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FRENTE A LA ASAMBLEA VENEZOLANA, EN EL BICENTENARIO DE ESE PAIS, CRISTINA KIRCHNER RECLAMO LIBERTAD E IGUALDAD
“Como una segunda independencia”
Los presidentes de Cuba, Ecuador, Bolivia, República Dominicana y Nicaragua también asistieron a la conmemoración venezolana. La primera mandataria exhortó a “desterrar los enclaves coloniales” como el del Reino Unido en Malvinas.
En el festejo por el bicentenario de la independencia venezolana, Cristina Kirchner, ante los mandatarios de Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y República Dominicana, destacó que actualmente “nuestros pueblos buscan su segunda independencia”. Chávez le respondió parafraseando a Perón
“EL SIGLO XXI NOS ENCONTRARA UNIDOS O DOMINADOS”
“¡Uh, ah, Cristina no se va!” El estribillo recibió a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner apenas ingresó en la Asamblea Legislativa. “Quiero agradecer este increíble e inmerecido privilegio de hablar aquí”, dijo la oradora de honor en la sesión del Bicentenario de la Independencia. El presidente Hugo Chávez la eligió para esa misión que erizó a los críticos de la Revolución Bolivariana, recelosos del protagonismo de un mandatario extranjero. “Este Bicentenario es una segunda independencia. La libertad asociada a la igualdad: dos valores que expresan una sociedad más equitativa, más igualitaria”, remarcó CFK. En primera fila la aplaudían los presidentes de Cuba, Ecuador, Bolivia, República Dominicana y Nicaragua. Los 169 miembros de la Asamblea y todos los invitados se pusieron de pie para acompañar el reclamo de soberanía en las islas Malvinas: “Tenemos que desterrar los enclaves coloniales como el que el Reino Unido tiene en el sur del continente, y ésa es una obligación universal”, insistió.
El día había empezado muy temprano con el homenaje a Simón Bolívar en el Panteón Nacional. La extensión del desfile del Bicentenario, donde sólo faltó el paso de Peter, uno de los perros que protegen a Chávez, demoró la llegada de los mandatarios al Palacio Legislativo. La entrada por los jardines, donde bailaban parejas combinando ritmos caribeños y cantaban distintos grupos, le daban el color chavista a la solemnidad de la ceremonia que minutos después empezaría en el recinto. El ecuatoriano Rafael Correa compitió también en el cantito de “Uh, ah, Correa no se va”, y todos fueron equiparados en los aplausos. La presidenta de la Asamblea Nacional, Cilia Flores, pidió un saludo para Fidel Castro y recordó que “un día como hoy, hace 49 años, Cuba derrotó al imperio en Playa Girón”. Otra vez, todos hicieron sonar sus palmas.
“Hugo me sugirió que empezara desde el descubrimiento de América, pero eso lo dejo para sus interminables discursos, yo voy a empezar por 1810”, dijo la Presidenta ante la complacencia de su auditorio. Hizo un recorrido por Moreno, Castelli, Belgrano, Francisco de Miranda y los revolucionarios franceses, para reivindicar esas ideas que hicieron “nido en la cabeza de esos hombres como instrumentos para la liberación de los pueblos, para construir sociedades más justas y equitativas”.
Las cámaras de la televisión venezolana, que transmitió en cadena nacional los actos por el Bicentenario, alternaban con las imágenes de los presidentes latinoamericanos y del propio Chávez, quien había cambiado el uniforme militar por un traje azul cruzado por la banda presidencial. “El cuerpo descuartizado de Tupac Amaru es el símbolo de que la libertad e igualdad no tienen nacionalidad, son valores universales que hacen a la condición humana”, dijo antes de describir las diferencias con el Centenario de la Independencia, cuando América estaba desunida y “las ideas de los libertadores habían quedado alejadas de las prácticas políticas de quienes conducían los países”.
“Crear la unidad de Latinoamérica no debe llevarnos a pensar que todos deben ser iguales. El secreto está en aceptar nuestra diversidad, nuestros distintos momentos históricos. Pertenezco a un partido que hizo punta, en 1945, en crear la tercera posición, un principio latinoamericano desde el que recreamos una forma de ver el mundo, de conducirnos, de relacionarnos”, dijo la Presidenta. En la necesidad de sellar la unidad como escudo de defensa de intereses comunes, destacó el apoyo de los países de la región en la reivindicación de soberanía en las islas del Atlántico Sur. “En mi país, una plataforma que navegó 14 mil kilómetros llegó para sacar petróleo de las islas Malvinas. Esta es una batalla por los recursos naturales, por el agua; esta lucha tal vez sea una de las claves del siglo XXI”, recordó.
Cristina Kirchner retomó nodos de sus exposiciones en foros internacionales, como el del doble standard que utilizan los países poderosos para hacer cumplir las resoluciones de Naciones Unidas. Reivindicó el multilateralismo y aprovechó para destacar la efectividad de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Señaló el papel que jugó en el respaldo al gobierno de Evo Morales cuando fue jaqueado por un intento golpista. “La Unasur pudo lograr lo que otras organizaciones no pudieron en Centroamérica (en alusión al golpe en Honduras, que desplazó a Manuel Zelaya). Esto muestra lo que podemos hacer. No se trata de quién grita más fuerte, sino de unir esfuerzos y lograr resultados.”
El presidente venezolano agradeció a su par argentina y optó por la brevedad en sus palabras. Eso sí, no se privó de un “¡Viva Perón!” Y en parafrasearlo con que “el siglo XXI nos encontrará unidos o dominados”. Los festejos siguieron rumbo a la Cumbre especial de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (ALBA), mientras en barrios ricos de Caracas algunas señoras hicieron sonar sus cacerolas, molestas por la presencia de Cristina Fernández de Kirchner como oradora de honor en la Asamblea del Bicentenario.
SUBNOTAS
La actuación de Garzón incidió en la anulación de las leyes de amnistía en Argentina Crédito: Presidencia de Argentina | |
El jurista chileno Roberto Garretón acuñó las frases "efecto Garzón" y "efecto Pinochet", luego de que el magistrado español intentara en 1998 extraditar desde Londres al ex dictador Augusto Pinochet (1915-2006) por crímenes de lesa humanidad cometidos durante el régimen que comandó en Chile entre 1973 y 1990.
Pinochet, quien se recuperaba de una operación al momento de ser detenido, pasó más de 500 días arrestado en la capital británica hasta que ese país decidió devolverlo a Santiago por razones humanitarias, donde fue procesado por violaciones de derechos humanos y malversación de caudales públicos, pero nunca condenado.
Pese a ello, los juicios y condenas por ejecuciones, desapariciones y torturas cometidas en su dictadura se multiplicaron después de 1998.
"El 'efecto Garzón' significa que los jueces de todo el planeta aprendieron que se podía hacer justicia" por crímenes de lesa humanidad y "el 'Efecto Pinochet', que a ningún violador de derechos humanos le conviene viajar", explicó a IPS el jurista Garretón, ex relator especial de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos para la República Democrática del Congo (1994-2001).
En otras palabras, se activó la justicia universal, cuyos principios establecen que los crímenes de lesa humanidad no pueden ser amnistiados ni prescriben, y que si no son perseguidos en el país donde se cometieron pueden serlo en cualquier otro Estado.
Hoy, paradójicamente, Garzón está del lado de los acusados en su país por intentar esclarecer la suerte de las víctimas de la Guerra Civil Española (1936-1939) y de los primeros años de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), crímenes que fueron amnistiados en 1977. Se le imputa el delito de prevaricación: dictar, a sabiendas, una resolución injusta.
"Lo que está haciendo ahora España es una reversión del efecto Garzón", según Garretón.
El "juez estrella" enfrenta además otros dos procesos judiciales por ordenar escuchas telefónicas en un caso de corrupción que afecta al derechista y opositor Partido Popular y por cerrar una investigación contra el presidente del Banco Santander, Emilio Botín.
"La actuación de Garzón tuvo una importancia extraordinaria para la anulación (en 2003) de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida" en Argentina, dijo a IPS el abogado argentino residente en España, Carlos Slepoy, representante de familiares de víctimas de la última dictadura que soportó ese país sudamericano entre 1976 y 1983.
"Esa anulación, que primero fue en el Congreso (legislativo), ocurrió después de que Garzón pidió la detención y extradición de 46 militares y civiles, muchos de ellos altos oficiales que vivían en la impunidad", recordó.
En respuesta al proceso seguido actualmente contra Garzón en el Tribunal Supremo de España, Slepoy promovió la presentación de una querella por genocidio en la justicia argentina por parte de familiares de dos españoles fusilados por el régimen franquista.
"La actuación de Garzón en la captura de Pinochet, así como en el procesamiento de militares argentinos, dio la pauta para que la Audiencia Nacional de España admitiera el caso de genocidio en Guatemala", planteó a IPS Benito Morales, abogado de la no gubernamental Fundación Rigoberta Menchú.
La justicia española acusó de ese delito al general Efraín Ríos Montt y a otros altos oficiales guatemaltecos, tras una demanda interpuesta en 1999 por la líder indígena y Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú. Hasta ahora, ninguno de los acusados guarda prisión.
Ríos Montt, gobernante de facto entre 1982 y 1983, aplicó la política de "tierra arrasada" en comunidades mayas de Guatemala, con lo que elevó a tope la violación de derechos humanos de la población civil en la guerra interna que vivió ese país (1960-1996) y que dejó más de 200.000 personas asesinadas o desaparecidas.
Según Garretón, la puerta abierta por Garzón también contribuyó a que la justicia chilena concediera en 2007 la extradición a Perú del ex presidente de ese país, Alberto Fujimori (1990-2000), condenado el año pasado a 25 años de prisión como autor mediato de 25 asesinatos y dos secuestros cometidos por agentes de inteligencia militar en 1991 y 1992.
Para el abogado chileno, sin el "efecto Garzón", Uruguay tampoco habría extraditado a Chile en 2006 a tres militares uruguayos involucrados en el secuestro del ex agente de la dictadura pinochetista Eugenio Berríos, encontrado muerto en una playa cercana a Montevideo en 1995.
En su opinión, ese fue el paso previo para que Uruguay condenara este año al ex dictador Juan María Bordaberry (1973-1976) por violar la Constitución y dar un golpe de Estado.
Represores que no escaparon al principio de la justicia universal son el ex fiscal militar chileno Alfonso Podlech y el ex marino argentino Ricardo Cavallo, operador del mayor centro clandestino de detención de Argentina bajo el régimen de facto.
Podlech fue arrestado en 2008 en España y extraditado a Italia donde es juzgado por su responsabilidad en la desaparición del ex sacerdote ítalo-chileno Omar Venturelli, mientras Cavallo fue detenido en 2000 en México, extraditado en primer lugar a España y en 2008 desde ese país a Argentina, cuyos tribunales lo están juzgando.
Garretón también comentó el caso del militar retirado uruguayo Manuel Cordero, extraditado en enero desde Brasil a Argentina para ser procesado por delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del Plan Cóndor, la coordinación represiva de las dictaduras de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay en las décadas del 70 y 80.
Finalmente, está pendiente el proceso en ausencia en París contra 15 militares de la dictadura pinochetista, acusados de la desaparición de cuatro franco-chilenos.
*Con aportes de Marcela Valente (Argentina) y Danilo Valladares (Guatemala). (FIN/2010)
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Nicola Bullard *
Transición y democracia en España |
La muerte biológica del dictador en 1975 puso al descubierto la debilidad de la izquierda para imponer una dirección al proceso de transición y constató la fuerza del franquismo. La derecha española tomó buena nota de la revolución portuguesa de los claveles, que acabó con la dictadura iniciada por Salazar y continuada por Marcelo Caetano el 25 de abril de 1974. Para los franquistas más preclaros, conducir la locomotora de los cambios políticos era necesario. Significaba controlar los tiempos y determinar el mapa de ruta. En esta dinámica su reconversión ideológica se acelera. Tocaba emprender la modernización política. Dotar al país de un sistema competitivo de partidos y facilitar la transición del fascismo a la monarquía con la aquiescencia de las democracias occidentales. Todo fue ponerse. El diseño de Franco ganaba enteros. La reivindicación republicana de la izquierda se aparcó. El PSOE renunció sin ambages a su defensa y el Partido Comunista lo hizo a cambio de su legalización en 1977. En la primera etapa de la transición, los símbolos republicanos fueron censurados y perseguidos. También una parte de la izquierda maoísta o trotskista acabará sucumbiendo a los encantos del monarca. Su defensa del voto afirmativo a la Constitución de 1978 significaba aceptar implícitamente a la corona. Tampoco los nacionalistas catalanes se quedaron atrás. En los debates de la comisión redactora de la Constitución se rechazó explícitamente cualquier opción de plantear la idea de una España plurinacional. Autonomías sí, federalismo no. La monarquía reconoce sólo una nación: la española. Fue éste el motivo del nacionalismo vasco para no apoyar el sí a la Constitución y la causa del actual diferendo sobre el nuevo estatuto catalán, cuestionado por el PP al incluir el término nación. El caso sigue en el Tribunal Constitucional, aunque fuese aprobado en referendo y ratificado por las cortes generales. La llamada apertura política quedó en manos del franquismo y sus aliados. En él coexistían liberales, socialcristianos, conservadores, republicanos, antimonárquicos o nacionalistas. Su lazo de unión era el anticomunismo. Ninguno de ellos albergaba convicciones democráticas. Por tanto, para entender el régimen nacido del posfranquismo debemos considerar la siguiente premisa: no todo lo que lucha contra una dictadura fascista es democrático. Ha sido esta circunstancia lo que lleva a grandes equívocos en la actualidad. No se puede hacer virtud de la necesidad. Por otro lado, la guerra civil seguía y continúa siendo un argumento para limitar y frenar los cambios democráticos. ¿Cómo si no entender la negativa a juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos durante los 40 años de dictadura fascista? El miedo se utilizó y utiliza como arma arrojadiza. Se debe buscar la reconciliación y olvidar el pasado. Borrón y cuenta nueva. Franco y sus alzados ganaron la guerra civil y no es posible cuestionar su triunfo. Más aún si sus resultados han traído el bienestar a la patria. Una sociedad desmovilizada y con miedo era y es fácilmente manipulable. El franquismo social anidaba y persiste en la cabeza de no pocos españoles. Franco no crea fobias. Su imagen se asocia a la de un viejito bonachón cuyo esfuerzo estuvo dirigido a buscar el bienestar de sus conciudadanos. No en balde la España rural, pobre y caciquil de los años 40 y 50 cedió su lugar a un país urbano, industrializado, de clases medias, en el cual impera la democracia orgánica. Los ideólogos del régimen atribuyeron los logros al desinteresado esfuerzo de su caudillo. Solamente había un requisito para vivir en paz: no se meta usted en política, vivimos una democracia orgánica. Más demócrata que Franco, ninguno. - LQSomos. Marcos Roitman Rosenmann. Abril de 2010. Más artículos del Autor - Artículo publicado en “La Jornada” - LQSomos/20/04/2010 |