Optimismo cauteloso
08/10/2007
Opimión
ARMANDO GONZALEZ
ARMANDO GONZALEZ
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Para los que, en el pasado reciente, hemos expresado un profundo pesimismo sobre el presente y futuro de Latinoamérica, resulta alentador el tropezarnos con hechos y opiniones que, en cualquier forma, puedan iluminar el sombrío panorama que hemos lamentado durante años.
Ese es el caso con la reciente publicación por la Organización Pew de un reporte sobre América Latina como parte de su Global Attitudes Survey y de comentarios sobre el tema por parte de escritores como Duncan Currie, de American Magazine, Christopher Sabatini, de Americas Quarterly, y otros.
El reporte Pew no descubre nada nuevo o sensacional sino, simplemente, ofrece una perspectiva amplia, sobria, objetiva sobre las realidades políticas de un continente sin dejarse llevar, como muchos de nosotros, por una visión estrecha donde nos ciega la pasión y sobrestimamos la realidad.
Entre muchas otras conclusiones, Pew comprueba que, en los siete países encuestados, grandes mayorías de chilenos (75%), brasileros (74%), peruanos (70%), mexicanos (66%) y bolivianos (59%) expresan muy poca o ninguna confianza en la capacidad de Hugo Chávez de ''hacer lo correcto en política internacional''. Y Pew dice: ''Chávez es ampliamente conocido y carente de confianza a traves de América Latina''. Aun en Argentina, posiblemente el país mas antinorteamericano del continente, el 43% de los encuestados dicen ``tener muy poca o ninguna confianza en Chávez''.
Más aún, mayorías en Brasil (65%), Chile (60%), México (55%) y Bolivia (53%) están de acuerdo con que ''la mayoría del pueblo vive mejor en una economía de libre mercado, aun cuando algunos son ricos y algunos son pobres''. Y, alentadoramente, el 72% de los venezolanos están de acuerdo con esa posición. ''Existe un amplio apoyo por las economías de libre mercado a través de Latinoamérica'', concluye Pew, ``a pesar de las recientes elecciones de líderes de izquierda''.
Es aquí donde vale la pena recordar las diferencias entre lo que mi colega Carlos Alberto Montaner ha bautizado como ''la izquierda carnívora'' (Castro, Chávez, Morales) y la ''izquierda vegetariana'' (Michelle Bachelet, Lula da Silva, Tabaré Vázquez). El giro a la izquierda de algunos países latinoamericanos no debe confundirse con una marcha masiva al campo de los ''carnívoros''. La gran mayoría de los gobiernos latinoamericanos, tanto de centroizquierda como de centroderecha, han mantenido instituciones democráticas y adoptado políticas fiscales responsables, como ha planteado Duncan Currie.
Carol Graham (The Brookings Institution) afirma: ''Yo no veo una deserción masiva, radical, hacia la izquierda'' y apunta a la presencia de ''reformistas que confían en el mercado'' en Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, El Salvador y Costa Rica. Otto Reich, ex embajador bajo Reagan y Bush I, de origen cubano, afirma que ''Washington no debe temerle a la izquierda democrática como Bachelet y Lula'', a quien Reich separa de la ''izquierda antidemocrática'' de Chávez, Castro y Morales. Desde 1990, dice Reich, el milagro económico chileno ha sido piloteado por una coalición de centroizquierda con exitosos resultados. ''Chile es un caso de verdadero éxito latinoamericano''. La izquierda latinoamericana no es monolítica.
En Nicaragua, Daniel Ortega volvió a la presidencia con menos del 40% de los votos gracias a leyes electorales modificadas antes de las elecciones por una dudosa coalición. Pero la mayoría de los nicaragüenses votaron por los candidatos de centroderecha que, lamentablemente, dividieron el voto.
Los nuevos bríos de populismo en la región son ciertos. Pero Bolivia, Ecuador y Nicaragua son tres de los países más pobres, más débiles del continente, nunca integrados a la economía global.
Christopher Sabatini, editor de Americas Quarterly, ha dicho que las elecciones de Morales y Correa se debieron más a agravios y resentimientos que a ideología. Y la victoria de Ortega no fue ``un triunfo del izquierdismo, sino un triunfo de manipulación electoral''.
La encuesta Pew concluye que los pueblos latinoamericanos están más satisfechos hoy con su calidad de vida e ingresos familiares que hace cinco años. La revista The Economist expresa que las economías latinoamericanas están en su mejor momento desde la década de 1970, con crecimiento sostenido y clases medias en pleno avance en países como Brasil y México. ''La dirección de la economía por sus respectivos gobiernos nunca ha sido mejor'', afirma Peter Hakim, de Inter-American Dialogue.
Para preocupación nuestra, el reporte Pew también apunta que la imagen de Estados Unidos ha perdido estatura en el continente. La administración Bush ha dejado mucho que desear en su liderazgo continental. El vacío que se ha creado le sirve a Chávez, en bandeja de plata, la oportunidad de llenarlo con petrodólares y demagogia bolivariana. China, por su parte, compite por influencia y el Congreso de Estados Unidos, increíblemente, ha obstaculizado la aprobación del acuerdo de libre comercio con Colombia, lo cual será interpretado como una abdicación de Estados Unidos de su liderazgo en Latinoamérica.
Chávez es una gran espina, pero su retórica populista no ha encontrado eco en los países líderes de Latinoamérica. El que un país se autodescriba de izquierda o derecha es menos importante que las políticas reales que adopte para modernizarse y prepararse para el futuro. Ojalá que nuestro optimismo cauteloso pruebe tener una base firme.
Para los que, en el pasado reciente, hemos expresado un profundo pesimismo sobre el presente y futuro de Latinoamérica, resulta alentador el tropezarnos con hechos y opiniones que, en cualquier forma, puedan iluminar el sombrío panorama que hemos lamentado durante años.
Ese es el caso con la reciente publicación por la Organización Pew de un reporte sobre América Latina como parte de su Global Attitudes Survey y de comentarios sobre el tema por parte de escritores como Duncan Currie, de American Magazine, Christopher Sabatini, de Americas Quarterly, y otros.
El reporte Pew no descubre nada nuevo o sensacional sino, simplemente, ofrece una perspectiva amplia, sobria, objetiva sobre las realidades políticas de un continente sin dejarse llevar, como muchos de nosotros, por una visión estrecha donde nos ciega la pasión y sobrestimamos la realidad.
Entre muchas otras conclusiones, Pew comprueba que, en los siete países encuestados, grandes mayorías de chilenos (75%), brasileros (74%), peruanos (70%), mexicanos (66%) y bolivianos (59%) expresan muy poca o ninguna confianza en la capacidad de Hugo Chávez de ''hacer lo correcto en política internacional''. Y Pew dice: ''Chávez es ampliamente conocido y carente de confianza a traves de América Latina''. Aun en Argentina, posiblemente el país mas antinorteamericano del continente, el 43% de los encuestados dicen ``tener muy poca o ninguna confianza en Chávez''.
Más aún, mayorías en Brasil (65%), Chile (60%), México (55%) y Bolivia (53%) están de acuerdo con que ''la mayoría del pueblo vive mejor en una economía de libre mercado, aun cuando algunos son ricos y algunos son pobres''. Y, alentadoramente, el 72% de los venezolanos están de acuerdo con esa posición. ''Existe un amplio apoyo por las economías de libre mercado a través de Latinoamérica'', concluye Pew, ``a pesar de las recientes elecciones de líderes de izquierda''.
Es aquí donde vale la pena recordar las diferencias entre lo que mi colega Carlos Alberto Montaner ha bautizado como ''la izquierda carnívora'' (Castro, Chávez, Morales) y la ''izquierda vegetariana'' (Michelle Bachelet, Lula da Silva, Tabaré Vázquez). El giro a la izquierda de algunos países latinoamericanos no debe confundirse con una marcha masiva al campo de los ''carnívoros''. La gran mayoría de los gobiernos latinoamericanos, tanto de centroizquierda como de centroderecha, han mantenido instituciones democráticas y adoptado políticas fiscales responsables, como ha planteado Duncan Currie.
Carol Graham (The Brookings Institution) afirma: ''Yo no veo una deserción masiva, radical, hacia la izquierda'' y apunta a la presencia de ''reformistas que confían en el mercado'' en Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, El Salvador y Costa Rica. Otto Reich, ex embajador bajo Reagan y Bush I, de origen cubano, afirma que ''Washington no debe temerle a la izquierda democrática como Bachelet y Lula'', a quien Reich separa de la ''izquierda antidemocrática'' de Chávez, Castro y Morales. Desde 1990, dice Reich, el milagro económico chileno ha sido piloteado por una coalición de centroizquierda con exitosos resultados. ''Chile es un caso de verdadero éxito latinoamericano''. La izquierda latinoamericana no es monolítica.
En Nicaragua, Daniel Ortega volvió a la presidencia con menos del 40% de los votos gracias a leyes electorales modificadas antes de las elecciones por una dudosa coalición. Pero la mayoría de los nicaragüenses votaron por los candidatos de centroderecha que, lamentablemente, dividieron el voto.
Los nuevos bríos de populismo en la región son ciertos. Pero Bolivia, Ecuador y Nicaragua son tres de los países más pobres, más débiles del continente, nunca integrados a la economía global.
Christopher Sabatini, editor de Americas Quarterly, ha dicho que las elecciones de Morales y Correa se debieron más a agravios y resentimientos que a ideología. Y la victoria de Ortega no fue ``un triunfo del izquierdismo, sino un triunfo de manipulación electoral''.
La encuesta Pew concluye que los pueblos latinoamericanos están más satisfechos hoy con su calidad de vida e ingresos familiares que hace cinco años. La revista The Economist expresa que las economías latinoamericanas están en su mejor momento desde la década de 1970, con crecimiento sostenido y clases medias en pleno avance en países como Brasil y México. ''La dirección de la economía por sus respectivos gobiernos nunca ha sido mejor'', afirma Peter Hakim, de Inter-American Dialogue.
Para preocupación nuestra, el reporte Pew también apunta que la imagen de Estados Unidos ha perdido estatura en el continente. La administración Bush ha dejado mucho que desear en su liderazgo continental. El vacío que se ha creado le sirve a Chávez, en bandeja de plata, la oportunidad de llenarlo con petrodólares y demagogia bolivariana. China, por su parte, compite por influencia y el Congreso de Estados Unidos, increíblemente, ha obstaculizado la aprobación del acuerdo de libre comercio con Colombia, lo cual será interpretado como una abdicación de Estados Unidos de su liderazgo en Latinoamérica.
Chávez es una gran espina, pero su retórica populista no ha encontrado eco en los países líderes de Latinoamérica. El que un país se autodescriba de izquierda o derecha es menos importante que las políticas reales que adopte para modernizarse y prepararse para el futuro. Ojalá que nuestro optimismo cauteloso pruebe tener una base firme.
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