23/9/08

ESCARBANDO...LQ somos.

Pitágoras, Elíseo y las teorías sobre el fin del Mundo
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“Algunos Hombres aprendieron a no poder vivir sin las plantas, sus flores y olores... Sin embargo, otros jamás han llegado ni a saber que existen. Obviamente los animales, denominados irracionales, siempre lo han sabido y conviviendo respetuosamente con todas ellas”
Para eso contemos una historia que aunque los personajes pudieran ser ficticios en el fondo es la cruel realidad y la moraleja de todo el contenido que queremos exponer relacionado con el tan llevado y traído ecologismo y la salvación del Planeta, cosa que por otro lado al paso que va nos vamos a quedar sin él. Contribuyamos pues con nuestra humilde contribución a salvarlo.
Es aquí unos personajes cuyas reputaciones, especialmente en las académicas por sus logros en filosofías humanísticas y sus largas carreras en la docencia, con resultados y valores transcendentales. Si ellos, como grandes conocedores en las materias no nos pudieron dar unas respuestas convincentes, tal vez y por lo menos nos haga pensar un poco más en ese futuro que está por llegar, pero eso sí, con más amor hacia el mundo en que vivimos por lo que no debe de ser despreciado y mal tratado.
Me estoy refiriendo a los eminentes hermanos Pitágoras y Elíseo, cuyos nombres son más que reconocidos, pero que debido ya a sus avanzadas edades no practican la docencia, están jubilados y retirados del mundo académico hace ya algún tiempo.
Resulta que casi al final de este verano fui invitado, al igual que otros ex alumnos, a pasar un corto periodo de vacaciones en su chalet. Después de un día de agobiante calor, refrescado nada más que por las constantes entradas en la piscina, al llegar la tarde y como buena costumbre para aprovechar los frescos de aquellas últimas horas, todos los invitados bajamos al jardín. Cabe resaltar que estaba maravillosamente cuidado y en el que podíamos apreciar un mar de colores y en particular las floridas rosaledas, sin dejar de percibir los embriagadores jazmines que empezaban a desabrochar sus perfumados pétalos y la brisa nos lo hacía llegar.
Habíamos recorrido un corto camino, llegamos a la encrucijada donde se encuentra la pérgola con un esmerado emparrado y sus correspondientes frescas plantas trepadoras. Una vez ya instalados, tanto los propietarios como invitados en sus correspondientes poltronas o similares, se creó un silencio casi sepulcral nada más interrumpido por la suave brisa, la cual nos traía los fragantes olores de las diversas plantas y flores aromáticas distribuidas por todas las partes ajardinadas en sus correspondientes arriates. Quedamos como en un éxtasis, más bien como si estuviéramos apreciando una pintura llena de colores que poco a poco va apagando la luz mortecina por la puesta del sol. Al ser yo el más allegado a estos insignes hermanos, por no haber perdido el contacto de amistad desde aquellos lejanos días en que los tuve como profesores en la Facultad, era el apropiado para romper el silencio de la bella estampa. Reaccioné dando el clásico quiebro con la garganta… A continuación y antes de que los invitados se pudieran dar cuenta del lapso sufrido por el sosiego y la belleza del entorno, me dirigí a los ilustres catedráticos y sin medir palabras, debido a la mutua confianza, les propuse que nos deleitaran con algunas de sus múltiples lecciones. Sugerí pudiera ser sobre cualquier tema relacionado con las ciencias. Sobre la cuestión ellos tenían conocimientos ciertos de las cosas, principios y causas, en definitivas, unos auténticos eruditos en todo lo relacionado sobre la vida y su conjunto de fuerzas que algunos seres Humanos poseen y con sumo gusto comparten con todos los demás, aunque reconocen ser menos que la evolucionada Naturaleza, por eso la respetan y veneran tanto. Los aludidos hermanos salieron igualmente de su lapso al haber estado contemplando el ocaso del rey Sol, ese mismo que al transponer el horizonte poco a poco va llegando la noche, por lo que aquí al darse cuenta ellos pidieron disculpas. Obviamente habiéndose dados por satisfechos a mis súplicas para que hicieran uso de sus dones y conocimientos sobre alguna lección informal, al no encontrarnos en las aulas, por lo que podríamos calificar la reunión como de una simple palestra.
Sin más preámbulo, mirando a la concurrencia el hermano mayor, el ilustre académico Pitágoras, fiel a su homólogo griego de tiempos pretéritos y cada uno en sus respectivas doctrinas que desarrollaron, así como el espacio y tiempo que les tocaron vivir, volvió la vista hacia su hermano menor y dijo:
- Querido Elíseo, ¿crees tú que se notaría mucho o poco si el mundo en este mismo instante pudiera aumentar la tercera parte de su propia masa?
- Creo que ante tanta inmensidad, ¿qué es la tercera parte de nuestra masa terráquea por la que nos movemos...?
- Para la inmensidad del infinito cosmos, resulta no ser nada. Pero, querido hermano, para nosotros los terráqueos que aquí estamos y lo habitamos, es precisamente la tercera parte del mundo. Piénsatelo bien, se trata de una gran porción...
Hubo un breve intervalo de silencio entre ellos por lo que parecía que no dejaban de estar pensando; posteriormente Pitágoras y en el uso de la palabra continuó sin salirse del entorno cósmico de la siguiente manera:
- Elíseo, sabes como yo que algunos de nuestros distinguidos colegas científicos y en relación con el tema sobre el cosmos difieren mucho entre ellos sin olvidarnos de nosotros mismos, en relación con los estudios llevados a cabo en las distintas materias y elementos de éstas y otras índoles. Así pues cabe investigar muy a fondo, dentro de los avances y estudios, los cuales éstos puedan contener sustancias y formar con relación a los planetas de nuestro entorno. Sobre la cuestión y por muchos satélites exploradores que hasta la fecha se hayan podido enviar a averiguar para tales efectos, resulta que al comparar las investigaciones con nuestra Tierra no creen posible una vida igual a la que aquí soportamos con toda naturalidad. Entre unos y otros piensan que Venus no es posible de ser habitado porque contiene gas carbónico en excesivas cantidades. En Mercurio, debido al intenso calor que recibe al estar tan cerca del Sol. En el caso de Marte, por no poseer éste el oxígeno necesario para poderse respirar, y así sucesivamente con todos los demás. Pero, ¿por qué no admitimos de una vez por toda que pudiera existir una vida diferente a la nuestra? ¿No crees que podría ser factible concebirse una vida la cual pudiera soportar el exceso de gas carbónico? ¿Otra que soportara las altas temperaturas, etc.? No creo que eso fuera totalmente imposible ni demasiado absurdo para la sabia Naturaleza... Pero, ¿por qué queremos insistir continuamente en esa tenaz obstinación y eterna preocupación de que somos superiores siempre a los otros mundos, en la forma humana o animal a las que estamos habituados...?- Y parándose en la interrogación se quedó mirando fijamente a los ojos del hermano, y por supuesto, todos nosotros en los de él.Elíseo se quedó pensativo por unos instantes. Después de haber estado cavilando sobre el tema en cuestión y dando un profundo suspiro le contestó:
- No dejas de tener razón hasta un cierto punto, querido hermano. Pero, sin embargo, reitero, por lo que no dejo de pensar que es difícil una vida diferente a la nuestra..., así que contrapongo estos planteamientos hasta que tengamos una auténtica y satisfactoria respuesta a niveles científicos y dentro del simple entendimiento humano, por ahora tú ni yo podemos asegurar nada, todo son especulaciones y conjeturas...
- Eternos desconciertos, pesimismos y desconfianzas... - Le contestó Pitágoras sin entusiasmo a su hermano Elíseo al termina la frase, y sin dejar de hablar continuó diciendo:
- De todas las maneras, sea eso cierto o no lo que dices, hoy por hoy carecen de una auténtica importancia. Reconozco que hay otras muchas preocupaciones que sí merecen una atención que no todos suelen dar con el debido entusiasmo, necesidad apremiante y magnitud sobre la cuestión, a empezar por los propios testamentos del poder, y todo antes de que sea demasiado tarde -. Y mudándose de posición en su cómodo y anatómico asiento, dijo con voz triste y apagada: -¿Sabes lo que más me entristece con inmensa angustias, aflicciones de ánimo hasta algunas veces no poder dormir bien?
Una gran interrogación apareció en los ojos de Pitágoras. Entonces, dirigiéndose al hermano y con un gesto de las manos a todos los presentes prosiguió:
- Lo que más me preocupa y embarga los ánimos es pensar que de aquí a poder ser miles o cientos de años la vida desaparecerá de la faz terrestre. Este mundo, el que ahora vemos maravilloso, será una gran e inmensa masa sin vida. Los hombres, y de éstos algunos tan engreídos, astutos y engañifas hasta el punto de despreciar no solo a sus semejantes, cosa que vienen haciendo desde que vivieron en las cavernas, como es el antagonismo de destruir, no ya lo hecho por otros hombres, sino lo creado por la Madre Naturaleza. La reflexión me ha llevado a pensar que no quedarán rastros algunos de las obras ni de sus autores, puede que unas que otras ruinas como huellas de su paso por la Tierra, eso sí, muy difíciles de identificar-. Después de una breve pausa el anciano continuó su palestra dolorosamente apenado.
–Algunas cosas tan entrañables como las emociones que sentimos al ver la inmensidad de las selvas tropicales; los polos y sus eternos hielos; las campiñas labradas con sudor y esmero para el sustento de los Hombres y sus animales y a todo esto añadiéndole un largo etc. Tampoco se podrán apreciar las obras de generaciones pasadas como las pirámides del Egipto faraónico; las impresionantes ruinas de los antiguos Incas, Mayas..., o las propias metrópolis modernas...- Al llegar aquí la voz se le apagaba.
- Hermano, por supuesto, tienes toda la razón.- Intervino diciendo Elíseo con un leve fruncir del entrecejo y continuó: –Al menos esas civilizaciones han tenido a los hombres del ayer y a nosotros los de hoy que pudimos admirar esas colosales obras y muchas otras sin olvidar nuestra colaboración para que pudieran perdurar y subsistir; también nuestro compromiso desde la cátedra en la constante lucha por la perpetua Paz y el bienestar social de ésta siempre sufrida Humanidad.
Una vez más y ya recuperado Pitágoras de su angustiada pena por el posible fin a que pueda llegar y tener el Género Humano, le contestó a su hermano:
- Sin embargo y haciéndome reiterativo, cabe la posibilidad de que nosotros no tengamos quienes puedan admirar esas y ni tampoco nuestras propias obras, ni tampoco podrán llegar a usar el patrimonio cultural, científico y técnico el día de ese cercano o lejano mañana..., ¡que al paso que llevan no creo estará muy lejos ese devenir...! ¡Qué horrible es pensar que un día el mundo dejará de existir! ¡Qué horripilante y descorazonado el imaginar, reflexionar, que todas las grandes obras humanas fueron inútiles! ¡Él haber salido de un principio evolutivo para convertirse en nada! Sí, es muy doloroso el pensar y recapacitar. Pienso en aquellas largas e interminables noches de vigilias, primero a la luz de una hoguera, una vela, posteriormente bajo las lámparas de neón hasta llegar al ordenador. Durante tantos y tantos siglos los sabios, estudiosos, científicos de toda índole, del pasado, al igual que los del hoy presente, ellos quemaron y quemaran aún sus pestañas en busca de un invento, una pócima, alguna fórmula magistral para entregarlas en beneficio de la sufrida Humanidad.
Recordemos las lágrimas derramadas por poetas, artistas y escritores al plasmar todos ellos sus inquietudes en obras que llenaron a los Hombres del pasado y presente de satisfacciones y sabidurías.
No olvidemos ni por un instante la sangre derramada en miles de inútiles guerras y conflictos provocados por individuos exaltados que en la fe de un fanatismo religioso, político o benefactor a sus propios intereses. Muchos creyeron en ellos y aún hoy día continúan creyendo igualmente de que son los únicos representantes ante la Naturaleza, el don a la Libertad de los Hombres, o de unos poderosos Dioses llenos de joyas pero que como esos hombres tienen los pies de barro. A todo esto con el agravante de que cuando hay un primer síntoma de catástrofes naturales, éstos obligan a sus fieles súbditos y creyentes a arrodillarse y pedir perdón por unos “pecados” que los pueblos jamás han cometido... Sin embargo y a pesar de todo lo ya aquí comentado, tanto lo bueno como lo malo, cuando verdaderamente llegue el holocausto final no se darán cuenta de que en realidad hace ya mucho tiempo de que éste había comenzado..., y para entonces todo será inútil...-
Eran lúgubres, tristes, melancólicas esas palabras y entre cortado el sonido de su voz cuando pronunció estas palabras: -¡Es horrible...! ¡Es aterrorizador pensar en que llegará un día el Fin del Mundo y para todas las especias que en él viven..., e infelizmente tendrá que llegar..., algún día será..., aunque no lo queramos ni lo podamos ver...!
Su hermano Elíseo también con voz menguada y triste semblante en los ojos y rostro agregó con pesadumbre:
- En fin, nos quedan al menos y en un suponer las esperanzas de que esas grandes catástrofes aún tardaran algunos cientos de años en ocurrir..., aunque como es sabidos, se presienten, los síntomas ya han empezado...
- Cientos de años, miles de meses, millones de días..., ¿qué más da? ¡Son frágiles esperanzas para las futuras generaciones del mañana...!- Aquí y así terminó Pitágoras y su hermano Elíseo sus palestras con una gran tristeza en los ojos a punto de saltárseles las lágrimas como si de unos niños se trataran...
Una vez dada por concluida la reunión tanto los ilustres jubilados como sus convidados se pusieron en marcha hacia la casa, y para ser sincero, a más de uno de los allí reunidos se les saltaron las lágrimas. Los hermanos parecían algo más envejecidos que cuando bajamos al jardín, cosa que inmediatamente se dieron cuenta los invitados, la rapidez en ofrecimientos de forzudos brazos para un seguro apoyo, fue unánime.
Al permanecer yo pensativo sobre lo allí tratado y sus funestas consecuencias, había quedado algo rezagado de la comitiva. No obstante me quedé contemplando la serena noche y todo lo que ella pudiera contener; es sabido por todos que en las grandes ciudades no tenemos ese privilegio, como es el meditar sobre el pequeño cuarto creciente lunar que asomaba por el este, con lo que era posible ver el firmamento todo tachonado de estrellas a cuál más reluciente, pensé en esos mismos instantes: ¿No habrá en esos confines y luminosos mundos otros seres mirando el cosmos y haciéndose mis mismas preguntas? Como por ejemplo pudiera ser: ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Todo es la nada para terminar en la nada...? Y las luces intermitentes de las lejanas estrellas parecen querer decir que SÍ, esto es así, esto es lo que hay... Desvié el pensamiento y la vista en el instante en que un corto resplandor de luces fosforescentes de color blanco verdoso, eran estos producidos por las luciérnagas del jardín. También sentí el sensual perfume del arbusto producido por las “Damas de Noche”, debido a su peculiar naturaleza de que nada más suelen abrir sus flores y exhalar sus fragancias en horas nocturnas y la noche había llegado.
Con este sentir, con estos y otros pensamientos sobre lo tratado esa tarde, llegué a la casa. Y quedándome por unos instantes más en el porche miré hasta donde me alcanzaba la vista, que por cierto no era mucha debido a la falta de luz, pero de todas las maneras sabía de qué se componía la bella hacienda, sus jardines así como todo su entorno en unos kilómetros. El pensamiento volvió, por unos instantes, a la tertulia de aquella tarde. Quedé paralizado por un breve tiempo, el vello de mi cuerpo erizado al pensar que no sólo todo aquello desaparecería sino que el Planeta con sus correspondientes habitantes, continentes, montañas, mares, ríos, selvas, todo puede llegar a desaparecer..., dentro de miles, cientos de años, o de una mañana no muy lejana... (¿?).
En realidad, ¿qué nos deparará el futuro? Mucho se está diciendo y especulando no precisamente con buenos augurios, por lo que no hay que descartar que las predicciones aquí comentadas puedan sí llegar a ser un hecho contundente. ¿Será en un día muy lejano? Esperemos que tarde en llegar, o mejor, que no se cumplan los pronósticos descritos...
¡Escuchemos a las Estrellas!
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LQSomos. Zerimar Ilosit. Septiembre de 2008
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LQSomos/23/09/2008

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