«La izquierda soy yo»
Parece que esté en todas partes. Olivier Besancenot ocupa la escena política como nunca se hubiera atrevido a soñar. Hace mucho que Alain Krivine presentaba a su joven pupilo, futuro candidato a la presidencia, a los periodistas preguntando: “Es simpático ¿no?”.
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Sylvia Zappi / Le Monde
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Parece que esté en todas partes. Olivier Besancenot ocupa la escena política como nunca se hubiera atrevido a soñar. Hace mucho que Alain Krivine presentaba a su joven pupilo, futuro candidato a la presidencia, a los periodistas preguntando: “Es simpático ¿no?”. Seis años más tarde, su cara de Tintin mofletudo es ya omnipresente en la izquierda, en las pantallas de televisión del Canal+ o de i-Tele, en las ondas de radio, en las columnas de Le Parisien… Lanza sus proclamas incluso en una doble página de Paris Match, sentado en un taburete en una taberna del distrito 18, bajo una foto del Che Guevara. Última consagración, un equipo de “Groland”, emisión paródica muy apreciada entre la juventud, se ha desplazado a su último mitin parisino el 22 de noviembre en la Mutualité.
Las encuestas de popularidad, que le sitúan pisando los talones a Ségolène Royal y Bertrand Delanöe, tienen algo que ver con esta repentina presencia mediática. Fue primero BVA, que atribuyó al joven trabajador de correos el 40% de opiniones favorables, justo detrás del alcalde de París, luego Ipsos y finalmente Sofres. Oliver Besancenot, 33 años, disputaría a las grandes figuras socialistas la preeminencia en la izquierda. Pareciendo dar así la razón a la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), que pretende haberse convertido en “la única pequeña torre a la izquierda en la debacle”.
En sus mitines, sus mentores, Alain Krivine y François Sabado, que le hacían ensayar sus textos hasta hace poco, están ahora sentados en la segunda fila, como encantados observadores de su éxito. “Es muy bueno”, no dejan de repetir cuando el joven líder hace vibrar a su público afirmando que quiere ser “la izquierda que no abandona nada”, resueltamente opuesta a un PS que no está “en ningún sitio” y que debería “volver a aprender a llevar pancartas en las manifas”. Incluso disfrutan, ellos, que no han conocido la “Liga” más que como marginal.
Estos veteranos habían apostado por la “ruptura generacional” necesaria tras treinta años de candidatura Krivine, para intentar hacer competencia a la popularidad de “Arlette” (Laguiller). Los resultados obtenidos en 2002 -4,27% de los votos-, y sobre todo los 4,08% del escrutinio presidencial en mayo de 2007 (dos veces más que Laguiller y Buffet, la candidata comunista), han superado todos sus pronósticos, instalando definitivamente a Besancenot a la cabeza de la izquierda radical.
Desde hace un mes, es una etapa suplementaria la que parece haber franqueado: instalarse en competencia directa con un PS que se ha hecho demasiado razonable y que no sabe ya desmarcarse de la derecha. “El PS no encarna la alternativa y deja un espacio vacío que ocupa Besancenot”, constata Vincent Tiberj, investigador en el Cevipof, el Centro de Investigaciones políticas de la facultad de Ciencias políticas. El período post-presidencial ha amplificado este fenómeno. Un sondeo de la IFOP para Le Journal du Dimanche, publicado el 2 de noviembre, muestra que el 7% de las personas preguntadas votarían hoy Besancenot. El ascenso es particularmente claro entre los obreros (12%) y los empleados (11%). “El PS aparece sin línea ni líder frente a Sarkozy. En la izquierda, está el cartero (Besancenot trabaja como cartero ndt) como única oposición”, analiza Jérôme Fourquet, director del IFOP.
Besancenot ocupa el terreno militante intentando, desde el inicio de curso en septiembre, “pegarse” lo más cerca de la agenda de las luchas obreras. Está en todas partes, de los sin techo de la calle de la Banque a una manifestación de “usuarios de Correos” en Colombes o una conferencia de prensa contra el reactor nuclear EPR. Cuando interviene en un plató de televisión, cita siempre un ejemplo de “asalariados en lucha” con los que acaba de reunirse. Playtex, Yoplait, Nestlé, Citroen o Well… Representa las cóleras obreras, las reivindicaciones de la “gente que no puede más”.
¿Que se desencadena la huelga en la SNCF? Es el primero en apoyar públicamente a los ferroviarios, en ir corriendo, la víspera del movimiento, al centro de Sotteville-les-Rouen para pedir a los currantes que “aguanten”. Los ferroviarios le acogen como a uno de los suyos. En los cortejos, en las grandes manifestaciones parisinas, es aclamado: “Aguanta, Olivier!. No hay más que tú”. En los locales sindicales, sus entrevistas están en los tablones de anuncios: “Ya era popular, ¡pero ahora ya es la pera! Cuenta su amigo del distrito 18 Pasile Pot, que trabaja en la estación de la Gare de l´Est. “Hay tal confusión en la expresión política del PS que la gente se reconoce en su lenguaje claro”, confirma Annick Coupé, portavoz de Solidaires, la unión sindical que reagrupa al sindicato SUD. “Ha tenido la inteligencia de sentir que había un espacio político desocupado”, reconoce el diputado comunista Patrick Braouezec.
El joven dirigente de la LCR ha sabido también, desde 2001, mostrar su diferencia. Un aspecto distendido -eternos vaqueros y jersey negro-, un lenguaje sencillo y contundente con eslóganes trabajados, una postura de “asalariado como los demás” reivindicada contra los trajes-corbata de los notables. Proclama tanto su admiración por el Che Guevara como su amistad con los raperos Joey Starr y Monsieur R. “En la escena política, se tiene la impresión de que viene de otro planeta”, comenta divertido Léon Crémieux, miembro del buró político de la LCR.
El estilo desentona en la izquierda pero gusta a las jóvenes generaciones. “Integrando nuevas temáticas como la ecología y el altermundialismo, ha sabido estructurar un electorado entre quienes votaban por primera vez”, subraya el investigador Vincent Tiberj. En la generación nacida entre 1977 y 1982, el voto Besancenot alcanza el 12%. Él, por su parte, continúa trabajando su anclaje “currante” y joven. Su imagen popular es objeto de todas las atenciones de su equipo. Para las entrevistas, opta por Le Parisien y los gratuitos como Métro, 20 Minutos. Y prefiere responder a RMC Info, “una radio popular”, más que a los grandes medios generalistas. “Para muchos trabajadores, son las únicas fuentes de información. Se ha convertido en nuestro medio de “com” política”, justifica Léon Crémieux. Sin olvidar las radios de barriada, “para llegar a los jóvenes de los barrios”.
El lunes 3 de diciembre, Olivier Besancenot se borró del debate sobre el estado de la izquierda organizado por Le Monde en el Théatre du Rond-Point con Ségolène Royal. La refinada discusión claramente no cuadraba con el perfil de “superdelegado de las luchas” del antiguo candidato. Prefirió ir al este de Francia para apoyar a los asalariados de Kleber “amenazados con ser despedidos en 2008” y a las obreras de Bergère de France “despreciadas por su patrón”.
El vocabulario, estilo joven de barrio, es detenidamente estudiado. Y es muy pedagógico, para hacer accesible la política. A diferencia de sus mayores, el joven cartero trabaja sus intervenciones políticas. Se acabó el tiempo en que Krivine escribía de mala manera tres ideas en un billete de metro antes de sus mitines. Su cadete hace fichas, pide notas a los economistas de su organización. “Cuando habla, no es teoría ni cosas sin sentido. Es muy concreto, y la gente comprende inmediatamente”, asegura Jérôme Ferard, ferroviario de 29 años en Melun y afiliado desde hace poco. “Sabe contar historias, trozos de vida que muestran a su auditorio que es de los suyos”, insiste su amigo Basile Pot.
Por más que sea el compañero de una editora de Flammarion y pase sus vacaciones en las Antillas, como denuncian los blogs de la UMP, repite que sigue ganando “solo” 1.100 euros netos por mes, no tiene más que un Renault Clio y la “mitad” de un apartamento de dos habitaciones, en el distrito 18 de París, comprado a crédito. “Me siento diez veces más cercano a mis colegas que cualquier otro político”, repite el cartero. En su último mitin parisino, sus “colegas” de las sucursales de correos de Gennevilliers y de Neuilly-sur-Seine vinieron en bandada, con un pin SUD en sus blusas azul marino. “Es el único que propone una verdadera oposición a Sarko”, asegura Anthony Mornas, electrotécnico, recien afiliado también en Berre.
La receta está funcionando hasta el punto de que las filas de la LCR engordan. Si la organización sigue proclamando unos 3.000 militantes, sus reuniones conocen una afluencia creciente. Bajo la influencia del cartero, la sociología militante se ha modificado: “Desde 2002, la LCR ha visto llegar militantes jóvenes y de categorías más populares, sensibles al discurso sobre las condiciones de vida degradadas”, subraya Florence Joshua, una investigadora del Cevipof que ha trabajado los ficheros de la LCR.
El local de la “Liga” recibe regularmente un telefonazo de algún delegado sindical que pregunta si Olivier Besancenot puede ir a su empresa para que algún conflicto aparezca en los medios. Y los militantes confiesan que, en los mercados, son más escuchados que antes. “Decidle que ha estado bien en la tele”. Pero el nuevo líder no quiere embalarse. “Dejad de decir que entre Sarko y yo no hay nadie ya, es falso”, dice, consciente de la trampa tendida. Sabe que las municipales no son en absoluto favorables a su organización y que ahí el PCF, así como los Verdes, podrán aún dar la prueba de su anclaje social.
El lanzamiento de un nuevo partido anticapitalista, en lugar de la LCR, sigue programado para 2008. “Se siente que despierta interés, pero no es una ola”, confiesa Besancenot. El congreso de la LCR es ya dentro de un mes: no querría que las esperanzas sean decepcionadas -un “pequeño” congreso no estaría a la altura de las suscitadas por su popularidad. “Su éxito es un artefacto total: es la imagen de Besancenot la que drena votos, no la LCR ni su proyecto” previene Tiberj. “Lo que cuenta, no son los sondeos, sino el resultado electoral”, responde el interesado. La cita ya está concertada para 2012.
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Artículo aparecido en Le Monde, el 12 de diciembre de 2007.
Artículo aparecido en Le Monde, el 12 de diciembre de 2007.
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Traducción de Alberto Nadal.
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kaosenlared.net - España/16/12/2007
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