Costa Rica debate un TLC con Estados Unidos
Siempre se dice que es un país similar a Uruguay y el debate central del momento parece confirmarlo. Tras una larga polémica, el gobierno de Costa Rica convocó a un referéndum para decidir si adhiere al TLC de Estados Unidos con Centroamérica. Con una visión favorable a suscribir el acuerdo, el segundo vicepresidente del país, Kevin Casas Zamora, habló de esta discusión.
ESPECTADOR.com/EMILIANO COTELO/26.04.2007
Cuando uno mira hacia América Latina en busca de un país modelo, en general (más aun en los últimos tiempos) surge el caso de Chile. Claro, la proximidad geográfica seguramente juega su papel.
Pero si uno mira más allá de la región, es evidente que hay otras realidades que pueden servir de referencia: por ejemplo, Costa Rica.
Hay quienes sostienen que nos parecemos mucho.
Tanto nos parecemos, que la sociedad “tica” está enfrascada en un debate de alto voltaje sobre la ratificación o no de un tratado de libre comercio (TLC) firmado entre Estados Unidos, Centroamérica y la República Dominicana.
De hecho, Costa Rica es el único país centroamericano que no ha ratificado ese tratado con Estados Unidos, negociado en el 2004.
Finalmente, la decisión va a quedar en manos de los costarricenses a través de un referéndum popular: TLC con Estados Unidos, ¿sí o no?
Con este escenario, nos pareció oportuno detenernos en este caso, mientras en Uruguay seguimos discutiendo el alcance de nuestras negociaciones comerciales con Estados Unidos.
Para eso estamos esta mañana en contacto telefónico con el segundo vicepresidente de Costa Rica, Kevin Casas Zamora, también ministro de Planificación Nacional y Política Económica.
Kevin Casas nació en San José de Costa Rica en 1968, tiene 39 años; se graduó como abogado en la Universidad de Costa Rica, y luego siguió sus estudios en el exterior: obtuvo un Master en Política Latinoamericana en la Universidad de Essex (Inglaterra) y un Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Oxford (Inglaterra).
***
Vicepresidente Casas, usted conoce muy bien Uruguay.
KEVIN CASAS ZAMORA:
Cómo no, por supuesto, tengo gratísimos recuerdos del tiempo que pasé allá, y grandes amigos allá en Montevideo.
EC - Su tesis doctoral sobre el financiamiento de campañas se centró en Costa Rica y Uruguay.
KCZ - En efecto, y una parte, por lo menos la parte que tenía que ver con el caso de Uruguay, fue publicada en la revista del CLAEH hace algunos años. Por supuesto, algo sé de Uruguay.
EC - ¿Desde cuándo está metido en política?
KCZ - De una manera u otra desde hace tiempo, pero de una forma más activa y directa desde hace muy poco, desde mi regreso del extranjero, que fue hace cuatro años, más o menos. Y ahora me encuentro con esta responsabilidad y aquí estamos.
EC - ¿Qué quiere decir que usted es “segundo” vicepresidente en Costa Rica?
KCZ - Acá tenemos dos vicepresidentes, es un esquema bastante peculiar. En el caso de la actual administración, además, ambos vicepresidentes tenemos un recargo ministerial, en mi caso el Ministerio de Planificación. Básicamente es una función de sustituir al presidente cuando él lo requiere.
EC - Antes de seguir, querría repasar algunos datos sobre Costa Rica. Usted me corregirá si alguna cifra no está 100% actualizada. Costa Rica tiene 4.200.000 habitantes, una superficie de 51.100 kilómetros cuadrados (menos de la tercera parte de Uruguay). El Producto Bruto Interno (PBI) fue el año pasado de 51.090 millones de dólares, más del doble que el nuestro.
KCZ - Esa cifra me parece un poquito alta. Habría que ver cómo lo están calculando, pero el PBI per cápita de Costa Rica está en este momento en algo más de 5.000 dólares por habitante.
EC - ¿Cuáles son las principales actividades económicas de Costa Rica? Se lo pregunto porque tiene mucho que ver con lo del TLC. Costa Rica en los últimos años ha tenido un cambio muy fuerte en su economía, pasó de ser un país eminentemente agrícola a una economía de servicios.
KCZ - Ciertamente, en la última generación ha habido un cambio brutal en la estructura económica y particularmente en la relación de la economía costarricense con el mundo. Es un tema fundamental de cara a la discusión del TLC, Costa Rica pasó de tener una economía en la que el 60 y tanto por ciento de las exportaciones era café y banano, hace 30 años, a una economía en la que el café y el banano son menos del 10%. En este momento el grueso de las exportaciones son componentes electrónicos y, por supuesto, un componente muy fuerte es la actividad turística, que es el principal generador de ingresos para el país, aproximadamente el 9% del PBI tiene relación directa con el turismo. Quizás el punto más importante de esta historia es que Costa Rica, por ser una economía tan pequeña, es una economía tradicionalmente, y particularmente en el último período, sumamente vinculada con la economía internacional, una economía muy abierta y que hizo una decisión hace 20 años de vincularse lo más profundamente posible con el mercado mundial.
EC - Hubo un hito en ese proceso de transformación que se dio en el año 1997 cuando se instaló Intel, la fábrica de microprocesadores, en Costa Rica.
KCZ - Ciertamente, que ha tenido un efecto de señalización importante frente al mundo. Además, al igual que se ve en el caso uruguayo, la decisión de Intel de instalarse en Costa Rica responde a una serie de inversiones sociales que el país ha hecho durante muchas décadas y que le permiten hoy tener una población con niveles de educación y de salud que en el contexto regional son muy buenos, son niveles bastante efectivos.
EC - Pasemos a hablar de este TLC entre Estados Unidos, América Central y República Dominicana, que se conoce por su sigla en inglés DR-CAFTA (Dominican Republic-Central America Free Trade Agreement), aunque también es conocido como CAFTA-RD.
Los países firmantes fueron Estados Unidos, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana. Y, precisamente, Costa Rica es el único de ellos que no ratificó el TLC, que ya entró en vigor en los países vecinos. ¿Por qué se ha demorado tres años este trámite en Costa Rica?
KCZ - La respuesta corta a su pregunta es porque los procedimientos de toma de decisión en Costa Rica son tremendamente engorrosos y eso es una discusión en sí misma que tiene efectos de todo tipo para la gobernabilidad y demás. La respuesta larga es que genuinamente hay un debate importante en el país sobre el modelo de desarrollo y algunas otras cosas. Esta discusión se ha convertido en una discusión sobre algo más que el TLC, se ha convertido en una discusión muy cargada de significado, y cuanto más tiempo pasa sin que el TLC se ratifique, más cosas se le van pegando a la discusión, entonces más complejo se vuelve resolverla.
EC - ¿Quiénes se oponen al tratado?
KCZ - Un papel importante en la oposición (sería necio negarlo) juegan los sindicatos del sector público, que han tomado una actitud muy recalcitrante, muy militante contra él. Hay algunos sectores de la izquierda tradicional que también han tomado una bandera importante contra el tratado. Y alrededor de esos grupos se articula una coalición de algunos sectores que sienten que pueden ser afectados por la entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos.
EC - ¿En Costa Rica hay algún tipo de aversión especial hacia Estados Unidos? ¿Es algo que tiene raíces históricas, como en Uruguay?
KCZ - No, en absoluto. Es un país que tradicionalmente ha tenido una relación muy fluida, muy amistosa con Estados Unidos, históricamente en realidad hay muy poco que reclamarle a Estados Unidos y, más bien, si de algo se puede tildar a la población costarricense es de ser bastante proyanqui, si acaso, en algunos casos, incómodamente proyanqui. Así que no, eso no es una consideración en el caso de Costa Rica. Por más que en algunos aspectos, muy de coyuntura en este momento, haya dudas y reservas legítimas sobre el papel que está jugando el gobierno de Estados Unidos en el mundo. Pero es un tema que va mucho más allá de Costa Rica.
EC - En la propia campaña electoral que lo llevó al poder el año pasado, el presidente Óscar Arias fue un firme defensor de la ratificación del TLC con Estados Unidos. Quienes apoyan este acuerdo en Costa Rica dicen que marginarse sería dejar pasar el “tren del desarrollo”, una expresión que aquí suena familiar porque se han utilizado comparaciones parecidas. Pero desde su punto de vista, ¿qué ventajas le traería a Costa Rica sumarse al TLC con Estados Unidos?
KCZ - El primer punto, para recuperar algo que usted está diciendo, en lo que yo quiero ser muy enfático, es que, en efecto, si hubo una discusión que fue explícita y en términos totalmente contundentes durante la campaña electoral fue la discusión sobre el TLC, si hubo algún tema que fue llevado y traído en la campaña fue la conveniencia o inconveniencia de que Costa Rica entrara al TLC, cada candidato hizo totalmente clara su posición y realmente la ciudadanía costarricense al emitir su voto sabía lo que estaba escogiendo. Todo el mundo, todo el país sabía cuál era la posición del presidente Arias en este tema. De manera que uno pensaría que hay un mandato bastante claro.
En cuanto al tratado, el tema fundamental que hay que tener en mente es que Costa Rica es un país que por su propia situación geográfica (en ese sentido su situación es un poco diferente de la de Uruguay) es inevitable que gravite económicamente hacia Estados Unidos. El 40% de nuestras exportaciones en este momento va hacia Estados Unidos, cerca de dos terceras partes de la inversión extranjera que viene al país viene de Estados Unidos. Es una economía que tiene un componente de relación con Estados Unidos insoslayable.
El TLC es una forma de consolidar jurídicamente una relación que en algunos aspectos es el acceso de los productores de Costa Rica al mercado estadounidense, que hoy es en virtud de normas que pueden ser cambiadas unilateralmente por el gobierno de Estados Unidos, un acceso unilateral que existe en una buena cantidad de casos en virtud de una medida que se tomó por los años ochenta en el contexto del conflicto de Estados Unidos con Nicaragua, que fue la preferencia de la cuenca del Caribe, una medida que tomó la administración de Ronald Reagan para aislar económicamente al gobierno sandinista. Ese sistema de preferencias que les permite a muchos productores costarricenses entrar en condiciones favorables al mercado de Estados Unidos sigue existiendo, la causa que lo generó ya no existe. El sistema sigue existiendo pero depende de la voluntad de Estados Unidos renovarlo. Entonces el TLC viene a consolidar, a darle un marco jurídico incontestable a este acceso de los productores costarricenses al mercado más grande del mundo. Ahí hay un tema que es fundamental.
En segundo lugar, la ratificación del acuerdo con Estados Unidos permitiría acelerar los flujos de inversión extranjera a Costa Rica, que es de origen fundamentalmente estadounidense, flujos que son imprescindibles no sólo para acelerar la transferencia tecnológica al país, como bien lo demuestra el caso de Intel, sino además para complementar las tasas de ahorro crónicamente bajas que tiene un país como Costa Rica y prácticamente cualquier país de América Latina.
Cuando uno suma todos estos elementos llega a lo que es, en mi criterio, el punto fundamental: el TLC es, ante todo, una forma de permitir una creación más acelerada de empleos de buena calidad en la economía costarricense.
EC - Usted destacaba que en la campaña electoral el tema se discutió ampliamente y que era notoria la argumentación a favor de quien resultó electo presidente, el doctor Óscar Arias. De modo que hay un mandato popular implícito muy nítido. ¿Cómo, entonces, el Parlamento no ha ratificado el tratado? ¿Por qué desde que asumió Arias no se tomó esa decisión en el Congreso?
KCZ - Por las razones que le decía hace un momento, porque el proceso de ratificación es tremendamente complicado, porque alguna gente no ha entendido que en la democracia existe una cosa como el mandato, que le permite al gobierno de la República hacer ciertas cosas que en forma explícita el pueblo ha respaldado en las urnas. Por muchas razones, el punto de esta historia es que todas esas complicaciones conspiran en un sentido muy explícito contra la entrada en vigencia del tratado, porque (y este es un punto crucial en esta discusión) tenemos que resolver este tema antes de una determinada fecha.
EC - ¿Cuál es esa fecha?
KCZ - El 1 de marzo de 2008. El 1 de marzo de 2008 tiene que estar ratificado el tratado y tiene que estar aprobado un conjunto de leyes necesarias para su entrada en vigencia. Un conjunto de ajustes a la legislación nacional en diferentes aspectos de todo tipo, de propiedad intelectual, de todo tipo de legislación, que son necesarias para que el tratado entre en vigencia. En un país que tiene los procedimientos legislativos crónicamente bloqueados, como Costa Rica, aprobar esa legislación antes del 1 de marzo deviene una tarea titánica.
Este punto es crucial por lo siguiente, porque alguna gente en Costa Rica ha dicho que es una discusión que tenemos que continuar los costarricenses hasta el infinito, que no se ha discutido suficiente. Yo no entiendo cómo dicen eso porque este país tiene cuatro años, desde que se empezó a negociar el TLC, de no hablar de otra cosa, es algo absolutamente enfermizo los niveles de insistencia que ha alcanzado esta discusión.
EC - En este contexto es que este lunes los diputados en Costa Rica aprobaron por una mayoría aplastante la propuesta del Poder Ejecutivo de convocar a un referéndum para que la población resuelva en las urnas si da un si al TLC con Estados Unidos. ¿Por qué el Poder Ejecutivo impulsó ahora el referéndum, cuando el presidente Óscar Arias siempre había rechazado ese procedimiento y defendía la ratificación en el Parlamento?
KCZ - Hay dos temas fundamentales, lo primero es que se estimaba (y yo sigo pensando que es así) que había un mandato bastante claro. Sin embargo, además había preguntas abiertas bastante complejas sobre la procedencia de utilizar la figura del referéndum que, recuérdese, es de muy reciente creación en Costa Rica (la ley de referéndum es del año pasado), a un tema como un TLC, que tiene implicaciones de naturaleza fiscal. La materia fiscal tributaria fue una de las que explícitamente excluyó el legislador a la hora de promulgar La ley de referéndum, entonces hay toda una discusión jurídica muy compleja sobre si el TLC (cualquier TLC, no únicamente este) es fundamentalmente un instrumento de naturaleza tributaria o no. Esa fue la discusión que dilucidó el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ante la solicitud que le hizo un ciudadano.
EC - Si entiendo bien, el presidente Arias cambia de criterio y pasa a impulsar el referéndum a raíz de que se consolidó una jugada de la oposición que estaba complicándole los planes. José Miguel Corrales, ex candidato presidencial, lanzó una recolección de firmas para que se habilitara la realización de un referéndum sobre el TLC por la vía del sistema de iniciativa ciudadana, y lo que ocurrió en el mes de abril fue que el TSE convalidó ese camino y autorizó la recolección de firmas. Ahí está el nudo del cambio de posición del presidente Arias.
KCZ - Sí y no, ahí está la causa inmediata. Evidentemente estamos ante una realidad política completamente diferente, el Tribunal autorizó la recolección de firmas y el gobierno inmediatamente respondió convocando directamente el referéndum, que es la forma de hacer expedito el proceso de recolección de firmas que, si no, llevaría prácticamente nueve o diez meses, lo cual crearía un problema (volvemos al tema que le mencionaba antes) con la fecha de entrada en vigencia del tratado, volvería prácticamente inviable aprobarlo con su legislación aledaña antes del 1 de marzo.
Aparte de esa causa inmediata, hay una lectura (en esto hay que ser muy honesto y muy transparente) bastante elemental de la realidad política: hay un nivel de polarización en el país en torno a esta discusión y, como sería el caso en Uruguay, en el caso de Costa Rica las instituciones han decidido que la mejor vía, la más acorde con las mejores tradiciones democráticas del país, con las mejores tradiciones de discutir las cosas sensatamente dentro de la vía institucional y no en las calles, es resolver esto por la vía del referéndum.
Debo decirle que, por el conocimiento que tengo de Uruguay, aprendí a admirar el uso que hacen los uruguayos de la herramienta del referéndum, porque, si me permite decirlo, en Uruguay el referéndum se ha utilizado en términos legales, como dicen ustedes para laudar (una expresión que sólo ustedes usan) temas genuinamente importantes de la vida nacional, que si se dejan en manos de instituciones como el Congreso pueden empantanar el sistema político por años. Exactamente eso es lo que está sucediendo con el TLC, el referéndum va a venir a laudar un tema que desde hace mucho tiempo tiene empantanado al sistema político de este país, y en esa medida es de celebrar que esto discurra por esta vía.
EC - En caso de que se llame efectivamente al referéndum convocado por el Poder Ejecutivo, ¿cuándo se realizaría? ¿Sería efectivamente mucho más cercano ese referéndum que el que se alcanzaría por la recolección de firmas de la oposición?
KCZ - Por supuesto, el referéndum convocado por el Poder Ejecutivo se realizaría aproximadamente en agosto o setiembre, estamos hablando de un plazo de unos cuatro meses, lo cual evidentemente aceleraría muchísimo el proceso y dejaría suficiente margen para la tramitación en los meses restantes de las otras leyes que requiere la entrada en vigencia del TLC.
EC - No todo es tan sencillo, el TSE todavía tiene que resolver cuál de los dos consultas va a tener lugar, si el del Poder Ejecutivo, rápido, en poco tiempo, o el otro, el que tiene que dilucidarse por la recolección de firmas.
KCZ - Ciertamente, es una decisión de estricto resorte del TSE. Estamos confiados en que va a acoger la convocatoria que ya acogió el Congreso y que le dé curso al referéndum convocado por el Poder Ejecutivo. En todo caso es una decisión que tendrá que tomar el Tribunal, posiblemente esta misma semana.
EC - Para ir cerrando esta conversación, el objetivo del TLC que tienen que resolver los costarricenses, la incorporación efectiva al acuerdo de libre comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos, sería crear una zona de libre comercio similar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), que abarca a Estados Unidos, Canadá y México.
Los países centroamericanos ya tienen acuerdos con Canadá y México, y en el caso de Costa Rica con la Comunidad del Caribe (CARICOM). Entonces, el TLC entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos, ¿podría ser visto como un paso previo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)?
KCZ - Ese tema va mucho más allá de Costa Rica. Tengo la impresión (no es más que una impresión personal) de que el pantano en el que se complicó el ALCA, que tiene mucho que ver con la reacción de Brasil y de algunos países del Cono Sur, generó en Washington la estrategia alternativa de empezar a firmar una suma de acuerdos de libre comercio, en algunos casos con socios regionales, como es el caso de Centroamérica, y en otros casos con países específicos, acuerdos de libre comercio que en términos generales son sumamente similares, para ir creando de facto un sucedáneo del ALCA. Pero eso no es más que una impresión, lo que los hechos le sugieren a uno es que el ALCA se está creando por otra vía, con las limitaciones de que todavía es muy incierto que los países del Mercosur tengan algún interés en entrar en una negociación de ese tipo con Estados Unidos.
EC - Justamente, teniendo en cuenta eso, toda esa serie de acuerdos de libre comercio que están consolidándose entre América Central y América del Norte, ¿qué ocurriría si Costa Rica decidiera no ratificar el TLC?
KCZ - Esa es la gran pregunta que yo me hago. Creo que no hay ninguna virtud ni ningún mérito en ser el único país de la región que no es parte. A diferencia de Uruguay, con todos los problemas y los sobresaltos que pueda tener el Mercosur, ustedes son parte de un bloque comercial importante. El gran problema de Costa Rica es que es una economía muy pequeña, muy vulnerable, muy abierta al mundo, que no sería parte de un bloque comercial cuando el resto de sus vecinos lo son. Verdaderamente esto obliga a hacerse la pregunta de cómo manejar una situación de este tipo. Debo decir que quienes de manera más militante están en contra del acuerdo de libre comercio sistemáticamente se han negado a contestar esa pregunta.
Voy a ser muy honesto, no creo que ese acuerdo sea el quinto evangelio ni que sea perfecto, ninguna negociación entre siete países lo es, en una negociación entre siete países usted no va a obtener todo lo que quiere ni todo lo que le sirve. Aquí el tema es, por un lado, que puestos en una balanza los aspectos positivos y los aspectos sobre los que legítimamente se puede abrigar alguna duda, los aspectos positivos son de mucho mayor importancia, y por otro lado tengo la impresión de que la entrada en vigencia del acuerdo va a generar un dinamismo económico adicional más bien modesto. Lo que realmente me preocupa es lo que le pasaría al país, las consecuencias que sufriría si es el único que queda fuera. Para mí el argumento más fuerte a favor del tratado es este último, más que los beneficios económicos que se puedan derivar de la ratificación del acuerdo.
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Edición: Mauricio Erramuspe
ESPECTADOR.com/EMILIANO COTELO/26.04.2007
Cuando uno mira hacia América Latina en busca de un país modelo, en general (más aun en los últimos tiempos) surge el caso de Chile. Claro, la proximidad geográfica seguramente juega su papel.
Pero si uno mira más allá de la región, es evidente que hay otras realidades que pueden servir de referencia: por ejemplo, Costa Rica.
Hay quienes sostienen que nos parecemos mucho.
Tanto nos parecemos, que la sociedad “tica” está enfrascada en un debate de alto voltaje sobre la ratificación o no de un tratado de libre comercio (TLC) firmado entre Estados Unidos, Centroamérica y la República Dominicana.
De hecho, Costa Rica es el único país centroamericano que no ha ratificado ese tratado con Estados Unidos, negociado en el 2004.
Finalmente, la decisión va a quedar en manos de los costarricenses a través de un referéndum popular: TLC con Estados Unidos, ¿sí o no?
Con este escenario, nos pareció oportuno detenernos en este caso, mientras en Uruguay seguimos discutiendo el alcance de nuestras negociaciones comerciales con Estados Unidos.
Para eso estamos esta mañana en contacto telefónico con el segundo vicepresidente de Costa Rica, Kevin Casas Zamora, también ministro de Planificación Nacional y Política Económica.
Kevin Casas nació en San José de Costa Rica en 1968, tiene 39 años; se graduó como abogado en la Universidad de Costa Rica, y luego siguió sus estudios en el exterior: obtuvo un Master en Política Latinoamericana en la Universidad de Essex (Inglaterra) y un Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Oxford (Inglaterra).
***
Vicepresidente Casas, usted conoce muy bien Uruguay.
KEVIN CASAS ZAMORA:
Cómo no, por supuesto, tengo gratísimos recuerdos del tiempo que pasé allá, y grandes amigos allá en Montevideo.
EC - Su tesis doctoral sobre el financiamiento de campañas se centró en Costa Rica y Uruguay.
KCZ - En efecto, y una parte, por lo menos la parte que tenía que ver con el caso de Uruguay, fue publicada en la revista del CLAEH hace algunos años. Por supuesto, algo sé de Uruguay.
EC - ¿Desde cuándo está metido en política?
KCZ - De una manera u otra desde hace tiempo, pero de una forma más activa y directa desde hace muy poco, desde mi regreso del extranjero, que fue hace cuatro años, más o menos. Y ahora me encuentro con esta responsabilidad y aquí estamos.
EC - ¿Qué quiere decir que usted es “segundo” vicepresidente en Costa Rica?
KCZ - Acá tenemos dos vicepresidentes, es un esquema bastante peculiar. En el caso de la actual administración, además, ambos vicepresidentes tenemos un recargo ministerial, en mi caso el Ministerio de Planificación. Básicamente es una función de sustituir al presidente cuando él lo requiere.
EC - Antes de seguir, querría repasar algunos datos sobre Costa Rica. Usted me corregirá si alguna cifra no está 100% actualizada. Costa Rica tiene 4.200.000 habitantes, una superficie de 51.100 kilómetros cuadrados (menos de la tercera parte de Uruguay). El Producto Bruto Interno (PBI) fue el año pasado de 51.090 millones de dólares, más del doble que el nuestro.
KCZ - Esa cifra me parece un poquito alta. Habría que ver cómo lo están calculando, pero el PBI per cápita de Costa Rica está en este momento en algo más de 5.000 dólares por habitante.
EC - ¿Cuáles son las principales actividades económicas de Costa Rica? Se lo pregunto porque tiene mucho que ver con lo del TLC. Costa Rica en los últimos años ha tenido un cambio muy fuerte en su economía, pasó de ser un país eminentemente agrícola a una economía de servicios.
KCZ - Ciertamente, en la última generación ha habido un cambio brutal en la estructura económica y particularmente en la relación de la economía costarricense con el mundo. Es un tema fundamental de cara a la discusión del TLC, Costa Rica pasó de tener una economía en la que el 60 y tanto por ciento de las exportaciones era café y banano, hace 30 años, a una economía en la que el café y el banano son menos del 10%. En este momento el grueso de las exportaciones son componentes electrónicos y, por supuesto, un componente muy fuerte es la actividad turística, que es el principal generador de ingresos para el país, aproximadamente el 9% del PBI tiene relación directa con el turismo. Quizás el punto más importante de esta historia es que Costa Rica, por ser una economía tan pequeña, es una economía tradicionalmente, y particularmente en el último período, sumamente vinculada con la economía internacional, una economía muy abierta y que hizo una decisión hace 20 años de vincularse lo más profundamente posible con el mercado mundial.
EC - Hubo un hito en ese proceso de transformación que se dio en el año 1997 cuando se instaló Intel, la fábrica de microprocesadores, en Costa Rica.
KCZ - Ciertamente, que ha tenido un efecto de señalización importante frente al mundo. Además, al igual que se ve en el caso uruguayo, la decisión de Intel de instalarse en Costa Rica responde a una serie de inversiones sociales que el país ha hecho durante muchas décadas y que le permiten hoy tener una población con niveles de educación y de salud que en el contexto regional son muy buenos, son niveles bastante efectivos.
EC - Pasemos a hablar de este TLC entre Estados Unidos, América Central y República Dominicana, que se conoce por su sigla en inglés DR-CAFTA (Dominican Republic-Central America Free Trade Agreement), aunque también es conocido como CAFTA-RD.
Los países firmantes fueron Estados Unidos, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana. Y, precisamente, Costa Rica es el único de ellos que no ratificó el TLC, que ya entró en vigor en los países vecinos. ¿Por qué se ha demorado tres años este trámite en Costa Rica?
KCZ - La respuesta corta a su pregunta es porque los procedimientos de toma de decisión en Costa Rica son tremendamente engorrosos y eso es una discusión en sí misma que tiene efectos de todo tipo para la gobernabilidad y demás. La respuesta larga es que genuinamente hay un debate importante en el país sobre el modelo de desarrollo y algunas otras cosas. Esta discusión se ha convertido en una discusión sobre algo más que el TLC, se ha convertido en una discusión muy cargada de significado, y cuanto más tiempo pasa sin que el TLC se ratifique, más cosas se le van pegando a la discusión, entonces más complejo se vuelve resolverla.
EC - ¿Quiénes se oponen al tratado?
KCZ - Un papel importante en la oposición (sería necio negarlo) juegan los sindicatos del sector público, que han tomado una actitud muy recalcitrante, muy militante contra él. Hay algunos sectores de la izquierda tradicional que también han tomado una bandera importante contra el tratado. Y alrededor de esos grupos se articula una coalición de algunos sectores que sienten que pueden ser afectados por la entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos.
EC - ¿En Costa Rica hay algún tipo de aversión especial hacia Estados Unidos? ¿Es algo que tiene raíces históricas, como en Uruguay?
KCZ - No, en absoluto. Es un país que tradicionalmente ha tenido una relación muy fluida, muy amistosa con Estados Unidos, históricamente en realidad hay muy poco que reclamarle a Estados Unidos y, más bien, si de algo se puede tildar a la población costarricense es de ser bastante proyanqui, si acaso, en algunos casos, incómodamente proyanqui. Así que no, eso no es una consideración en el caso de Costa Rica. Por más que en algunos aspectos, muy de coyuntura en este momento, haya dudas y reservas legítimas sobre el papel que está jugando el gobierno de Estados Unidos en el mundo. Pero es un tema que va mucho más allá de Costa Rica.
EC - En la propia campaña electoral que lo llevó al poder el año pasado, el presidente Óscar Arias fue un firme defensor de la ratificación del TLC con Estados Unidos. Quienes apoyan este acuerdo en Costa Rica dicen que marginarse sería dejar pasar el “tren del desarrollo”, una expresión que aquí suena familiar porque se han utilizado comparaciones parecidas. Pero desde su punto de vista, ¿qué ventajas le traería a Costa Rica sumarse al TLC con Estados Unidos?
KCZ - El primer punto, para recuperar algo que usted está diciendo, en lo que yo quiero ser muy enfático, es que, en efecto, si hubo una discusión que fue explícita y en términos totalmente contundentes durante la campaña electoral fue la discusión sobre el TLC, si hubo algún tema que fue llevado y traído en la campaña fue la conveniencia o inconveniencia de que Costa Rica entrara al TLC, cada candidato hizo totalmente clara su posición y realmente la ciudadanía costarricense al emitir su voto sabía lo que estaba escogiendo. Todo el mundo, todo el país sabía cuál era la posición del presidente Arias en este tema. De manera que uno pensaría que hay un mandato bastante claro.
En cuanto al tratado, el tema fundamental que hay que tener en mente es que Costa Rica es un país que por su propia situación geográfica (en ese sentido su situación es un poco diferente de la de Uruguay) es inevitable que gravite económicamente hacia Estados Unidos. El 40% de nuestras exportaciones en este momento va hacia Estados Unidos, cerca de dos terceras partes de la inversión extranjera que viene al país viene de Estados Unidos. Es una economía que tiene un componente de relación con Estados Unidos insoslayable.
El TLC es una forma de consolidar jurídicamente una relación que en algunos aspectos es el acceso de los productores de Costa Rica al mercado estadounidense, que hoy es en virtud de normas que pueden ser cambiadas unilateralmente por el gobierno de Estados Unidos, un acceso unilateral que existe en una buena cantidad de casos en virtud de una medida que se tomó por los años ochenta en el contexto del conflicto de Estados Unidos con Nicaragua, que fue la preferencia de la cuenca del Caribe, una medida que tomó la administración de Ronald Reagan para aislar económicamente al gobierno sandinista. Ese sistema de preferencias que les permite a muchos productores costarricenses entrar en condiciones favorables al mercado de Estados Unidos sigue existiendo, la causa que lo generó ya no existe. El sistema sigue existiendo pero depende de la voluntad de Estados Unidos renovarlo. Entonces el TLC viene a consolidar, a darle un marco jurídico incontestable a este acceso de los productores costarricenses al mercado más grande del mundo. Ahí hay un tema que es fundamental.
En segundo lugar, la ratificación del acuerdo con Estados Unidos permitiría acelerar los flujos de inversión extranjera a Costa Rica, que es de origen fundamentalmente estadounidense, flujos que son imprescindibles no sólo para acelerar la transferencia tecnológica al país, como bien lo demuestra el caso de Intel, sino además para complementar las tasas de ahorro crónicamente bajas que tiene un país como Costa Rica y prácticamente cualquier país de América Latina.
Cuando uno suma todos estos elementos llega a lo que es, en mi criterio, el punto fundamental: el TLC es, ante todo, una forma de permitir una creación más acelerada de empleos de buena calidad en la economía costarricense.
EC - Usted destacaba que en la campaña electoral el tema se discutió ampliamente y que era notoria la argumentación a favor de quien resultó electo presidente, el doctor Óscar Arias. De modo que hay un mandato popular implícito muy nítido. ¿Cómo, entonces, el Parlamento no ha ratificado el tratado? ¿Por qué desde que asumió Arias no se tomó esa decisión en el Congreso?
KCZ - Por las razones que le decía hace un momento, porque el proceso de ratificación es tremendamente complicado, porque alguna gente no ha entendido que en la democracia existe una cosa como el mandato, que le permite al gobierno de la República hacer ciertas cosas que en forma explícita el pueblo ha respaldado en las urnas. Por muchas razones, el punto de esta historia es que todas esas complicaciones conspiran en un sentido muy explícito contra la entrada en vigencia del tratado, porque (y este es un punto crucial en esta discusión) tenemos que resolver este tema antes de una determinada fecha.
EC - ¿Cuál es esa fecha?
KCZ - El 1 de marzo de 2008. El 1 de marzo de 2008 tiene que estar ratificado el tratado y tiene que estar aprobado un conjunto de leyes necesarias para su entrada en vigencia. Un conjunto de ajustes a la legislación nacional en diferentes aspectos de todo tipo, de propiedad intelectual, de todo tipo de legislación, que son necesarias para que el tratado entre en vigencia. En un país que tiene los procedimientos legislativos crónicamente bloqueados, como Costa Rica, aprobar esa legislación antes del 1 de marzo deviene una tarea titánica.
Este punto es crucial por lo siguiente, porque alguna gente en Costa Rica ha dicho que es una discusión que tenemos que continuar los costarricenses hasta el infinito, que no se ha discutido suficiente. Yo no entiendo cómo dicen eso porque este país tiene cuatro años, desde que se empezó a negociar el TLC, de no hablar de otra cosa, es algo absolutamente enfermizo los niveles de insistencia que ha alcanzado esta discusión.
EC - En este contexto es que este lunes los diputados en Costa Rica aprobaron por una mayoría aplastante la propuesta del Poder Ejecutivo de convocar a un referéndum para que la población resuelva en las urnas si da un si al TLC con Estados Unidos. ¿Por qué el Poder Ejecutivo impulsó ahora el referéndum, cuando el presidente Óscar Arias siempre había rechazado ese procedimiento y defendía la ratificación en el Parlamento?
KCZ - Hay dos temas fundamentales, lo primero es que se estimaba (y yo sigo pensando que es así) que había un mandato bastante claro. Sin embargo, además había preguntas abiertas bastante complejas sobre la procedencia de utilizar la figura del referéndum que, recuérdese, es de muy reciente creación en Costa Rica (la ley de referéndum es del año pasado), a un tema como un TLC, que tiene implicaciones de naturaleza fiscal. La materia fiscal tributaria fue una de las que explícitamente excluyó el legislador a la hora de promulgar La ley de referéndum, entonces hay toda una discusión jurídica muy compleja sobre si el TLC (cualquier TLC, no únicamente este) es fundamentalmente un instrumento de naturaleza tributaria o no. Esa fue la discusión que dilucidó el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ante la solicitud que le hizo un ciudadano.
EC - Si entiendo bien, el presidente Arias cambia de criterio y pasa a impulsar el referéndum a raíz de que se consolidó una jugada de la oposición que estaba complicándole los planes. José Miguel Corrales, ex candidato presidencial, lanzó una recolección de firmas para que se habilitara la realización de un referéndum sobre el TLC por la vía del sistema de iniciativa ciudadana, y lo que ocurrió en el mes de abril fue que el TSE convalidó ese camino y autorizó la recolección de firmas. Ahí está el nudo del cambio de posición del presidente Arias.
KCZ - Sí y no, ahí está la causa inmediata. Evidentemente estamos ante una realidad política completamente diferente, el Tribunal autorizó la recolección de firmas y el gobierno inmediatamente respondió convocando directamente el referéndum, que es la forma de hacer expedito el proceso de recolección de firmas que, si no, llevaría prácticamente nueve o diez meses, lo cual crearía un problema (volvemos al tema que le mencionaba antes) con la fecha de entrada en vigencia del tratado, volvería prácticamente inviable aprobarlo con su legislación aledaña antes del 1 de marzo.
Aparte de esa causa inmediata, hay una lectura (en esto hay que ser muy honesto y muy transparente) bastante elemental de la realidad política: hay un nivel de polarización en el país en torno a esta discusión y, como sería el caso en Uruguay, en el caso de Costa Rica las instituciones han decidido que la mejor vía, la más acorde con las mejores tradiciones democráticas del país, con las mejores tradiciones de discutir las cosas sensatamente dentro de la vía institucional y no en las calles, es resolver esto por la vía del referéndum.
Debo decirle que, por el conocimiento que tengo de Uruguay, aprendí a admirar el uso que hacen los uruguayos de la herramienta del referéndum, porque, si me permite decirlo, en Uruguay el referéndum se ha utilizado en términos legales, como dicen ustedes para laudar (una expresión que sólo ustedes usan) temas genuinamente importantes de la vida nacional, que si se dejan en manos de instituciones como el Congreso pueden empantanar el sistema político por años. Exactamente eso es lo que está sucediendo con el TLC, el referéndum va a venir a laudar un tema que desde hace mucho tiempo tiene empantanado al sistema político de este país, y en esa medida es de celebrar que esto discurra por esta vía.
EC - En caso de que se llame efectivamente al referéndum convocado por el Poder Ejecutivo, ¿cuándo se realizaría? ¿Sería efectivamente mucho más cercano ese referéndum que el que se alcanzaría por la recolección de firmas de la oposición?
KCZ - Por supuesto, el referéndum convocado por el Poder Ejecutivo se realizaría aproximadamente en agosto o setiembre, estamos hablando de un plazo de unos cuatro meses, lo cual evidentemente aceleraría muchísimo el proceso y dejaría suficiente margen para la tramitación en los meses restantes de las otras leyes que requiere la entrada en vigencia del TLC.
EC - No todo es tan sencillo, el TSE todavía tiene que resolver cuál de los dos consultas va a tener lugar, si el del Poder Ejecutivo, rápido, en poco tiempo, o el otro, el que tiene que dilucidarse por la recolección de firmas.
KCZ - Ciertamente, es una decisión de estricto resorte del TSE. Estamos confiados en que va a acoger la convocatoria que ya acogió el Congreso y que le dé curso al referéndum convocado por el Poder Ejecutivo. En todo caso es una decisión que tendrá que tomar el Tribunal, posiblemente esta misma semana.
EC - Para ir cerrando esta conversación, el objetivo del TLC que tienen que resolver los costarricenses, la incorporación efectiva al acuerdo de libre comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos, sería crear una zona de libre comercio similar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), que abarca a Estados Unidos, Canadá y México.
Los países centroamericanos ya tienen acuerdos con Canadá y México, y en el caso de Costa Rica con la Comunidad del Caribe (CARICOM). Entonces, el TLC entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos, ¿podría ser visto como un paso previo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)?
KCZ - Ese tema va mucho más allá de Costa Rica. Tengo la impresión (no es más que una impresión personal) de que el pantano en el que se complicó el ALCA, que tiene mucho que ver con la reacción de Brasil y de algunos países del Cono Sur, generó en Washington la estrategia alternativa de empezar a firmar una suma de acuerdos de libre comercio, en algunos casos con socios regionales, como es el caso de Centroamérica, y en otros casos con países específicos, acuerdos de libre comercio que en términos generales son sumamente similares, para ir creando de facto un sucedáneo del ALCA. Pero eso no es más que una impresión, lo que los hechos le sugieren a uno es que el ALCA se está creando por otra vía, con las limitaciones de que todavía es muy incierto que los países del Mercosur tengan algún interés en entrar en una negociación de ese tipo con Estados Unidos.
EC - Justamente, teniendo en cuenta eso, toda esa serie de acuerdos de libre comercio que están consolidándose entre América Central y América del Norte, ¿qué ocurriría si Costa Rica decidiera no ratificar el TLC?
KCZ - Esa es la gran pregunta que yo me hago. Creo que no hay ninguna virtud ni ningún mérito en ser el único país de la región que no es parte. A diferencia de Uruguay, con todos los problemas y los sobresaltos que pueda tener el Mercosur, ustedes son parte de un bloque comercial importante. El gran problema de Costa Rica es que es una economía muy pequeña, muy vulnerable, muy abierta al mundo, que no sería parte de un bloque comercial cuando el resto de sus vecinos lo son. Verdaderamente esto obliga a hacerse la pregunta de cómo manejar una situación de este tipo. Debo decir que quienes de manera más militante están en contra del acuerdo de libre comercio sistemáticamente se han negado a contestar esa pregunta.
Voy a ser muy honesto, no creo que ese acuerdo sea el quinto evangelio ni que sea perfecto, ninguna negociación entre siete países lo es, en una negociación entre siete países usted no va a obtener todo lo que quiere ni todo lo que le sirve. Aquí el tema es, por un lado, que puestos en una balanza los aspectos positivos y los aspectos sobre los que legítimamente se puede abrigar alguna duda, los aspectos positivos son de mucho mayor importancia, y por otro lado tengo la impresión de que la entrada en vigencia del acuerdo va a generar un dinamismo económico adicional más bien modesto. Lo que realmente me preocupa es lo que le pasaría al país, las consecuencias que sufriría si es el único que queda fuera. Para mí el argumento más fuerte a favor del tratado es este último, más que los beneficios económicos que se puedan derivar de la ratificación del acuerdo.
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Edición: Mauricio Erramuspe
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