdos obtenidos en Abuja, son, a los ojos del conferenciante, muy problemáticos para el gobierno porque piden 4 cosas que no están preparados a aceptar:
El estatuto de región autónoma para Darfur.
La vicepresidencia de la república.
El poder juzgar a los responsables de los crímenes.
La creación de un tribunal internacional para juzgar las matanzas de Darfur.
Por el momento hay un intento de apaciguar la violencia enviando una fuerza internacional de 26,000 militares. Es el objetivo declarado por la ONU, pero en Sudan se sobreentiende otro objetivo no declarado: el desmantelamiento del régimen de Sudán.
Hacia una solución del problema
El problema es complicado y amenaza la unidad del Sudán, aunque la gente del país no sea conciente de ello o no lo entienda de ese modo. Haydar piensa en la necesidad de una ayuda extranjera para la solución del problema porque el gobierno de Sudán está implicado y no tiene a mano una solución. Si la tuviera, la habría aplicado en el 2004. Haydar cree que el envío de las fuerzas internacionales, aunque no sea la solución definitiva, si es por el momento necesario para acabar con la violencia.
Para resolver el problema hay que solucionar también la cuestión de la participación en los recursos, cada vez más escasos, de forma sostenible. Haydar cree necesario un diálogo entre sudaneses para tomar conciencia del peligro en el que se encuentra el país y llegar de ese modo a un consenso antes de que sea demasiado tarde. Aunque dar una respuesta inmediata a la tragedia humana que actualmente se vive en Darfur sea necesario, la solución del problema es más compleja. No se trata sólo de dar seguridad a la gente, sino de procurar un acceso equitativo al poder y a la riqueza a todos los implicados en la situación.
Haydar terminó su magistral conferencia con la sabia y enigmática propuesta: “La solución no está en su final sino en su principio”.
En las preguntas que siguieron la conferencia, se hablo sobre la cuestión de China. Según Haydar, China solo sigue sus intereses económicos que están por encima de ideologías políticas. También se habló de Libia, pero, sorprendentemente, la cuestión del petróleo y el papel que juega el Chad en todo esto quedó en el armario. El problema sería un buen tema para una próxima conferencia sobre Darfur.
*José Julio Martín-Sacristán Núñez es director del Departamento África y Secretario General de la Fundación Sur *Haydar Ibrahim Ali, sudanés y conocido opositor al actual gobierno, es doctor en Filosofía de las Ciencias Sociales por la Universidad de Frankfurt, investigador en diversas instituciones académicas, director del Centro de Estudios Sudaneses (Markaz al-Dirasat al-Sudaniyya) con sede en Jartum (www.ssc-sudan.org) y editor de la revista Kitabat. Sudaniyya. Entre sus análisis destacan “La crisis del Islam político”, “Las corrientes islamistas y las cuestiones de la democracia” y “La sociedad civil y la transformación democrática en Sudán”.
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