Néstor, Cristina y la gran Manzana: El martes ante la Asamblea General de la ONU
Sergio Serrichio
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El presidente y la senadora intentarán pasar por un estrecho desfiladero en Nueva York. Los ejes del viaje: condena al terrorismo internacional, pedido de colaboración judicial y no romper relaciones con el régimen iraní.
La semana que el presidente Néstor Kirchner y la primera dama, senadora y candidata presidencial oficialista Cristina Fernández de Kirchner, pasarán a partir de este domingo en Nueva York será el rito de pasaje de esta nueva invención argentina, el matrimonio presidencial, a la vez que un estrujante ejercicio entre fuerzas que tiran de los Kirchner en direcciones opuestas.
Kirchner seguramente preferiría dedicar su alocución del martes ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde tendrá de auditorio a más de un centenar de presidentes del mundo, incluidos los de las naciones más poderosas de la tierra, a fustigar por enésima vez al Fondo Monetario Internacional. Tal vez se dé algo de tiempo para ello, porque de hecho una de las tareas de la transición entre su actual mandato y el eventual de Cristina es tapizar el camino hacia un acuerdo con el Club de París, un selecto grupo de naciones acreedoras a las que el Estado argentino le debe unos 6.300 millones de dólares. En ese objetivo estorba la formalidad del Club de que el acuerdo incluya un programa y un monitoreo del FMI.
Pero, aunque se detenga algunos minutos en el tema y reedite algunos lamentos sobre las iniquidades del Fondo, Kirchner está presionado para definir la posición de su gobierno (que, para el caso, es igual que decir el eventual gobierno de Cristina) respecto del gobierno de Irán, del que la Justicia argentina ha reclamado la captura de seis ex funcionarios presuntamente vinculados con el atentado a la AMIA.
Tanto Estados Unidos, a cuyo embajador Cristina recibió el jueves en la residencia de Olivos, como Israel y la comunidad judía argentina esperan que el matrimonio presidencial avance en el señalamiento de la presunta responsabilidad iraní en el atentado que en 1994 causó la muerte de 85 personas en el centro de Buenos Aires.
"El presidente (por Kirchner) está siendo acompañado por las familiares (de las víctimas); se espera que exponga el tema Irán", dijo el mismo jueves el embajador israelí en Buenos Aires, Rafael Eldad. En tanto, Sergio Burstein, de familiares y amigos de las víctimas de la AMIA, dijo que Kirchner les anticipó que acusaría a Irán de no colaborar en el esclarecimiento del atentado a la mutual judía.
Palabras fuertes
En el frente opuesto, y casi en simultáneo, el encargado de negocios de la embajada iraní en Buenos Aires, Mohsen Baharvand, le decía al diario Clarín que si Kirchner hace algo semejante, Teherán interpretará que "Argentina está a favor de la guerra".
"No queremos especulaciones, rumores de la prensa o de la política. Esto no es el caso Nora Dalmasso, es un asunto entre dos países que hay que resolver con mucho cuidado (....), Argentina es un país partidario de la paz, pero pueden arrastrarla hacia un lugar equivocado", advirtió Baharvand.
Son palabras fuertes. Y el trasfondo también lo es. El régimen iraní encabezado por Mahmoud Ahmadinejad, que para colmo hablará inmediatamente después de Kirchner ante la Asamblea de la ONU, está enfrascado en un feroz tira y afloje con Estados Unidos y los principales gobiernos occidentales por su programa nuclear. Recientemente el canciller francés, Bernard Kourchner, describió la situación de este modo: "Nosotros debemos estar preparados para lo peor, y lo peor es la guerra".
Lejos de ser un conservador desaforado, Kourchner pertenece al partido socialista y fue el fundador de Médicos Sin Fronteras, una de las Organizaciones No Gubernamentales humanitarias más prestigiosas y exitosas de las últimas décadas. Tiene el perfil progre que les gusta a los Clinton, y especialmente a Cristina, más atenta que su marido a la escena política internacional.
El principal aliado latinoamericano de Irán es, a su vez, el gobierno de Hugo Chávez, el gran financista de la Argentina post-convertibilidad. Guste o no la comparación, la Venezuela chavista ha sido al gobierno de Néstor Kirchner lo que el Fondo Monetario fue al de Carlos Menem.
Tanto Venezuela, en una dirección, como Estados Unidos, en la otra, han sido en esta instancia mucho más discretos que Israel y menos brutales que la advertencia iraní. Pero el campo de elección de los Kirchner es mucho más estrecho que en política interna, donde el gobierno ha demostrado una notable capacidad para apropiarse de las buenas noticias y manejar la agenda a piacere. En política exterior no está bien visto pasársela endilgando a otros la responsabilidad por las malas noticias.
Equilibristas
De todos modos, los Kirchner intentarán pasar por un estrecho desfiladero delimitado de un lado por la condena al terrorismo internacional y un pedido de colaboración judicial y del otro por el no rompimiento de relaciones con el régimen iraní. El ejercicio se hace más complejo por el esmero de Cristina en cultivar buenas migas con gobiernos del primer mundo, como los de España, Alemania, Francia y -eventualmente- el próximo de Estados Unidos, donde los K apuestan a una victoria de Hillary Clinton en las presidenciales de noviembre de 2008. Aunque la foto con Hillary es uno de los objetivos aún no abrochados de la excursión a Nueva York.
La apuesta es difícil y las contradicciones menos tolerables que en el juego interno. El jueves, por caso, el presidente le apuntó al jefe de Gobierno electo de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, por contar con un asesor ecuatoriano, y horas más tarde usó la presencia del presidente de Ecuador, Rafael Correa, para un acto de campaña de Cristina.
"Inaceptable"
El gobierno convocó al representante iraní en Buenos Aires, Mohsen Baharvand, para transmitirle que la Argentina considera inaceptables las observaciones del diplomático publicadas ayer por Clarín sobre el discurso que dará Kirchner ante la ONU y en el que podría cuestionar a Irán por su falta de colaboración en la investigación del atentado a la AMIA.
Baharvand, encargado de Negocios de la Embajada y máxima autoridad de su gobierno en la Argentina, fue citado ayer a la Cancillería y recibido por un responsable de la región. No trascendió el nombre del funcionario, con rango de director. La Cancillería impuso a Baharvand sobre tres cuestiones en relación a sus declaraciones a Clarín.
La Argentina considera inaceptable que un jefe de misión haga sugerencias sobre el discurso del presidente ante la Asamblea General.
Resulta igualmente inaceptable sugerir que la Argentina está asociada a la idea de la guerra cuando es un país amante de la paz y del derecho internacional.
Finalmente, se reiteró al diplomático el interés argentino en el esclarecimiento y castigo a los responsables del atentado.
Pasteras
Nueva York será testigo, el sábado 29, de una reunión clave entre representantes argentinos y uruguayos para seguir encauzando las relaciones entre los gobiernos de Kirchner y Tabaré Vázquez. En juego está la suerte del rol de "facilitador bilateral" que el rey español Juan Carlos aceptó, a pedido del propio Kirchner, para acercar posiciones entre Argentina y Uruguay en torno del proyecto de la papelera finlandesa Botnia en Fray Bentos, enfrente de Gualeguaychú.
Kirchner parece dispuesto ahora a aceptar la realidad de la planta pastera, a condición de que no se eche a andar antes de las elecciones presidenciales y empañe la casi segura elección de Cristina. Eso, más un sistema de monitoreo, son las módicas aspiraciones de un gobierno que se pasó dos años agitando pasiones y golpeándose el pecho, en vez de jugar algún rol constructivo.
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El presidente y la senadora intentarán pasar por un estrecho desfiladero en Nueva York. Los ejes del viaje: condena al terrorismo internacional, pedido de colaboración judicial y no romper relaciones con el régimen iraní.
La semana que el presidente Néstor Kirchner y la primera dama, senadora y candidata presidencial oficialista Cristina Fernández de Kirchner, pasarán a partir de este domingo en Nueva York será el rito de pasaje de esta nueva invención argentina, el matrimonio presidencial, a la vez que un estrujante ejercicio entre fuerzas que tiran de los Kirchner en direcciones opuestas.
Kirchner seguramente preferiría dedicar su alocución del martes ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde tendrá de auditorio a más de un centenar de presidentes del mundo, incluidos los de las naciones más poderosas de la tierra, a fustigar por enésima vez al Fondo Monetario Internacional. Tal vez se dé algo de tiempo para ello, porque de hecho una de las tareas de la transición entre su actual mandato y el eventual de Cristina es tapizar el camino hacia un acuerdo con el Club de París, un selecto grupo de naciones acreedoras a las que el Estado argentino le debe unos 6.300 millones de dólares. En ese objetivo estorba la formalidad del Club de que el acuerdo incluya un programa y un monitoreo del FMI.
Pero, aunque se detenga algunos minutos en el tema y reedite algunos lamentos sobre las iniquidades del Fondo, Kirchner está presionado para definir la posición de su gobierno (que, para el caso, es igual que decir el eventual gobierno de Cristina) respecto del gobierno de Irán, del que la Justicia argentina ha reclamado la captura de seis ex funcionarios presuntamente vinculados con el atentado a la AMIA.
Tanto Estados Unidos, a cuyo embajador Cristina recibió el jueves en la residencia de Olivos, como Israel y la comunidad judía argentina esperan que el matrimonio presidencial avance en el señalamiento de la presunta responsabilidad iraní en el atentado que en 1994 causó la muerte de 85 personas en el centro de Buenos Aires.
"El presidente (por Kirchner) está siendo acompañado por las familiares (de las víctimas); se espera que exponga el tema Irán", dijo el mismo jueves el embajador israelí en Buenos Aires, Rafael Eldad. En tanto, Sergio Burstein, de familiares y amigos de las víctimas de la AMIA, dijo que Kirchner les anticipó que acusaría a Irán de no colaborar en el esclarecimiento del atentado a la mutual judía.
Palabras fuertes
En el frente opuesto, y casi en simultáneo, el encargado de negocios de la embajada iraní en Buenos Aires, Mohsen Baharvand, le decía al diario Clarín que si Kirchner hace algo semejante, Teherán interpretará que "Argentina está a favor de la guerra".
"No queremos especulaciones, rumores de la prensa o de la política. Esto no es el caso Nora Dalmasso, es un asunto entre dos países que hay que resolver con mucho cuidado (....), Argentina es un país partidario de la paz, pero pueden arrastrarla hacia un lugar equivocado", advirtió Baharvand.
Son palabras fuertes. Y el trasfondo también lo es. El régimen iraní encabezado por Mahmoud Ahmadinejad, que para colmo hablará inmediatamente después de Kirchner ante la Asamblea de la ONU, está enfrascado en un feroz tira y afloje con Estados Unidos y los principales gobiernos occidentales por su programa nuclear. Recientemente el canciller francés, Bernard Kourchner, describió la situación de este modo: "Nosotros debemos estar preparados para lo peor, y lo peor es la guerra".
Lejos de ser un conservador desaforado, Kourchner pertenece al partido socialista y fue el fundador de Médicos Sin Fronteras, una de las Organizaciones No Gubernamentales humanitarias más prestigiosas y exitosas de las últimas décadas. Tiene el perfil progre que les gusta a los Clinton, y especialmente a Cristina, más atenta que su marido a la escena política internacional.
El principal aliado latinoamericano de Irán es, a su vez, el gobierno de Hugo Chávez, el gran financista de la Argentina post-convertibilidad. Guste o no la comparación, la Venezuela chavista ha sido al gobierno de Néstor Kirchner lo que el Fondo Monetario fue al de Carlos Menem.
Tanto Venezuela, en una dirección, como Estados Unidos, en la otra, han sido en esta instancia mucho más discretos que Israel y menos brutales que la advertencia iraní. Pero el campo de elección de los Kirchner es mucho más estrecho que en política interna, donde el gobierno ha demostrado una notable capacidad para apropiarse de las buenas noticias y manejar la agenda a piacere. En política exterior no está bien visto pasársela endilgando a otros la responsabilidad por las malas noticias.
Equilibristas
De todos modos, los Kirchner intentarán pasar por un estrecho desfiladero delimitado de un lado por la condena al terrorismo internacional y un pedido de colaboración judicial y del otro por el no rompimiento de relaciones con el régimen iraní. El ejercicio se hace más complejo por el esmero de Cristina en cultivar buenas migas con gobiernos del primer mundo, como los de España, Alemania, Francia y -eventualmente- el próximo de Estados Unidos, donde los K apuestan a una victoria de Hillary Clinton en las presidenciales de noviembre de 2008. Aunque la foto con Hillary es uno de los objetivos aún no abrochados de la excursión a Nueva York.
La apuesta es difícil y las contradicciones menos tolerables que en el juego interno. El jueves, por caso, el presidente le apuntó al jefe de Gobierno electo de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, por contar con un asesor ecuatoriano, y horas más tarde usó la presencia del presidente de Ecuador, Rafael Correa, para un acto de campaña de Cristina.
"Inaceptable"
El gobierno convocó al representante iraní en Buenos Aires, Mohsen Baharvand, para transmitirle que la Argentina considera inaceptables las observaciones del diplomático publicadas ayer por Clarín sobre el discurso que dará Kirchner ante la ONU y en el que podría cuestionar a Irán por su falta de colaboración en la investigación del atentado a la AMIA.
Baharvand, encargado de Negocios de la Embajada y máxima autoridad de su gobierno en la Argentina, fue citado ayer a la Cancillería y recibido por un responsable de la región. No trascendió el nombre del funcionario, con rango de director. La Cancillería impuso a Baharvand sobre tres cuestiones en relación a sus declaraciones a Clarín.
La Argentina considera inaceptable que un jefe de misión haga sugerencias sobre el discurso del presidente ante la Asamblea General.
Resulta igualmente inaceptable sugerir que la Argentina está asociada a la idea de la guerra cuando es un país amante de la paz y del derecho internacional.
Finalmente, se reiteró al diplomático el interés argentino en el esclarecimiento y castigo a los responsables del atentado.
Pasteras
Nueva York será testigo, el sábado 29, de una reunión clave entre representantes argentinos y uruguayos para seguir encauzando las relaciones entre los gobiernos de Kirchner y Tabaré Vázquez. En juego está la suerte del rol de "facilitador bilateral" que el rey español Juan Carlos aceptó, a pedido del propio Kirchner, para acercar posiciones entre Argentina y Uruguay en torno del proyecto de la papelera finlandesa Botnia en Fray Bentos, enfrente de Gualeguaychú.
Kirchner parece dispuesto ahora a aceptar la realidad de la planta pastera, a condición de que no se eche a andar antes de las elecciones presidenciales y empañe la casi segura elección de Cristina. Eso, más un sistema de monitoreo, son las módicas aspiraciones de un gobierno que se pasó dos años agitando pasiones y golpeándose el pecho, en vez de jugar algún rol constructivo.
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El Litoral - Argentina/23/09/2007
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