Musharraf y Saakashvili comprometen a Bush
Galina Zeveleva, RIA Novosti. Los recientes acontecimientos en Georgia y Pakistán han cuestionado la doctrina del presidente de Estados Unidos, George W. Bush sobre la democratización del mundo.
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A propósito, a comienzos de mes, durante una intervención ante la entidad conservadora Heritage Foundation, Bush reafirmó su visión sobre la democracia, el terrorismo y las relaciones entre ellos.
El presidente estadounidense declaró que, "en perspectivas a largo plazo, la única vía para vencer al terrorismo será promover la libertad como alternativa al radicalismo y la opresión".
Bush subrayó que el apoyo estadounidense a los disidentes, "ayudó a millones de personas en todo el mundo a librarse de las cadenas del comunismo y construir una sociedad libre que es la base de estabilidad y paz en todo el mundo".
Constató que a comienzos del nuevo siglo, continúan los mismos debates que había en tiempos de la Guerra Fría pero que ahora se refieren a la política de su administración en Oriente Medio.
Bush se refirió a los debates desatados en Washington que intentan demostrar que la política estadounidense en Oriente Medio antes que todo, deberá estar encaminada a mantener la estabilidad.
"Ellos se equivocan de nuevo", dijo Bush al subrayar que, "la idea de la libertad es universal y tiene eco en el corazón de cada individuo que vive en el planeta. Los terroristas temen más a la libertad que a nuestras armas, ellos saben que ante la posibilidad de elección, nadie querrá vivir prisionero de su oscura ideología".
El discurso de Bush desveló la polémica ya planteada con los representantes de otra corriente del pensamiento político estadounidense; los pragmáticos.
La división de los políticos estadounidenses entre idealistas y
pragmáticos no coincide con su afiliación política, y refleja los diferentes puntos de vista de cada uno de ellos en cuanto al papel, tareas y posibilidades de EEUU en el mundo actual.
Mientras que los idealistas están dispuestos a acciones concretas para democratizar a todo el mundo, los pragmáticos en mayor medida están dispuestos a aceptar el mundo tal como es.
Los últimos acontecimientos en Georgia y Pakistán y antes en Irak, Palestina, Líbano, Kirguizistán y en cierta medida en Ucrania, suponen un duro golpe contra su ideología, por cuanto demuestran su vulnerabilidad e incongruencia con la realidad.
La lucha contra el terrorismo en Pakistán exige que Bush apoye al actual presidente y general Pervez Musharraf.
Con cierto éxito, Musharraf ha maniobrado los últimos años entre EEUU que exige medidas contra los extremistas islamistas, y la sociedad paquistaní, donde predomina un fuerte sentimiento antinorteamericano y un escaso apoyo a los métodos estadounidenses para combatir los terroristas.
La administración estadounidense consideraba óptima la alianza entre Musharraf y la ex primera ministra y líder del Partido Popular de Pakistán (PPP), Benazir Bhutto.
Sin embargo, las posibilidades de esa alianza ahora son prácticamente nulas. Bajo arresto domiciliario, Bhutto rechazó cualquier posibilidad de cooperación con el presidente Musharraf y exhortó al resto de la oposición pakistaní a unirse contra él.
En el caso de Pakistán, la administración Bush quedó rehén de su propia retórica sobre la libertad, la democracia y la universalidad de estos conceptos en todos los países.
Por consideraciones ideológicas, Bush no puede apoyar abiertamente las acciones violentas de Musharraf, a pesar de que comprende que está en juego el destino de un país, que además de poseer armas nucleares, también tiene en su territorio organizaciones extremistas islámicas en plena actividad.
Al mismo tiempo, muchos pragmáticos resaltan que actualmente en Pakistán no hay alternativa a Musharraf, incluso la democracia, porque es muy alto el riesgo de caos y todas las consecuencias que implicarían para su seguridad nuclear y la lucha con el terrorismo.
La ideología estadounidense sobre la reconstrucción democrática del mundo y los partidarios de las revoluciones "de colores" recibieron otro duro golpe por parte del presidente de Georgia, Mijail Saakashvili.
De forma análoga a Pakistán, los acontecimientos en Georgia, con la dispersión violenta de manifestantes, el cierre de los canales de televisión y la imposición del estado de excepción causaron una fuerte conmoción en Washington.
Incluso tutores de la democracia georgiana, como el diario Washington Post con confusión reconoció, "en solo una semana, Mijail Saakashvili propinó a la idea de la difusión de la democracia estadounidense un golpe mucho mayor que el pudieron dar diez Pervez Musharraf juntos. Al fin de cuentas, eran pocos los que creían en la democracia en Pakistán, pero en Georgia las expectativas eran muy altas".
Los acontecimientos en el Oriente Medio, Asia y en las repúblicas de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) en donde ocurrieron revoluciones de "colores" obligan a reflexionan porqué los intentos de restructuración democrática en esos países condujo a su desestabilización e incluso al caos.
Porqué esos esfuerzos ahora se reflejan en una abierta decepción de sus ciudadanos por la democracia, y porqué esa cruzada ha conllevado a la aparición de nuevos estados insolventes.
También se plantea la cuestión sobre cuáles deben ser las condiciones que debe reunir la democracia para que conduzca al desarrollo de la sociedad, y puedan demostrar a los ciudadanos todas sus ventajas frente a otras formas de estructura social.
Otro punto clave de análisis supone las posibilidades exitosas de importar la democracia desde el exterior.
Es probable que el sobrestimado papel atribuido a Estados Unidos en el desarrollo de varios países en el pasado, en cierto grado está deformando las expectativas de reestructurar el mundo con recetas de Washington en el presente.
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A propósito, a comienzos de mes, durante una intervención ante la entidad conservadora Heritage Foundation, Bush reafirmó su visión sobre la democracia, el terrorismo y las relaciones entre ellos.
El presidente estadounidense declaró que, "en perspectivas a largo plazo, la única vía para vencer al terrorismo será promover la libertad como alternativa al radicalismo y la opresión".
Bush subrayó que el apoyo estadounidense a los disidentes, "ayudó a millones de personas en todo el mundo a librarse de las cadenas del comunismo y construir una sociedad libre que es la base de estabilidad y paz en todo el mundo".
Constató que a comienzos del nuevo siglo, continúan los mismos debates que había en tiempos de la Guerra Fría pero que ahora se refieren a la política de su administración en Oriente Medio.
Bush se refirió a los debates desatados en Washington que intentan demostrar que la política estadounidense en Oriente Medio antes que todo, deberá estar encaminada a mantener la estabilidad.
"Ellos se equivocan de nuevo", dijo Bush al subrayar que, "la idea de la libertad es universal y tiene eco en el corazón de cada individuo que vive en el planeta. Los terroristas temen más a la libertad que a nuestras armas, ellos saben que ante la posibilidad de elección, nadie querrá vivir prisionero de su oscura ideología".
El discurso de Bush desveló la polémica ya planteada con los representantes de otra corriente del pensamiento político estadounidense; los pragmáticos.
La división de los políticos estadounidenses entre idealistas y
pragmáticos no coincide con su afiliación política, y refleja los diferentes puntos de vista de cada uno de ellos en cuanto al papel, tareas y posibilidades de EEUU en el mundo actual.
Mientras que los idealistas están dispuestos a acciones concretas para democratizar a todo el mundo, los pragmáticos en mayor medida están dispuestos a aceptar el mundo tal como es.
Los últimos acontecimientos en Georgia y Pakistán y antes en Irak, Palestina, Líbano, Kirguizistán y en cierta medida en Ucrania, suponen un duro golpe contra su ideología, por cuanto demuestran su vulnerabilidad e incongruencia con la realidad.
La lucha contra el terrorismo en Pakistán exige que Bush apoye al actual presidente y general Pervez Musharraf.
Con cierto éxito, Musharraf ha maniobrado los últimos años entre EEUU que exige medidas contra los extremistas islamistas, y la sociedad paquistaní, donde predomina un fuerte sentimiento antinorteamericano y un escaso apoyo a los métodos estadounidenses para combatir los terroristas.
La administración estadounidense consideraba óptima la alianza entre Musharraf y la ex primera ministra y líder del Partido Popular de Pakistán (PPP), Benazir Bhutto.
Sin embargo, las posibilidades de esa alianza ahora son prácticamente nulas. Bajo arresto domiciliario, Bhutto rechazó cualquier posibilidad de cooperación con el presidente Musharraf y exhortó al resto de la oposición pakistaní a unirse contra él.
En el caso de Pakistán, la administración Bush quedó rehén de su propia retórica sobre la libertad, la democracia y la universalidad de estos conceptos en todos los países.
Por consideraciones ideológicas, Bush no puede apoyar abiertamente las acciones violentas de Musharraf, a pesar de que comprende que está en juego el destino de un país, que además de poseer armas nucleares, también tiene en su territorio organizaciones extremistas islámicas en plena actividad.
Al mismo tiempo, muchos pragmáticos resaltan que actualmente en Pakistán no hay alternativa a Musharraf, incluso la democracia, porque es muy alto el riesgo de caos y todas las consecuencias que implicarían para su seguridad nuclear y la lucha con el terrorismo.
La ideología estadounidense sobre la reconstrucción democrática del mundo y los partidarios de las revoluciones "de colores" recibieron otro duro golpe por parte del presidente de Georgia, Mijail Saakashvili.
De forma análoga a Pakistán, los acontecimientos en Georgia, con la dispersión violenta de manifestantes, el cierre de los canales de televisión y la imposición del estado de excepción causaron una fuerte conmoción en Washington.
Incluso tutores de la democracia georgiana, como el diario Washington Post con confusión reconoció, "en solo una semana, Mijail Saakashvili propinó a la idea de la difusión de la democracia estadounidense un golpe mucho mayor que el pudieron dar diez Pervez Musharraf juntos. Al fin de cuentas, eran pocos los que creían en la democracia en Pakistán, pero en Georgia las expectativas eran muy altas".
Los acontecimientos en el Oriente Medio, Asia y en las repúblicas de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) en donde ocurrieron revoluciones de "colores" obligan a reflexionan porqué los intentos de restructuración democrática en esos países condujo a su desestabilización e incluso al caos.
Porqué esos esfuerzos ahora se reflejan en una abierta decepción de sus ciudadanos por la democracia, y porqué esa cruzada ha conllevado a la aparición de nuevos estados insolventes.
También se plantea la cuestión sobre cuáles deben ser las condiciones que debe reunir la democracia para que conduzca al desarrollo de la sociedad, y puedan demostrar a los ciudadanos todas sus ventajas frente a otras formas de estructura social.
Otro punto clave de análisis supone las posibilidades exitosas de importar la democracia desde el exterior.
Es probable que el sobrestimado papel atribuido a Estados Unidos en el desarrollo de varios países en el pasado, en cierto grado está deformando las expectativas de reestructurar el mundo con recetas de Washington en el presente.
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RIA Novosti - Russia/22/11/2007