Hace cerca de 20 años Fukuyama parafraseaba a Marx con esta última expresión para indicar cómo la democracia liberal constituía el punto de llegada de la evolución ideológica de la humanidad.
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Ricardo Chica*
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Con la intensificación de la globalización y su identificación con la extensión del Neoliberalismo Anglo- Americano (Nlaa), y mediante una combinación de presión de organismos multilaterales y una variedad argumentos en economía política que mostraban la mayor consistencia con el desarrollo del mercado de la institucionalidad del Nlaa, se llegó a equiparar la adopción de esta institucionalidad con la escatología (fin de la historia) a la que refería Fukuyama.
Este accionar del Nlaa como un historicismo (criticado como tal, junto con su opuesto simétrico el estalinismo, por imponer ingentes sacrificios presentes por un paraíso futuro en PORTAFOLIO 2/12/05) se tradujo en la idea de la fuerza de la uniformización institucional, que viene argumentado que otras formas institucionales como el sistema financiero basado en banca y no en el mercado de capitales y el sistema jurídico de tradición continental y no el de common law son primitivos, ineficientes y más proclives a la corrupción.
¿Pero podemos estar tan seguros de que estamos alcanzando el estado de paz universal perpetua (como lo llamaba Kant) bajo la egida de la globalización como globamericanizacion?; ¿o estamos entrando en una nueva era que si bien estará basada, sin duda, en la democracia liberal y en la economía de mercado no será la universal Pax Americana bajo la 'globamericanizacion'?
Consideremos dos tipos de aspectos que indican que si bien no es claro hacia dónde nos estamos moviendo tampoco es claro que hemos llegado al fin de la historia en la hegemonía Nlaa, ya que aunque algunas de las tendencias implicadas por ellos sí refuerzan esta hegemonía, otras la erosionan.
El primero de esos aspectos es la bancarrota moral de la cruzada por la democracia en Medio Oriente con los doble estándars para Israelitas vs. Palestinos, los horrores de la tragedia de Irak y los excesos de la war on terror (trato a prisioneros en Irak, rendición extraordinaria y Guantánamo Bay), políticas que han destruido la autoridad moral de los predicadores de la institucionalidad angloamericana a la neoconservadora.
El segundo aspecto tiene que ver con las transformaciones que están teniendo lugar en las tres dimensiones de la globalización, la comercial/productiva, la tecnológica y la financiera. Sobre los dos primeros elementos cabe por ahora mencionar dos aspectos a discutir: primero, en ambas se conjugan elementos de flexibilización competitiva, que contribuyen a la marketización generalizada que subyace a la globamericanización, con elementos cooperativos y de acción colectiva no mercantil que se oponen a esas flexibilización y marketización; segundo, ambas han contribuido a la vez que han estado determinadas por el resurgimiento asiático que consideraremos al final.
Concentrémonos hoy en la tercera dimensión, la globalización financiera.
Como he planteado en columnas recientes el sistema financiero (SF) viene sufriendo una transformación hacia una estructura en la que, paradójicamente, la prioridad de su función de manejo de riesgo (sobre la tradicional de trasferencia de recursos a la inversión y correspondiente acopio/procesamiento de información sobre la actividad económica) ha resultado, con la explosión en los instrumentos derivados, en una estructura más riesgosa tanto por la correspondiente importancia de la especulación como por el potencial de contagio a nivel sistémico.
La actual crisis financiera global tiene, tanto por sus potenciales consecuencias como por su significado (en unirse al fracaso de la war on terror como mecanismo para imponer el estilo anglosajón de democracia en Medio Oriente), una importancia crítica en mellar el papel demiúrgico que el Nlaa le asigna a los mercados.
Retomemos la transformación mencionada para entender tanto la magnitud de la crisis como algunas reacciones a ella.
El sistema financiero global viene asemejándose cada vez más a un ciclón que gira sobre sí mismo con un minúsculo contacto con la economía real (el activo base del primer derivado de la cadena sobre la que se construye esta pirámide invertida de transferencia de riesgo) y una espiral que se aleja de esta progresivamente en una inestabilidad explosiva.
Solo considerar la magnitud de las consecuencias que enfrentamos da una idea de lo significativo de este proceso: un costo cercano al billón y medio de dólares solo para la banca americana y costos similares para la británica y la europea (y la islandesa, un país en bancarrota que ilustra perfectamente la metáfora del ciclón); una caída de las bolsas del tamaño de la de Savings&Loans del 87 que, en conjunción con el colapso crediticio, está llevando a hablar de la crisis más severa desde la Gran Depresión de los 30; y en materia de consecuencias las típicas de una parálisis financiera por desconfianza, la asfixia crediticia que afecta igual a los hogares americanos (que enfrentan la pérdida de sus viviendas, sus empleos y sus pensiones), que a las empresas de todos los tamaños que ven recortados a la vez crédito y pedidos, colapso de la demanda que se extiende a todo lo largo y ancho de le economía mundial ya afectando a economías exportadoras campeonas como Alemania y Singapur.
Y eso que en materia de consecuencias todavía no presenciamos la espiral contraccionista que seguirá a la asfixia crediticia cuando empresas viables sean forzadas en bancarrota por la iliquidez y la caída de la demanda, lo que a su vez erosionará todavía más los balances de los bancos y los hará aún más reacios a prestar con lo que el círculo vicioso / contracción real / colapso crediticio se profundizará.
Por otra parte, en materia de reacciones dos de los elementos incluidos en los paquetes de medidas son particularmente significativos: recapitalización, que exante mediante mecanismos regulatorios inhibitorios del excesivo apalancamiento hubiera sido mejor que expost con recursos sociales (como dijo el parlamentario inglés la mano invisible del mercado se nos mete en el bolsillo); y regulación prudencial incluida transparencia, que exante mediante control de los nexos de los bancos con el enorme SF paralelo over the counter hubiera sido mejor que asumir los costos de esos nexos expost.
El punto es que el primer elemento significa que el Gobierno americano se ha visto forzado a seguir el camino que abrió Brown en el Reino Unido en una admisión de derrota de la agenda Nlaa monumental: como dijo el nuevo Nobel Paul Krugman ese Gobierno perdió tres semanas por una resistencia ideológica a lo que a sus ideólogos parecía socialismo intolerable.
Será que el que la sociedad haya visto su confianza traicionada por el SF (en palabras de Krugman) traerá consigo una reconstrucción del SF que, como la que tuvo lugar en Breston Woods al final de la segunda guerra, no se base en la desacreditada creencia, (tan cara a la agenda neoliberal de los neoconservadores americanos) de que los mercados financieros deben dejarse funcionar a su libre arbitrio (mejor dicho de el de sus mega agentes).
En cuanto a las tendencias en las otras dos dimensiones de la globalización, comercial/productiva y tecnológica, aunque tanto en principio como en la práctica ellas han significado un fortalecimiento de la economía americana (más que de la inglesa virtualmente desindustrializada en su burbuja inmobiliaria y bursátil), ellas se han convertido también en un factor del resurgimiento asiático que caracterizará al siglo XXI
(The Irresistible Shift of Power to the East de Mahbubani).
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*Ricardo Chica. Director Centro de Estudios Asiáticos
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