¿Vuelve la vieja guardia a gobernar Japón?
Taro Aso (66 años), delfín de Shinzo Abe, admitió su segura derrota ante quien representa la poderosa gerontocracia del Sol naciente. Nadie menos que Yasuo Fukuda (72), favorito del partido Demoliberal (PDL, en realidad conservador).
A pocos días de que el PDL elija presidente, o sea futuro primer ministro, Aso confesó que no lograría imponer su candidatura. El domingo 23, en efecto, los 538 miembros del “praesidium” volverán a dar la misma, vieja impresión de que todo se resuelve entre bambalinas.
Por supuesto, Japón nunca fue una democracia parlamentaria, como aún la imaginan los norteamericanos. Hace más de cincuenta años que, plan de George Marshall mediante, los conservadores controlan la escena política del imperio. Esto refleja un pacto nunca explícito entre los conglomerados bancoindustriales (“zaibatsu”) y sus sucesores, los “keiretsu” y la dirigencia política.
Como venía la mano, Aso contaba con apenas una veintena de correligionarios. Por el contrario, Fukuda dominará el congreso partidario. Su papel es claro, pues en realidad es portavoz del poder real, en manos del ex primer ministro Junichiro Koizumi, sorpresivamente vencido por Abe en 2006.
Para Aso, el problema reside en sus nexos con Abe, que cayó tras menos de un año de borrascosa gestión. Además de sus arrestos patrioteros –reivindicó las atrocidades cometidas en Corea desde 1910, Manchuria desde 1932 y China desde 1937-, se vio envuelto en una serie de escándalos. Al cabo, cuatro ministros dimitieron y uno se suicidó (cometió “seppuku”; no harakiri, como decía la prensa occidental). Naturalmente, los viejos del PDL contribuyeron a acabar con Abe, a quien no lloraron Beijing, Taipei ni Seúl.
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Mercado - Argentina/18/09/2007
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