Oportunidades que el sudeste de Asia ofrece a la Argentina
Dr. Alfredo R. Morelli (*)
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La privilegiada posición geográfica que ocupa el Sudeste Asiático despertó primero la codicia de los piratas y luego, la de las potencias coloniales.
Así, Holanda, Portugal, Gran Bretaña, Francia, Japón y los Estados Unidos de Norteamérica, en sucesivas oleadas, colonizaron estas tierras hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.
A decir verdad, es una de las regiones del mundo de mayor importancia estratégica. Hoy se ha convertido en un área de convergencia de los intereses nacionales de China y los EE.UU., países que compiten entre sí. Y si bien es cierto que los Estados que integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) se han involucrado con ambas potencias, también hay que decir que no se han alineado con ninguna en particular.
En rigor, cada vez que han dado signos de buscar una mayor autonomía, las potencias occidentales han tratado de mantenerlos en su esfera de influencia política a través de diversas iniciativas, entre ellas, el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (Apec).
La relevancia de esta región se refleja, además, en el interés adicional de la Unión Europea, Rusia, India, Australia y Nueva Zelandia por mantener algún tipo de vinculación institucional con la Asean.
En una de las últimas cumbres celebradas en Kuala Lumpur (Malasia), estuvieron presentes los mandatarios de los Estados Unidos de Norteamérica, Rusia y Sudáfrica, y los primeros ministros de China, Japón, Australia, Nueva Zelandia y la India. También fue de la partida el encargado de Asuntos Exteriores de la Unión Europea.
Ventajas e inconvenientes
A cincuenta años de iniciar su vida independiente, estos países ofrecen para Estados como la Argentina oportunidades de distinto tipo. Primero, porque son mercados que crecen y se hacen más sofisticados a medida que sus economías se expanden. Además, son países con altos índices de ahorro, lo que les permite disponer de capital abundante con tasas de interés bajas. En tercer lugar, se verifica la presencia de un número significativo de habitantes de etnia china e hindú en naciones que mantienen contactos fluidos con el litoral marítimo de China y también con India, lo cual ofrece la posibilidad de trabajar en red para proyectarse a mercados de mayor volumen.
Estas consideraciones son válidas ya sea para quien quiera vender productos o para empresas que quieran dar un tímido primer salto hacia el camino de la globalización. Por otra parte, hay que señalar que las cicatrices de la dominación colonial generan simpatías hacia los países de América Latina.
En la lista de inconvenientes hay que consignar en primer lugar a la distancia. Esta realidad genera dos cuestiones: dificultades objetivas para lograr relaciones más personales y la cercanía de competidores fuertes como Australia, Nueva Zelandia, India y China.
Estar presentes
No obstante, si se aspira a evolucionar en estos mercados, las empresas interesadas tienen que invertir en presencia personal. Antes de la colonia no había fronteras geográficas en el sudeste de Asia; las relaciones entre los múltiples reinos no se definían a escala territorial, sino por lealtades sociales que podían ser movilizadas para propósitos comunes. De allí la importancia de las relaciones sociales y de las políticas de cortesía. Aun para el caso de las relaciones tributarias, existían procedimientos no escritos que daban base a la vinculación mutua.
Hecha esta puntualización, cabe mencionar, por fin, otro gran inconveniente. Se trata de los "cuellos de botella" que han caracterizado siempre a la oferta argentina y que constituyen una barrera a menudo insalvable para avanzar en los grandes mercados. También aquí concurren dos razones, inversas pero complementarias en el resultado: las erráticas políticas nacionales respecto del sector exportador y la sostenida expansión de la demanda en los países a los que están destinadas. De todos modos, nada es para siempre, y también esta limitante puede desaparecer.
Así, Holanda, Portugal, Gran Bretaña, Francia, Japón y los Estados Unidos de Norteamérica, en sucesivas oleadas, colonizaron estas tierras hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.
A decir verdad, es una de las regiones del mundo de mayor importancia estratégica. Hoy se ha convertido en un área de convergencia de los intereses nacionales de China y los EE.UU., países que compiten entre sí. Y si bien es cierto que los Estados que integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) se han involucrado con ambas potencias, también hay que decir que no se han alineado con ninguna en particular.
En rigor, cada vez que han dado signos de buscar una mayor autonomía, las potencias occidentales han tratado de mantenerlos en su esfera de influencia política a través de diversas iniciativas, entre ellas, el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (Apec).
La relevancia de esta región se refleja, además, en el interés adicional de la Unión Europea, Rusia, India, Australia y Nueva Zelandia por mantener algún tipo de vinculación institucional con la Asean.
En una de las últimas cumbres celebradas en Kuala Lumpur (Malasia), estuvieron presentes los mandatarios de los Estados Unidos de Norteamérica, Rusia y Sudáfrica, y los primeros ministros de China, Japón, Australia, Nueva Zelandia y la India. También fue de la partida el encargado de Asuntos Exteriores de la Unión Europea.
Ventajas e inconvenientes
A cincuenta años de iniciar su vida independiente, estos países ofrecen para Estados como la Argentina oportunidades de distinto tipo. Primero, porque son mercados que crecen y se hacen más sofisticados a medida que sus economías se expanden. Además, son países con altos índices de ahorro, lo que les permite disponer de capital abundante con tasas de interés bajas. En tercer lugar, se verifica la presencia de un número significativo de habitantes de etnia china e hindú en naciones que mantienen contactos fluidos con el litoral marítimo de China y también con India, lo cual ofrece la posibilidad de trabajar en red para proyectarse a mercados de mayor volumen.
Estas consideraciones son válidas ya sea para quien quiera vender productos o para empresas que quieran dar un tímido primer salto hacia el camino de la globalización. Por otra parte, hay que señalar que las cicatrices de la dominación colonial generan simpatías hacia los países de América Latina.
En la lista de inconvenientes hay que consignar en primer lugar a la distancia. Esta realidad genera dos cuestiones: dificultades objetivas para lograr relaciones más personales y la cercanía de competidores fuertes como Australia, Nueva Zelandia, India y China.
Estar presentes
No obstante, si se aspira a evolucionar en estos mercados, las empresas interesadas tienen que invertir en presencia personal. Antes de la colonia no había fronteras geográficas en el sudeste de Asia; las relaciones entre los múltiples reinos no se definían a escala territorial, sino por lealtades sociales que podían ser movilizadas para propósitos comunes. De allí la importancia de las relaciones sociales y de las políticas de cortesía. Aun para el caso de las relaciones tributarias, existían procedimientos no escritos que daban base a la vinculación mutua.
Hecha esta puntualización, cabe mencionar, por fin, otro gran inconveniente. Se trata de los "cuellos de botella" que han caracterizado siempre a la oferta argentina y que constituyen una barrera a menudo insalvable para avanzar en los grandes mercados. También aquí concurren dos razones, inversas pero complementarias en el resultado: las erráticas políticas nacionales respecto del sector exportador y la sostenida expansión de la demanda en los países a los que están destinadas. De todos modos, nada es para siempre, y también esta limitante puede desaparecer.
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(*) El autor es embajador de la República Argentina ante el gobierno de Malasia.
(*) El autor es embajador de la República Argentina ante el gobierno de Malasia.
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El Litoral - Argentina/13/11/2007
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