Otra risa es posible... contra la alienación
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“No podemos abordar el humor comunista o rojo sin subrayar su subalternidad frente a su contraparte cultural, la trágica seriedad de su tradición política. Un desencuentro entre lo serio y lo no serio se afirmó en la vida política de las organizaciones marxistas de la segunda y la tercera Internacional. Lo serio como modo de expresión se volvió hegemónico en el seno de la cultura política de la izquierda socialista, no obstante la tradición legada por el propio Marx sobre la fuerza de la ironía, el humor y la sátira política”. (1)
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¿Tienen sentido del humor los marxistas?: ni todos, ni siempre
“La historia se repite primero como tragedia y después como comedia”. Marx
Que la risa se vuelva una practica des-alienante, que ayude a pegar saltos cualitativos de la conciencia, que combata los miedos, las angustias y las depresiones... que ayude a derrotar las maledicencias de la miseria y la barbarie y, en fin, que haga brillar la alegría y la inteligencia, tiene su chiste. Entre los efluvios liberadores de cierta risa, insuflada con rebeliones de la conciencia, puede sucumbir rápidamente el “logos” burgués. El sentido del humor era un rasgo característico de Marx y lo ejerció con inclemencia toda vez que se puso a modo algún frente de la teoría o de la práctica.
Se trata de un arma poderosa en la lucha de clases que puede prestar servicios invaluables para ganar la guerra simbólica (y no sólo) gracias a un repertorio, casi inabarcable, de matices, contrastes y consecuencias cualitativas en la conciencia de clase y en el fortalecimiento de la moral revolucionaria. No es lo mismo lo que mueve a risa a la burguesía que la risa del proletariado, como no han sido iguales la educación, la alimentación, la calidad de la vida ni la distribución de la riqueza. Marx lo sabía. “El modo de producción de la vida material condiciona los procesos de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.”
Sabía por ejemplo que la risa ayuda a desnudar, con la elocuencia de sus rictus y convulsiones, el fardo se absurdos agobiantes que endurecen nuestros rostros y desvencijan, con mal humor, las cejas y el arco de los labios. Sabía que la risa inteligente actualiza lo mejor del sentido del humor sin agotarlo, lo exalta y lo potencia, para fracturar la médula la solemnidad burguesa a punta de carcajadas. Dime de qué te ríes y te diré quién eres. La risa suele no ser estudiada por los filósofos pareciera que la risa juega un papel importante en la vida pero no en el pensar “serio”.
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Es falso que Marx no tuviese sentido del humor
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.” (El 18 brumario de Luis Bonaparte, 1851-52)
Marx tuvo un sentido del humor especial lleno de ironías. Contra todo pesimismo o abatimiento. Para desalinearse la humanidad, pensó Marx, necesita terminar con la propiedad privada. Sólo que esa propiedad privada –las herramientas que producen riqueza y la riqueza misma- convertidas en Dios de un sistema económico, parecen intocables. Para cierto grado de la conciencia alienada no es posible ver, ha sido invisibilizado el hecho de que la riqueza, las cosas, las producen los trabajadores que son sus dueños verdaderos. Dicho de manera simplista. La risa rebelde es una fuerza des-alienante magnífica para demoler ese Dios y hacer visibles los medios y modos con que la humanidad puede devolverse la riqueza que produce su trabajo y, con ello, ayudarse a reencontrar el camino de su desarrollo, esta vez sin patrones, sin amos, sin que otros le inventen su destino. "El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan."
Cierta risa, que no se deja estereotipar, nos rescata de las marañas de la solemnidad, orada sus “causas primeras” y también los discursos de las vidas burocratizadas. Hace boquetes por donde la vida misma se refresca. La risa delata. Reímos tal vez por supervivencia. Gracias a cierta risa clarificante sobrevivimos contra lo que amarga a la vida porque eso mismo merece tandas generosísimas de risa loca. La risa lúcida condensa modos para remontar la moral, la ética o la estética burguesa que es uno de sus caldos de cultivo. Que la risa haya sido satanizada, con no poca frecuencia, entre sofismas de toda índole, se debe incluso a cierto grado de peligro que es capaz de generar a quienes sueltan una carcajada irreverente. Sin duda, algo de lo más peligroso o atentatorio es que tal risa produzca efectos revolucionarios.
En muy pocas culturas se conoce la risa de las deidades. La risa suele omitirse y eso hace sospechar cosas de ciertos discursos hegemónicos que también, por su parte, mueven a risa -pero de otro tipo-. La risa tiene mucho de sabroso, eso es parte de su estética, si la ocultan suelo antojarse más. Hay risas que son amuleto de un reino delirante e inexplorado, delicioso y promisorio que contiene fuerzas capaces de actualizarse como símbolos para poner en peligro la estabilidad de lo dogmático, lo “normal” y lo “aceptado”. Es una risa que amalgama energías de índole insospechada para que la humanidad arremeta contra los reglamentos más tediosos de esas calamidades institucionalizadas furiosamente para amaestrar espíritus.
Marx sabía que hay cierta risa peligrosa para el statu quo porque desata en la humanidad entusiasmos diversos capaces de potenciar vitalidades de ánimo juguetón. Risa contra la solemnidad, la seriedad y esa dramaturgia burguesa que, muy seriamente, impone sus modos de producción mientras saquea a los trabajadores entre sonrisitas patronales de satisfacción. Claro que hay quienes se dedican a producir un tipo de “humor” al servicio de ridiculizar y herir con cinismo, terror y crueldad. El humor no es una solución mágica sino una habilidad asociada al equilibrio y la fortaleza emocional de los individuos, sus grupos y sus clases. Y hay que poner a juicio crítico todo lo que nos mueva a reír con base en insultos, vejaciones, discriminación y violencia.
Vivimos una cacería incesante en contra del reír libre, su naturaleza y sus efectos. La risa liberadora ha sido perseguida porque relaja la “disciplina” de una ideología alienante que tiene por baluartes el dolor, el sufrimiento y las culpas. Lo que suena a placer de los sometidos suena a pecado.
Nada se escatima para suprimir o controlar la risa rebelde, incluyendo la malversación de la propia risa, con formas estereotipadas cuya moraleja pertinaz es la estética del insulto, la denigración del prójimo y el manoseo misógino. Entre otras babosadas. Todo esto se hace pasar por “simpático” y la cultura de masas burguesa ha hecho de esto un orgullo que propaga desvergonzadamente. Hasta hay anunciantes o patrocinadores que invierten sumas impúdicas de dinero “chistoso” para que los “consumidores” se traguen el esperpento de un humor retrógrado que se camufla con piel de cordero y que sólo divierte a patrón. No es lo mismo jugar que ser juguete. Marx lo entendió muy bien.
Marx aporta siempre, sin obviedad, su sentido del humor irónico indispensable que deja ver al capitalismo como esperpento absurdo y tragicómico fabricante de tristezas enormes. Los trabajadores son también un generador de humor irreverente, a veces cínico, que suele expresar con amplitud el arco completo de los estragos alienantes, su penetración y extensión, frecuentemente ironizando con la realidad que mata de hambre y a palos. Como si fuese una clave narrativa la táctica del humor irónico en Marx se hace indispensable hasta para maldecid, sugerir y socavar clandestinamente, las instituciones morales y económicas burguesas incendiándolas con gasolina irónica que contrasta con la severidad científica de sus tratados. Incluso cuando Marx debía conseguir ingresos para la manutención de su familia, aprovechaba para no dejar prenda inmaculada. Su humor corrosivo siempre ha llamado la atención. Marx se reía hasta de lo sagrado, gracias a un humor que desnuda la sordidez del capitalismo sentido del humor repleto de rigor ético.
Se trata de un humor voluntario, no pocas veces azaroso, que propende a poner en evidencia los medios y modos absurdos de la vida burguesa. Desnudar el ridículo histórico de una crueldad concreta con un humor concreto, instintivo, taladrante, demoledor fortuito y voluntario… prácticamente una revolución emocional inmisericorde. Marx esta más furioso y serio sin ser solemne su sentido del humor irónico genial requiere de una actitud irreverente para causar risa. Es así, en general, el humor de Marx que tiene estatutos de lucha irreconciliables con las cosmovisiones del humor burgués. Lucha que implica la alteración lógica, metodológica y psicológica de roles estructurales y super-estructurales y la derogación de toda autoridad moral, física o política burguesas. “Como ocurre con ciertos sucesos grabados por Francisco de Goya y Lucientes en una época de España descrita con su habitual ironía por Carlos Marx, cuando señalaba que ese país estaba dividido en dos partes, una que producía ideas sin actos y otra que producía actos sin ideas…" (2)
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¿Qué capacidad de humor y risa tiene una clase social que masacra a miles de personas inocentes?
Para perseguir y acorralar a la risa se han acuartelado los argumentos más estrambóticos y, propiamente dicho, risibles. Dios debe mearse de la risa frente a las maromas mentales que echan sus muy diversos representantes para justificar tanto sufrimiento infligido a las clases trabajadores para convencerlas de aceptar, muy seriamente, su suerte de esclavas. "Nada hay, sea dicho, que un humor inteligente no pueda resolver en carcajadas, ni siquiera la nada...La risa como una de las más fastuosas prodigalidades humanas y hasta los límites del desenfreno, está al borde de la nada, nos la ofrece como garantía." Pierre Piobb
Reír des-alienantemente abre, expande, exalta el humor. Transporta en convulsiones liberadoras (parientes de lo instintivo) esclarecimientos que sacuden el absurdo explícito e implícito en la cotidianeidad burguesa. El genio, e ingenio, popular se apropia de cuanto acontecimiento desfila ante si para ofrécele bofetadas de su humor en lucha preñadas, muy frecuentemente, con dosis de revelación que evidencian grados muy diversos del ánimo imperante y de la maduración del combate. Incluso ante lo trágico y ante la muerte sobrevive y se escurre copiosamente ese algo, que unas veces abierto y otras no, hace chistes de todo. Y cómo se libera el espíritu y cómo renueva sus fuerzas rebeldes. Marx lo supo y Chaplin, en una época, también.
Según se mire, según duela o según nos involucre, el reír de las circunstancias cobra jerarquías peculiares porque los parámetros son movedizos y también materia del humor. La risa rebelde da esperanzas inéditas porque deja jugar a las inteligencias con juguetes demoledores del raciocinio opresor. Formula confrontaciones irreconciliables con el “logos” sedentario del patrón para encender contagios y epidemias de risas que hermanan a una clase en pie de guerra permanente. La risa rebelde feligresías donde la humanidad, más temprano que tarde, finca sus mejores identidades: las de la lucha. Eso lo teme el capitalismo y lo envidia por eso lo secuestra y lo malversa con payasadas vulgares y tontería a raudales. Por eso lo tergiversa.
La risa exige, para el disfrute de sus códigos más rebeldes, la sustancia de su diversidad integrada dialécticamente. El pensar y el sentir sintetizados en un sistema de rupturas y revoluciones que la inteligencia procura como alimento para el ascenso de la conciencia. La risa promueve categorías dinámicas que no sólo trasponen sus tipologías y taxonomías sino que integra lo económico con lo superestructural, los confunde y los funde con razones nuevas para reír con pretextos distintos. En ello se fundamenta una tipología de la risa cuyo efecto-garantía es que mueve a risa inmediatamente.
Como todo ejercicio de inteligencia la risa rebelde renueva los mitos y las leyendas. Tiene poderes inagotables y se adapta a las necesidades dialécticamente. Toda la perversión fabricada por los comerciantes del humor patológico y que se anida en los “mass media” mercantiles, todo el daño alienante que se diseña contra los pueblos con la estética del kitch sketch para todo... más la parafernalia de la risotada mercadotécnica, no han podido inhibir la magia profunda de la risa rebelde, enigma en serio. Ese es el chiste.
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¿Tomarse la militancia a lo trágico?
Qué estará pasando con el ingenio de los luchadores revolucionarios. La clase trabajadora esta necesitada de la risa liberadora, del humor y no del cinismo. Hace falta militancia revolucionaria bien armada con algunos géneros del humor y la risa... la fuerza de la caricatura que desnuda lo grotesco y lo ridículo de la realidad lacerante y de la simbólica alienante del enemigo de clase. La burguesía degenera el genio festivo popular porque es su enemigo también. Censura la risa política, la gestualidad irreverente, la canción burlesca y el carnaval porque son eficacia simbólica de la lucha de clases y transgresión del humor a todas horas lucha ideológico-política. No son pocos los canallas o los ignorantes que sueltos de cuerpo afirman que los marxistas no tienen sentido del humor. ¿Será eso un chiste? “Una de las características más excepcionales de LD (Trotsky) era su maravilloso sentido del humor…” (3) Estaban Volkov
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Dialéctica del humor: ¿Todo ha de ser pachanga?
No hay humor imperecedero ni lo verdaderamente serio es cosa de chiste… la chacota a ultranza no es humor des-alienante sino alienación pertrechada de estupidez. El humor es más amplio de lo que creemos y no se agota con chistes y risotadas. El universo complejo del humor es reacción social que tiene en la risa una de sus expresiones contradictorias. No se puede crear un fetichismo del humor que lo vuelva Dios griego o “fenómeno meteorológico”. La dialéctica del humor quiebra todo estatismo lúdico y humorístico, nos presenta un humor en movimiento. Siempre que apela a sus propias leyes para confrontar la historia y las penurias humanas apela a la risa en el combate contra la barbarie, la sinrazón y la violencia fascista. Contra las miserias de la alienación el humor de Marx va a las fuerzas emocionales y a la potencialidad política. “La mayor parte de la cháchara que emana de banqueros, políticos, actores, industriales y otros que cazan dinero, está escrita por pobres diablos desnutridos que mantienen juntos cuerpo y alma emborronando cuartillas con baratijas para mayor gloria de tipejos pretenciosos. Nos guste o no, ésta es la época en que vivimos.” Groucho
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Lugar del humor a estas horas
No se puede reír sin haber roto al menos los estatutos básicos de la resignación y la esclavitud. Marx sabía que la vida puede ser divertida y magnífica pero que se ha vuelto horrible para muchos seres humanos victimados por las leyes de la acumulación capitalista que es una mezcla perversa de espanto, desgracia y fealdad. Claro que el capitalismo ha creado su propia idea de humor y juego, su propio sentido burgués de la “alegría” y la “felicidad”... sus coartadas literarias para esconder los cadáveres que fabrica. El capitalismo no es una broma trágica de Dios contra sus “hijos”, no se le ve la gracia por ninguna parte. Reír puede ser un hecho liberador no para anestesiar la conciencia sobre la realidad sino para fortalecerla en el proceso revolucionario de transformar al mundo por otra parte única posibilidad de llegar a conocer la verdadera sonrisa humana desalineándose permanentemente. “Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar.” (Manifiesto del Partido Comunista, 1848)
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LQSomos. Fernando Buen Abad Domínguez. Enero 2008
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LQsomos/08/02/2008