El 11 de setiembre del 2001, el día que cambió el mundo
Washington - Estados Unidos - Han pasado ya seis años, pero sigue pareciendo que fue ayer. El planeta entero rememorará el 11 de setiembre el estremecimiento que asaltó calles, hogares y centros de trabajo ante un atentado terrorista que modificó equilibrios, políticas y costumbres en todo el globo. Fue el día que cambió el mundo. Por primera vez será un martes, igual que en 2001. En aquella soleada mañana, 19 terroristas suicidas estrellaron los tres aviones que habían secuestrado contra el World Trade Center en Nueva York y el Pentágono, en Washington, y causaron la muerte de más de 3.000 personas. Pero sobre todo provocaron que la vida de otros miles de millones de ciudadanos de todo el mundo cambiase para siempre.
Lo ocurrido aquel día entre las 8:46, la hora del primer impacto, y las 10:28, cuando se derrumbó la segunda torre, despertó de su sueño idílico al primer mundo, y especialmente a Estados Unidos, la única superpotencia de la era posterior a la "Guerra Fría". La onda expansiva alcanzó todos los rincones del planeta.La seguridad, no el progreso, pasó a ser la máxima prioridad, y en su nombre se restringieron derechos, se pusieron trabas a los movimientos de personas y mercancías y, sobre todo, se desencadenaron dos guerras aún latentes que ya se cobraron más vidas que los atentados en sí y cuyo fin y consecuencias son difíciles de prever: las de Afganistán e Irak.Los resultados directos fueron irregulares: las detenciones de terroristas se multiplicaron, pero Osama ben Laden, el ideólogo del 11-S, sigue vivo y en libertad, y su red terrorista, Al Qaeda, continúa operando con regularidad por todo el mundo, como atestiguan los atentados en Madrid, Londres, Bali, Bombay, Estambul, Casablanca o Ammán.La paz y la democracia que Bush y sus aliados prometieron globalizar siguen ahora tanto o más ausentes que en el siglo anterior. Conflictos como Palestina o Kosovo continúan abiertos, Irak y Afganistán se sumaron a la lista y otros nuevos se atisban, como es el caso de Irán, mientras los ánimos parecen calmarse en Corea del Norte.El 11-S modificó también las reglas de juego de la política internacional. Al mando de Estados Unidos, los criterios de división geopolítica del mundo se redujeron a uno: partidarios o detractores de la "guerra contra el terrorismo". Tras la excepcional unión de los primeros momentos, el mundo occidental también se dividió. Gran Bretaña, Canadá, Australia, Italia bajo Silvio Berlusconi o España bajo José María Aznar, entre otros, apoyaron el "blanco o negro" de Bush. Una mayoría, encabezada por Alemania, Francia, Rusia, Bélgica y casi toda Latinoamérica lo rechazó.Las grietas que se abrieron son aún evidentes y lo serán por mucho tiempo: según la encuesta "Tendencias transatlánticas" del 2007, solo el 36 por ciento de los europeos considera hoy "deseable" el liderazgo internacional de Estados Unidos.Al mismo tiempo, los ciudadanos de cualquier país notan en su día a día los efectos colaterales de una batalla planteada en un escenario mundial. Emigrar o incluso simplemente viajar es más incómodo o incluso imposible, el precio del petróleo está disparado, el concepto de "privacidad" es mucho más reducido y la convivencia entre musulmanes y occidentales está plagada de unos recelos que a finales del siglo XX se habían reducido a mínimos históricos.Pocas cosas son lo mismo desde entonces. Grandes eventos deportivos como Juegos Olímpicos o Mundiales requieren un despliegue descomunal de policía e incluso del ejército, los espacios aéreos se cierran en cuanto hay una mínima concentración de personalidades, los arquitectos diseñan edificios pensando primordialmente en la seguridad y ya ni siquiera es posible subir a un avión con un cortaúñas. Algunas heridas del 11-S, las primeras y más directas, ya comenzaron, sin embargo, a cicatrizar.Los nombres y apellidos de los fallecidos en Nueva York y Washington van reduciéndose cada vez más al recuerdo de sus familiares y amigos cercanos. Por ejemplo, la ya casi tradicional ceremonia en memoria de las víctimas se trasladará a un parque cercano a la "Zona Cero".La decisión, unida a los avances en la construcción de los edificios y el memorial que ocuparán el lugar en el que un día se erigieron las Torres Gemelas, son claros síntomas de que Estados Unidos comienza a pasar página. Otros dolores tardarán bastante más en sanar. Si la profecía del presidente Bush se cumple, la "guerra" durará generaciones. Con solo seis años transcurridos desde el fatídico 11-S, la nueva era que surgió tras los atentados no hizo más que empezar.EEUU sigue bajo amenaza terrorista Washington, Estados Unidos. AFP.- Seis años después de los atentados del 11 de setiembre del 2001, Estados Unidos sigue bajo amenaza terrorista, aunque está mejor preparado para enfrentarla, indicaron responsables estadounidenses de inteligencia el lunes."Logramos construir barreras contra atentados, pero de todas formas seguimos siendo un país en peligro", dijo el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, en una comparecencia de más de tres horas en el Senado para hablar de terrorismo cuando se cumplen seis años del 11 de setiembre. "Seguiremos enfrentando amenazas persistentes durante muchos años", declaró el jefe de Seguridad Interior, un departamento creado inmediatamente después de los ataques, que dejaron un saldo oficial de unos 3.000 muertos. La advertencia ocurre en momentos en que acaba de aparecer un video -al que la Casa Blanca declaró verdadero- en el que Osama ben Laden promete intensificar la lucha contra la ocupación estadounidense de Irak. "Nadie puede garantizar que enfrentaremos otro atentado en los próximos seis años, pero si nos permitimos alejarnos del combate, si permitimos que nuestros avances se frenen, si no continuamos creando los instrumentos necesarios para adelantarnos a las amenazas terroristas, entonces seguramente sufriremos las consecuencias", afirmó Chertoff. "No es casualidad que no hayamos tenido un atentado en suelo estadounidense desde el 11 de setiembre de 2001", agregó, asegurando que estos últimos años hubo varios planes terroristas desmantelados y que "miles" de personas potencialmente peligrosas fueron expulsados del país. Por su parte, el director de inteligencia estadounidense, Michael McConnell, añadió que Estados Unidos enfrentará una amenaza persistente en los próximos tres años.McConnell citó a la red Al Qaeda como "la amenaza terrorista más seria" contra Estados Unidos, aunque también señaló al movimiento chiíta libanés Hizbulá."Pensamos que el Hizbulá libanés, que ya ha lanzado atentados contra blancos estadounidenses fuera de Estados Unidos, podría planear atentados en territorio estadounidense en los próximos tres años si considera que Estados Unidos representa una amenaza directa contra el movimiento o en Irán", opinó. Además, McConnell dijo estar preocupado de que baje la cooperación internacional contra el terrorismo. "Estamos preocupados de que el nivel de cooperación internacional pueda disminuir a medida que el 11 de setiembre se vaya transformando en un recuerdo lejano", declaró. El director del FBI, Robert Mueller, subrayó: "No podemos bajar la guardia".Las principales prioridades de la policía federal estadounidense son "el contra terrorismo, el contra espionaje y la seguridad informática".Mientras, el director del Centro Nacional contra el Terrorismo, John Redd, dijo: "Actualmente estamos mejor preparados".Estados Unidos "está más seguro de lo que estaba el 11 de setiembre del 2001, pero no estamos en seguridad", agregó."Y es probable que no lo estemos durante una generación o más", predijo.Proponen retirada de Irak y temen triunfo de IránWashington, Estados Unidos. AFP.- David Petraeus, comandante de las fuerzas norteamericanas en Irak, propuso el lunes iniciar en diciembre una retirada de los refuerzos enviados en enero a Irak, en una operación que concluiría en julio, ante un Congreso dominado por los demócratas que exigen una rápida salida de todas las tropas."Creo que vamos a poder reducir nuestras fuerzas hasta el nivel que existía antes del refuerzo (138.000) para los equipos de combate de aquí al próximo verano (boreal), sin hacer peligrar los avances en la seguridad por los que tanto hemos luchado", aseguró el militar en una audiencia ante el Congreso.El general, convencido de que el aumento de tropas de enero "cumplió los objetivos militares", aseguró que la reducción se iniciaría gradualmente a partir de diciembre, cuando una primera brigada de cerca de 4.000 hombres regresará a Estados Unidos sin ser sustituida, para culminar a "mediados de julio". En la misma línea que la Casa Blanca, el general advirtió al Congreso de las "consecuencias devastadoras" de una retirada precipitada de Irak, como lo exigen varios dirigentes demócratas y precandidatos a las elecciones presidenciales de 2008. Petraeus y el embajador estadounidense en Bagdad, Ryan Crocker, iniciaron así ante el Congreso una serie de audiencias que durante dos jornadas evaluarán el desempeño de la estrategia del gobierno de Bush de reforzar el contingente militar en Irak con el envío de cerca de 30.000 soldados suplementarios. Una retirada de las tropas estadounidenses de Irak convertiría a Irán en el gran vencedor, al brindarle acceso a los recursos y a una parte del territorio iraquí, advirtió Crocker durante la audiencia ante el Congreso."Abandonar o reducir drásticamente nuestros esfuerzos conduciría al fracaso y es necesario que las consecuencias de un tal fracaso queden claras", declaró Crocker que testificó ante las comisiones de Asuntos Exteriores y de las Fuerzas Armadas de la cámara de representantes.El discurso del general, a menudo interrumpido por activistas que fueron detenidos y expulsados de la sala, no convenció a los demócratas: "El envío de refuerzos militares a Irak quizás haya logrado éxitos tácticos, pero ha sido un fracaso estratégicamente", aseguró Tom Lantos, presidente del Comité de Asuntos Exteriores. Tras su victoria en las elecciones legislativas de noviembre, los demócratas exigieron el regreso de las tropas, tras más de cuatro años desplegadas en Irak, donde murieron más de 3.700 de soldados estadounidenses y decenas de miles de iraquíes. La opinión pública se muestra cada día más contraria a la guerra. Según una encuesta publicada este lunes por el Times, el 68% de los estadounidenses considera que ha sido un error, un nivel jamás alcanzado.
Lo ocurrido aquel día entre las 8:46, la hora del primer impacto, y las 10:28, cuando se derrumbó la segunda torre, despertó de su sueño idílico al primer mundo, y especialmente a Estados Unidos, la única superpotencia de la era posterior a la "Guerra Fría". La onda expansiva alcanzó todos los rincones del planeta.La seguridad, no el progreso, pasó a ser la máxima prioridad, y en su nombre se restringieron derechos, se pusieron trabas a los movimientos de personas y mercancías y, sobre todo, se desencadenaron dos guerras aún latentes que ya se cobraron más vidas que los atentados en sí y cuyo fin y consecuencias son difíciles de prever: las de Afganistán e Irak.Los resultados directos fueron irregulares: las detenciones de terroristas se multiplicaron, pero Osama ben Laden, el ideólogo del 11-S, sigue vivo y en libertad, y su red terrorista, Al Qaeda, continúa operando con regularidad por todo el mundo, como atestiguan los atentados en Madrid, Londres, Bali, Bombay, Estambul, Casablanca o Ammán.La paz y la democracia que Bush y sus aliados prometieron globalizar siguen ahora tanto o más ausentes que en el siglo anterior. Conflictos como Palestina o Kosovo continúan abiertos, Irak y Afganistán se sumaron a la lista y otros nuevos se atisban, como es el caso de Irán, mientras los ánimos parecen calmarse en Corea del Norte.El 11-S modificó también las reglas de juego de la política internacional. Al mando de Estados Unidos, los criterios de división geopolítica del mundo se redujeron a uno: partidarios o detractores de la "guerra contra el terrorismo". Tras la excepcional unión de los primeros momentos, el mundo occidental también se dividió. Gran Bretaña, Canadá, Australia, Italia bajo Silvio Berlusconi o España bajo José María Aznar, entre otros, apoyaron el "blanco o negro" de Bush. Una mayoría, encabezada por Alemania, Francia, Rusia, Bélgica y casi toda Latinoamérica lo rechazó.Las grietas que se abrieron son aún evidentes y lo serán por mucho tiempo: según la encuesta "Tendencias transatlánticas" del 2007, solo el 36 por ciento de los europeos considera hoy "deseable" el liderazgo internacional de Estados Unidos.Al mismo tiempo, los ciudadanos de cualquier país notan en su día a día los efectos colaterales de una batalla planteada en un escenario mundial. Emigrar o incluso simplemente viajar es más incómodo o incluso imposible, el precio del petróleo está disparado, el concepto de "privacidad" es mucho más reducido y la convivencia entre musulmanes y occidentales está plagada de unos recelos que a finales del siglo XX se habían reducido a mínimos históricos.Pocas cosas son lo mismo desde entonces. Grandes eventos deportivos como Juegos Olímpicos o Mundiales requieren un despliegue descomunal de policía e incluso del ejército, los espacios aéreos se cierran en cuanto hay una mínima concentración de personalidades, los arquitectos diseñan edificios pensando primordialmente en la seguridad y ya ni siquiera es posible subir a un avión con un cortaúñas. Algunas heridas del 11-S, las primeras y más directas, ya comenzaron, sin embargo, a cicatrizar.Los nombres y apellidos de los fallecidos en Nueva York y Washington van reduciéndose cada vez más al recuerdo de sus familiares y amigos cercanos. Por ejemplo, la ya casi tradicional ceremonia en memoria de las víctimas se trasladará a un parque cercano a la "Zona Cero".La decisión, unida a los avances en la construcción de los edificios y el memorial que ocuparán el lugar en el que un día se erigieron las Torres Gemelas, son claros síntomas de que Estados Unidos comienza a pasar página. Otros dolores tardarán bastante más en sanar. Si la profecía del presidente Bush se cumple, la "guerra" durará generaciones. Con solo seis años transcurridos desde el fatídico 11-S, la nueva era que surgió tras los atentados no hizo más que empezar.EEUU sigue bajo amenaza terrorista Washington, Estados Unidos. AFP.- Seis años después de los atentados del 11 de setiembre del 2001, Estados Unidos sigue bajo amenaza terrorista, aunque está mejor preparado para enfrentarla, indicaron responsables estadounidenses de inteligencia el lunes."Logramos construir barreras contra atentados, pero de todas formas seguimos siendo un país en peligro", dijo el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, en una comparecencia de más de tres horas en el Senado para hablar de terrorismo cuando se cumplen seis años del 11 de setiembre. "Seguiremos enfrentando amenazas persistentes durante muchos años", declaró el jefe de Seguridad Interior, un departamento creado inmediatamente después de los ataques, que dejaron un saldo oficial de unos 3.000 muertos. La advertencia ocurre en momentos en que acaba de aparecer un video -al que la Casa Blanca declaró verdadero- en el que Osama ben Laden promete intensificar la lucha contra la ocupación estadounidense de Irak. "Nadie puede garantizar que enfrentaremos otro atentado en los próximos seis años, pero si nos permitimos alejarnos del combate, si permitimos que nuestros avances se frenen, si no continuamos creando los instrumentos necesarios para adelantarnos a las amenazas terroristas, entonces seguramente sufriremos las consecuencias", afirmó Chertoff. "No es casualidad que no hayamos tenido un atentado en suelo estadounidense desde el 11 de setiembre de 2001", agregó, asegurando que estos últimos años hubo varios planes terroristas desmantelados y que "miles" de personas potencialmente peligrosas fueron expulsados del país. Por su parte, el director de inteligencia estadounidense, Michael McConnell, añadió que Estados Unidos enfrentará una amenaza persistente en los próximos tres años.McConnell citó a la red Al Qaeda como "la amenaza terrorista más seria" contra Estados Unidos, aunque también señaló al movimiento chiíta libanés Hizbulá."Pensamos que el Hizbulá libanés, que ya ha lanzado atentados contra blancos estadounidenses fuera de Estados Unidos, podría planear atentados en territorio estadounidense en los próximos tres años si considera que Estados Unidos representa una amenaza directa contra el movimiento o en Irán", opinó. Además, McConnell dijo estar preocupado de que baje la cooperación internacional contra el terrorismo. "Estamos preocupados de que el nivel de cooperación internacional pueda disminuir a medida que el 11 de setiembre se vaya transformando en un recuerdo lejano", declaró. El director del FBI, Robert Mueller, subrayó: "No podemos bajar la guardia".Las principales prioridades de la policía federal estadounidense son "el contra terrorismo, el contra espionaje y la seguridad informática".Mientras, el director del Centro Nacional contra el Terrorismo, John Redd, dijo: "Actualmente estamos mejor preparados".Estados Unidos "está más seguro de lo que estaba el 11 de setiembre del 2001, pero no estamos en seguridad", agregó."Y es probable que no lo estemos durante una generación o más", predijo.Proponen retirada de Irak y temen triunfo de IránWashington, Estados Unidos. AFP.- David Petraeus, comandante de las fuerzas norteamericanas en Irak, propuso el lunes iniciar en diciembre una retirada de los refuerzos enviados en enero a Irak, en una operación que concluiría en julio, ante un Congreso dominado por los demócratas que exigen una rápida salida de todas las tropas."Creo que vamos a poder reducir nuestras fuerzas hasta el nivel que existía antes del refuerzo (138.000) para los equipos de combate de aquí al próximo verano (boreal), sin hacer peligrar los avances en la seguridad por los que tanto hemos luchado", aseguró el militar en una audiencia ante el Congreso.El general, convencido de que el aumento de tropas de enero "cumplió los objetivos militares", aseguró que la reducción se iniciaría gradualmente a partir de diciembre, cuando una primera brigada de cerca de 4.000 hombres regresará a Estados Unidos sin ser sustituida, para culminar a "mediados de julio". En la misma línea que la Casa Blanca, el general advirtió al Congreso de las "consecuencias devastadoras" de una retirada precipitada de Irak, como lo exigen varios dirigentes demócratas y precandidatos a las elecciones presidenciales de 2008. Petraeus y el embajador estadounidense en Bagdad, Ryan Crocker, iniciaron así ante el Congreso una serie de audiencias que durante dos jornadas evaluarán el desempeño de la estrategia del gobierno de Bush de reforzar el contingente militar en Irak con el envío de cerca de 30.000 soldados suplementarios. Una retirada de las tropas estadounidenses de Irak convertiría a Irán en el gran vencedor, al brindarle acceso a los recursos y a una parte del territorio iraquí, advirtió Crocker durante la audiencia ante el Congreso."Abandonar o reducir drásticamente nuestros esfuerzos conduciría al fracaso y es necesario que las consecuencias de un tal fracaso queden claras", declaró Crocker que testificó ante las comisiones de Asuntos Exteriores y de las Fuerzas Armadas de la cámara de representantes.El discurso del general, a menudo interrumpido por activistas que fueron detenidos y expulsados de la sala, no convenció a los demócratas: "El envío de refuerzos militares a Irak quizás haya logrado éxitos tácticos, pero ha sido un fracaso estratégicamente", aseguró Tom Lantos, presidente del Comité de Asuntos Exteriores. Tras su victoria en las elecciones legislativas de noviembre, los demócratas exigieron el regreso de las tropas, tras más de cuatro años desplegadas en Irak, donde murieron más de 3.700 de soldados estadounidenses y decenas de miles de iraquíes. La opinión pública se muestra cada día más contraria a la guerra. Según una encuesta publicada este lunes por el Times, el 68% de los estadounidenses considera que ha sido un error, un nivel jamás alcanzado.
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La Nación-Paraguay/12/09/2007
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