Diferendo cubano-yanqui
26/08/2007
OPINIÓN
Noel Manzanares Blanco
OPINIÓN
Noel Manzanares Blanco
-
Camagüey-Las reflexiones del presidente cubano Fidel Castro, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, tituladas El Imperio y la Isla Independiente, constituyen una clase magistral sobre lecciones de la Historia Patria, revela los antecedentes más puntuales del Plan Bush contra la Revolución Cubana, y deviene convocatoria para meditar acerca de la dinámica actual y perspectiva del diferendo cubano-yanqui .
Ante todo, es válido significar que en este caso se asume el término diferendo en el sentido de antagonismo –para el particular, entre la identidad nacional cubana y el sistema político de los Estados Unidos (EE UU), excluyendo al pueblo y al empresariado norteamericanos--.
Se trata de una contradicción que presuponen defender-enriquecer constantemente las esferas militar, económico-social e ideo-política en la mayor de las Antillas, frente a las múltiples y variadas agresiones procedentes del “Norte revuelto y brutal” –asumidas en sistema.
En su dinámica actual, el diferendo cubano-yanqui se refleja en el acontecer militar, si se tiene en cuenta que en el Plan Bush se autoriza a un avión de la armada estadounidense a interferir las transmisiones radiales y televisivas en Cuba, lo que quiere decir que el Ministerio de Defensa del Imperio, prácticamente está envuelto en la agresión a nuestra nación. Ello adquiere más aval si se recuerda que uno de sus personeros manifestó que “por ahora no” han pensado repetir el episodio iraquí, mientras que existe un paquete de medidas que permanecerán secretas por “razones de seguridad nacional” y para garantizar su “efectiva realización” --se contempla en el anexo secreto del referido Plan para destruir nuestra Revolución.
Desde el punto de vista económico-social, estamos en presencia de una guerra implacable, manifestada a través de las medidas contenidas en las leyes Torricelli y Helms-Burton, y en el propio Plan Bush. Baste con resaltar que se ha institucionalizado el robo de marcas comerciales cubanas, y cada vez más se obstruye el acto de compra-venta de alimentos, a contrapelo del perjuicio a empresarios norteamericanos que aprecian muy buenas oportunidades en el mercado cubano y seriedad al respecto en las autoridades del archipiélago nacional; se eliminó la postergación de los Capítulos III y IV de la Helms-Burton, a pesar del disgusto-reacción de inversionistas de terceros países –familiares incluidos, también afectados.
Además, se multiplican los obstáculos al encuentro interfamiliar, al extremo de que existe una cacería de bruja hacia las agencias que se dedican a facilitar el contacto material y espiritual de personas a ambos lados del estrecho de la Florida; al tiempo que mantienen a una veintena de agentes vigilando el cumplimiento del Bloqueo contra Cuba –eso no lo hacen ni con los fondos de Osaman Bin Laden--. Y como si fuera poco, vía libre a las salidas clandestinas, pues para eso está la Ley de (des) ajuste cubano; mientras que incumplen descaradamente los acuerdos sobre el legal flujo migratorio.
En cuanto al ángulo ideo-político, el antagonismo identidad nacional cubana-sistema político de EE UU encuentra un inequívoco reflejo en el “Dictamen de la Comisión de Ayuda para la Libertad de Cuba”, en el que se declara desvergonzadamente que su propósito es “acelerar el día en que Cuba sea un país libre” en función de lo cual en el 2004 se aprobaron 59 millones de dólares y el pasado año otros 80 para que los mercenarios internos y externos –incluidos los de la terrorista mafia gusano-yanqui, la amamantada de Bush, el hijo-- hagan cuanto puedan en aras de desmontar nuestra Patria revolucionaria y socialista.
En medio de este convulso escenario, cubanas y cubanos nos afincamos como nunca en la máxima del General de Ejército Raúl Castro, Segundo Secretario del Comité Central del PCC, según la cual ganamos la guerra evitándola, para lo que no importa los sacrificios que tengamos que hacer.
Así, carece de casualidad el que a partir de agosto de 2006 se haya activado más el sistema defensivo cubano, y que reservistas y milicianos se incorporen por un tiempo a sus respectivas unidades militares para cumplir su Guardia por la Patria.
Asimismo, la Dirección de la Revolución estudia con profundidad nuestros complejos y difíciles problemas; convoca a dirigentes y trabajadores de fila a identificar con precisión y valorar con profundidad cada problema en el radio de acción; y exhorta a un quehacer revolucionario con más organización, más trabajo sistemático y efectivo, más estudio y previsión a partir de una planificación basada en prioridades claramente establecidas –a la luz del análisis efectuado por Raúl el pasado 26 de julio en Camagüey.
Entretanto, seguimos por el camino que ha de conducir al pueblo cubano a la conquista de una cultura integral general, y ratificamos las palabras con las que nuestro Comandante en Jefe concluyó la mencionada reflexión El Imperio y la Isla independiente: “La espera de Cuba será siempre en alarma de combate”.
Ante todo, es válido significar que en este caso se asume el término diferendo en el sentido de antagonismo –para el particular, entre la identidad nacional cubana y el sistema político de los Estados Unidos (EE UU), excluyendo al pueblo y al empresariado norteamericanos--.
Se trata de una contradicción que presuponen defender-enriquecer constantemente las esferas militar, económico-social e ideo-política en la mayor de las Antillas, frente a las múltiples y variadas agresiones procedentes del “Norte revuelto y brutal” –asumidas en sistema.
En su dinámica actual, el diferendo cubano-yanqui se refleja en el acontecer militar, si se tiene en cuenta que en el Plan Bush se autoriza a un avión de la armada estadounidense a interferir las transmisiones radiales y televisivas en Cuba, lo que quiere decir que el Ministerio de Defensa del Imperio, prácticamente está envuelto en la agresión a nuestra nación. Ello adquiere más aval si se recuerda que uno de sus personeros manifestó que “por ahora no” han pensado repetir el episodio iraquí, mientras que existe un paquete de medidas que permanecerán secretas por “razones de seguridad nacional” y para garantizar su “efectiva realización” --se contempla en el anexo secreto del referido Plan para destruir nuestra Revolución.
Desde el punto de vista económico-social, estamos en presencia de una guerra implacable, manifestada a través de las medidas contenidas en las leyes Torricelli y Helms-Burton, y en el propio Plan Bush. Baste con resaltar que se ha institucionalizado el robo de marcas comerciales cubanas, y cada vez más se obstruye el acto de compra-venta de alimentos, a contrapelo del perjuicio a empresarios norteamericanos que aprecian muy buenas oportunidades en el mercado cubano y seriedad al respecto en las autoridades del archipiélago nacional; se eliminó la postergación de los Capítulos III y IV de la Helms-Burton, a pesar del disgusto-reacción de inversionistas de terceros países –familiares incluidos, también afectados.
Además, se multiplican los obstáculos al encuentro interfamiliar, al extremo de que existe una cacería de bruja hacia las agencias que se dedican a facilitar el contacto material y espiritual de personas a ambos lados del estrecho de la Florida; al tiempo que mantienen a una veintena de agentes vigilando el cumplimiento del Bloqueo contra Cuba –eso no lo hacen ni con los fondos de Osaman Bin Laden--. Y como si fuera poco, vía libre a las salidas clandestinas, pues para eso está la Ley de (des) ajuste cubano; mientras que incumplen descaradamente los acuerdos sobre el legal flujo migratorio.
En cuanto al ángulo ideo-político, el antagonismo identidad nacional cubana-sistema político de EE UU encuentra un inequívoco reflejo en el “Dictamen de la Comisión de Ayuda para la Libertad de Cuba”, en el que se declara desvergonzadamente que su propósito es “acelerar el día en que Cuba sea un país libre” en función de lo cual en el 2004 se aprobaron 59 millones de dólares y el pasado año otros 80 para que los mercenarios internos y externos –incluidos los de la terrorista mafia gusano-yanqui, la amamantada de Bush, el hijo-- hagan cuanto puedan en aras de desmontar nuestra Patria revolucionaria y socialista.
En medio de este convulso escenario, cubanas y cubanos nos afincamos como nunca en la máxima del General de Ejército Raúl Castro, Segundo Secretario del Comité Central del PCC, según la cual ganamos la guerra evitándola, para lo que no importa los sacrificios que tengamos que hacer.
Así, carece de casualidad el que a partir de agosto de 2006 se haya activado más el sistema defensivo cubano, y que reservistas y milicianos se incorporen por un tiempo a sus respectivas unidades militares para cumplir su Guardia por la Patria.
Asimismo, la Dirección de la Revolución estudia con profundidad nuestros complejos y difíciles problemas; convoca a dirigentes y trabajadores de fila a identificar con precisión y valorar con profundidad cada problema en el radio de acción; y exhorta a un quehacer revolucionario con más organización, más trabajo sistemático y efectivo, más estudio y previsión a partir de una planificación basada en prioridades claramente establecidas –a la luz del análisis efectuado por Raúl el pasado 26 de julio en Camagüey.
Entretanto, seguimos por el camino que ha de conducir al pueblo cubano a la conquista de una cultura integral general, y ratificamos las palabras con las que nuestro Comandante en Jefe concluyó la mencionada reflexión El Imperio y la Isla independiente: “La espera de Cuba será siempre en alarma de combate”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario