Entre las Religiones y las Supersticiones -
Una de las cosas que me llamaron la atención desde que era niño es la existencia de personas con supuestos poderes mágicos, espirituales, paranormales y diabólicos. A estas personas se les brinda respeto, en ocasiones se les tiene temor y en otras se les rinde pleitesía. Lo curioso es que el estatus social de tales individuos con frecuencia se ubica en el mismo paralelo que el de los respetados y distinguidos sacerdotes, curas y pastores de las denominaciones religiosas más ampliamente conocidas.
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El origen de las religiones puede remontarse a muchas épocas y se puede atestiguar a través de diversas manifestaciones antropológicamente primitivas como es el caso de las prácticas animistas de las etnias menos avanzadas que habitan rincones apartados del mundo. Ejemplo viviente de ello son los animismos de las muchas tribus africanas, americanas y asiáticas que les atribuyen poderes divinos y extranaturales a sus antepasados muertos. Invocan a los difuntos con ceremonias en los cuales dicen entrar en contacto con ellos para pedirles favores y lo más sorprendente es que aseguran que las almas vivientes de estos extintos seres escuchan sus peticiones y tienen poderes milagrosos que se manifiestan con frecuencia con solo que se les pida que lo hagan. Es precisamente una de las bases de las religiones de hoy, que supuestamente han evolucionado hasta dejar de venerar a cualquier muerto, para concentrarse solo en algunos de ellos considerados más milagrosos, más benévolos, etc. Los monoteísmos van incluso más allá para negar la veneración a todo difunto que no sea el indicado por un solo Dios, llámese Yahvé, Alá, Cristo, algún profeta, Alguna virgen o algún santo. Nótese que se trata en todos los casos de seres que ya murieron o que nunca existieron. Sin embargo, al igual que los animistas, los creyentes modernos los siguen venerando.
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Pero paralelamente a la evidente continuación de los elementos animistas dentro de los politeísmos y monoteísmos actuales, estas últimas han acarreado una serie de prácticas supersticiosas provenientes de ese pasado, con la infundada creencia de que son buenas para el alma, porque son símbolos de una relación directa con el divino, o porque sellan un pacto con Dios. Al respecto hay muchos ejemplos. Uno de ellos es el uso del incienso aparentemente para crear una atmósfera limpia para el abrigo del Señor y otros beneficios espirituales misteriosos. Otro ejemplo es el uso del agua, tanto para el bautizo como una manera de repartir bendiciones divinas a los creyentes. Lo mismo puede observarse con el encendido de las velas supuestamente para simbolizar la devoción a algún mortal ya fallecido. Pero dentro de la fe cristiana, la mayor práctica supersticiosa es la veneración de la llamada “Santa Cruz”. Este ritual, que no es más que una antigua forma de someter a los mortales a la pena capital en el antiguo medio oriente, ahora no solo se venera, sino que se acaricia, se besa, se porta como adorno al cuerpo, se coloca en todas partes, se le llora, se le implora, se marca la frente de los fieles católicos el día miércoles de ceniza, y muchas otras cosas que se realizan con la tal cruz. Claros ejemplos de superstición, toda vez que los fieles creen que portando una cruz se pueden salvar de la maldad del mundo, o bien mojándose con agua van a ser diferentes que después de un buen baño en su casa. Millones de personas se visten de cierta manera durante ciertos días y se abstienen de alimentarse con ciertos alimentos alusivos a alguna conmemoración sagrada, en clara actitud supersticiosa.
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A todo lo anterior se suman otras prácticas supersticiosas muchas veces propias de cada región, cultura o país y, que en América Latina son muy comunes, a saber:
-Hay que comer un cierto número de uvas la noche de año nuevo,
-Hay que portar algún vestido o prenda roja la noche de año nuevo,
-No se debe barrer la casa de adentro hacia la entrada del frente,
-El novio no debe ver el vestido de la novia antes de que llegue al altar,
-Hay que colocarle a los bebés recién nacidos un amuleto rojo para evitarles mal de ojo,
-Se debe bendecir el negocio, el vehículo, la casa o la construcción nueva antes de ocuparla,
-Los rosarios dedicados a los difuntos sirven para salvar su alma del purgatorio,
-Si un niño, adolescente o adulto no se bautiza, le pueden salir los cuernos de la maldad,
-Persignarse es una forma de protección contra la maldad y de buena suerte,
-El éxito en los negocios se puede lograr bendiciendo el dinero de la primera venta,
-Es de mala suerte levantarse de la cama pisando primero con el pie izquierdo,
-Es de mala suerte soñar con animales y con objetos negros,
-Existen números de buena y de mala suerte,
-Los astros tienen efectos sobre los seres vivos,
-Los signos zodiacales predicen sucesos en el futuro de cada persona,
-Es de mala suerte para la pareja que llueva en el día de la boda,
-Un día martes o viernes 13 es de mala suerte casarse o embarcarse,
-Las almas de los muertos salen de sus tumbas y deambulan de noche,
-Los muertos se deben sacar de la casa con los pies por delante, de lo contrario ocurren más muertes,
-Es de mala suerte pasar debajo de un escalera,
-La presencia de una mariposa negra en una casa es señal de muerte. Hay que matarla inmediatamente para evitar la desgracia,
-Es de mala suerte abrir una sombrilla dentro de una casa,
-Es de mala suerte que a alguien se le atraviese un gato negro por el camino, en especial si es de derecha a izquierda,
-Según la región, derramar sal al piso puede ser de buena o de mala suerte,
-Es señal de buena suerte que un saltamontes verde (llamado también grillo, esperanza, chapulín, langosta) se pose sobre una persona,
-El repentino olor a jazmín es señal de mala suerte
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La lista de supersticiones populares puede extenderse considerablemente si se consideran las prácticas en los diferentes lugares. Bastaría decir que todas y cada una de estas carecen de veracidad. Son tan solo frases, dichos y creencias que se han transmitido a lo largo de muchas generaciones y mucha gente tiende a aceptarlos sin cuestionamiento. Les dan la misma validez que su fe en un Dios imaginario, hasta el grado de ubicarlos todos en el mismo recipiente de su fe de manera ingenua o deliberada.
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Las supersticiones cobran un matiz tenebroso y macabro cuando se asocian con prácticas malévolas atribuidas a la santería, el espiritismo y la brujería (conocida también como vudú). Aunque su origen también es religioso y algunos devotos lo siguen considerando como tal, estas actividades tienen serios vicios de falsedad igual o más que las otras religiones. Se basan en magias, trucos, artimañas, hipnosis, suministro y consumo de enervantes, estupefacientes, venenos y demás medicamentos alucinantes. Los chamanes, brujos, espiritistas, maestros y sacerdotes son conocedores de las artimañas de las que se valen para someter a sus fieles a base del más vil de los engaños. Detrás de sus actividades se esconde uno de los más siniestros comportamientos humanos, toda vez que con frecuencia atentan contra la vida de personas inocentes infringiéndoles toda clase de daños, incluyendo la muerte. El caso ampliamente estudiado ha sido el conocido vudú, traído de África y enraizado fuertemente en la empobrecida república negra de Haití. Aunque también se practica en sendas regiones del continente, bajo otros nombres, en esa práctica, los maestros han llegado a dominar la combinación del enervante letal encontrado en el pez sapo o Lophiodes caulinaris (cuya carne es un majar japonés), el cual combinan con ciertas hierbas para suministrárselo a sus víctimas a fin de reducir su actividad cardiaca hasta el mínimo. El individuo entra en un estado de coma que el médico tradicional diagnostica como muerte. Una vez enterrado el aparente muerto, el maestro lo desentierra antes de las 24 horas de fallecer y le suministra un antídoto que lo resucita. Si el paciente logra sobrevivir, el daño al cerebro es tan grande que sus cinco sentidos no se recobran del todo y entonces queda a la merced y órdenes del maestro. Eso es lo que se ha conocido como sombificación. Un truco ya conocido como la obra de un malvado y nada que ver con la supuesta acción de Satanás, al que los monoteístas utilizan para propagar temor y ganarse de esa manera muchos de sus adeptos. Casos similares se presentan con los llamados maleficios, muy comunes en las comunidades rurales de nuestros países, donde la desinformación y la escolaridad son frecuentemente bajas o incluso nulas.
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Lo lamentable de este sin número de supersticiones es el hecho de estar completamente alejadas de la verdad y por consiguiente de la realidad. En otras palabras, no hay manera de verificar si se trata de certidumbres o falacias y ante la duda, lo más probable es que sean lo segundo, lo que los coloca fuera del alcance de la ciencia. Muchas personas piensan que lo que admiten como verdad tiene que serlo para todos los demás, por el simple motivo de que ellos lo afirman. No tienen la remota idea de que la verdad tiene sus causes de verificación y ello solo puede ser a través del método científico. La magra escolaridad puede explicar este tipo de actitudes de menosprecio por la ciencia, llegando incluso a acusar a los científicos de ser personas muy arrogantes, cuando ellos no han invertido suficiente uso de masa encefálica como para emitir tales juicios. Hoy la ciencia envía vehículos al planeta Marte en 7 meses y controla sus actividades desde la tierra. Hoy la ciencia produce réplicas de seres vivos en versión más joven (clones) y todo ello es verificable y reproducible. Y nada de eso es sospechoso, misterioso o supersticioso. Son solo hechos reales desarrollados por el hombre.
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De todo esto, muchos pueden argumentar que se trata de simples cuestiones culturales propios de cada pueblo o de la naturaleza humana. Lo cierto es que millones de personas practican y creen estas supersticiones como verdades al pie de la letra. Eso constituye una amenaza velada al progreso de la civilización humana y por lo mismo debe denunciarse y combatirse con razonamientos lógicos, objetivos y apegados a la realidad. Creer en y practicar tales cuestiones vergonzantes denigran la raza humana y constituyen un retroceso a la época del oscurantismo. Se puede aceptar que se trate solamente de la manifestación de una determinada cultura. Pero de todos modos subyace el efecto negativo que esto tiene sobre el subconsciente de las personas, y bien sabemos que una mentira repetida N veces termina convirtiéndose en verdad.
El respeto por la cultura de los pueblos no debe confundirse con la preservación de conductas erradas, mucho menos cuando esta atenta contra los avances sociales de dichos pueblos. Las formas de cantar, bailar, comer, vestir, hablar, trabajar y entretenerse deben perdurar sin la interferencia de supersticiones enajenantes que aducen intervención de algún ente supernatural no verificable.
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Yo soy partidario de que lo cultural se reserve en los museos, en los recintos donde se pueda reproducir para mostrar lo absurdo de las civilizaciones del pasado, haciendo hincapié en que eso no tiene validez en el presente ni en el futuro. No se trata de creer por creer a ciegas, sino de aceptar como verdad lo contundente y comprobable a todas luces, y saber desechar lo que no resiste dicha prueba.
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LQSomos. Walter Chisholm. Junio de 2008
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LQSomos/11/06/2008