Para España, es una herida profunda
El escenario
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Por Silvia Pisani
Corresponsal en España
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MADRID.- Se habla una vez más aquí de lo de Santiago de Chile con cierto aire a Emily Brontë y sus atormentados personajes. Pero lo cierto es que, más allá de su nutrido anecdotario, la ya rebautizada "Cumbre borrascosa" pone en tela de juicio la continuidad de la política exterior española para la región, al menos en su forma de expresión más acabada, que son los 16 años de encuentros internacionales bajo el nombre de "Cumbre Iberoamericana". Puede que sea muy temprano. Pero escasas voces se oían anoche a favor de su continuidad, por lo menos, tal como se las conoce hasta ahora, sin que nada cambie. O mientras no haya una modificación en el eje que pretende liderar el venezolano Hugo Chávez, en una fractura que -esta vez- se hizo patente frente a España. Y es difícil imaginar un futuro para lo que se intenta en esas cumbres sin la presencia y aporte europeo. En lo que nos toca directamente, lo interesante para anotar es que, desde aquí, la Argentina no es percibida muy lejos de ese eje. "El presidente Hugo Chávez secundado por el nicaragüense Daniel Ortega y el argentino Néstor Kirchner introdujeron en la cumbre dedicada a la cohesión social un nada inesperado ataque a los empresarios españoles", señaló ayer Xavier Batalla en su columna del catalán La Vanguardia . Horas antes, el influyente El País había dicho lo mismo, pero desde su primera página. Según se vio aquí, tanto el desarrollo de un eje ideológico dentro de la región a partir del "modelo del caudillo de la revolución bolivariana", como el escandaloso desenlace que esa tensión arrojó hacia el final del encuentro, terminaron, en conjunto, por poner en evidencia una política regional "que el presidente Zapatero concibió de modo generoso y a la que se le responde con ofensas", según señaló ayer Fernando Onega, analista de La Vanguardia . En una nota titulada "El rey en el patio de los gamberros" se preguntó "qué hace España en un grupo de países donde priman los demonios del populismo, la intransigencia ideológica y el infantilismo". E invitó luego a abrir un período de reflexión política. "No se puede mantener con ellos una relación normal. Un período de cautela económica: nuestras empresas deben replantear sus inversiones donde es dudosa la seguridad jurídica. Y una etapa de cautela diplomática: ¿es de recibo que en ningún lugar del mundo España tenga tantos problemas como en sus países hermanos de sangre, cultura y lengua? No, no es de recibo", añadió Onega, en su muy comentada lectura de los hechos. Lejos de esos extremos, el gobierno de Rodríguez Zapatero está convencido de que el incidente no afectará el fondo de su apuesta por la región, según se señaló anoche a LA NACION. Su gobierno hizo hace tres años una apuesta tan firme como visible por esa opción. Lo más contundente fue la creación de un organismo que, lejos de diluirla, consolida la existencia y la continuidad de las cumbres, que ahora aparecen entre signos de interrogación. Se trata de la Secretaría General Iberoamericana (Sigeb), que funciona en esta capital, con un presupuesto cercano a los ocho millones de euros anuales -próximo al de la Casa Real- y cuyo financiamiento se cubre, en mucho más del 50 por ciento, con lo que aportan España y Portugal. Ayer, después de lo visto, las críticas arreciaban contra el futuro de las cumbres. "Heridas de muerte", decía La Vanguardia . Celebración "Ya no pueden seguir siendo una simple celebración repetitiva de un hecho histórico que nos une a todos los iberoamericanos porque eso ya no aporta. Cuando un foro como éste no puede tomar partido entre las naciones democráticas y las que no lo son, sencillamente se torna inútil para todos o, en el peor de los casos, se convierte en un pretexto para la exhibición indecente de dictaduras", apuntó el ABC en su nota editorial. Sin ir tan lejos, pero rondando el expediente, la consecuencia política más directa de la chilena "Cumbre borrascosa" fue un nuevo cortocircuito político entre el gobierno y la oposición del derechista Partido Popular (PP) por la opción en materia de política exterior. Para Mariano Rajoy, el líder de oposición, lo ocurrido se debe "a las amistades peligrosas" de Zapatero, que elige "a los peores aliados políticos", a la vez que le recomendó que en el futuro procure acercarse a gobernantes "occidentales, liberales y democráticos". Para Rajoy, el incidente entre el rey Juan Carlos y el presidente venezolano "es consecuencia de una política exterior que ha dilapidado la influencia y el prestigio de España". Desde el gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se respondió que el PP "debería tomar ejemplo" del mensaje "de firmeza, unidad y contundencia con que, en armonía, el rey y el presidente defendieron los intereses de todos los españoles". La puja partidaria seguía servida. Más distante, el catalán Antoni Durán i Lleida (CiU) volvía a poner la mirada sobre los riesgos en la región. "Es posible que el gobierno haya estado un poco ausente en América latina. Si algo bueno puede tener esto es que tal vez sirva para que se comprenda realmente lo que puede significar el líder venezolano y que los abrazos y elogios hacia él nada tienen que ver con lo que ocurre en la realidad", dijo. -¿Y con quién de la región debería fortalecer España sus vínculos? -Con Brasil y con Chile. Con alternativas como ésas, capaces de hacer frente a la corriente populista.
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MADRID.- Se habla una vez más aquí de lo de Santiago de Chile con cierto aire a Emily Brontë y sus atormentados personajes. Pero lo cierto es que, más allá de su nutrido anecdotario, la ya rebautizada "Cumbre borrascosa" pone en tela de juicio la continuidad de la política exterior española para la región, al menos en su forma de expresión más acabada, que son los 16 años de encuentros internacionales bajo el nombre de "Cumbre Iberoamericana". Puede que sea muy temprano. Pero escasas voces se oían anoche a favor de su continuidad, por lo menos, tal como se las conoce hasta ahora, sin que nada cambie. O mientras no haya una modificación en el eje que pretende liderar el venezolano Hugo Chávez, en una fractura que -esta vez- se hizo patente frente a España. Y es difícil imaginar un futuro para lo que se intenta en esas cumbres sin la presencia y aporte europeo. En lo que nos toca directamente, lo interesante para anotar es que, desde aquí, la Argentina no es percibida muy lejos de ese eje. "El presidente Hugo Chávez secundado por el nicaragüense Daniel Ortega y el argentino Néstor Kirchner introdujeron en la cumbre dedicada a la cohesión social un nada inesperado ataque a los empresarios españoles", señaló ayer Xavier Batalla en su columna del catalán La Vanguardia . Horas antes, el influyente El País había dicho lo mismo, pero desde su primera página. Según se vio aquí, tanto el desarrollo de un eje ideológico dentro de la región a partir del "modelo del caudillo de la revolución bolivariana", como el escandaloso desenlace que esa tensión arrojó hacia el final del encuentro, terminaron, en conjunto, por poner en evidencia una política regional "que el presidente Zapatero concibió de modo generoso y a la que se le responde con ofensas", según señaló ayer Fernando Onega, analista de La Vanguardia . En una nota titulada "El rey en el patio de los gamberros" se preguntó "qué hace España en un grupo de países donde priman los demonios del populismo, la intransigencia ideológica y el infantilismo". E invitó luego a abrir un período de reflexión política. "No se puede mantener con ellos una relación normal. Un período de cautela económica: nuestras empresas deben replantear sus inversiones donde es dudosa la seguridad jurídica. Y una etapa de cautela diplomática: ¿es de recibo que en ningún lugar del mundo España tenga tantos problemas como en sus países hermanos de sangre, cultura y lengua? No, no es de recibo", añadió Onega, en su muy comentada lectura de los hechos. Lejos de esos extremos, el gobierno de Rodríguez Zapatero está convencido de que el incidente no afectará el fondo de su apuesta por la región, según se señaló anoche a LA NACION. Su gobierno hizo hace tres años una apuesta tan firme como visible por esa opción. 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Cuando un foro como éste no puede tomar partido entre las naciones democráticas y las que no lo son, sencillamente se torna inútil para todos o, en el peor de los casos, se convierte en un pretexto para la exhibición indecente de dictaduras", apuntó el ABC en su nota editorial. Sin ir tan lejos, pero rondando el expediente, la consecuencia política más directa de la chilena "Cumbre borrascosa" fue un nuevo cortocircuito político entre el gobierno y la oposición del derechista Partido Popular (PP) por la opción en materia de política exterior. Para Mariano Rajoy, el líder de oposición, lo ocurrido se debe "a las amistades peligrosas" de Zapatero, que elige "a los peores aliados políticos", a la vez que le recomendó que en el futuro procure acercarse a gobernantes "occidentales, liberales y democráticos". Para Rajoy, el incidente entre el rey Juan Carlos y el presidente venezolano "es consecuencia de una política exterior que ha dilapidado la influencia y el prestigio de España". 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Lanacion.com - Argentina/12/11/2007
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