Bélgica: implicaciones de la crisis económica
Como consecuencia de los trastornos que han afectado a los mercados financieros estadounidenses y a Wall Street, la crisis ha invadido Europa y entre los países que han necesitado recurrir a las ayudas estatales se encuentra Bélgica, que durante los últimos meses ha tenido que hacer frente a las dificultades aparecidas en el sistema bancario y financiero, además de las problemáticas de naturaleza político-institucional, que generan una crisis de identidad sin precedentes, prorrogada durante dos años y a la que aún hoy día cuesta encontrar una solución definitiva. Sin embargo, ahora, las principales preocupaciones afectan al ámbito económico, sobre todo a la luz de los eventos de los últimos días, entre los que se encuentra la reunión del G-20, con la que se espera construir las bases para rediseñar la zona de operaciones económica y política, no sólo a nivel europeo sino también a nivel mundial.
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Mariangela Lamacchia
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Mariangela Lamacchia
Equilibri.net (23 abril 2009)
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Fortis, Dexia y la crisis del secreto bancario
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Tras las primeras señales de la crisis en Europa, en verano de 2007, las inyecciones de liquidez de los bancos centrales para evitar el colapso del sistema financiero y, a pesar de estas maniobras de salvamento, la quiebra de una de las más importantes bancas de inversión estadounidense, Lehman Brothers, que tuvo lugar en septiembre de 2008, también Fortis, el segundo grupo de bancas y de aseguradoras del Benelux, fuertemente en riesgo en esta difícil coyuntura económica, fue salvado por los gobiernos de Bélgica, Holanda y Luxemburgo. En poco tiempo, sus actividades fueron adquiridas por la francesa BNP Paribas, aunque ésta última se echase atrás en un primer momento, debido a la poca conveniencia del valor de las acciones (1,6 euros), como resultado de una oferta informal, se ha llegado a un acuerdo tanto en la dirección de la sociedad, así como en el gobierno belga.
En consecuencia, BNP Paribas y el gobierno belga llegaron a un acuerdo, con el que se estableció que el 75% del capital social pasase a manos de los compradores franceses. Por lo tanto, tuvo lugar una nacionalización parcial del grupo belga-luxemburgués, cuya caída, según diversas fuentes, fue causada por una falta de liquidez y por las turbulencias de los mercados financieros, con los consecuentes problemas de solvencia. De esta fluida de dinero se ha beneficiado también Dexia, banco especializado en préstamos a colectivos locales, que se financian en gran parte con actividades a corto plazo, vendiendo obligaciones a los inversores o endeudándose a través de otros bancos. Pero la crisis de fe que se ha desencadenado paralelamente a la de la economía y la de las finanzas ha hecho indispensable, también para este instituto, una ayuda por parte de Francia, Bélgica, Luxemburgo y, en parte, también de la CDC, Caja de Depósitos Transalpina, a control estatal (de esta manera, la participación del Estado y de la CDC ha superado el 25%). Por otro lado, el sector también se ha visto afectado por los hechos del secreto bancario, una de las claves de algunas de las economías europeas más importantes, como Suiza, Austria, Luxemburgo o la propia Bélgica. Ésta última se ha unido a Suiza en la decisión de entrar a formar parte del “sistema de intercambio de informaciones” por una fiscalidad sobre los ahorros, en vigor entre los otros socios europeos, como ha sido sostenido por el ministro de Finanzas, Didier Reynders, abandonando así la inicial posición compartida con Luxemburgo y Austria, de permanecer fuera del sistema introducido a nivel de la Unión Europea desde el año 2005, en el que se había optado por una aplicación de la retención a las fuentes sobre los ingresos de los ahorros. Durante estos días se habla de la decisión tomada por la OCSE de publicar una lista “gris” que tiene como objetivo señalar a los países, entre los que se encuentra Bélgica, que aunque intenten respetar las bases fiscales internacionales en cuestión de transparencia, todavía no lo han logrado.
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Fortis, Dexia y la crisis del secreto bancario
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Tras las primeras señales de la crisis en Europa, en verano de 2007, las inyecciones de liquidez de los bancos centrales para evitar el colapso del sistema financiero y, a pesar de estas maniobras de salvamento, la quiebra de una de las más importantes bancas de inversión estadounidense, Lehman Brothers, que tuvo lugar en septiembre de 2008, también Fortis, el segundo grupo de bancas y de aseguradoras del Benelux, fuertemente en riesgo en esta difícil coyuntura económica, fue salvado por los gobiernos de Bélgica, Holanda y Luxemburgo. En poco tiempo, sus actividades fueron adquiridas por la francesa BNP Paribas, aunque ésta última se echase atrás en un primer momento, debido a la poca conveniencia del valor de las acciones (1,6 euros), como resultado de una oferta informal, se ha llegado a un acuerdo tanto en la dirección de la sociedad, así como en el gobierno belga.
En consecuencia, BNP Paribas y el gobierno belga llegaron a un acuerdo, con el que se estableció que el 75% del capital social pasase a manos de los compradores franceses. Por lo tanto, tuvo lugar una nacionalización parcial del grupo belga-luxemburgués, cuya caída, según diversas fuentes, fue causada por una falta de liquidez y por las turbulencias de los mercados financieros, con los consecuentes problemas de solvencia. De esta fluida de dinero se ha beneficiado también Dexia, banco especializado en préstamos a colectivos locales, que se financian en gran parte con actividades a corto plazo, vendiendo obligaciones a los inversores o endeudándose a través de otros bancos. Pero la crisis de fe que se ha desencadenado paralelamente a la de la economía y la de las finanzas ha hecho indispensable, también para este instituto, una ayuda por parte de Francia, Bélgica, Luxemburgo y, en parte, también de la CDC, Caja de Depósitos Transalpina, a control estatal (de esta manera, la participación del Estado y de la CDC ha superado el 25%). Por otro lado, el sector también se ha visto afectado por los hechos del secreto bancario, una de las claves de algunas de las economías europeas más importantes, como Suiza, Austria, Luxemburgo o la propia Bélgica. Ésta última se ha unido a Suiza en la decisión de entrar a formar parte del “sistema de intercambio de informaciones” por una fiscalidad sobre los ahorros, en vigor entre los otros socios europeos, como ha sido sostenido por el ministro de Finanzas, Didier Reynders, abandonando así la inicial posición compartida con Luxemburgo y Austria, de permanecer fuera del sistema introducido a nivel de la Unión Europea desde el año 2005, en el que se había optado por una aplicación de la retención a las fuentes sobre los ingresos de los ahorros. Durante estos días se habla de la decisión tomada por la OCSE de publicar una lista “gris” que tiene como objetivo señalar a los países, entre los que se encuentra Bélgica, que aunque intenten respetar las bases fiscales internacionales en cuestión de transparencia, todavía no lo han logrado.
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El temor del “síndrome japonés”
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Recientes estadísticas han revelado que la tasa de inflación ha pasado del 6 al 0,62%. El efecto inmediato de un dato así ha sido un aumento del poder adquisitivo, pero hace falta estar atentos a este resultado que parece positivo a los ojos de los consumidores. A menudo, una drástica bajada de los precios, llevada al exceso, puede traducirse en una espiral deflacionista, con efectos especiales sobre la economía. Según Julien Manceaux, economista de la IGN, “Bélgica presenta normalmente una inflación muy reactiva a las variaciones internacionales; además, las oscilaciones del euro han sido más bien favorables a la inflación en el mes de marzo, lo que ha supuesto el signo inverso a lo registrado en el mes de febrero. Por otro lado, la caída de la inflación está manifestando sus efectos por toda la zona euro”.
El temor del “síndrome japonés”
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Recientes estadísticas han revelado que la tasa de inflación ha pasado del 6 al 0,62%. El efecto inmediato de un dato así ha sido un aumento del poder adquisitivo, pero hace falta estar atentos a este resultado que parece positivo a los ojos de los consumidores. A menudo, una drástica bajada de los precios, llevada al exceso, puede traducirse en una espiral deflacionista, con efectos especiales sobre la economía. Según Julien Manceaux, economista de la IGN, “Bélgica presenta normalmente una inflación muy reactiva a las variaciones internacionales; además, las oscilaciones del euro han sido más bien favorables a la inflación en el mes de marzo, lo que ha supuesto el signo inverso a lo registrado en el mes de febrero. Por otro lado, la caída de la inflación está manifestando sus efectos por toda la zona euro”.
La posibilidad de la la deflación se presenta como una moneda de dos caras. Por un lado, podría ser la consecuencia de una bajada de los precios, que a su vez podría estar en el origen de la decisión de producir a bajo coste por parte de las empresas, y esto constituye claramente una buena noticia para los consumidores, pero también es verdad que una bajada de los precios de los productos se adopta como estrategia para relanzar el consumo, entonces probablemente exista el peligro de que el fenómeno deflactivo manifieste su cara más fea cuando los consumidores comiencen a retrasar sus compras en la esperanza de que los precios desciendan a posteriori. En este momento, las empresas se encontrarán en una posición difícil, ya que están obligadas a hacer frente a un retraso en las compras, a reducir la producción, causando así una desaceleración o una caída del crecimiento económico y, en determinado momento, reducir los costes. Los primeros a cargar con este recorte serían los trabajadores, considerando que el número de despidos corre el peligro de aumentar posteriormente este círculo vicioso. El fenómeno en cuestión, que podría ser ilustrado como un “pez que se muerde la cola”, ha sido la causa de muchos de los problemas económicos y monetarios de Japón de los años '90 y de los últimos años, tras un período de respiro que duró durante el bienio 2006-2007. No son pocos los temores sobre la posibilidad de que este efecto pueda repetirse también en un país como Bélgica.
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¿Qué se puede esperar en materia de ahorro?
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Los temblores económicos y financieros que han tenido lugar recientemente han hecho necesario la intervención en materia de ahorro para asegurar a los titulares de los depósitos bancarios y a los que manifestaron interés en posibles inversiones de sus capitales. En varios países de la zona euro se presentaron algunas propuestas favorables a las instituciones de una única autoridad responsable para la vigilancia de los intermediarios y de los mercados financieros. En Bélgica, sin embargo, se ha ido a contracorriente, proponiendo un refuerzo del papel del Banco Central en materia de vigilancia prudencial, sobre todo, considerando la poca fe, también de Peter Vanden Houte, economista del banco ING, por cuanto los mercados están caracterizados en un momento de elevada tasa de volatilidad y los precios en el mercado inmobiliario estadounidense, que está en el origen de la crisis, no han alcanzado todavía los niveles más bajos. Así se teme, de un momento a otro, nuevos imprevistos realces. Además, la reforma parada en estos días ha provocado discusiones con respecto al cuidado de los ahorradores, ya que se piensa que los principales usuarios de dichos cambios (tasa de base, adecuada a la tasa BCE sólo si éste último es superior al 3%, con el riesgo de hacer más caro el recurso a préstamos, calculado de manera diferente que el premio de fidelidad, incluyendo el premio de crecimiento) serán principalmente los bancos grandes en detrimento de los pequeños.
Una de las consecuencias de la crisis económica que ha actuado, de manera más o menos difundida, en todos los países europeos, es el desarrollo del llamado “mercado gris”, que no hay que confundir con el “negro”, que comprende los comercios ilegales como el de armas, drogas o prostitución. Se trata de un fenómeno bastante difundido y natural en tiempos de crisis, un mercado paralelo al tradicional que consiente poder adquirir bienes y servicios a precios reducidos con respecto a los que se dan espontáneamente en los sistemas competitivos y que son vendidos fuera de los canales de distribución de la sociedad, que, por otro lado, no tiene ninguna relación con el productor de bienes. Recurren a este tipo de mercado también algunas empresas que pueden así disponer de mano de obra a buen precio. Los sectores más interesados son los de la construcción, las actividades comerciales e industriales, además del de los servicios. Esto hace pensar en una vuelta al auge de la “economía en la sombra” en los principales países industrializados, tanto que ya ha tocado a países como Gran Bretaña, Irlanda, Portugal, España y, según algunas estimaciones, en Bélgica, dicho fenómeno representará el 17,8% del PIB, firmando un aumento del 0,3% con respecto al año pasado.
¿Qué se puede esperar en materia de ahorro?
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Los temblores económicos y financieros que han tenido lugar recientemente han hecho necesario la intervención en materia de ahorro para asegurar a los titulares de los depósitos bancarios y a los que manifestaron interés en posibles inversiones de sus capitales. En varios países de la zona euro se presentaron algunas propuestas favorables a las instituciones de una única autoridad responsable para la vigilancia de los intermediarios y de los mercados financieros. En Bélgica, sin embargo, se ha ido a contracorriente, proponiendo un refuerzo del papel del Banco Central en materia de vigilancia prudencial, sobre todo, considerando la poca fe, también de Peter Vanden Houte, economista del banco ING, por cuanto los mercados están caracterizados en un momento de elevada tasa de volatilidad y los precios en el mercado inmobiliario estadounidense, que está en el origen de la crisis, no han alcanzado todavía los niveles más bajos. Así se teme, de un momento a otro, nuevos imprevistos realces. Además, la reforma parada en estos días ha provocado discusiones con respecto al cuidado de los ahorradores, ya que se piensa que los principales usuarios de dichos cambios (tasa de base, adecuada a la tasa BCE sólo si éste último es superior al 3%, con el riesgo de hacer más caro el recurso a préstamos, calculado de manera diferente que el premio de fidelidad, incluyendo el premio de crecimiento) serán principalmente los bancos grandes en detrimento de los pequeños.
Una de las consecuencias de la crisis económica que ha actuado, de manera más o menos difundida, en todos los países europeos, es el desarrollo del llamado “mercado gris”, que no hay que confundir con el “negro”, que comprende los comercios ilegales como el de armas, drogas o prostitución. Se trata de un fenómeno bastante difundido y natural en tiempos de crisis, un mercado paralelo al tradicional que consiente poder adquirir bienes y servicios a precios reducidos con respecto a los que se dan espontáneamente en los sistemas competitivos y que son vendidos fuera de los canales de distribución de la sociedad, que, por otro lado, no tiene ninguna relación con el productor de bienes. Recurren a este tipo de mercado también algunas empresas que pueden así disponer de mano de obra a buen precio. Los sectores más interesados son los de la construcción, las actividades comerciales e industriales, además del de los servicios. Esto hace pensar en una vuelta al auge de la “economía en la sombra” en los principales países industrializados, tanto que ya ha tocado a países como Gran Bretaña, Irlanda, Portugal, España y, según algunas estimaciones, en Bélgica, dicho fenómeno representará el 17,8% del PIB, firmando un aumento del 0,3% con respecto al año pasado.
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El mercado del automóvil
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Como se ha comprobado, uno de los primeros sectores en los que la crisis ha tenido importantes repercusiones ha sido el del motor, que siempre es un importante recolector de mano de obra especializada que, en lo que respecta a la economía belga, se encuentra mayormente localizado en la región de Flandes, en la parte septentrional del país, que goza de una larga tradición en la construcción de automóviles. A pesar de que recientes datos demuestran que, también tras los acontecimientos de los últimos tiempos y las decisiones tomadas por este sector en Estados Unidos, el número de matriculaciones ha aumentado en países como Francia (+8,1%), Alemania (+40%, gracias a las ayudas del Gobierno) y en Italia (+0,24%), aunque no se puede decir lo mismo de Bélgica, donde la producción de automóviles ha disminuido en un 35,8% de forma más rápida que las ventas registradas, no sólo en el país, sino en toda Europa, y esto con el volumen de paro. Las principales empresas de esta caída son la Ford de Genk y la Opel de Amberes. Con respecto a ésta última, una respuesta a los problemas manifestados podría ser el de construir una estructura europea, la “Opel Europa”, menos dependiente de la sociedad estadounidense General Motors, actualmente en graves dificultades, así como se ha propuesto por la propia casa automovilística.
El mercado del automóvil
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Como se ha comprobado, uno de los primeros sectores en los que la crisis ha tenido importantes repercusiones ha sido el del motor, que siempre es un importante recolector de mano de obra especializada que, en lo que respecta a la economía belga, se encuentra mayormente localizado en la región de Flandes, en la parte septentrional del país, que goza de una larga tradición en la construcción de automóviles. A pesar de que recientes datos demuestran que, también tras los acontecimientos de los últimos tiempos y las decisiones tomadas por este sector en Estados Unidos, el número de matriculaciones ha aumentado en países como Francia (+8,1%), Alemania (+40%, gracias a las ayudas del Gobierno) y en Italia (+0,24%), aunque no se puede decir lo mismo de Bélgica, donde la producción de automóviles ha disminuido en un 35,8% de forma más rápida que las ventas registradas, no sólo en el país, sino en toda Europa, y esto con el volumen de paro. Las principales empresas de esta caída son la Ford de Genk y la Opel de Amberes. Con respecto a ésta última, una respuesta a los problemas manifestados podría ser el de construir una estructura europea, la “Opel Europa”, menos dependiente de la sociedad estadounidense General Motors, actualmente en graves dificultades, así como se ha propuesto por la propia casa automovilística.
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Relaciones con la Unión Europea
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Bélgica es uno de los países fundadores de la Unión Europea y siempre ha promovido el proceso de integración europea, a través de la adopción de políticas específicas que tengan como objetivo un refuerzo en el plano institucional y social. Junto a Holanda y Luxemburgo, este país ha adoptado una actitud federalista para la futura Europa, pensando que un acuerdo en dicho sentido puede ser alcanzado con las otras naciones.
Sin embargo, a la luz de lo que está ocurriendo desde hace dos años a nivel económico y político, no se puede asegurar que se alcance dicho objetivo. La actual crisis pone en discusión la capacidad del modelo europeo para crear una convergencia de las economías de los diversos países que no forman parte y, de igual manera, la creación de un mercado integrado parece no ser una medida suficiente a tomar si la Unión resiste a las turbulencias de los mercados financieros. El propio proceso de integración europeo, sobre todo en el plano político (este proyecto que nunca llegó a buen puerto y que cada vez está en un riesgo mayor de “sabotaje”) podría estar en peligro si los problemas internos de los países en el plano económico y financiero se afrontan desde una óptica proteccionista y de nacionalización. Por lo tanto, la crisis podría haber representado una óptima oportunidad para reclamar la atención sobre las ventajas de la integración, pero son programas de resaneamiento que, aunque tiendan a cubrir las necesidades de cada país, buscan regular las relaciones con los bancos, aseguradoras y finanzas públicas, un proyecto muy ambicioso que no ha podido cumplirse plenamente todavía. Los efectos de esto son bastante evidentes y se sienten también en el interior de un país como Bélgica, que ha creído fuertemente en el proyecto de una única entidad económica y política, pero que ahora se encuentra ante una realidad europea que presenta diversas contradicciones, a las que se unen tensiones y contrastes internos en el propio país, que no han encontrado todavía una solución definitiva.
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Relaciones con la Unión Europea
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Bélgica es uno de los países fundadores de la Unión Europea y siempre ha promovido el proceso de integración europea, a través de la adopción de políticas específicas que tengan como objetivo un refuerzo en el plano institucional y social. Junto a Holanda y Luxemburgo, este país ha adoptado una actitud federalista para la futura Europa, pensando que un acuerdo en dicho sentido puede ser alcanzado con las otras naciones.
Sin embargo, a la luz de lo que está ocurriendo desde hace dos años a nivel económico y político, no se puede asegurar que se alcance dicho objetivo. La actual crisis pone en discusión la capacidad del modelo europeo para crear una convergencia de las economías de los diversos países que no forman parte y, de igual manera, la creación de un mercado integrado parece no ser una medida suficiente a tomar si la Unión resiste a las turbulencias de los mercados financieros. El propio proceso de integración europeo, sobre todo en el plano político (este proyecto que nunca llegó a buen puerto y que cada vez está en un riesgo mayor de “sabotaje”) podría estar en peligro si los problemas internos de los países en el plano económico y financiero se afrontan desde una óptica proteccionista y de nacionalización. Por lo tanto, la crisis podría haber representado una óptima oportunidad para reclamar la atención sobre las ventajas de la integración, pero son programas de resaneamiento que, aunque tiendan a cubrir las necesidades de cada país, buscan regular las relaciones con los bancos, aseguradoras y finanzas públicas, un proyecto muy ambicioso que no ha podido cumplirse plenamente todavía. Los efectos de esto son bastante evidentes y se sienten también en el interior de un país como Bélgica, que ha creído fuertemente en el proyecto de una única entidad económica y política, pero que ahora se encuentra ante una realidad europea que presenta diversas contradicciones, a las que se unen tensiones y contrastes internos en el propio país, que no han encontrado todavía una solución definitiva.
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Política económica y perspectivas a corto plazo
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Según las últimas noticias de la prensa belga, en los últimos días, el Gobierno ha previsto la adopción de un plan económico para reencontrar el equilibrio de la balanza antes de 2015, contando con una rápida vuelta al crecimiento; sin embargo, por el momento, si esta coyuntura negativa continúa también en 2010 o si se opta por nuevas medidas presupuestarias, la maniobra de recuperación a tal punto podría sufrir un salto adelante y ser implementada en un futuro aún sin definir. Este programa, que se presentaría después a la Comisión Europea, prevé un déficit en el presupuesto para el bienio 2009-2011 superior al 3% del PIB, el límite previsto en el pacto de estabilidad de la UE, y que iría descendiendo poco a poco hasta a llegar a 2015 en un porcentaje aceptable, también según los parámetros europeos, según Reynders. Las previsiones elaboradas por el Gobierno se basan en los resultados de un reciente informe elaborado por el Consejo Superior de Finanzas, que barajó dos posibles escenarios para el retorno al equilibrio económico. El primero y más ambicioso prevé para 2013 una vuelta a una situación de normalidad en los sectores económico-financieros, mientras que el segundo habla del año 2019.
Recientes datos recogidos en febrero de este año por el Banco Central belga preveían una moderada ralentización de las actividades para 2009 y la bajada de la inflación colocando dichos avances en un amplio escenario de debilitamiento de la demanda de la zona euro, caída del precio del petróleo y reforzamiento de los efectos de contagio de la crisis financiera sobre la economía real. Sin embargo, tan rápido como se dieron cuenta de que la ralentización de la economía ha sido más generalizada y rápida que lo previsto, sobre todo en relación a la producción industrial, a los intercambios internacionales y al precio de las materias primas como el petroleo, y aunque haya habido un apoyo por parte gubernamental, las proyecciones económicas para Bélgica fueron necesariamente revisadas. La tasa de crecimiento media del PIB para 2009 está previsto en medida del 1,1%, registrando una disminución del 1,9% con respecto al 0,2%, inicialmente estimado, imaginando bajadas en el sector de las exportaciones, de las inversiones por parte de las empresas y del consumo privado, aunque en menor medida; se prevén variaciones negativas también en lo que respecta al mercado de trabajo, sector en el que se está luchando por una reducción del número de horas de trabajo por persona, más que por dar lugar a una inmediata reducción del número medio anual de puestos de trabajo: las últimas estimaciones hablan de una reducción del número medio anual en una medida de 25.000 unidades y, en especial, los empleos más sensibles a la desfavorable coyuntura económica podrían sufrir reducciones en cerca de 71.000 unidades.
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Traducido por Carlos Camino Cuesta
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Según las últimas noticias de la prensa belga, en los últimos días, el Gobierno ha previsto la adopción de un plan económico para reencontrar el equilibrio de la balanza antes de 2015, contando con una rápida vuelta al crecimiento; sin embargo, por el momento, si esta coyuntura negativa continúa también en 2010 o si se opta por nuevas medidas presupuestarias, la maniobra de recuperación a tal punto podría sufrir un salto adelante y ser implementada en un futuro aún sin definir. Este programa, que se presentaría después a la Comisión Europea, prevé un déficit en el presupuesto para el bienio 2009-2011 superior al 3% del PIB, el límite previsto en el pacto de estabilidad de la UE, y que iría descendiendo poco a poco hasta a llegar a 2015 en un porcentaje aceptable, también según los parámetros europeos, según Reynders. Las previsiones elaboradas por el Gobierno se basan en los resultados de un reciente informe elaborado por el Consejo Superior de Finanzas, que barajó dos posibles escenarios para el retorno al equilibrio económico. El primero y más ambicioso prevé para 2013 una vuelta a una situación de normalidad en los sectores económico-financieros, mientras que el segundo habla del año 2019.
Recientes datos recogidos en febrero de este año por el Banco Central belga preveían una moderada ralentización de las actividades para 2009 y la bajada de la inflación colocando dichos avances en un amplio escenario de debilitamiento de la demanda de la zona euro, caída del precio del petróleo y reforzamiento de los efectos de contagio de la crisis financiera sobre la economía real. Sin embargo, tan rápido como se dieron cuenta de que la ralentización de la economía ha sido más generalizada y rápida que lo previsto, sobre todo en relación a la producción industrial, a los intercambios internacionales y al precio de las materias primas como el petroleo, y aunque haya habido un apoyo por parte gubernamental, las proyecciones económicas para Bélgica fueron necesariamente revisadas. La tasa de crecimiento media del PIB para 2009 está previsto en medida del 1,1%, registrando una disminución del 1,9% con respecto al 0,2%, inicialmente estimado, imaginando bajadas en el sector de las exportaciones, de las inversiones por parte de las empresas y del consumo privado, aunque en menor medida; se prevén variaciones negativas también en lo que respecta al mercado de trabajo, sector en el que se está luchando por una reducción del número de horas de trabajo por persona, más que por dar lugar a una inmediata reducción del número medio anual de puestos de trabajo: las últimas estimaciones hablan de una reducción del número medio anual en una medida de 25.000 unidades y, en especial, los empleos más sensibles a la desfavorable coyuntura económica podrían sufrir reducciones en cerca de 71.000 unidades.
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Traducido por Carlos Camino Cuesta
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Alerta de Google: Equilibri/23/04/2009
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