14/9/07

Las palabras cargadas de cianuro

El intelectual orgánico del capitalismo José Pablo Feinmann con la excusa de rescatar la memoria de los desaparecidos arremete contra el máximo exponente del guevarismo en la Argentina: Mario Roberto Santucho
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Daniel De Santis
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En un reciente artículo del diario Página 12 el intelectual orgánico del capitalismo José Pablo Feinmann (no el de radio 10), en el que nos explica las virtudes del cianuro, con la excusa de rescatar la memoria de los desaparecidos arremete contra el máximo exponente del guevarismo en la Argentina: Mario Roberto Santucho. Después de desaparecer, por el arte de su dialéctica, a varios miles de marxistas revolucionarios caídos en combate, o desaparecidos, contra la dictadura y la explotación se ensaña con un hombre que no conocía la cobardía que él derrocha, con palabras cargados de cianuro dispara:

"Roberto Santucho, que organizó el nefasto ataque a Monte Chingolo y le hizo más fácil todavía el golpe a Videla además de llevar a la muerte a demasiados militantes que creyeron en su delirante propuesta: organizar el ataque guerrillero más importante desde el asalto al Moncada. Ni yo ni Pilar Calveiro, por ejemplo, tenemos la menor simpatía por Santucho. Hemos tenido enormes y agrias diferencias con los que eligieron los fierros en lugar de la política. Con los que se apartaron para siempre de todo proyecto popular a partir del asesinato alevoso y no confesado de José Rucci. Escribí un largo ensayo contra la violencia y los violentos, los que se escindieron de las bases, los que se sustantivaron en una estrategia ciega y militarista que se extravió a sí misma reproduciendo en su interior el orden militar al que creían oponerse".

Nuestro ánimo es de contenido furia ante el artero infundio contra un desaparecido ilustre, el mejor de todos nosotros los que nos seguimos sintiendo revolucionarios. Por ese motivo no le vamos a contestar directamente sino que vamos a reproducir un artículo publicado parcialmente por el mismo diario, en el que nos censuraron la parte en la que polemizábamos con Feinmann por motivos similares a los de hoy. Así son los adalides de la democracia, discuten solos y de esta manera logran tener la razón en sus devaneos egocéntricos.

LA POLÍTICA SIN OBJETO.

Masas y Teoría revolucionaria

Publicado parcialmente en el diario Página 12

Domingo 18 de febrero de 2001

Cuando se escucha el nombre de Ernesto Guevara, se genera un espontáneo halo de admiración y respeto. No ocurre lo mismo con el hombre cuya trayectoria revolucionaria en la Argentina más se le aproxima. Mario Roberto Santucho es ignorado, o se lo nombra en las páginas interiores de los diarios cuando circula alguna información sobre el paradero de su cuerpo, nunca sus ideas. Algo similar ocurre con los otros grandes jefes revolucionarios Carlos Olmedo, Luis Pujals, Roberto Quieto, José Sabino Navarro o Enrique Gorriarán.

Para evocar la lucha revolucionaria de los años 60 y 70 se suele identificar a estas con otros nombres, más o menos importantes, Eduardo Firmenich1 (sus propios compañeros lo llamaban “El Pepe” por José Stalin), o Rodolfo Galimberti. Esto responde a la vieja treta de identificar un período histórico o a las clases explotadas y derrotadas de ese período con sus flancos más vulnerables.

En el diario Página/12 del domingo 28 de enero José Pablo Feinmann usa el arsenal teórico del marxismo para justificar, desde esta concepción, la incorporación de varios intelectuales socialistas y amplias capas de la juventud al peronismo. Resume sus varias citas de Marx con esta: “La cabeza de esa emancipación es la filosofía; su corazón, el proletariado”. Y a renglón seguido, Feinmann, sin más argumento señala que: “Desde este horizonte teórico no debería resultar tan incomprensible la opción por el peronismo que encarnó la militancia de los años setenta”. Según Feinmann filosofía y proletariado se unían en el peronismo y allí había que estar porque sino te quedabas afuera. Pero resulta que fuimos muchos los que estuvimos en ese afuera que fue creciendo peligrosamente para el sistema capitalista.

Vamos a tomar alguna otra cita de Marx para acercarnos un poco más a su concepción sobre la fusión filosofía-proletariado y, luego ver, cómo esta encontró su resolución práctica en la lucha de clases argentina.

Marx y Engel se preguntaban en La ideología alemana. “Cómo se ha formado la concepción hegeliana de la dominación del espíritu en la historia”, para luego responderse. “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan... las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente”.
Carlos Kautsky, sucesor de Engels en la Segunda Internacional, citado por Lenin en su libro ¿Qué hacer? (Kautsky todavía no había renegado del marxismo) agrega “La conciencia socialista contemporánea no puede surgir más que en base de un profundo conocimiento científico... Pero no es el proletariado el portador de la ciencia, sino los intelectuales burgueses; es del cerebro de algunos miembros aislados de este sector de donde ha surgido el socialismo contemporáneo, y han sido ellos los que lo han comunicado a los proletarios más destacados por su desarrollo intelectual, los cuales lo introducen luego en la lucha de clases del proletariado, allí donde las condiciones lo permiten”.

De la fusión de las ideas socialistas, portadas por algunos intelectuales burgueses, con la vanguardia obrera, surgieron en muchos países del mundo los partidos socialistas y comunistas que condujeron a los obreros en sus luchas.

En nuestro país esa fusión comenzó a fines del siglo XIX con la formación del Partido Socialista y la Federación Obrera Región Argentina hegemonizada por los anarquistas. En 1918 por influjo de la Revolución Rusa nació como escisión del P.S., el Partido Socialista Internacionalista luego Partido Comunista. El P.S. se fue alejando de las ideas de Marx, y el anarquismo entró en declinación al surgir la industria moderna. Al promediar la década de 1930 el P.C. logró dirigir a la mayoría del proletariado argentino, pero producto de su táctica de Frente Popular con la burguesía desaprovechó el auge revolucionario de los años 35 al 43. A partir de esa fecha surgió el peronismo nacido de las entrañas mismas del aparato del estado capitalista, de su ejército, logrando incorporar al grueso de la clase obrera. Nunca renegó de su origen, ni mucho menos se produjo una revolución ideológica entre sus dirigentes. Desalojado del poder, en 1955, por los sectores más retrógrados de la burguesía, los trabajadores desplegaron más ampliamente sus luchas, etapa conocida como La Resistencia, alcanzando su más alto nivel de conciencia, en los marcos del peronismo, con el programa del 1° de mayo de 1968 de la CGT de los Argentinos.

Después de 25 años de carencia de una fuerza que representara cabalmente los intereses de la clase obrera, no sin dificultades y contradicciones, y con el marco internacional de la Revolución Cubana, surgieron nuevas expresiones de la fusión del marxismo revolucionario con la vanguardia obrera, principalmente en Tucumán, entre los obreros azucareros y la militancia del Partido Revolucionario de los Trabajadores, fundado el 25 de mayo de 1965. Ese mismo año impusieron seis diputados obreros marxistas y peronistas. Bajo la influencia del cordobazo esa fusión se amplió a la ciudad de Córdoba, para luego extenderse a otras regiones industriales.

En respuesta a Feinmann, Mariano Ciafardini afirma que el 11 de marzo de 1973 no todas las masas eran peronistas, había muchos sectores populares que votaron a la Alianza Popular Revolucionaria y a la Unión Cívica Radical. Esto es cierto, pero más importante para el tema en debate (Masas y Teoría Política) es tener en cuenta que a partir del cordobazo y el rosariazo la fusión de la que hablamos comenzó a extenderse nacionalmente.

El cordobazo fue, después de 25 años, la primera gran movilización obrera que no se dio en los marcos del peronismo, pero no porque su base obrera no lo fuera mayoritariamente, ni porque en su dirección no hubiese peronistas, ya que sus principales dirigentes fueron el socialista Agustín Tosco, y el peronista Elpidio Torres. No fue peronista por una cuestión política, Perón en 1966 ante el golpe de o­nganía había llamado a “desensillar hasta que aclare”, y Vandor en 1967 fracasó en su intento de golpear para luego negociar, ambos hechos pusieron al peronismo burgués y burocrático (P.J. y C.G.T.) en un segundo plano en la lucha contra la dictadura. El cordobazo fue una movilización popular encabezada por el proletariado, independiente por su organización y por sus objetivos de la política burguesa. A partir de él comenzó a desarrollarse con fuerza el sindicalismo clasista, y cimentó la fusión filosofía-proletariado. Aquí radica su gran importancia y su proyección hacia el futuro. El Cordobazo dio, además, inicio a una serie de puebladas, en Rosario, Tucumán, Mendoza, Roca y un segundo Cordobazo, el 15 de marzo de 1971, en él las banderas del ERP flamearon al frente de las columnas obreras.

Esta situación hizo comprender al dictador Lanusse que el avance revolucionario era incontenible por medio de la fuerza, por lo que ideó una táctica llamada Gran Acuerdo Nacional, que combinaba la fuerza con la política, logrando el concurso del conjunto de la burguesía para frenar el proceso revolucionario. No eliminó las contradicciones entre las fuerzas burguesas, especialmente entre el peronismo y el Ejército. Lanusse pretendía llegar a las elecciones con el máximo condicionamiento del peronismo y Perón quería alzarse con la mayor cuota de poder. Estas contradicciones fueron presentadas hábilmente por Perón como antagónicas. En este engaño al pueblo contribuyó, ingenuamente, el peronismo revolucionario. Bonasso en esto se ha animado a avanzar un poco más que Feinmann. Seguir planteando hoy que el peronismo era revolucionario en aquel período es, ahora sí, taparse los ojos conscientemente, ya que quedó ampliamente demostrado que el peronismo es Menem, Duhalde, Ruckauf, De la Zota, etc, el aparato del PJ y la CGT: El peronismo durante el gobierno de Menem realizó todas las tareas que le indicó el capital monopolista especulativo, en particular estableció relaciones carnales con el gobierno de los EE.UU.

El análisis de Ciafardini es parcial (el de Feinmann lo es aún más) ya que sólo menciona al ERP para decir que este se “disparó al infinito, la situación política se perdió definitivamente para cualquier estrategia de lucha de masas”.

En primer lugar el ERP era una fuerza militar dirigida por un partido revolucionario de los trabajadores, el PRT, que tenía una estrategia integral de lucha y no sólo armada. El presupuesto de propaganda superaba al militar. Disponía de una importante prensa partidaria y repartía millones de volantes mensualmente, fue una escuela de formación de militantes en el marxismo y el leninismo, dirigió su mayor esfuerzo de organización hacia el proletariado industrial de las grandes fábricas, logrando en muchas construir células de masas e incluso comités fabriles y publicando boletines específicos.

La militancia en el PRT me llevó a trabajar como obrero en Propulsora Siderúrgica en Ensenada. Allí el PRT construyó células, ganó la mayoría del cuerpo de delegados, codirigía las luchas junto a la JTP y el PB, una situación similar se daba en Astilleros Río Santiago y en la Destilaría de Berisso, en la Cristalería Rigolleau de Berazategui, en la Ford de Pacheco, en la Mercedes Benz, en Dalmine-Siderca de Campana, en Jhon Deere y Massey Ferguson en Rosario, en la zona petrolera de Cutral-co Plaza Huincul, en la industria del pescado en Mar del Plata y procesos más avanzados aún en Acíndar, Metcon y Maraton en Villa Constitución, en Córdoba en la IKA Renault, Perkins, Grandes Motores Diesel, IME e Ilasa, el Ingenio Ledesma en Jujuy, a las que debemos sumar la tradicional influencia en Tucumán, para nombrar las más importantes de las cientos de fábricas en las que el PRT influía y sólo algunas de las ciudades donde estaba instalado.

La táctica del GAN logró dividir al campo popular, Montoneros y luego el P.C., apoyaron decididamente a Perón y al ala Gelbard del gobierno, el PRT se vio acompañado de débiles aliados y él mismo era débil para enfrentar al conjunto de la burguesía que se había unido para salvar al capitalismo. El 20 de junio de 1973, en Ezeiza, y el 13 de julio con el derrocamiento de Cámpora se inició la ofensiva contra revolucionaria que encontró a la vanguardia dividida.

El PRT hizo lo correcto, apostó a las masas y al auge de sus luchas. En las jornadas de junio y julio de 1975 conocidas como el Rodrigazo las movilizaciones alcanzaron su máximo nivel, las Coordinadoras de Gremios en Lucha, cumplieron un papel destacado al encabezar la mayoría de ellas y disputarle la dirección del movimiento obrero a la burocracia sindical. Lograron la renuncia del hombre fuerte del gobierno: López Rega y otros dos ministros. En esta coyuntura, nuevamente la vanguardia estuvo dividida, Montoneros propuso la renuncia de Isabel y elecciones en 90 días, el PC la formación de un gobierno de amplia coalición democrática cívico-militar (¡un gobierno democrático con los militares!), y el PRT la convocatoria a una asamblea constituyente libre y soberana, probablemente lo más correcto pero demasiado tarde.

La división del pueblo debido a la táctica del GAN, y la división de la vanguardia por la misma causa pero con responsabilidad por ser elementos “conscientes” de la clase obrera, fueron los hechos más destacados que llevaron al agotamiento del auge de masas que se vivía desde 1969. Este fue el marco que aprovecharon los militares para dar el golpe del 24 de marzo de 1976.

En el período 1969/76 se vivió un auge de las luchas de las masas, nacieron y se desarrollaron organizaciones revolucionarias y las Coordinadoras de Gremios en Lucha que configuraron una situación prerrevolucionaria, por lo que la burguesía agudizó su instinto de preservación, se dio la táctica del Gran Acuerdo Nacional, y logró unirse aterrorizada ante el peligro de una revolución verdadera.

Si hablamos de masas y teoría política puede afirmarse que el PRT cumplió el primer paso en la construcción de un partido revolucionario de la clase obrera, haber incorporado a sus filas y a su dirección gran parte de la vanguardia obrera surgida en aquel período y dirigido sus principales luchas. Sus limitaciones fueron la falta de maduración ya que tuvo que pilotear un auge revolucionario casi simultáneamente con su nacimiento y, fundamentalmente, no haberse replegado a tiempo y ordenadamente cuando en 1976 arreció la ofensiva contrarrevolucionaria.

Daniel De Santis

1 Luego pensé que más correcto hubiese sido decir que en 1985, él, Perdía y Vaca Narvaja le pidieron perdón al Papa por haber luchado.
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kaosenlared.net - España/14/09/2007

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