La milenaria China
Por Elsa de Mena
Durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, China presentó en una alegoría espectacular un resumen de su milenaria historia, sus dinastías y gobiernos.
En ese programa de inauguración China resaltó su admirable cultura, sus primigenios inventos, la pólvora, el papel, la brújula y la cometa, escenificada esta en la ternura de una niña. Sus exploraciones, sus conquistas comerciales en base a la legendaria ruta de la seda, que fue especialmente recordada.
No podía pasar la oportunidad de demostrar al mundo la integración social y política de este gran país y para ello ahí estuvieron los niños en escena, ataviados cada uno con el traje típico de las diversas nacionalidades y, junto a ellos, los soldados que portaban la bandera china, que pone de relieve sin duda la presencia militar.
Un gigantesco rollo de papel en blanco, en el que se fue rememorando la grandeza de las diferentes etapas de la historia a través de la pintura, con acuarela y tinta chinas, realizadas por artistas y bailarines que flotaban en el aire.
La coreografía no podía desaprovechar esta oportunidad tan especial, sin referirse a la paz y a la armonía necesaria para la convivencia internacional, palabras que fueron resaltadas en el juego mágico de los caracteres de su propia escritura.
Desde luego la ocasión era propicia para un mensaje sobre el entendimiento y la cooperación de los pueblos para enfrentar el desarrollo y controlar en base a la amistad y la comprensión los riesgos siempre latentes para la humanidad.
Finalmente, la referencia del confucionismo, como una filosofía inmutable a lo largo de su historia y de mayor influencia en la vida de este pueblo, disciplinado y austero, que guía el comportamiento de las personas, y su deber hacia la sociedad.
Mientras admiraba este maravilloso espectáculo, la expectativa se iba centrando en la forma cómo este legendario país presentaría la etapa moderna de su historia, la de la globalización, aquella que ha eliminado las fronteras y, sobre todo, las barreras del conocimiento.
Qué sublime sencillez y cuánta grandeza, al ver graficado el presente, a través de los niños que, al igual que en todo el mundo, visten sus camisetas y shorts, pero sobre todo en una suerte de símbolo, sus mochilas, para luego culminar los trazos de la historia sobre aquel mismo rollo de papel, pero no con fina tinta china, sino con las características crayolas de uso universal.
Por fin, la etapa de posmodernidad, aquella de la investigación planetaria, con el simbolismo del paseo del atleta por el espacio, hasta prender la tea olímpica en el pebetero.
"Los Juegos Olímpicos de Beijing son una oportunidad no solo para China sino para todo el mundo", dijo el alcalde de Beijing.
Muchas lecciones en efecto, especialmente para quienes pretenden aferrarse al pasado, a pretexto de encontrar sus raíces y renacer costumbres ancestrales sujetas a tradiciones incompatibles con la vida moderna, en lugar de enfrentar el presente, mirar el futuro con valentía y asumir los riesgos y oportunidades para alcanzar el progreso de los pueblos y la integración de la humanidad.
En ese programa de inauguración China resaltó su admirable cultura, sus primigenios inventos, la pólvora, el papel, la brújula y la cometa, escenificada esta en la ternura de una niña. Sus exploraciones, sus conquistas comerciales en base a la legendaria ruta de la seda, que fue especialmente recordada.
No podía pasar la oportunidad de demostrar al mundo la integración social y política de este gran país y para ello ahí estuvieron los niños en escena, ataviados cada uno con el traje típico de las diversas nacionalidades y, junto a ellos, los soldados que portaban la bandera china, que pone de relieve sin duda la presencia militar.
Un gigantesco rollo de papel en blanco, en el que se fue rememorando la grandeza de las diferentes etapas de la historia a través de la pintura, con acuarela y tinta chinas, realizadas por artistas y bailarines que flotaban en el aire.
La coreografía no podía desaprovechar esta oportunidad tan especial, sin referirse a la paz y a la armonía necesaria para la convivencia internacional, palabras que fueron resaltadas en el juego mágico de los caracteres de su propia escritura.
Desde luego la ocasión era propicia para un mensaje sobre el entendimiento y la cooperación de los pueblos para enfrentar el desarrollo y controlar en base a la amistad y la comprensión los riesgos siempre latentes para la humanidad.
Finalmente, la referencia del confucionismo, como una filosofía inmutable a lo largo de su historia y de mayor influencia en la vida de este pueblo, disciplinado y austero, que guía el comportamiento de las personas, y su deber hacia la sociedad.
Mientras admiraba este maravilloso espectáculo, la expectativa se iba centrando en la forma cómo este legendario país presentaría la etapa moderna de su historia, la de la globalización, aquella que ha eliminado las fronteras y, sobre todo, las barreras del conocimiento.
Qué sublime sencillez y cuánta grandeza, al ver graficado el presente, a través de los niños que, al igual que en todo el mundo, visten sus camisetas y shorts, pero sobre todo en una suerte de símbolo, sus mochilas, para luego culminar los trazos de la historia sobre aquel mismo rollo de papel, pero no con fina tinta china, sino con las características crayolas de uso universal.
Por fin, la etapa de posmodernidad, aquella de la investigación planetaria, con el simbolismo del paseo del atleta por el espacio, hasta prender la tea olímpica en el pebetero.
"Los Juegos Olímpicos de Beijing son una oportunidad no solo para China sino para todo el mundo", dijo el alcalde de Beijing.
Muchas lecciones en efecto, especialmente para quienes pretenden aferrarse al pasado, a pretexto de encontrar sus raíces y renacer costumbres ancestrales sujetas a tradiciones incompatibles con la vida moderna, en lugar de enfrentar el presente, mirar el futuro con valentía y asumir los riesgos y oportunidades para alcanzar el progreso de los pueblos y la integración de la humanidad.
-
Diario Hoy - Ecuador/16/08/2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario