México y el mundo
Juan María Alponte
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Brasil: de la gleba al Estado
Un hombre, de la gleba al Estado, ha transformado las tradicionales actitudes de la clase dominante: Luiz Inacio Lula da Silva. Nació el 27 de octubre de 1945. En ese año fue depuesto del poder (regresaría) Getulio Vargas, que había llegado a la Presidencia con la revolución de 1930. Gobierno de Vargas y su Estado nuevo. El profesor Thomas Skidmore, en su libro Brasil: de Getulio a Castelo, dice algo que ratifican estos artículos: “Vargas era un capítulo más de la historia de las luchas de las élites en lenta transformación que dominaron la política de Brasil desde la independencia de 1822…”. Acaso les diga algo.
Lula nació en Vargem Grande, en la región de Pernambuco. Familia muy pobre. Su madre, doña Lindu (Eurídice Ferreira de Mello), se casó con Arístides Inacio da Silva. La pareja (el lecho de la miseria, puntualizó implacable Marx, es el lecho de la procreación) tuvo 12 hijos, y en 1945 el padre se marchó como emigrante a la región de Sao Paulo. Se llevó con él a una prima de su esposa, de 16 años, Valdomira Ferreira de Goes, conocida, dice Brito Alves, como doña Mocinha. En suma, tuvo con ella 13 hijos. Léase a Marx en ratos de ocio.
Alves nos dice que en 1950 (en 1951 Getulio Vargas volvió a la Presidencia que “desde la Independencia se consideraba un premio de la lotería” y se sostuvo hasta 1954) Arístides hizo una visita a su vieja familia y, sin más, dejó embarazada a doña Lindu. Léase a Thomas Malthus y La Dialéctica de la Explosión Demográfica y el Hambre. El fugaz viajero se llevó a uno de sus hijos —Jaime— a Sao Paulo y éste pidió a su madre que se reunieran con ellos. Años terribles, años que revelaron a una mujer admirable, doña Lindu. Armada de valentía, sola, sacó adelante a su familia. Lula jamás olvidó ese cuadro.
En una gran urbe vivieron todos los tormentos. Su hermano Jaime, el primero que se fue a Sao Paulo detrás del padre, fue el otro baluarte de la familia. Se dice que Lula guarda de ese tiempo tremebundo una idea religiosa. Su educación es la de un obrero industrial en las batallas contra las élites por el poder y el “gran premio”. Casado con una obrera en 1969. Ella murió, con su hijo, en 1971, de las tragedias de la pobreza. Él ha dicho que su vida política nació aquel día. En el sindicato metalúrgico conoció a su segunda esposa, obrera y sindicalista. El marido de ella, taxista, fue asesinado. No tenía guaruras. Aprender o morir.
Así se forjó el carácter de Luiz Inacio Lula da Silva. Crisis profunda en el país. El premio de la Presidencia pasó a los generales. Decenas de personalidades de la oposición fueron expulsadas del país. Entre ellas Josué de Castro, autor de Geografia da Fome a cuya primera edición en español le puse mi nombre. El general De Gaulle creó para él, en París, el Centro Internacional de Desarrollo. Allí comenzó nuestra feliz colaboración hasta su muerte dolorosa en el exilio.
La rebelión de los obreros metalúrgicos en 1978, con Lula al frente (proseguida en 1979) que obligó al presidente Joao Figuereido a la Ley de Amnistía. Convirtió al hijo de doña Lindu en la cabeza de un “movimiento de protesta que fue imparable” (esa frase me la dijo el presidente Tancredo Neves en 1985). En estas líneas, que merecerían un libro, exalto el papel de Celso Furtado —largas conversaciones con él en Río— y su análisis del modelo brasileño y, también, a Fernando Henrique Cardoso (Sociología del Desarrollo en América Latina) que desde la cátedra democrática llegaría a la Presidencia en 1995 para dejar paso a lo impensable: al acceso a la jefatura del Estado, desde la gleba, a un obrero metalúrgico reelegido ahora entre el fragor todavía de los escándalos del pasado, pero su batalla generosa honra a México en este momento.
alponte@prodigy.net.mx
Brasil: de la gleba al Estado
Un hombre, de la gleba al Estado, ha transformado las tradicionales actitudes de la clase dominante: Luiz Inacio Lula da Silva. Nació el 27 de octubre de 1945. En ese año fue depuesto del poder (regresaría) Getulio Vargas, que había llegado a la Presidencia con la revolución de 1930. Gobierno de Vargas y su Estado nuevo. El profesor Thomas Skidmore, en su libro Brasil: de Getulio a Castelo, dice algo que ratifican estos artículos: “Vargas era un capítulo más de la historia de las luchas de las élites en lenta transformación que dominaron la política de Brasil desde la independencia de 1822…”. Acaso les diga algo.
Lula nació en Vargem Grande, en la región de Pernambuco. Familia muy pobre. Su madre, doña Lindu (Eurídice Ferreira de Mello), se casó con Arístides Inacio da Silva. La pareja (el lecho de la miseria, puntualizó implacable Marx, es el lecho de la procreación) tuvo 12 hijos, y en 1945 el padre se marchó como emigrante a la región de Sao Paulo. Se llevó con él a una prima de su esposa, de 16 años, Valdomira Ferreira de Goes, conocida, dice Brito Alves, como doña Mocinha. En suma, tuvo con ella 13 hijos. Léase a Marx en ratos de ocio.
Alves nos dice que en 1950 (en 1951 Getulio Vargas volvió a la Presidencia que “desde la Independencia se consideraba un premio de la lotería” y se sostuvo hasta 1954) Arístides hizo una visita a su vieja familia y, sin más, dejó embarazada a doña Lindu. Léase a Thomas Malthus y La Dialéctica de la Explosión Demográfica y el Hambre. El fugaz viajero se llevó a uno de sus hijos —Jaime— a Sao Paulo y éste pidió a su madre que se reunieran con ellos. Años terribles, años que revelaron a una mujer admirable, doña Lindu. Armada de valentía, sola, sacó adelante a su familia. Lula jamás olvidó ese cuadro.
En una gran urbe vivieron todos los tormentos. Su hermano Jaime, el primero que se fue a Sao Paulo detrás del padre, fue el otro baluarte de la familia. Se dice que Lula guarda de ese tiempo tremebundo una idea religiosa. Su educación es la de un obrero industrial en las batallas contra las élites por el poder y el “gran premio”. Casado con una obrera en 1969. Ella murió, con su hijo, en 1971, de las tragedias de la pobreza. Él ha dicho que su vida política nació aquel día. En el sindicato metalúrgico conoció a su segunda esposa, obrera y sindicalista. El marido de ella, taxista, fue asesinado. No tenía guaruras. Aprender o morir.
Así se forjó el carácter de Luiz Inacio Lula da Silva. Crisis profunda en el país. El premio de la Presidencia pasó a los generales. Decenas de personalidades de la oposición fueron expulsadas del país. Entre ellas Josué de Castro, autor de Geografia da Fome a cuya primera edición en español le puse mi nombre. El general De Gaulle creó para él, en París, el Centro Internacional de Desarrollo. Allí comenzó nuestra feliz colaboración hasta su muerte dolorosa en el exilio.
La rebelión de los obreros metalúrgicos en 1978, con Lula al frente (proseguida en 1979) que obligó al presidente Joao Figuereido a la Ley de Amnistía. Convirtió al hijo de doña Lindu en la cabeza de un “movimiento de protesta que fue imparable” (esa frase me la dijo el presidente Tancredo Neves en 1985). En estas líneas, que merecerían un libro, exalto el papel de Celso Furtado —largas conversaciones con él en Río— y su análisis del modelo brasileño y, también, a Fernando Henrique Cardoso (Sociología del Desarrollo en América Latina) que desde la cátedra democrática llegaría a la Presidencia en 1995 para dejar paso a lo impensable: al acceso a la jefatura del Estado, desde la gleba, a un obrero metalúrgico reelegido ahora entre el fragor todavía de los escándalos del pasado, pero su batalla generosa honra a México en este momento.
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