Afganistán: 108 civiles muertos por bombas OTAN en la provincia de Farah
09/07/2007
Matanza de civiles en la zona italiana
Matanza de civiles en la zona italiana
Enrico Piovesana
Peace Reporter
Peace Reporter
-
Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
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Las protestas recientes del gobierno italiano contra las repetidas masacres de civiles causadas por los bombardeos aéreos indiscriminados de la OTAN en Afganistán –“o aprendemos a apuntar bien o dejamos de disparar”, había dicho sólo pocos días antes nuestro ministro de Defensa, Arturo Parisi- no han impedido a los bombarderos de la Alianza Atlántica llevar a cabo la enésima carnicería, justo en la región occidental, de competencia militar italiana.
“Al menos ciento ocho civiles han muerto, entre ellos muchas mujeres y niños. Las bombas han destruido completamente trece casas. El gobierno debe enviar una delegación para constatar lo ocurrido”. Ayer por la mañana Hayi Jadairam, jefe del Consejo de Distrito de Balabaluk, en el norte de la provincia de Farah, denunció así los trágicos “efectos colaterales” de un ataque aéreo desencadenado por la OTAN pocas horas antes en esta región desértica a dos pasos de la frontera con Irán.
El gobernador provincial y el jefe de la policía de la provincia de Farah rehusaron confirmar o desmentir la noticia. Los portavoces de la misión ISAF-OTAN declararon que habían matado sólo a “treinta talibanes” como consecuencia de “bombardeos mirados” ordenados en respuesta a una emboscada que costó la vida a once militares afganos.
La provincia de Farah, en la parte occidental del país, recae bajo la competencia militar del Mando Regional Oeste, dirigido por el general Antonio Satta quien, desde la base tricolor de Herat, coordina las operaciones ISAF-OTAN que tienen lugar en las provincias occidentales afganas.
Es la segunda vez en poco menos de dos meses que la OTAN bombardea aldeas que pertenecen al “cuadrante italiano”. El pasado 27 de abril cincuenta y un civiles, entre los cuales había dieciocho niños y mujeres, resultaron muertos por bombas de una tonelada lanzadas desde bombarderos estadounidenses B-1 en el valle de Zerkoh, pocos kilómetros al norte de Balabaluk. Una acción que desencadenó la rabia de la población local, que salió a las calles a gritar “¡Muerte a la OTAN!”, “Muerte a Karzai”. Entonces, el gobierno italiano protestó duramente contra lo que se definió como “una extralimitación” de las fuerzas de EE.UU en el área bajo control del contingente italiano, un suceso “negativo” que no debería repetirse.
Y sin embargo, se ha repetido.
La línea del gobierno italiano, en casos tan embarazosos, es la de tomar distancia. Por la matanza de Zerkoh, al principio llegaron incluso a afirmar que los mandos estadounidenses ni siquiera les habían advertido a los italianos del ataque. Pero he aquí que luego salió a la luz que el general Satta estaba al corriente de todo y, en efecto, había predispuesto algunos helicópteros para evacuar eventuales heridos.
Quizá haya quien recuerde o quien acaso haya llegado a saber que el pasado 10 de diciembre precisamente el distrito de Balabaluk fue escenario de una ofensiva militar coordinada por el general italiano, que previó un ataque terrestre de tropas afganas y fuerzas especiales de la OTAN junto con bombardeos aéreos de la aviación OTAN contra presuntas puestos talibanes en dicha zona. Acciones en las que participaron nuestras tropas especiales, empleadas desde hace meses en misiones de combate al flanco de las fuerzas especiales estadounidenses que operan en el ámbito de la misión “Libertad duradera”. Un secreto a voces del que tiene conocimiento todo aquel que se ocupa de cuestiones militares en nuestro país, pero que nuestros políticos siguen negando.
Las matanzas de civiles causadas por bombardeos aéreos de la OTAN tienen hoy por hoy frecuencia cotidiana. El viernes, pocas horas antes de que decenas de civiles murieran bajo bombas OTAN en Balabaluk, en el otro extremo de Afganistán, en la provincia oriental de Kuanr, al menos otros veinticinco civiles resultaron muertos por bombas lanzadas por cazas aliados sobre una muchedumbre que estaba enterrando a otros once civiles muertos la víspera, casi todos ellos miembros de una única familia. La noticia la dio Shafiqullah Jatir, representante local de la Media Luna Roja, y la confirmó Abdul Sabur Allahyar, oficial de la policía local. Los portavoces de la misión ISAF-OTAN, como de costumbre, confirmaron los bombardeos diciendo que “no tenían razones para considerar que se hubieran producido víctimas entre la población civil”.
Desde principios de año, por lo menos hay 750 civiles muertos bajo las bombas de la OTAN. A estos se les añaden, según estimaciones de los mandos militares, al menos 2.200 talibanes. O presuntos tales.
Las protestas recientes del gobierno italiano contra las repetidas masacres de civiles causadas por los bombardeos aéreos indiscriminados de la OTAN en Afganistán –“o aprendemos a apuntar bien o dejamos de disparar”, había dicho sólo pocos días antes nuestro ministro de Defensa, Arturo Parisi- no han impedido a los bombarderos de la Alianza Atlántica llevar a cabo la enésima carnicería, justo en la región occidental, de competencia militar italiana.
“Al menos ciento ocho civiles han muerto, entre ellos muchas mujeres y niños. Las bombas han destruido completamente trece casas. El gobierno debe enviar una delegación para constatar lo ocurrido”. Ayer por la mañana Hayi Jadairam, jefe del Consejo de Distrito de Balabaluk, en el norte de la provincia de Farah, denunció así los trágicos “efectos colaterales” de un ataque aéreo desencadenado por la OTAN pocas horas antes en esta región desértica a dos pasos de la frontera con Irán.
El gobernador provincial y el jefe de la policía de la provincia de Farah rehusaron confirmar o desmentir la noticia. Los portavoces de la misión ISAF-OTAN declararon que habían matado sólo a “treinta talibanes” como consecuencia de “bombardeos mirados” ordenados en respuesta a una emboscada que costó la vida a once militares afganos.
La provincia de Farah, en la parte occidental del país, recae bajo la competencia militar del Mando Regional Oeste, dirigido por el general Antonio Satta quien, desde la base tricolor de Herat, coordina las operaciones ISAF-OTAN que tienen lugar en las provincias occidentales afganas.
Es la segunda vez en poco menos de dos meses que la OTAN bombardea aldeas que pertenecen al “cuadrante italiano”. El pasado 27 de abril cincuenta y un civiles, entre los cuales había dieciocho niños y mujeres, resultaron muertos por bombas de una tonelada lanzadas desde bombarderos estadounidenses B-1 en el valle de Zerkoh, pocos kilómetros al norte de Balabaluk. Una acción que desencadenó la rabia de la población local, que salió a las calles a gritar “¡Muerte a la OTAN!”, “Muerte a Karzai”. Entonces, el gobierno italiano protestó duramente contra lo que se definió como “una extralimitación” de las fuerzas de EE.UU en el área bajo control del contingente italiano, un suceso “negativo” que no debería repetirse.
Y sin embargo, se ha repetido.
La línea del gobierno italiano, en casos tan embarazosos, es la de tomar distancia. Por la matanza de Zerkoh, al principio llegaron incluso a afirmar que los mandos estadounidenses ni siquiera les habían advertido a los italianos del ataque. Pero he aquí que luego salió a la luz que el general Satta estaba al corriente de todo y, en efecto, había predispuesto algunos helicópteros para evacuar eventuales heridos.
Quizá haya quien recuerde o quien acaso haya llegado a saber que el pasado 10 de diciembre precisamente el distrito de Balabaluk fue escenario de una ofensiva militar coordinada por el general italiano, que previó un ataque terrestre de tropas afganas y fuerzas especiales de la OTAN junto con bombardeos aéreos de la aviación OTAN contra presuntas puestos talibanes en dicha zona. Acciones en las que participaron nuestras tropas especiales, empleadas desde hace meses en misiones de combate al flanco de las fuerzas especiales estadounidenses que operan en el ámbito de la misión “Libertad duradera”. Un secreto a voces del que tiene conocimiento todo aquel que se ocupa de cuestiones militares en nuestro país, pero que nuestros políticos siguen negando.
Las matanzas de civiles causadas por bombardeos aéreos de la OTAN tienen hoy por hoy frecuencia cotidiana. El viernes, pocas horas antes de que decenas de civiles murieran bajo bombas OTAN en Balabaluk, en el otro extremo de Afganistán, en la provincia oriental de Kuanr, al menos otros veinticinco civiles resultaron muertos por bombas lanzadas por cazas aliados sobre una muchedumbre que estaba enterrando a otros once civiles muertos la víspera, casi todos ellos miembros de una única familia. La noticia la dio Shafiqullah Jatir, representante local de la Media Luna Roja, y la confirmó Abdul Sabur Allahyar, oficial de la policía local. Los portavoces de la misión ISAF-OTAN, como de costumbre, confirmaron los bombardeos diciendo que “no tenían razones para considerar que se hubieran producido víctimas entre la población civil”.
Desde principios de año, por lo menos hay 750 civiles muertos bajo las bombas de la OTAN. A estos se les añaden, según estimaciones de los mandos militares, al menos 2.200 talibanes. O presuntos tales.
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