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EN LA CUMBRE CON OBAMA Y MCCAIN APARECIERON NUEVAS DISCREPANCIAS SOBRE EL SALVATAJE A LOS BANCOS
Bush no consigue que le aprueben el plan
El presidente de Estados Unidos se juntó con quienes compiten por sucederlo.
Bush no consigue que le aprueben el plan
El presidente de Estados Unidos se juntó con quienes compiten por sucederlo.
La expectativa era que de allí saliera el acuerdo sobre el salvataje a los bancos en crisis, pero hubo una nueva postergación.
Los mercados, al borde de un ataque de nervios.
Bush empuja por conseguir la aprobación de su megaintervención estatal para salir de la crisis.
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Los senadores y candidatos a presidente John McCain y Barack Obama se reunieron ayer con el presidente George Bush y otros políticos de alto nivel, en la Casa Blanca, para discutir el plan de salvataje a los bancos por 700.000 millones de dólares. La reunión finalizó sin el acuerdo esperado, pero las negociaciones del día arrojaron una sorpresa mayor: un importante grupo de diputados republicanos puso objeciones al paquete, que por ahora parece empantanado. El gobierno reconoció que todavía se necesita seguir trabajando para lograr consenso y dilató la resolución hasta este fin de semana.
Antes del encuentro en la Casa Blanca, los negociadores en el Congreso por los republicanos y los demócratas habían alcanzado un principio de acuerdo sobre los cambios que habría que introducir en el plan de rescate. En esas deliberaciones en el Capitolio quedó clara una cosa: ni el oficialismo ni la oposición respaldan el proyecto de Bush tal como fue concebido. Los dos principales puntos en los que acordaron los legisladores fueron los siguientes:
n Fraccionar el paquete de 700.000 millones de dólares en tres partes. Primero se le autorizaría al gobierno utilizar 250.000 millones para salvar a bancos. Después, previa evaluación de cómo se utilizó ese dinero, se le concederían 100.000 millones y finalmente, otra vez luego de auditar cómo se gastó el dinero, una partida de 350.000 millones.
n El Congreso se atribuyó la facultad de retener los desembolsos si no estuviera satisfecho con el desempeño del programa. Es decir, podría interrumpir su aplicación, en lugar de conceder un cheque en blanco al gobierno.
Estos dos puntos son resistidos por quienes diseñaron el plan de rescate: el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal (banca central), Ben Bernanke.
La oposición, por otra parte, planteó otros cuatro puntos: un mecanismo de vigilancia sobre el destino del dinero, topes en el pago de indemnizaciones a los ejecutivos de las empresas dañadas, asistencia a los dueños de las viviendas y un seguimiento para que la perspectiva de los activos “comprados” a los bancos por el gobierno mantengan su valor. Bush dijo antes de comenzar la cumbre con McCain y Obama que aceptaba estas últimas cuatro condiciones.
A las cuatro de la tarde comenzó la reunión. Cuando salieron los protagonistas, cada uno por su lado, debieron admitir que todavía no se logró llegar un acuerdo, aunque indicaron, para atenuar la previsible desesperación de los mercados de hoy, que “hubo progresos”. Sin embargo, legisladores demócratas y republicanos insistieron en que las negociaciones están trabadas. Curiosamente, los más duros fueron los republicanos. El senador Richard Shelby, máximo responsable republicano en el comité del Senado que analiza el plan de rescate, se sinceró: “No creo que tengamos un acuerdo, yo expresé mi disenso” con el paquete. También mostró discrepancias respecto de lo que se había negociado en el Congreso. “Ese acuerdo es obviamente un no acuerdo”, descartó Shelby. Tras ello, hizo otro gesto que muestra las dificultades que existen para solucionar la cuestión: presentó una declaración firmada por 44 economistas que aseguran que el plan del gobierno es malo y no resolverá los problemas.
En tanto, el líder republicano en la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, fue algo más conciliador y aseguró creer que “existe consenso sobre cómo seguir adelante”. Hoyer reveló que en la reunión Obama se mostró “más concreto y específico”, mientras que McCain fue “más breve”. En las estrategias de campaña, los demócratas buscan posicionarse como los más interesados en resolver la crisis que generó el gobierno de Bush. Aseguran que están dispuestos a colaborar, pero al mismo tiempo remarcan que les pondrán límites a los posibles abusos del programa. Los republicanos en campaña la tienen más difícil. Para diferenciarse del gobierno –su gobierno– dicen que el plan no funcionará. Shelby argumentó que está en contra “por principios”, porque se opone a la intervención del Estado.
Anoche se trabajaba en el borrador de los cambios que le introducirían al plan para conseguir su aprobación. Supuestamente, el Congreso debería cerrar hoy sus sesiones –por receso– hasta el 4 de noviembre. Pero ante las dificultades, las deliberaciones deberán extenderse. Entre tanto, los mercados esperan ansiosos.
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Los senadores y candidatos a presidente John McCain y Barack Obama se reunieron ayer con el presidente George Bush y otros políticos de alto nivel, en la Casa Blanca, para discutir el plan de salvataje a los bancos por 700.000 millones de dólares. La reunión finalizó sin el acuerdo esperado, pero las negociaciones del día arrojaron una sorpresa mayor: un importante grupo de diputados republicanos puso objeciones al paquete, que por ahora parece empantanado. El gobierno reconoció que todavía se necesita seguir trabajando para lograr consenso y dilató la resolución hasta este fin de semana.
Antes del encuentro en la Casa Blanca, los negociadores en el Congreso por los republicanos y los demócratas habían alcanzado un principio de acuerdo sobre los cambios que habría que introducir en el plan de rescate. En esas deliberaciones en el Capitolio quedó clara una cosa: ni el oficialismo ni la oposición respaldan el proyecto de Bush tal como fue concebido. Los dos principales puntos en los que acordaron los legisladores fueron los siguientes:
n Fraccionar el paquete de 700.000 millones de dólares en tres partes. Primero se le autorizaría al gobierno utilizar 250.000 millones para salvar a bancos. Después, previa evaluación de cómo se utilizó ese dinero, se le concederían 100.000 millones y finalmente, otra vez luego de auditar cómo se gastó el dinero, una partida de 350.000 millones.
n El Congreso se atribuyó la facultad de retener los desembolsos si no estuviera satisfecho con el desempeño del programa. Es decir, podría interrumpir su aplicación, en lugar de conceder un cheque en blanco al gobierno.
Estos dos puntos son resistidos por quienes diseñaron el plan de rescate: el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal (banca central), Ben Bernanke.
La oposición, por otra parte, planteó otros cuatro puntos: un mecanismo de vigilancia sobre el destino del dinero, topes en el pago de indemnizaciones a los ejecutivos de las empresas dañadas, asistencia a los dueños de las viviendas y un seguimiento para que la perspectiva de los activos “comprados” a los bancos por el gobierno mantengan su valor. Bush dijo antes de comenzar la cumbre con McCain y Obama que aceptaba estas últimas cuatro condiciones.
A las cuatro de la tarde comenzó la reunión. Cuando salieron los protagonistas, cada uno por su lado, debieron admitir que todavía no se logró llegar un acuerdo, aunque indicaron, para atenuar la previsible desesperación de los mercados de hoy, que “hubo progresos”. Sin embargo, legisladores demócratas y republicanos insistieron en que las negociaciones están trabadas. Curiosamente, los más duros fueron los republicanos. El senador Richard Shelby, máximo responsable republicano en el comité del Senado que analiza el plan de rescate, se sinceró: “No creo que tengamos un acuerdo, yo expresé mi disenso” con el paquete. También mostró discrepancias respecto de lo que se había negociado en el Congreso. “Ese acuerdo es obviamente un no acuerdo”, descartó Shelby. Tras ello, hizo otro gesto que muestra las dificultades que existen para solucionar la cuestión: presentó una declaración firmada por 44 economistas que aseguran que el plan del gobierno es malo y no resolverá los problemas.
En tanto, el líder republicano en la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, fue algo más conciliador y aseguró creer que “existe consenso sobre cómo seguir adelante”. Hoyer reveló que en la reunión Obama se mostró “más concreto y específico”, mientras que McCain fue “más breve”. En las estrategias de campaña, los demócratas buscan posicionarse como los más interesados en resolver la crisis que generó el gobierno de Bush. Aseguran que están dispuestos a colaborar, pero al mismo tiempo remarcan que les pondrán límites a los posibles abusos del programa. Los republicanos en campaña la tienen más difícil. Para diferenciarse del gobierno –su gobierno– dicen que el plan no funcionará. Shelby argumentó que está en contra “por principios”, porque se opone a la intervención del Estado.
Anoche se trabajaba en el borrador de los cambios que le introducirían al plan para conseguir su aprobación. Supuestamente, el Congreso debería cerrar hoy sus sesiones –por receso– hasta el 4 de noviembre. Pero ante las dificultades, las deliberaciones deberán extenderse. Entre tanto, los mercados esperan ansiosos.
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