Sobre el ostracismo
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Escuchamos muchas veces el término “ostracismo” y solemos referirnos a él cuando alguien es aislado por un grupo o alguien se aísla de los demás voluntariamente. Pero ¿sabemos de dónde viene el término? Veámoslo:
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“Ostracismo: en la antigüedad griega, procedimiento político que permitía desterrar temporalmente a un ciudadano considerado peligroso para el bienestar público. Según Aristóteles, la ley del ostracismo fue promulgada en Atenas por Clístenes en el 510 a.C., pero fue aplicada por primera vez hacia el 487-485 a.C. contra Hiparco. Todos los años la asamblea ateniense votaba a mano alzada si querían aplicar el ostracismo ese año. Si la decisión era afirmativa, dos meses más tarde tenía lugar una votación pública. Cada votante escribía el nombre de la persona a quien deseaba exiliar en un trozo de cerámica (en griego, ostrakon), y siempre que hubiera al menos 6.000 ostraka válidos, la persona tenía que abandonar Atenas antes de diez días y permanecer en el exilio durante diez años. El ostracismo no imponía estigmas permanentes a las víctimas y éstas no perdían las propiedades o los derechos civiles; la persona condenada al ostracismo podía ser perdonada por votación de la asamblea. Entre los políticos destacados que se sabe fueron condenados al ostracismo se encuentran Arístides (c. 483 a.C.), Temístocles (471 a.C.) y Cimón (461 a.C.). Hipérbolo, un demagogo ateniense, fue la última persona condenada por este procedimiento (417 a.C.). En la actualidad el término ‘ostracismo’ hace referencia, sobre todo en lenguaje político, al apartamiento de cualquier persona que no es del agrado de quienes toman esa decisión.” (1)
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Bien, pues ya lo sabemos; y es que estos griegos eran la leche; vale que la democracia de Atenas dejaba mucho que desear en tanto y en cuanto excluía a un montón de gente, incluidas las mujeres, pero lo del “ostracismo” tiene su aquel… ¿Imaginan que los ciudadanos de una determinada comunidad y/o municipio pudieran ponerla en práctica respecto de cargos públicos electos que no cumplieran su cometido? ¿Respecto de administradores y gestores públicos que se extralimitaran y abusaran de sus funciones? .
Claro, me dirán "ahora existen los jueces, y todo ciudadano es libre para interponer una denuncia o querella o lo que sea, si observa una falta o delito, ya sea de cohecho, de prevaricación, de fraude, de y de…" Y en cierta manera, en tanto que la justicia sea efectivamente independiente, la medida actual es también más justa, porque lo de la ley de ostracismo podía prestarse a montones de arbitrariedades, sin duda que el principio democrático de separación de poderes y sobre todo la acción de la justicia, son mucho mejor; aunque me pregunto: ¿existe la posibilidad de denunciar por mentir, por incumplimiento de promesas o por hacer con nuestros votos una malversación en regla, a un político que se postule a candidato para lo que sea? ¿Existe la posibilidad de denunciar a cargos electos con nuestros votos por tomarnos el pelo y usar la política como papel higiénico y engañarnos, sin parar, con sus falaces programas y sus perversas y demagógicas estrategias orientadas sólo a sus intereses y a satisfacer sus ambiciones de poder? ¿Existe la posibilidad de denunciar a un dirigente por tomarse atribuciones contrarias a la voluntad del pueblo que lo ha elegido? ¿Existe la posibilidad de denunciar por abuso de confianza y por abuso de poder? Opino que la respuesta a estas preguntas no es fácil... No sé, me parece que entraríamos en un cúmulo de subjetividades y arbitrariedades tal que hasta a los jueces les sería difícil el discernir sobre los temas, pero no estaría mal que tales actos formaran parte del código penal y que los ciudadanos contaran con otras herramientas además de no volver a votar a semejantes individuos.
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Otra cosa es que un municipio entero, reunido en asamblea, votara a mano alzada y en dos vueltas, sobre todo ello, y decidiera que en 5, 10 ó 20 años tal o cual político o gestor público tuviera que salir del municipio y no pudiera volver a pisarlo -y menos a presentarse como candidato- en e3se tiempo... Me parece que políticos, gestores y administradores públicos se andarían con pies de plomo a la hora de presentarse y postularse como servidores –que eso es lo que son, al fin y al cabo-, del pueblo en cuestión. Me inclino a pensar que, sino por honradez, por temor al ostracismo, esas personas serían más honestas y servirían mejor a los intereses comunes… O tal vez no, tal vez se convirtiera todo en un desaguisado de rencillas y venganzas personales; ¡vaya usted a saber!, sobre todo con lo raritos que somos.
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Me dirán que eso es lo que sucede en las urnas cada cuatro años… Y les responderé que sí pero no. Qué a elecciones se siguen presentando todo tipo de listillos, corruptos, mentirosos y gárrulos –por llamarlos de algún modo-, y que lo más sorprendente aún, es que siguen siendo votados. De modo que algo falla en el sistema de democrático de las urnas y en las neuronas -sobre todo las del hipocampo, que son las de la memoria- de los ciudadanos…
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Me temo que lo que falla, además de los candidatos, somos los electores; y falla porque falla también nuestra participación cómo sociedad civil, como ciudadanos, en la vida y en las decisiones de nuestras comunidades. Falla porque con ir a votar cada cuatro años creemos tenerlo todo resuelto; falla porque vamos a votar sin conocer ni analizar los programas que se proponen –eso cuando se proponen y no se quedan en una mera descalificación de unos hacia otros-, ni analizar el grado de cumplimiento de esos programas y menos aún el grado de optimización de la gestión. Falla porque vamos a votar anteponiendo creencias y simpatías, cuando no credulidades pueriles, de manera pasiva y robótica. Y claro, fallando todo eso, supongo que de implantarse hoy, lo de la ley del ostracismo también sería un fiasco.
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Otra cosa que siempre me ha llamado la atención es la unidireccionalidad de las sanciones. Me explico: Uno va a echar la basura a un contenedor lleno –que no ha sido vaciado- y deja su bolsa en el suelo porque sencillamente no cabe. Si eso hace, se le aplicará una sanción o multa por desacato a las normas municipales que prohíben dejar basuras en la calle. Pero la obligación del dador de servicios es mantener los contenedores vacíos. ¿No puede ese supuesto ciudadano sancionar al dador del servicio por mantener lleno el contenedor? Pues no, no puede; las sanciones son unidireccionales. Lo que el ciudadano puede hacer es quejarse, reclamar y tener paciencia a que algún alma misericordiosa se apiade de él o ella y mantenga los contenedores operativos, pero el ciudadano no tiene posibilidad de sancionar infracciones y desacatos a las normas, cuando el infractor es el propio dador público del servicio… Y claro, eso propicia, en algunos casos, la pasividad del ciudadano por indefensión adquirida… ¿Difícil, no? Pues sí, pero hay muchos casos así. Y casos mucho más graves todavía.
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Si como ciudadanos delegamos nuestras responsabilidades y deberes civiles en otros; si delegamos el cumplimiento de nuestros derechos en otros, si nos convertimos sujetos pasivos de la acción y de la gestión política, desentendiéndonos de ella y confundiendo “políticos” –esto es servidores- con “política” -QUE NOS CONCIERNE A TODOS-, ni la ley del ostracismo ni las urnas, ni nada, nos sacará del fracaso como sociedad civil.
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LQSomos. Hannah. Julio de 2008
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Fuente:
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LQSomos/19/07/2008