BUSH EN LATINOAMERICA : LA PRIMERA ESCALA DE LA GIRA DEL JEFE DE ESTADO NORTEAMERICANO
Poco antes de la llegada de Bush, Lula criticó con dureza a EE.UU.
El brasileño arremetió contra las prácticas proteccionistas y los subsidios en Norteamérica y en Europa.
El presidente estadounidense llegó anoche a San Pablo y hoy tendrá una cumbre con Lula.
Eleonora Gosman SAN PABLO. CORRESPONSAL
egosman@clarin.com
En el World Trade Center y justo en medio de las Torres Gemelas norte y oeste, ayer se hospedó el presidente George W.Bush en el Hilton de San Pablo. Es una notable parábola de la historia. Cinco años y cinco meses después del atentado que derribó las Twin Towers del WTC de Nueva York, el brasileño Lula da Silva y el norteamericano conversarán en el centro de convenciones paulista homónimo. Durante una hora y cuarto discutirán temas que atañen a la pobreza, el desarrollo, el terrorismo, el comercio y la estabilidad de Latinoamérica. Ayer ya Lula marcó el territorio al embestir con dureza contra el proteccionismo norteamericano y europeo en un mensaje horas antes de la llegada de su colega.
Al ingresar a la imponente Avenida Berrini, que alberga el más poderoso y moderno complejo edilicio empresarial de América latina —de varias cuadras— Bush no consiguió divisar al hombre que dormía su borrachera en la vereda. Este brasileño estaba desplomado sobre una bolsa de arpillera, sin saber que acababa de pasar por allí el jefe de Estado de la primera potencia mundial.
Al entrar a la suite presidencial del Hilton, el norteamericano tuvo una oportunidad única de divisar de qué se trata una villa miseria latinoamericana. Desde su ventana se podía observar el paisaje de la favela de Villa Edit.
Bush probablemente se sorprenda por esta mezcla de extrema riqueza y extrema pobreza; pero para él no dejará de ser anecdótico. En cambio, para su anfitrión Lula da Silva estos contrastes son parte de la vida cotidiana. Es por eso que el presidente brasileño volvió a advertir ayer a los países industrializados que deben "promover" el desarrollo de los menos avanzados.
En ese discurso de ayer, Lula calificó de "nefastos" los efectos provocados por las políticas proteccionistas de EE.UU.. Y reclamó a las primeras potencias, entre ellas también la Unión Europea, el fin de los subsidios agrícolas.
Subrayó que "si no hay acuerdo para dar una chance de desarrollo a los países pobres del planeta, no vamos a combatir con mucha facilidad la pobreza y mucho menos el terrorismo". Pidió que se flexibilice el mercado agrícola europeo: "Llegamos a un momento de decisión política", advirtió el mandatario brasileño.
En el Hilton, Lula agasaja hoy con un almuerzo a su colega Bush; será después de una entrevista a solas de una hora y cuarto. A las 14,30 recibirán a los 400 periodistas nacionales y extranjeros acreditados para cubrir esta primera etapa del viaje del jefe de Estado de la primera potencia mundial, quien luego debe seguir por Uruguay, Colombia, Guatemala y México.
Desde su aterrizaje en el aeropuerto internacional de Guarulhos hasta el barrio de Morumbí, donde está el Hilton, Bush estuvo precedido por una movilización inédita en materia de seguridad en Brasil. Más de 5.000 hombres entre Ejército, Policía, FBI y CIA, acompañaron las dos limusinas en las que viajaban el presidente, su mujer, y sus dobles, como es de rigor. Adelante había cinco camionetas blindadas y de color negro cuatro por cuatro. Atrás, unos cuarenta autos, cinco ómnibus y cincuenta motos.
Ingresaron al complejo hotelero y empresarial por el lado menos esperado: el de la favela.
En el Aeropuerto de Guarulhos, el Air Force One en el que aterrizó Bush a las 20 y 10 fue absolutamente aislado. Apenas se permitió el ingreso de periodistas acreditados especialmente, que no podían llevar ni mochila ni carteras: se permitieron apenas lapiceras y cuadernos. Nadie pudo informar en tiempo real los movimientos de la comitiva dentro de la zona aeroportuaria. No se permitió el uso de celulares.
Hasta ayer, los problemas ocasionados en el tránsito fueron relativamente controlados. El problema será hoy: con la presencia del presidente norteamericano en un hotel que queda a la orilla de la principal arteria de distribución de tránsito, la Marginal Pinheiros, ésta quedará bloqueada, en una ciudad donde entran, se mueven y salen por día 10 millones de vehículos.
La visita de Bush a San Pablo produce, mal o bien, algunas expectativas. El presidente Lula cree que dentro de un mes aproximadamente se podrá anunciar un acuerdo para retomar las negociaciones sobre los subsidios agrícolas. Sin embargo, Lula no obtendrá de Bush algo bien concreto: la eliminación de las trabas norteamericanas a la exportación de etanol brasileño, producido a partir de la caña de azúcar.
No deben esperarse para hoy declaraciones que sobresalten al mundo. Lula no dejará de destacar las buenas relaciones con su colega George Doblevé, como aseguró que quiere que lo llamen.
Probablemente haya algún anuncio de sociedad entre EE.UU. y Brasil respecto a la producción de biocombustibles. Pero el rédito principal que extraerá el brasileño será eliminar la cantinela de "antinorteamericano" que le endilgó días atrás la oposición. A cambio, Bush obtendrá lo que de alguna manera venía a buscar: una imagen de presidente "sensible" a los problemas latinoamericanos. Eso vale hasta ayer.
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