G-20: recuperar la confianza
RECHAZO AL PROTECCIONISMO
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Por: Jorge Castro
Analista
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El G-20 decidió inyectar 1.1 trillones de dólares en la economía mundial a través del Fondo Monetario Internacional. Se suma a los 5 trillones de dólares que los países miembros gastarán en 2009/2010 en estímulo a la demanda. No obstante su magnitud -el más grande programa de estímulo fiscal y monetario de la historia-, el significado de esta extraordinaria inyección de liquidez es antes político que económico o financiero.
El producto global asciende a 54 trillones de dólares; y las pérdidas experimentadas por los mercados bursátiles después del 19/09/2008 (caída de Lehman Brothers) treparon a 40 trillones de dólares, dos tercios del Producto Bruto Interno mundial. Los 1.1 trillones de dólares dispuestos en Londres constituyen una hoja -fuerte, es cierto- en un mar proceloso y ajeno.
Lo decisivo de esta medida no es su magnitud, sino que muestra al G-20 unido, actuando como "cuerpo político de gobernabilidad de la globalización", en los términos de Dominique Strauss-Khan, titular del Fondo Monetario Internacional.
La clave para determinar si la decisión del G-20 constituye un éxito es si logra restaurar la confianza en los mercados financieros y si consigue reavivar el flujo de créditos globales.
Si una metáfora histórica sirve para captar el significado del G-20, no es el de las instituciones financieras creadas en Bretton Woods (1944), sino el del Consejo de Seguridad de la Organizacion de las Naciones Unidas constituido en San Francisco (1945).
El éxito político del G-20 se manifestará, si sucede, en el terreno de la confianza, antes que en la disminución de la caída de la demanda o en la recuperación de la liquidez financiera.
La crisis de confianza es el núcleo de la crisis global desatada en los Estados Unidos el 18 de septiembre.
Lo específico de la recesión mundial post-18/09, antes que la caída de la demanda, es la "extraordinaria incertidumbre" (términos del FMI) que se apoderó de todos los actores de la economía mundial. Revertir la crisis de confianza es revertir la crisis.
El G-20 no es un acontecimiento, sino un proceso: la constitución de una plataforma política de gobernabilidad global.
El éxito del G-20, si ocurriera, no pone punto final a la crisis, ni podría hacerlo. La crisis financiera es un proceso de carácter global que se desarrolla desde hace 10 años (1998-2001), cuyo punto de partida fue el boom de crédito que se produjo en EE.UU como consecuencia de atraer el 75% del total del flujo de capitales del mundo entero; y su resolución, necesariamente, tiene el mismo carácter: es un proceso global, sólo que esta vez de carácter político.
La OCDE espera que la economía mundial se contraiga 2.7 por ciento este año, arrastrada por los países ricos, que experimentarían un hundimiento de 4 por ciento. Sería la mayor contracción desde la década del '30. Aún con la previsión de la OCDE, si el G-20 tiene éxito, la economía mundial retomaría el crecimiento por encima del 2 por ciento del PBI en el segundo semestre de 2010, de acuerdo a lo subrayado en el punto 10 del mensaje final de Londres (Leaders' Statement, 2 de abril de 2009).
El rechazo a las políticas proteccionistas es la otra decisión estratégica tomada en Londres. El proteccionismo no es un fenómeno ajeno al G-20, sino una amenaza interna, sobre todo en EE.UU (desocupación de 8.5% y Congreso demócrata). Enfrente está el núcleo globalizador que sustenta el G-20: EE.UU. y China. Ambos pactaron un acuerdo que es el eje de la respuesta a la crisis: financiamiento chino a EE.UU vs. rechazo al proteccionismo, ante todo norteamericano.
En este juego global, Lula asume el papel de campeón en la lucha anti-proteccionista. Por eso está a la derecha de Obama y es admirado por Hu Jintao.
El G-20 decidió inyectar 1.1 trillones de dólares en la economía mundial a través del Fondo Monetario Internacional. Se suma a los 5 trillones de dólares que los países miembros gastarán en 2009/2010 en estímulo a la demanda. No obstante su magnitud -el más grande programa de estímulo fiscal y monetario de la historia-, el significado de esta extraordinaria inyección de liquidez es antes político que económico o financiero.
El producto global asciende a 54 trillones de dólares; y las pérdidas experimentadas por los mercados bursátiles después del 19/09/2008 (caída de Lehman Brothers) treparon a 40 trillones de dólares, dos tercios del Producto Bruto Interno mundial. Los 1.1 trillones de dólares dispuestos en Londres constituyen una hoja -fuerte, es cierto- en un mar proceloso y ajeno.
Lo decisivo de esta medida no es su magnitud, sino que muestra al G-20 unido, actuando como "cuerpo político de gobernabilidad de la globalización", en los términos de Dominique Strauss-Khan, titular del Fondo Monetario Internacional.
La clave para determinar si la decisión del G-20 constituye un éxito es si logra restaurar la confianza en los mercados financieros y si consigue reavivar el flujo de créditos globales.
Si una metáfora histórica sirve para captar el significado del G-20, no es el de las instituciones financieras creadas en Bretton Woods (1944), sino el del Consejo de Seguridad de la Organizacion de las Naciones Unidas constituido en San Francisco (1945).
El éxito político del G-20 se manifestará, si sucede, en el terreno de la confianza, antes que en la disminución de la caída de la demanda o en la recuperación de la liquidez financiera.
La crisis de confianza es el núcleo de la crisis global desatada en los Estados Unidos el 18 de septiembre.
Lo específico de la recesión mundial post-18/09, antes que la caída de la demanda, es la "extraordinaria incertidumbre" (términos del FMI) que se apoderó de todos los actores de la economía mundial. Revertir la crisis de confianza es revertir la crisis.
El G-20 no es un acontecimiento, sino un proceso: la constitución de una plataforma política de gobernabilidad global.
El éxito del G-20, si ocurriera, no pone punto final a la crisis, ni podría hacerlo. La crisis financiera es un proceso de carácter global que se desarrolla desde hace 10 años (1998-2001), cuyo punto de partida fue el boom de crédito que se produjo en EE.UU como consecuencia de atraer el 75% del total del flujo de capitales del mundo entero; y su resolución, necesariamente, tiene el mismo carácter: es un proceso global, sólo que esta vez de carácter político.
La OCDE espera que la economía mundial se contraiga 2.7 por ciento este año, arrastrada por los países ricos, que experimentarían un hundimiento de 4 por ciento. Sería la mayor contracción desde la década del '30. Aún con la previsión de la OCDE, si el G-20 tiene éxito, la economía mundial retomaría el crecimiento por encima del 2 por ciento del PBI en el segundo semestre de 2010, de acuerdo a lo subrayado en el punto 10 del mensaje final de Londres (Leaders' Statement, 2 de abril de 2009).
El rechazo a las políticas proteccionistas es la otra decisión estratégica tomada en Londres. El proteccionismo no es un fenómeno ajeno al G-20, sino una amenaza interna, sobre todo en EE.UU (desocupación de 8.5% y Congreso demócrata). Enfrente está el núcleo globalizador que sustenta el G-20: EE.UU. y China. Ambos pactaron un acuerdo que es el eje de la respuesta a la crisis: financiamiento chino a EE.UU vs. rechazo al proteccionismo, ante todo norteamericano.
En este juego global, Lula asume el papel de campeón en la lucha anti-proteccionista. Por eso está a la derecha de Obama y es admirado por Hu Jintao.
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Clarin - Argentina/05/04/2009
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