28/6/07

¿Adónde irán ahora los refugiados iraquíes?

28/06/2007
Ruth Gidley
Middle East Online
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Traducido del inglés por Sinfo Fernández *
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Es probable que las consecuencias de la insuficiente financiación inciten más aún a la violencia en el interior de Iraq
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La vida en Iraq se ha convertido ya en algo totalmente insoportable, con vecinos y matrimonios divididos por la violencia sectaria y con la gente de todos los sectores viviendo temerosos de los coches bombas, de los secuestros y de las minas anti-persona.
No obstante, todos creen en estos momentos que la situación va todavía a peor, tanto dentro de Iraq –para quienes han huido de sus hogares y para quienes aún permanecen en ellos- como para los refugiados en los países vecinos, donde los recursos y la hospitalidad están siendo forzados hasta un límite inimaginable.
Nadie se siente seguro en Iraq.
“El miedo te está dictando en qué mercado comprar, o a qué hospital acudir, o si no vas a ir a ninguna parte; si envías o no a los niños al colegio; a qué pasajero puedes subir a tu taxi y dónde te parece bien subirle o no; qué amigos vas a ver, etc…”, explican Ashraf al-Jalidi y Victor Tanner en un artículo publicado en el último número de Forced Migration Review (FMR) por el Centro de Estudios sobre los Refugiados de la Universidad de Oxford.
Es difícil imaginar que todo pueda ir aún peor, pero los observadores dicen que la violencia podría sufrir otra escalada si pasa del dominio de las facciones armadas a una población más amplia, y que eso desencadenaría un número mayor de personas huyendo.
Al-Jalidi y Tanner dicen que la violencia está abarcando los niveles más profundos de la sociedad, ya que cada vez hay más gente que tiene lazos con grupos radicales.
“Si estalla el conflicto abierto entre los grupos tribales”, dicen, “la violencia adquiriría una dimensión organizada a nivel popular y rural, lo que hasta ahora, por suerte, no ha ocurrido.”
A lo largo y ancho de todo el país y más allá, parientes y extraños han acogido a gente en sus hogares, pero los recursos y la hospitalidad están al límite en todos los lugares donde los desplazados han logrado llegar.
Dicen los investigadores que la mayoría de los gobernorados en el sur de Iraq han empezado a restringir la entrada de personas desplazadas que no provengan de tribus locales o que no tengan parientes que puedan acogerles. En las ciudades del norte, los funcionarios locales están rechazando ya a los recién llegados, negándose también a registrarles e incluirles en el sistema de distribución pública de alimentos, y han levantado tiendas para instalarles fuera de las ciudades.
En ese deprimente escenario, el único rayo de esperanza podría provenir de la ayuda internacional, bien con aportación de fondos hacia los lugares donde las familias desplazadas se están situando ahora, o proporcionándoles nuevos hogares en Occidente.
Según el ACNUR, la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas, el país sufre una hemorragia de refugiados a una velocidad de 40.000 a 50.000 al mes. En Siria y Jordania, que es donde más iraquíes han escapado, la cálida acogida inicial está enfriándose con toda rapidez.
Ambos países han llegado ya al límite de sus posibilidades de acogida, y nadie, por parte de la comunidad internacional, ha dado ofrecido donaciones que ayuden a cubrir los costes de la situación.
Ninguno de esos países ha firmado la Convención para el Refugiado de 1951, por eso no está garantizado que los iraquíes puedan quedarse.
Según Human Rights Watch, Jordania, que acoge en estos momentos al mayor número de refugiados per capita de cualquier país sobre la tierra, está impidiendo ya que entren hombres iraquíes y se han puesto a repatriar a tantos como les es posible,
Se puede ver la lógica de todo ello, cuando el Ministerio del Interior del Reino Hachemita manifiesta que los refugiados iraquíes le cuestan a Jordania alrededor de 1.000 millones de dólares al año.
Los profesores jordanos estaban ya trabajando turnos dobles antes de la afluencia iraquí, ha declarado la agencia de ayuda internacional World Vision en un nuevo informe sobre los niños iraquíes.
Ammán ha contratado al think tank noruego FAFO para que determine las cifras de refugiados en el país y lleve a cabo un informe sobre sus necesidades.
Hace tiempo ya que otros países cercanos cerraron sus puertas y Líbano está repatriando entre 40 a 60 refugiados a la semana, según los defensores de los derechos de los refugiados de Frontiers Association (Ruwad), que tiene su sede en Beirut.
Todo esto coloca a Siria como la única opción disponible, pero en Siria los precios de los alimentos han subido un 30%, los de los inmuebles un 40% y los alquileres se han disparado hasta un 150%, según el Ministerio sirio de Asuntos Exteriores.
Se dice que el consumo de agua ha aumentado un 21% y los refugiados han sobrecargado el mercado de trabajo, donde la tasa de desempleo era con anterioridad de un 18%.
Human Rights Watch declara que la urgencia no sólo recae en el imperativo moral de ayudar a la gente, sino que también es necesario tratar de desactivar una bomba de relojería en el terreno de la seguridad que no ha hecho más que ponerse en marcha.
“A menos que se controle esta crisis, podemos ver claramente el futuro en diez años y contemplar las semillas de la próxima generación de terroristas”, dijo Tom Porteous, director de Human Rights Watch.
Las consecuencias de una insuficiente financiación podrían acabar creando una dinámica circular y atizar aún más la violencia en el interior de Iraq.
Walter Kalin, representante del Secretario General de Naciones Unidas para los derechos de los pueblos desplazados internamente, escribe en Forced Migration Review que hay un peligro real de que el vacío en la asistencia humanitaria se vea llenado por las milicias armadas que proporcionan ayuda como vía para aumentar su control sobre el territorio.
Los editores de FMR señalan que se está volcando muchísimo dinero extranjero en los esfuerzos de guerra en Iraq –el ejército estadounidense gasta cada semana en Iraq más que todo el presupuesto global anual del ACNUR-, mientras que las alrededor de 70 ONG que aún operan en Iraq se enfrentan a gravísimas restricciones de financiación. Y lo mismo les ocurre a los cientos de organizaciones iraquíes, que están trabajando en las condiciones más desesperadas.
“Iraq es sin duda en estos momentos el peor lugar del mundo para que puedan actuar las agencias humanitarias internacionales”, señala Walter Kalin.
Greg Hansen, un trabajador canadiense de la asistencia humanitaria que escribe para AlertNet, dice: “Los donantes imponen un doble rasero muy sorprendente, insistiendo en niveles mucho más grandes de responsabilidad en el gasto para la acción humanitaria que se dedica a salvar vidas que para los esquemas de reconstrucción abocados al fracaso que se traman en el invernadero de la Zona Verde”.
Hansen sostiene que los donantes han sido muy lentos a la hora de reconocer la cada vez más grave situación de emergencia humanitaria porque ello implicaba reconocer su fracaso a la hora de derrochar miles de millones en proyectos de reconstrucción inexistentes.
Grupos de apoyo como Human Rights Watch manifiestan que otra forma en la que la comunidad internacional podría ayudar sería acogiendo a cifras mucho mayores de refugiados a través de programas de reasentamiento. Sin embargo, esta es una cuestión controvertida.
Ali al Bayati, consejero de la Embajada iraquí en Londres, dice que la comunidad internacional tiene que ayudar para que el país sea más seguro para los iraquíes –es probable que muchos de ellos intenten trasladarse a lugares más seguros tan pronto como acaben los colegios en este mes de junio y antes de que el año académico comience de nuevo en septiembre.
Los trabajadores de la ayuda humanitaria dicen que muchos de los iraquíes que huyen de sus hogares no están pensando en regresar.
La Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas está planeando reasentar a unos 20.000 iraquíes para finales de 2007, recomendando en particular Australia, Canadá, Finlandia, Holanda, Suecia y EEUU.
Por el momento, los funcionarios del ACNUR hacen hincapié en que no están hablando de un programa de reubicación masiva y que los países vecinos de Iraq se oponen a esa idea. Jordania y Siria están preocupadas porque ello crearía un factor de atracción para los refugiados, y se oye manifestar preocupación por la posible “palestinización” de los refugiados iraquíes.
Mientras la violencia siga escalando cotas y cada vez más y más ciudades y países cierren sus puertas, dice Roger Zetter, director del Centro de Estudios para los Refugiados, no hay posibilidad de que una cifra significativa de iraquíes pueda volver a sus hogares a corto o medio plazo. “Me duele decir esto, pero esta es una crisis de refugiados que va a ser prolongada”.
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*Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión y Cubadebate.

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