El momento económico
HERNÁN BÜCHI*
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Los datos disponibles permiten pronosticar que existe potencial para que la economía mundial sea capaz de sostener un grado razonable de dinamismo aun con un Estados Unidos recesivo.
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Los datos disponibles permiten pronosticar que existe potencial para que la economía mundial sea capaz de sostener un grado razonable de dinamismo aun con un Estados Unidos recesivo.
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En el plano internacional, a pesar de la importancia de las alzas del petróleo o de la caída del valor del dólar, el centro de la preocupación lo sigue ocupando el comportamiento de las hipotecas subprime y su efecto en el sistema financiero. El énfasis es correcto, ya que la desestabilización de este último, la abrupta restricción del crédito o errores monetarios pueden transformar un descenso en el ritmo de crecimiento en una recesión catastrófica.
Afortunadamente existe suficiente conocimiento y capacidad en los encargados de la política monetaria tanto en EE.UU. como en Europa para evitar que este problema y el de las estructuras financieras construidas en base a ellas -conocidas con siglas diversas como ABS, CDO, SIV- deriven en un problema económico mayor. Las hipotecas subprime son créditos dados con menos resguardos que los tradicionales en una forma parecida a como en nuestro país hoy se presta el 100% del precio de la vivienda y con exigencias de ingreso bastante reducidas. Los analistas han venido subiendo las estimaciones de pérdidas totales pasando de US$ 200 mil millones hasta US$ 300 o 400 mil millones. Son cifras gigantescas, y sólo México y Brasil en Latinoamérica tienen un producto anual superior a las nuevas estimaciones. Varias instituciones financieras de renombre están complicadas, y además de ver a sus líderes renunciar, no es descartable que alguna sea adquirida por terceros o deba fusionarse. Sin embargo, existe suficiente base de capital en el sistema para que conjuntamente con un buen manejo monetario no se produzca un colapso mayor.
Un largo proceso
Las recientes restricciones adicionales al crédito, cuando ya parecían superadas, nos recuerdan, eso sí, que el proceso será largo y penoso y las decisiones sobre política monetaria serán difíciles para equilibrar los riesgos del sistema financiero e impedir presiones inflacionarias en una economía mundial con menos capacidad ociosa que en el pasado.
Los efectos negativos en la actividad de la construcción de viviendas en EE.UU. ya son notorios, y conjuntamente con el alza del precio del petróleo llevan a pronosticar un crecimiento para los próximos trimestres de sólo 0,5%, muy por debajo del 3,9% del tercer trimestre. La posibilidad de una recesión ha aumentado, y está en el orden del 35% para el país del norte. Hasta el momento los países emergentes no han sido fuertemente afectados por el deterioro de las condiciones financieras mundiales, como era lo normal en el pasado. Obviamente, si las condiciones en el mercado americano se deterioran mucho, el resto del mundo lo sentirá, pero considerando que los países emergentes han crecido más de 4 puntos por encima del mundo desarrollado en los últimos años, es posible pronosticar que existe potencial para que la economía mundial sea capaz de sostener un grado razonable de dinamismo aún con un EE.UU. recesivo.
¿Y qué pasa en Chile?
En Chile las cifras muestran una economía que crece menos de lo esperado. El crecimiento del PIB para el tercer trimestre alcanzó el 4,1%, lo que confirma que el año superará levemente el 5%, muy por debajo de los cálculos de hace algunos meses.
Las proyecciones para 2008 se han moderado, y algunas no superan el 5%. El menor crecimiento no es por falta de demanda, y el fisco y la política monetaria son expansivos. Más bien las limitaciones son de oferta, por los precios y las restricciones energéticas que afectan al sector productivo y por el efecto acumulativo de políticas antiempleo e inversión. Que nuestro crecimiento potencial ha disminuido, está quedando demostrado en los hechos. Ojalá ello sirva para cambiar de dirección en las políticas públicas, aun cuando ello se vea difícil, por el grado de ideologización y desavenencias en el seno de la coalición gobernante.
La inflación ha repuntado, y terminará el año por encima del 6,5%, más del doble que el punto medio de la banda del Banco Central de 3%. Se plantea que ello se debe a problemas de oferta en sectores específicos, pero es necesario ser cuidadosos con la complacencia. Las cifras de expansión monetaria se han mantenido elevadas y las remuneraciones están creciendo al 8%.
Cualquier supuesto razonable que se realice de aumento de productividad nos lleva a una presión de costos por encima del 4%, techo de lo tolerable para el Banco Central. Más aún, las proyecciones para el 2008 están sólo levemente por debajo de dicho techo. No debemos olvidar que el dinamismo de los precios es tal, que una vez enraizado un proceso de alzas, es más difícil detenerlo que si se actúa a tiempo.
Es conveniente ver al Banco Central claro y decidido en estas materias. Si se despejara la incógnita sobre su presidencia, ello sería más fácil.
En el plano internacional, a pesar de la importancia de las alzas del petróleo o de la caída del valor del dólar, el centro de la preocupación lo sigue ocupando el comportamiento de las hipotecas subprime y su efecto en el sistema financiero. El énfasis es correcto, ya que la desestabilización de este último, la abrupta restricción del crédito o errores monetarios pueden transformar un descenso en el ritmo de crecimiento en una recesión catastrófica.
Afortunadamente existe suficiente conocimiento y capacidad en los encargados de la política monetaria tanto en EE.UU. como en Europa para evitar que este problema y el de las estructuras financieras construidas en base a ellas -conocidas con siglas diversas como ABS, CDO, SIV- deriven en un problema económico mayor. Las hipotecas subprime son créditos dados con menos resguardos que los tradicionales en una forma parecida a como en nuestro país hoy se presta el 100% del precio de la vivienda y con exigencias de ingreso bastante reducidas. Los analistas han venido subiendo las estimaciones de pérdidas totales pasando de US$ 200 mil millones hasta US$ 300 o 400 mil millones. Son cifras gigantescas, y sólo México y Brasil en Latinoamérica tienen un producto anual superior a las nuevas estimaciones. Varias instituciones financieras de renombre están complicadas, y además de ver a sus líderes renunciar, no es descartable que alguna sea adquirida por terceros o deba fusionarse. Sin embargo, existe suficiente base de capital en el sistema para que conjuntamente con un buen manejo monetario no se produzca un colapso mayor.
Un largo proceso
Las recientes restricciones adicionales al crédito, cuando ya parecían superadas, nos recuerdan, eso sí, que el proceso será largo y penoso y las decisiones sobre política monetaria serán difíciles para equilibrar los riesgos del sistema financiero e impedir presiones inflacionarias en una economía mundial con menos capacidad ociosa que en el pasado.
Los efectos negativos en la actividad de la construcción de viviendas en EE.UU. ya son notorios, y conjuntamente con el alza del precio del petróleo llevan a pronosticar un crecimiento para los próximos trimestres de sólo 0,5%, muy por debajo del 3,9% del tercer trimestre. La posibilidad de una recesión ha aumentado, y está en el orden del 35% para el país del norte. Hasta el momento los países emergentes no han sido fuertemente afectados por el deterioro de las condiciones financieras mundiales, como era lo normal en el pasado. Obviamente, si las condiciones en el mercado americano se deterioran mucho, el resto del mundo lo sentirá, pero considerando que los países emergentes han crecido más de 4 puntos por encima del mundo desarrollado en los últimos años, es posible pronosticar que existe potencial para que la economía mundial sea capaz de sostener un grado razonable de dinamismo aún con un EE.UU. recesivo.
¿Y qué pasa en Chile?
En Chile las cifras muestran una economía que crece menos de lo esperado. El crecimiento del PIB para el tercer trimestre alcanzó el 4,1%, lo que confirma que el año superará levemente el 5%, muy por debajo de los cálculos de hace algunos meses.
Las proyecciones para 2008 se han moderado, y algunas no superan el 5%. El menor crecimiento no es por falta de demanda, y el fisco y la política monetaria son expansivos. Más bien las limitaciones son de oferta, por los precios y las restricciones energéticas que afectan al sector productivo y por el efecto acumulativo de políticas antiempleo e inversión. Que nuestro crecimiento potencial ha disminuido, está quedando demostrado en los hechos. Ojalá ello sirva para cambiar de dirección en las políticas públicas, aun cuando ello se vea difícil, por el grado de ideologización y desavenencias en el seno de la coalición gobernante.
La inflación ha repuntado, y terminará el año por encima del 6,5%, más del doble que el punto medio de la banda del Banco Central de 3%. Se plantea que ello se debe a problemas de oferta en sectores específicos, pero es necesario ser cuidadosos con la complacencia. Las cifras de expansión monetaria se han mantenido elevadas y las remuneraciones están creciendo al 8%.
Cualquier supuesto razonable que se realice de aumento de productividad nos lleva a una presión de costos por encima del 4%, techo de lo tolerable para el Banco Central. Más aún, las proyecciones para el 2008 están sólo levemente por debajo de dicho techo. No debemos olvidar que el dinamismo de los precios es tal, que una vez enraizado un proceso de alzas, es más difícil detenerlo que si se actúa a tiempo.
Es conveniente ver al Banco Central claro y decidido en estas materias. Si se despejara la incógnita sobre su presidencia, ello sería más fácil.
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Ex ministro de Hacienda*
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Economía y Negocios online - Chile/27/11/2007
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