Puerto Rico: 55 años de estatus colonial

05/08/2007

Opinión

J. ANTONIO ASPIROS V.

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Una manifestación afuera de la Embajada de Estados Unidos en México el pasado 25 de julio, organizada por el Comité Amigos de Puerto Rico, nos recordó que en esa fecha se cumplieron 55 años de que la isla antillana se convirtió en Estado Libre Asociado (ELA), es decir, en dependiente formal de la política de Washington.Y se cumplieron también, el 23 de julio, 40 años de que mediante el primero de tres plebiscitos habidos desde entonces, y el más obligado por cierta inconformidad popular, los habitantes de la bella Borinquen ratificaron mayoritariamente su voluntad de renunciar a la soberanía y vivir bajo la cómoda sombra protectora estadunidense.El pueblo de Puerto Rico es el único de la América y el Caribe hispanohablantes, que renunció a su independencia. Nunca, desde su colonización en 1508 por los españoles, esa isla -la más oriental y pequeña de las Antillas Mayores- ha sido libre.Mientras que en el resto del continente cada vez más naciones buscan tímida o radicalmente la forma de sacudirse del neoliberalismo y otras formas de sujeción a la dominación extranjera y transnacional, Puerto Rico no tiene ese problema pues, si bien su Constitución le da autonomía interna, depende de Estados Unidos para la política exterior y la defensa.Y la citada autonomía interna es relativa, porque, por ejemplo, más de la mitad de los alimentos que allí se consumen llegan de fuera. Y si de derechos humanos se trata, bastaría con recordar que los habitantes de la isla puertorriqueña de Vieques fueron lanzados de sus hogares durante la Segunda Guerra Mundial, por el valor militar estratégico que desde entonces tiene esa ínsula para Estados Unidos.Es imposible ignorar que la acotada Constitución de 1952 fue ratificada por la mayoría del pueblo borinqueño, y que en los tres plebiscitos posteriores ha sido reiterada la voluntad de mantener el estatus de Estado Libre Asociado (aun cuando cada vez más ciudadanos votan por la anexión total a Estados Unidos), y todo ello es comprensible.

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LA LUCHA INDEPENDENTISTA

En efecto, desde que la isla de Borinquen fue colonizada por los españoles en 1508 -hace ya casi medio milenio- y rebautizada como Puerto Rico, sus habitantes han vivido bajo el dominio colonial. No tienen en su historia nacional otros referentes y, sobre todo, las nuevas generaciones de puertorriqueños nacieron bajo un sistema al que se han acomodado.Pero ello no quiere decir que hayan faltado en aquella querida ínsula antillana espíritus libres con ánimo independentista. Sólo que pagaron muy cara su osadía cuando pretendieron llevar a la práctica sus ideales, y el paradigma de su lucha se llamó Pedro Albizu Campos.Este personaje fue un patriota formado intelectual y profesionalmente -qué ironía- en Estados Unidos. Debido a su campaña libertaria conoció la cárcel, el exilio y el indulto, y durante uno de sus destierros fundó en Cuba, hace 80 años, la Junta Nacional Pro Independencia de Puerto Rico. Visitó países de la región, México entre ellos, para dar a conocer la causa de su movimiento y recabar fondos; organizó en su tierra huelgas contra empresas estadunidenses y vio a muchos de sus seguidores caer en masacres por la represalia gubernamental.Resulta imposible resumir en unas cuantas líneas cómo, bajo presión, concedió Washington algunas libertades al pueblo borinqueño, tales como poder elegir a su gobernador y crear su propia Constitución, pero bien se cuidó el Tío Sam de no soltar toda la cuerda y de procurar que los gobernantes fueran afines a sus intereses coloniales.Recordamos que en 1991 Puerto Rico recibió el Premio Príncipe de Asturias porque el gobernador Rafael Hernández Colón declaró al español como idioma oficial de la isla, pero tuvo que devolverlo en el siguiente gobierno, el de Pedro Roselló, porque éste decretó que también el inglés fuera idioma oficial.La lucha de Albuzi sólo dejó muchos mártires para la causa independentista, pero ésta ha ido a menos y se ha manifestado en los plebiscitos, más que con votos, con un marcado abstencionismo intencional, de los partidarios de la libertad. Curiosa forma de participar de los opositores, pero otra ha sido la voluntad -no sabemos qué tan manipulada- de las mayorías.Pero que aún hay quienes cultivan la utopía de que Puerto Rico llegue a ser un país independiente, tal vez lo pruebe la manifestación, no muy numerosa, que observamos frente a la embajada estadunidense en la ciudad de México.
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