Tonga: se configura el futuro político de la nación
Después de los aalborotos del 2006, el archipiélago ha desarrollado interesantes iniciativas político-institucionales. Estas iniciativas, por un lado, se han visto influenciadas por la presión ejercida por el mayor movimiento civil del país que pretende que se cumplan las reformas democráticas demandadas durante mucho tiempo. Pero, por otro lado, las autoridades están empeñadas en restringir el fenómeno y retrasar en el tiempo la inevitable victoria de tales reclamaciones. Australia juega en este contexto un papel fundamental, como bien ha demostrado en los últimos meses durante, durante los cuales ha orientado hábilmente la política interna de Tonga y ha enderezado el desarrollo en dirección a una transición democrática basada en la estabilidad institucional.
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Michele Tempera
Michele Tempera
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El 2006 se reveló como un año crucial para el destino político de Tonga. En la segunda mitad del año, el país ha atravesado dos momentos de fundamental importancia que provocaron, y aún están llamados a provocar, importantes transformaciones en la arquitectura política e institucional del archipiélago.El primero de estos acontecimientos fue la muerte del soberano Taufa'ahau Tupou IV, que había reinado de forma ininterrumpida durante 41 años (Véase: Tonga: ¿Nuevas aperturas democráticas tras la muerte del rey?). El momentáneo vacío de poder ha impulsado las peticiones de reforma política provenientes del Movimiento por los Derechos Humanos y la Democracia de Tonga (HDRMT), la mayor fuerza civil de todo el Estado, que cuenta con el apoyo de gran parte de la población. Además, la elección de F. Sevele, un político próximo al HDRMT, como Primer Ministro, ha estimulado a los defensores de una transformación democrática para el único país en toda el área en el que el órgano ejecutivo y el legislativo no son elegidos mediante el voto.El segundo de los acontecimientos fueron los desordenes del 17 de noviembre de 2006 en los que perdieron la vida 8 activistas por la democracia y en el que se registraron una gran número de daños materiales ocurridos en la capital, Nuku'alofa. Esto llevó al HDRMT a intensificar la protesta, denunciando las muertes llevadas a cabo por las fuerzas del orden con la intención de acelerar la cesión del poder y la convocatoria inmediata de elecciones generales. De hecho, la urgente necesidad de realizar una convocatoria de elecciones ha sido subrayada, aunque sin éxito, por los representantes del Movimiento y también por algunas de las principales potencias de la región como Australia o Nueva Zelanda.El Gobierno y los monárquicos de Tonga, por su parte, han aprovechado la ocasión para demostrar a la opinión pública interna y externa la violenta amenaza que constituye el HDRMT y para arremeter contra éste. Además de los numerosos arrestos que tuvieron lugar justo después de los desordenes, se produjeron otros de mayor resonancia y que afectaron a algunos políticos de la oposición y a algunas figuras importantes del Movimiento. El gobierno declaró además el estado de emergencia en el país, suspendiendo algunas garantías y la libertad personal. Sin embargo, el lema adoptado para sostener esta actuación, “contener la violencia e instaurar nuevamente el orden”, no ha convencido a la oposición. Ésta, continúa denunciando tales medidas, que entiende como un intento de minimizar la acción del HDRMT y de eliminar su eficacia y peligrosidad. Por su parte el gobierno ha prolongado sistemáticamente los poderes que se derivan del estado de emergencia (hasta ocho veces), hasta el pasado agosto.Queda bastante claro que la presencia en el ejecutivo de un Primer Ministro dispuesto a realizar transformaciones en sentido democrático, no ha producido efectos positivos tangibles. De hecho, además de no haber evitado los enfrentamientos físicos entre las distintas partes moderando sus aspiraciones, tampoco ha conseguido fomentar el diálogo entre los monárquicos y el HDRMT. Por todo ello, el objetivo principal de su gobierno (favorecer las relaciones bilaterales internas y conducir a Tonga a una transición en la que pudieran converger las distintas fuerzas en juego), está muy lejos de haberse realizado. Paradójicamente, F. Sevele parece haberse aproximado a las filas de la autoridad monárquica y, en los últimos meses, ha avalado todas las decisiones adoptadas en contra del HDRMT. Esto puede considerarse como todo un éxito de la autoridad, puesto que consiguió aplacar las protestas concediendo el poder a un hombre que no estaba vinculado a la familia real, pero que ha demostrado ser muy manejable y controlable por parte del poder constituido.
El 2006 se reveló como un año crucial para el destino político de Tonga. En la segunda mitad del año, el país ha atravesado dos momentos de fundamental importancia que provocaron, y aún están llamados a provocar, importantes transformaciones en la arquitectura política e institucional del archipiélago.El primero de estos acontecimientos fue la muerte del soberano Taufa'ahau Tupou IV, que había reinado de forma ininterrumpida durante 41 años (Véase: Tonga: ¿Nuevas aperturas democráticas tras la muerte del rey?). El momentáneo vacío de poder ha impulsado las peticiones de reforma política provenientes del Movimiento por los Derechos Humanos y la Democracia de Tonga (HDRMT), la mayor fuerza civil de todo el Estado, que cuenta con el apoyo de gran parte de la población. Además, la elección de F. Sevele, un político próximo al HDRMT, como Primer Ministro, ha estimulado a los defensores de una transformación democrática para el único país en toda el área en el que el órgano ejecutivo y el legislativo no son elegidos mediante el voto.El segundo de los acontecimientos fueron los desordenes del 17 de noviembre de 2006 en los que perdieron la vida 8 activistas por la democracia y en el que se registraron una gran número de daños materiales ocurridos en la capital, Nuku'alofa. Esto llevó al HDRMT a intensificar la protesta, denunciando las muertes llevadas a cabo por las fuerzas del orden con la intención de acelerar la cesión del poder y la convocatoria inmediata de elecciones generales. De hecho, la urgente necesidad de realizar una convocatoria de elecciones ha sido subrayada, aunque sin éxito, por los representantes del Movimiento y también por algunas de las principales potencias de la región como Australia o Nueva Zelanda.El Gobierno y los monárquicos de Tonga, por su parte, han aprovechado la ocasión para demostrar a la opinión pública interna y externa la violenta amenaza que constituye el HDRMT y para arremeter contra éste. Además de los numerosos arrestos que tuvieron lugar justo después de los desordenes, se produjeron otros de mayor resonancia y que afectaron a algunos políticos de la oposición y a algunas figuras importantes del Movimiento. El gobierno declaró además el estado de emergencia en el país, suspendiendo algunas garantías y la libertad personal. Sin embargo, el lema adoptado para sostener esta actuación, “contener la violencia e instaurar nuevamente el orden”, no ha convencido a la oposición. Ésta, continúa denunciando tales medidas, que entiende como un intento de minimizar la acción del HDRMT y de eliminar su eficacia y peligrosidad. Por su parte el gobierno ha prolongado sistemáticamente los poderes que se derivan del estado de emergencia (hasta ocho veces), hasta el pasado agosto.Queda bastante claro que la presencia en el ejecutivo de un Primer Ministro dispuesto a realizar transformaciones en sentido democrático, no ha producido efectos positivos tangibles. De hecho, además de no haber evitado los enfrentamientos físicos entre las distintas partes moderando sus aspiraciones, tampoco ha conseguido fomentar el diálogo entre los monárquicos y el HDRMT. Por todo ello, el objetivo principal de su gobierno (favorecer las relaciones bilaterales internas y conducir a Tonga a una transición en la que pudieran converger las distintas fuerzas en juego), está muy lejos de haberse realizado. Paradójicamente, F. Sevele parece haberse aproximado a las filas de la autoridad monárquica y, en los últimos meses, ha avalado todas las decisiones adoptadas en contra del HDRMT. Esto puede considerarse como todo un éxito de la autoridad, puesto que consiguió aplacar las protestas concediendo el poder a un hombre que no estaba vinculado a la familia real, pero que ha demostrado ser muy manejable y controlable por parte del poder constituido.
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La intervención australiana y su éxito
Canberra ha seguido de cerca y atentamente, todo lo que aconteció en Tonga. Su política exterior regional prioriza y destina ingentes recursos en conseguir una estabilidad duradera en la zona. Después de las experiencias negativas de los últimos dos años en las Islas Salomón y en Timor Oriental, con crisis políticas, sociales y militares, Australia no ha querido esperar a que se produjera una situación similar en Tonga. De hecho, en este caso la administración de Howard intervino rápidamente, previniendo un posible empeoramiento de la crisis existente.En un primer momento, se envió un contingente militar a la capital Nuku'alofa, para intentar reducir la violencia recíproca entre la población y las fuerzas del orden. Después, Canberra usó su influencia político-económica en la propia Tonga. El pequeño país recibe ayuda económica de Australia, un apoyo indispensable para mantener en pie un aparato estatal decente y proyectos de desarrollo y lucha contra la pobreza. Por tanto, no sorprende que la acción australiana haya tenido los efectos deseados.La importancia de la estabilidad regional se evidencia también en la frecuencia con la que el ministro de exteriores australiano, A. Downer visita el remoto archipiélago: cuatro veces en los últimos dieciocho meses. La actuación australiana consistió en afirmar públicamente el apoyo al ejecutivo de Tonga el día después de los desórdenes, reforzando notablemente la posición y la legitimidad del gobierno de Nuku'alofa. Pocos meses después, este apoyo se concretó en la concesión de un préstamo de casi 4,5 millones de dólares australianos para la reconstrucción de la capital destruida por las revueltas de noviembre. Además, Canberra subvenciona y organiza el entrenamiento de la policía de Tonga. El ejecutivo y el nuevo rey han recibido el mensaje de Howard, rebajando el nivel de los enfrentamientos y convocado un comité para formular un proceso de democratización. Es posible afirmar, según las fórmulas diplomáticas,tras reconocer la imposibilidad de mantener el poder absoluto en un futuro próximo, las autoridades accedieron a modificar la organización institucional promovida por la HDRMT, con la esperanza de limitar al máximo la inevitable pérdida de influencia y prestigio político-institucional y, paralelamente, mantener una posición política más favorable gracias al apoyo de Australia.Para continuar con dicha estrategia, la corona de Tonga retiró recientemente la mayor parte de los cargos judiciales que pendían sobre cinco miembros del Parlamento encarcelados tras los desórdenes de noviembre. Ahora las perspectivas de solución son concretas y este acto distendido permitirá a las partes mejorar los diálogos sobre el futuro político-institucional de Tonga. La última consecuencia política de la intervención australiana es la decisión tomada por el Gobierno de establecer una fecha para la entrada en vigor de reformas sustanciales de naturaleza democrática. Tal fecha, 2010, fue fijada en el plan de democratización del país. Dos son los factores que habría que resaltar en cuanto a esta implicación. El primero es la modalidad de toma de decisión, de hecho la propia corona impuso su voluntad para que se tomara en cuenta su posición en las negociaciones. El HDRMT proponía el año 2008, pero la autoritaria actuación del Gobierno solucionó la diatriba técnica, probablemente imputable a la voluntad del rey y de su séquito político de obtener tiempo y lograr una contraofensiva política adecuada. Sin embargo, el regreso de las protestas tensaron de nuevo el clima, poniendo en peligro los grandes esfuerzos realizados por la mayoría de las partes.El segundo factor es la confirmación de una aclamada aceptación por parte de las autoridades de la democratización del país, cosa que pocos años atrás hubiera sido intolerable. Este punto es esencial para el futuro de Tonga, que ya puede considerarse oficialmente en el camino hacia la democracia. Parece, de hecho, improbable una vuelta atrás de la corona aunque sí es previsible un parón en el recorrido político institucional establecido.
La intervención australiana y su éxito
Canberra ha seguido de cerca y atentamente, todo lo que aconteció en Tonga. Su política exterior regional prioriza y destina ingentes recursos en conseguir una estabilidad duradera en la zona. Después de las experiencias negativas de los últimos dos años en las Islas Salomón y en Timor Oriental, con crisis políticas, sociales y militares, Australia no ha querido esperar a que se produjera una situación similar en Tonga. De hecho, en este caso la administración de Howard intervino rápidamente, previniendo un posible empeoramiento de la crisis existente.En un primer momento, se envió un contingente militar a la capital Nuku'alofa, para intentar reducir la violencia recíproca entre la población y las fuerzas del orden. Después, Canberra usó su influencia político-económica en la propia Tonga. El pequeño país recibe ayuda económica de Australia, un apoyo indispensable para mantener en pie un aparato estatal decente y proyectos de desarrollo y lucha contra la pobreza. Por tanto, no sorprende que la acción australiana haya tenido los efectos deseados.La importancia de la estabilidad regional se evidencia también en la frecuencia con la que el ministro de exteriores australiano, A. Downer visita el remoto archipiélago: cuatro veces en los últimos dieciocho meses. La actuación australiana consistió en afirmar públicamente el apoyo al ejecutivo de Tonga el día después de los desórdenes, reforzando notablemente la posición y la legitimidad del gobierno de Nuku'alofa. Pocos meses después, este apoyo se concretó en la concesión de un préstamo de casi 4,5 millones de dólares australianos para la reconstrucción de la capital destruida por las revueltas de noviembre. Además, Canberra subvenciona y organiza el entrenamiento de la policía de Tonga. El ejecutivo y el nuevo rey han recibido el mensaje de Howard, rebajando el nivel de los enfrentamientos y convocado un comité para formular un proceso de democratización. Es posible afirmar, según las fórmulas diplomáticas,tras reconocer la imposibilidad de mantener el poder absoluto en un futuro próximo, las autoridades accedieron a modificar la organización institucional promovida por la HDRMT, con la esperanza de limitar al máximo la inevitable pérdida de influencia y prestigio político-institucional y, paralelamente, mantener una posición política más favorable gracias al apoyo de Australia.Para continuar con dicha estrategia, la corona de Tonga retiró recientemente la mayor parte de los cargos judiciales que pendían sobre cinco miembros del Parlamento encarcelados tras los desórdenes de noviembre. Ahora las perspectivas de solución son concretas y este acto distendido permitirá a las partes mejorar los diálogos sobre el futuro político-institucional de Tonga. La última consecuencia política de la intervención australiana es la decisión tomada por el Gobierno de establecer una fecha para la entrada en vigor de reformas sustanciales de naturaleza democrática. Tal fecha, 2010, fue fijada en el plan de democratización del país. Dos son los factores que habría que resaltar en cuanto a esta implicación. El primero es la modalidad de toma de decisión, de hecho la propia corona impuso su voluntad para que se tomara en cuenta su posición en las negociaciones. El HDRMT proponía el año 2008, pero la autoritaria actuación del Gobierno solucionó la diatriba técnica, probablemente imputable a la voluntad del rey y de su séquito político de obtener tiempo y lograr una contraofensiva política adecuada. Sin embargo, el regreso de las protestas tensaron de nuevo el clima, poniendo en peligro los grandes esfuerzos realizados por la mayoría de las partes.El segundo factor es la confirmación de una aclamada aceptación por parte de las autoridades de la democratización del país, cosa que pocos años atrás hubiera sido intolerable. Este punto es esencial para el futuro de Tonga, que ya puede considerarse oficialmente en el camino hacia la democracia. Parece, de hecho, improbable una vuelta atrás de la corona aunque sí es previsible un parón en el recorrido político institucional establecido.
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Conclusiones
En los acontecimientos que han llevado a Nuku'alofa a emprender el camino de la democratización, el peso político australiano ha sido fundamental. Canberra ha demostrado, al menos hasta ahora, saber prevenir eficazmente las crisis regionales negativas para su hegemonía en la zona.El futuro de Tonga podría verse turbado por nuevos contragolpes políticos, o por encuentros frontales entre las dos principales facciones político-institucionales; por el contrario, podrían sumir comportamientos conciliadores que llevaran a un relación constructiva. Una vez superado el proceso de transformación de monarquía a democracia parlamentaria; el futuro del país dependerá -tanto política como económicamente- de las decisiones y la influencia de su potente vecino.
Conclusiones
En los acontecimientos que han llevado a Nuku'alofa a emprender el camino de la democratización, el peso político australiano ha sido fundamental. Canberra ha demostrado, al menos hasta ahora, saber prevenir eficazmente las crisis regionales negativas para su hegemonía en la zona.El futuro de Tonga podría verse turbado por nuevos contragolpes políticos, o por encuentros frontales entre las dos principales facciones político-institucionales; por el contrario, podrían sumir comportamientos conciliadores que llevaran a un relación constructiva. Una vez superado el proceso de transformación de monarquía a democracia parlamentaria; el futuro del país dependerá -tanto política como económicamente- de las decisiones y la influencia de su potente vecino.
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Equilibri.net - Italy/03/10/2007
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