En Africa hay mejores líderes
Por Kofi Annan (*)
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Dadas las complejidades y la magnitud de los desafíos que enfrenta el mundo, un buen liderazgo es ahora más importante que nunca. En ningún lado es más necesario que en Africa, un continente que tiene problemas enormes pero también posibilidades extraordinarias.Sin gobiernos democráticos y honestos que brinden a sus países una conducción inteligente, resultará imposible superar los desafíos y acelerar el progreso que tiene lugar en los últimos años.La verdad, sin embargo, es que en muchos países africanos dedicarse a la política tiene considerables desventajas. Los problemas pueden parecer abrumadores, los recursos disponibles para abordarlos son limitados y la brecha entre la realidad y las esperanzas de la población puede hacerse infranqueable.Las propuestas lucrativas de escribir sus memorias o de sumarse a directorios de empresas que reciben sus colegas del mundo desarrollado son aquí mucho más raras.No es extraño, entonces, que muchos que tienen capacidad y energías le den la espalda a la política en aras de carreras más seguras y rentables.Peor aun, la falta de seguridad económica en el momento de retirarse puede tentar a algunas autoridades a hacer concesiones, a anteponer el beneficio personal a los intereses nacionales o a tratar de aferrarse a sus puestos.Si se tienen en cuenta todas esas dificultades, Africa puede considerarse afortunada por el surgimiento de un creciente número de gobernantes talentosos en los últimos años. Se trata de funcionarios que comparten un auténtico compromiso con la democracia y que trabajaron mucho para que el progreso llegara al conjunto de la población de sus países. Pero en un mundo que suele destacar lo negativo más que lo positivo, suelen no ser objeto de la atención que merecen. El premio al liderazgo en Africa de la Fundación Mo Ibrahim, que se otorgó recientemente a Joaquim Chissano, el ex presidente de Mozambique, apunta a corregir esa falta de equilibrio.
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(*) Ex Secretario General de las Naciones Unidas
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Dadas las complejidades y la magnitud de los desafíos que enfrenta el mundo, un buen liderazgo es ahora más importante que nunca. En ningún lado es más necesario que en Africa, un continente que tiene problemas enormes pero también posibilidades extraordinarias.Sin gobiernos democráticos y honestos que brinden a sus países una conducción inteligente, resultará imposible superar los desafíos y acelerar el progreso que tiene lugar en los últimos años.La verdad, sin embargo, es que en muchos países africanos dedicarse a la política tiene considerables desventajas. Los problemas pueden parecer abrumadores, los recursos disponibles para abordarlos son limitados y la brecha entre la realidad y las esperanzas de la población puede hacerse infranqueable.Las propuestas lucrativas de escribir sus memorias o de sumarse a directorios de empresas que reciben sus colegas del mundo desarrollado son aquí mucho más raras.No es extraño, entonces, que muchos que tienen capacidad y energías le den la espalda a la política en aras de carreras más seguras y rentables.Peor aun, la falta de seguridad económica en el momento de retirarse puede tentar a algunas autoridades a hacer concesiones, a anteponer el beneficio personal a los intereses nacionales o a tratar de aferrarse a sus puestos.Si se tienen en cuenta todas esas dificultades, Africa puede considerarse afortunada por el surgimiento de un creciente número de gobernantes talentosos en los últimos años. Se trata de funcionarios que comparten un auténtico compromiso con la democracia y que trabajaron mucho para que el progreso llegara al conjunto de la población de sus países. Pero en un mundo que suele destacar lo negativo más que lo positivo, suelen no ser objeto de la atención que merecen. El premio al liderazgo en Africa de la Fundación Mo Ibrahim, que se otorgó recientemente a Joaquim Chissano, el ex presidente de Mozambique, apunta a corregir esa falta de equilibrio.
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(*) Ex Secretario General de las Naciones Unidas
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Bitácora - Uruguay/09/11/2007
Bitácora - Uruguay/09/11/2007
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