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Una situación indefinida
La victoria de Barack Obama trasciende el sistema electoral de los EEUU que está diseñado para la designación de candidatos por la élite dirigente, y para la elección nada entusiasta por una pequeña parte de los electores, entre candidatos casi intercambiables, después de un proceso larguísimo de campaña publicitaria en la que el sistema de poder gasta una considerable cantidad de dinero para convencer a los ciudadanos que participan en un climax de democracia ejemplar y directa. Un negro presidente es una anomalía cuyas causas generales pueden concretarse en la terrible administración republicana y, particularmente, en la gravísima crisis económica cuyos efectos han alcanzado ya o angustian a una enorme proporción de los ciudadanos. La intensidad con la que los estadounidenses confían en Obama, la fuerza con la que exigirán cambios se irán definiendo durante los próximos meses. Obama es, por lo tanto, siervo de dos patrones antagónicos: las élites sociales que han financiado su campaña y lo han designado como el presidente capaz de contener y encauzar dentro del sistema la agitación que acompañará a la crisis económica; y los propios electores que irán concretando y radicalizando su deseo de cambio en la medida en que los golpee la recesión, e intentarán romper el sistema de poder cerrado y oligárquico del capitalismo estadounidense que hasta el momento ha respondido a la debacle con un escandaloso rescate bancario que ha sido apoyado, por cierto, por el nuevo presidente. En "Leer más", algunas opiniones: Fidel Castro, Carlos Taibo, Howard Zinn, Morton Skorodin, Ángel Guerra, James Petras, Noam Chomsky, Naomy Klein, James D. Cockcroft... sobre Barack Obama.
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inSurGente/05/11/2008
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