¡¡ DEL OTRO LADO DEL CHARCO !!
Internas no existen, pero que las hay las hay
La interna entre los dirigentes del agro recrudeció luego de que el Gobierno decidiera no recibirlos. Públicamente criticaron la decisión oficial, pero puertas adentro algunos cuestionaron a Buzzi y Llambías por sus discursos del domingo. Diferencias sobre cómo seguir.
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Por Fernando Krakowiak
Por Fernando Krakowiak
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Sus protagonistas quieren que pase desapercibida. Sin embargo, la interna política entre los dirigentes del agro recrudeció luego de que el Gobierno decidiera no recibirlos el lunes pasado. En la reunión de la Mesa de Enlace realizada ese mismo día, Confederaciones Rurales (CRA) propuso volver al lockout, con bloqueo de rutas incluido, en respuesta al “desplante”, pero las otras entidades se opusieron y se convocó a un cuarto intermedio a la espera de un gesto oficial. Finalmente, el martes se anunció una nueva medida de fuerza luego de que la conducción del Partido Justicialista los acusara de “golpistas”, pero se buscó un punto intermedio entre “duros” y “moderados” para conservar la unidad porque Coninagro dejó en claro que no iba a redoblar la apuesta. De hecho, la entidad le envió un documento a la mesa de enlace donde critica “la politización de las posiciones” y reclama que “se mantenga en cada acción el reclamo sectorial del campo”.
Las diferencias entre las entidades no son de ahora, pero el paso de los días acentuó las divisiones, porque no todos están dispuestos a seguir con el conflicto indefinidamente. El lunes los dirigentes del agro criticaron públicamente la decisión del Gobierno de no recibirlos, pero puertas adentro los más dialoguistas le pasaron factura a Eduardo Buzzi, titular de Federación Agraria, y a Mario Llambías, de CRA, por los discursos del domingo en Rosario. Fernando Gioino fue uno de los más enojados, pues consideró que esos ruralistas le dieron al Gobierno la excusa perfecta para no recibirlos y seguir apostando al desgaste. La bronca se concentró fundamentalmente en Buzzi, quien el domingo llegó a decir que “los Kirchner son un obstáculo para el crecimiento del país”.
El sábado a la noche en Rosario los dirigentes de las entidades habían acordado evitar los agravios y las definiciones sobre nuevas medidas de protesta para no poner en riesgo la reunión del lunes. Incluso lograron convencer a Alfredo De Angeli, que había llegado a la ciudad santafesina con la intención de declarar un nuevo lockout. Sin embargo, al otro día algunos chacareros cayeron seducidos ante la multitud y la emprendieron contra el Gobierno con cuestionamientos que fueron más allá de lo sectorial. De Angeli incluso formuló un ultimátum al decir que si el lunes no tenían una respuesta favorable volverían a las rutas.
La nota que le presentó Coninagro el martes a las demás entidades fue consensuada por el Consejo de Administración de la entidad y le apuntó a esos exabruptos, aunque formalmente se la presentó como líneas de acción para “optimizar” el funcionamiento de la mesa de enlace. El documento pide que “se mantenga en cada acción el reclamo sectorial del campo”; “la no politización de las posiciones, el discurso o las decisiones que se tomen” y la necesidad de “respetar la institucionalidad de cada entidad, manteniendo dentro de las mismas la verticalidad y la disciplina”.
Gioino remarcó luego que seguirán participando de la Mesa de Enlace, pero proclamó la necesidad de “hacerlo de forma conducente a solucionar el conflicto”. Los dos principales socios de Coninagro son SanCor y la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), las cuales se encuentran en un disyuntiva por distintos motivos. SanCor depende de la ayuda del Gobierno para salir adelante de sus crisis, mientras que ACA ve en la continuidad indefinida del lockout un riesgo para su negocio porque tiene menos espalda financiera que las multinacionales contra las cuáles compite (Cargill, Dreyfus, AMD, etc.).
El lunes por la tarde, luego de haberse pasado factura mutuamente por la situación en la que se encuentran, los dirigentes comenzaron a analizar cómo seguir y allí también surgieron las diferencias. Mario Llambías llevó el mandato de volver al lockout y a los cortes de ruta. Esa posición fue alentada fundamentalmente por Carbap, entidad que integra CRA y que además estuvo representada en la reunión por su presidente Pedro Apaolaza. Otra de las posiciones más radicales dentro de Confederaciones Rurales es la que expresa Néstor Roulet, vicepresidente de la entidad y titular de Cartez. Algunos de los dirigentes todavía recuerdan las duras críticas que le hizo Roulet a Llambías cuando el presidente de CRA firmó un nuevo acuerdo por la carne durante la tregua. “Ese acuerdo no sirve para nada. Estamos haciendo el papel de pelotudos”, le dijo entonces.
A diferencia de CRA, Coninagro y Sociedad Rural propusieron esperar al menos hasta el otro día para tomar una decisión sobre cómo seguir las protestas y contaron con el apoyo de Eduardo Buzzi, quien luego de consultar telefónicamente con De Angeli obtuvo la promesa de que en Gualeguaychú no tomarían ninguna medida de fuerza al menos hasta el mediodía del martes.
La intención de los dirigentes era enviarle una carta a Cristina Fernández pidiéndole una audiencia para destrabar la situación. De hecho, Luis Biolcati, vice de la Rural; Pablo Orsolini, vice de Federación Agraria, y Pedro Apaolaza, de Carbap, se fueron de la reunión cuando sólo faltaba redactar la carta, pero los que se quedaron en la sede de CRA a último momento decidieron que era mejor no enviar nada y se limitaron a anunciar el paso a un cuarto intermedio para el martes.
A la mañana siguiente, De Angeli llamó personalmente al celular de Buzzi y le dijo que el tiempo extra que le habían dado para encontrar una solución se acababa al mediodía. “Acá no quieren esperar más”, le comunicó. Buzzi elogia públicamente a De Angeli por su disciplina y verticalidad, pero en la intimidad lo denosta porque no soporta que le marque la cancha todo el tiempo. Ulises Forte, otro de los vicepresidentes de Federación, también critica a De Angeli. El día que fueron al Congreso a exponer sus argumentos ante los legisladores de la oposición, De Angeli atrajo la atención de todos los fotógrafos. “Vayan a hacerle la nota al nuevo Blumberg”, comentó Forte por lo bajo. Por ahora, las internas se saldaron con una medida de fuerza que incluye un lockout por pocos días para luego iniciar otra serie de protestas más a tono con las posiciones moderadas.
Dos modelos agrícolas
El presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), Patricio Griffin, sostuvo ayer que es preciso “fortalecer el modelo cooperativo de producción agropecuaria en detrimento del sojero monopólico”. “Los productores, los pequeños y medianos propietarios, deben entender que su libertad económica y su futuro dependen de proteger su capital principal, que es la calidad de sus campos, y de la capacidad de agregarle valor a la producción primaria, en toda la cadena”, indicó Griffin. El titular del Inaes remarcó que existen “dos modelos de explotación y acumulación existentes en la producción agrícola”. Al respecto precisó que “uno es el complejo sojero multinacional, compuesto por Cargill, Bunge & Born y Dreyfus, que supone la concentración en manos monopólicas de la producción primaria desde la tranquera del campo, la lleva al exterior y la transforma y le agrega valor en los países de destino”. Griffin subrayó que “el otro modelo es el complejo cooperativo nacional, que se propone seguir la cadena de valor más allá de la tranquera del campo”.
Sus protagonistas quieren que pase desapercibida. Sin embargo, la interna política entre los dirigentes del agro recrudeció luego de que el Gobierno decidiera no recibirlos el lunes pasado. En la reunión de la Mesa de Enlace realizada ese mismo día, Confederaciones Rurales (CRA) propuso volver al lockout, con bloqueo de rutas incluido, en respuesta al “desplante”, pero las otras entidades se opusieron y se convocó a un cuarto intermedio a la espera de un gesto oficial. Finalmente, el martes se anunció una nueva medida de fuerza luego de que la conducción del Partido Justicialista los acusara de “golpistas”, pero se buscó un punto intermedio entre “duros” y “moderados” para conservar la unidad porque Coninagro dejó en claro que no iba a redoblar la apuesta. De hecho, la entidad le envió un documento a la mesa de enlace donde critica “la politización de las posiciones” y reclama que “se mantenga en cada acción el reclamo sectorial del campo”.
Las diferencias entre las entidades no son de ahora, pero el paso de los días acentuó las divisiones, porque no todos están dispuestos a seguir con el conflicto indefinidamente. El lunes los dirigentes del agro criticaron públicamente la decisión del Gobierno de no recibirlos, pero puertas adentro los más dialoguistas le pasaron factura a Eduardo Buzzi, titular de Federación Agraria, y a Mario Llambías, de CRA, por los discursos del domingo en Rosario. Fernando Gioino fue uno de los más enojados, pues consideró que esos ruralistas le dieron al Gobierno la excusa perfecta para no recibirlos y seguir apostando al desgaste. La bronca se concentró fundamentalmente en Buzzi, quien el domingo llegó a decir que “los Kirchner son un obstáculo para el crecimiento del país”.
El sábado a la noche en Rosario los dirigentes de las entidades habían acordado evitar los agravios y las definiciones sobre nuevas medidas de protesta para no poner en riesgo la reunión del lunes. Incluso lograron convencer a Alfredo De Angeli, que había llegado a la ciudad santafesina con la intención de declarar un nuevo lockout. Sin embargo, al otro día algunos chacareros cayeron seducidos ante la multitud y la emprendieron contra el Gobierno con cuestionamientos que fueron más allá de lo sectorial. De Angeli incluso formuló un ultimátum al decir que si el lunes no tenían una respuesta favorable volverían a las rutas.
La nota que le presentó Coninagro el martes a las demás entidades fue consensuada por el Consejo de Administración de la entidad y le apuntó a esos exabruptos, aunque formalmente se la presentó como líneas de acción para “optimizar” el funcionamiento de la mesa de enlace. El documento pide que “se mantenga en cada acción el reclamo sectorial del campo”; “la no politización de las posiciones, el discurso o las decisiones que se tomen” y la necesidad de “respetar la institucionalidad de cada entidad, manteniendo dentro de las mismas la verticalidad y la disciplina”.
Gioino remarcó luego que seguirán participando de la Mesa de Enlace, pero proclamó la necesidad de “hacerlo de forma conducente a solucionar el conflicto”. Los dos principales socios de Coninagro son SanCor y la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), las cuales se encuentran en un disyuntiva por distintos motivos. SanCor depende de la ayuda del Gobierno para salir adelante de sus crisis, mientras que ACA ve en la continuidad indefinida del lockout un riesgo para su negocio porque tiene menos espalda financiera que las multinacionales contra las cuáles compite (Cargill, Dreyfus, AMD, etc.).
El lunes por la tarde, luego de haberse pasado factura mutuamente por la situación en la que se encuentran, los dirigentes comenzaron a analizar cómo seguir y allí también surgieron las diferencias. Mario Llambías llevó el mandato de volver al lockout y a los cortes de ruta. Esa posición fue alentada fundamentalmente por Carbap, entidad que integra CRA y que además estuvo representada en la reunión por su presidente Pedro Apaolaza. Otra de las posiciones más radicales dentro de Confederaciones Rurales es la que expresa Néstor Roulet, vicepresidente de la entidad y titular de Cartez. Algunos de los dirigentes todavía recuerdan las duras críticas que le hizo Roulet a Llambías cuando el presidente de CRA firmó un nuevo acuerdo por la carne durante la tregua. “Ese acuerdo no sirve para nada. Estamos haciendo el papel de pelotudos”, le dijo entonces.
A diferencia de CRA, Coninagro y Sociedad Rural propusieron esperar al menos hasta el otro día para tomar una decisión sobre cómo seguir las protestas y contaron con el apoyo de Eduardo Buzzi, quien luego de consultar telefónicamente con De Angeli obtuvo la promesa de que en Gualeguaychú no tomarían ninguna medida de fuerza al menos hasta el mediodía del martes.
La intención de los dirigentes era enviarle una carta a Cristina Fernández pidiéndole una audiencia para destrabar la situación. De hecho, Luis Biolcati, vice de la Rural; Pablo Orsolini, vice de Federación Agraria, y Pedro Apaolaza, de Carbap, se fueron de la reunión cuando sólo faltaba redactar la carta, pero los que se quedaron en la sede de CRA a último momento decidieron que era mejor no enviar nada y se limitaron a anunciar el paso a un cuarto intermedio para el martes.
A la mañana siguiente, De Angeli llamó personalmente al celular de Buzzi y le dijo que el tiempo extra que le habían dado para encontrar una solución se acababa al mediodía. “Acá no quieren esperar más”, le comunicó. Buzzi elogia públicamente a De Angeli por su disciplina y verticalidad, pero en la intimidad lo denosta porque no soporta que le marque la cancha todo el tiempo. Ulises Forte, otro de los vicepresidentes de Federación, también critica a De Angeli. El día que fueron al Congreso a exponer sus argumentos ante los legisladores de la oposición, De Angeli atrajo la atención de todos los fotógrafos. “Vayan a hacerle la nota al nuevo Blumberg”, comentó Forte por lo bajo. Por ahora, las internas se saldaron con una medida de fuerza que incluye un lockout por pocos días para luego iniciar otra serie de protestas más a tono con las posiciones moderadas.
Dos modelos agrícolas
El presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), Patricio Griffin, sostuvo ayer que es preciso “fortalecer el modelo cooperativo de producción agropecuaria en detrimento del sojero monopólico”. “Los productores, los pequeños y medianos propietarios, deben entender que su libertad económica y su futuro dependen de proteger su capital principal, que es la calidad de sus campos, y de la capacidad de agregarle valor a la producción primaria, en toda la cadena”, indicó Griffin. El titular del Inaes remarcó que existen “dos modelos de explotación y acumulación existentes en la producción agrícola”. Al respecto precisó que “uno es el complejo sojero multinacional, compuesto por Cargill, Bunge & Born y Dreyfus, que supone la concentración en manos monopólicas de la producción primaria desde la tranquera del campo, la lleva al exterior y la transforma y le agrega valor en los países de destino”. Griffin subrayó que “el otro modelo es el complejo cooperativo nacional, que se propone seguir la cadena de valor más allá de la tranquera del campo”.
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Página/12 Web - Argentina/29/05/2008
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