Influenza A o porcina: ¿será cierto?
Por Fausto Triana
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París (PL) El aluvión de noticias cotidianas difundidas resulta cada vez más difícil de absorber por la población mundial, que atiborrada de trabajo y ocupaciones, asimila cualquier mensaje sin razonamiento profundo. Como se desprende de varios artículos y libros del analista francés Thierry Meyssan, director de la Red Voltaire, mucha gente es tocada por un estado de hipnosis tal como para creer en guerras falsas, atentados inexistentes y enfermedades dudosas.
Incómodo y agudo, Meyssan escribió en 2002 una obra, La Gran Impostura, en la que asegura que los actos del 11 de septiembre en Estados Unidos fueron organizados por el complejo militar industrial para instaurar un régimen expansionista.
Luego, tras el éxito del libro traducido en 27 idiomas, añade El Pentagate, en el que demuestra que el supuesto ataque al Pentágono el mismo 11 de septiembre no se realizó con un avión comercial secuestrado, sino con un misil.
Todo esto para llegar a la ahora llamada influenza A-H1N1 o gripe porcina, un virus que por el momento se parece bastante a la Guerra del Golfo Arábigo-Pérsico, sólo tangible a través de la televisión y los medios.
Comunicados y andanadas de comentarios de expertos, recomendaciones médicas y una suerte de paranoia que suena demasiado bien orquestada como para no expresar dudas.
A lo mejor es tan real que asusta y también las autoridades sanitarias del orbe se encuentran preparadas a un nivel muy elevado, para permitir que todos tengamos el alivio de andar sobreprotegidos.
Las sospechas surgen a partir de un hecho: la crisis económica internacional golpea con severidad a las grandes potencias del mundo, temerosas de que se trate de la marcha definitiva hacia la decadencia total del capitalismo.
Durante las recientes cumbres del G7 y el G20, los protagonistas, bajo el liderazgo de Estados Unidos, Francia, Canadá, Alemania, Italia, Gran Bretaña y Japón, concluyeron en la necesidad de un cambio en la economía mundial.
Asimismo, convinieron en revitalizar el papel del Fondo Monetario Internacional (FMI), pese al escepticismo de muchos, que destinaría a su vez 500 mil millones de dólares de ayuda a los países emergentes y en vías de desarrollo.
Encuentros al más alto nivel entre México y Estados Unidos y el anuncio del mandatario Felipe Calderón de la aparición del virus en territorio azteca en la noche del 23 de abril, por intermedio del secretario de Salud, José Angel Córdoba.
El pasado 27 de abril la empresa farmacéutica francesa Sanofi Aventis informó de una inversión de 100 millones de euros en una nueva planta de vacunas, además de donar 236 mil dosis a México como apoyo al control de la enfermedad.
Otro grupo farmacéutico de puntería, Roche, de Suiza, tranquilizaba al mundo al expresar su compromiso en la producción de Tamiflú, el único antiviral capaz de salir al paso de la influenza A, H1N1.
Mientras todo esto ocurre, el FMI enfoca su "nuevo look" en una situación de "urgencia" en México. De ahí que en el Distrito Federal no exista preocupación por "todo el dinero necesario" para "combatir la posible pandemia".
Para muchos se trata de una cortina de humo que al interior del país latinoamericano relaja tensiones en medio de la violencia cotidiana, el rampante narcotráfico y la gravedad de la crisis económica.
Desvía igualmente la tensión respecto a los problemas que afrontan todos los países, como el caso de Francia, donde desde hace una semana se investigan "posibles enfermos", sin que ninguno pueda ser confirmado.
Luego vienen otros intereses. México es una plataforma de lanzamiento de una pandemia, por ser el principal receptor de turismo de Latinoamérica. Igual si es afectado, desvía a viajeros hacia otros destinos interesantes.
Al final del cuento, las entrevistas de televisión con familiares de las personas afectadas directamente por el virus llaman también a las interrogantes. Son pocas y nada convincentes.
Los fabricantes de los cubre-bocas también hicieron su negocio y pueden ampliarlo. Ojalá sea esta opinión descabellada y absurda. De lo contrario, costará mucho trabajo en el futuro creer en nubes de polvaredas lanzadas en el mundo.
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París (PL) El aluvión de noticias cotidianas difundidas resulta cada vez más difícil de absorber por la población mundial, que atiborrada de trabajo y ocupaciones, asimila cualquier mensaje sin razonamiento profundo. Como se desprende de varios artículos y libros del analista francés Thierry Meyssan, director de la Red Voltaire, mucha gente es tocada por un estado de hipnosis tal como para creer en guerras falsas, atentados inexistentes y enfermedades dudosas.
Incómodo y agudo, Meyssan escribió en 2002 una obra, La Gran Impostura, en la que asegura que los actos del 11 de septiembre en Estados Unidos fueron organizados por el complejo militar industrial para instaurar un régimen expansionista.
Luego, tras el éxito del libro traducido en 27 idiomas, añade El Pentagate, en el que demuestra que el supuesto ataque al Pentágono el mismo 11 de septiembre no se realizó con un avión comercial secuestrado, sino con un misil.
Todo esto para llegar a la ahora llamada influenza A-H1N1 o gripe porcina, un virus que por el momento se parece bastante a la Guerra del Golfo Arábigo-Pérsico, sólo tangible a través de la televisión y los medios.
Comunicados y andanadas de comentarios de expertos, recomendaciones médicas y una suerte de paranoia que suena demasiado bien orquestada como para no expresar dudas.
A lo mejor es tan real que asusta y también las autoridades sanitarias del orbe se encuentran preparadas a un nivel muy elevado, para permitir que todos tengamos el alivio de andar sobreprotegidos.
Las sospechas surgen a partir de un hecho: la crisis económica internacional golpea con severidad a las grandes potencias del mundo, temerosas de que se trate de la marcha definitiva hacia la decadencia total del capitalismo.
Durante las recientes cumbres del G7 y el G20, los protagonistas, bajo el liderazgo de Estados Unidos, Francia, Canadá, Alemania, Italia, Gran Bretaña y Japón, concluyeron en la necesidad de un cambio en la economía mundial.
Asimismo, convinieron en revitalizar el papel del Fondo Monetario Internacional (FMI), pese al escepticismo de muchos, que destinaría a su vez 500 mil millones de dólares de ayuda a los países emergentes y en vías de desarrollo.
Encuentros al más alto nivel entre México y Estados Unidos y el anuncio del mandatario Felipe Calderón de la aparición del virus en territorio azteca en la noche del 23 de abril, por intermedio del secretario de Salud, José Angel Córdoba.
El pasado 27 de abril la empresa farmacéutica francesa Sanofi Aventis informó de una inversión de 100 millones de euros en una nueva planta de vacunas, además de donar 236 mil dosis a México como apoyo al control de la enfermedad.
Otro grupo farmacéutico de puntería, Roche, de Suiza, tranquilizaba al mundo al expresar su compromiso en la producción de Tamiflú, el único antiviral capaz de salir al paso de la influenza A, H1N1.
Mientras todo esto ocurre, el FMI enfoca su "nuevo look" en una situación de "urgencia" en México. De ahí que en el Distrito Federal no exista preocupación por "todo el dinero necesario" para "combatir la posible pandemia".
Para muchos se trata de una cortina de humo que al interior del país latinoamericano relaja tensiones en medio de la violencia cotidiana, el rampante narcotráfico y la gravedad de la crisis económica.
Desvía igualmente la tensión respecto a los problemas que afrontan todos los países, como el caso de Francia, donde desde hace una semana se investigan "posibles enfermos", sin que ninguno pueda ser confirmado.
Luego vienen otros intereses. México es una plataforma de lanzamiento de una pandemia, por ser el principal receptor de turismo de Latinoamérica. Igual si es afectado, desvía a viajeros hacia otros destinos interesantes.
Al final del cuento, las entrevistas de televisión con familiares de las personas afectadas directamente por el virus llaman también a las interrogantes. Son pocas y nada convincentes.
Los fabricantes de los cubre-bocas también hicieron su negocio y pueden ampliarlo. Ojalá sea esta opinión descabellada y absurda. De lo contrario, costará mucho trabajo en el futuro creer en nubes de polvaredas lanzadas en el mundo.
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Prensa Latina - Cuba/02/05/2009
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