El negocio de los energéticos, sus cifras y las estrategias políticas
El precio y las inmensas reservas de petróleo y de gas natural existentes en América del Sur, la emergencia de un importante mercado para biocombustibles, las multimillonarias cifras en inversión y comercialización de estos productos y las estrategias políticas de Chávez, Lula, Evo y Kirchner han acaparado el escenario internacional de las últimas semanas.
-
Horacio Barrancos Bellot*
-
Y es que el negocio de los energéticos en esa región del continente americano tiene dos frentes poderosos, donde los intereses políticos son tan importantes (o más) que los intereses económicos. Un frente está representado por los países asociados en torno al negocio del petróleo y el gas natural (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay y Venezuela). El otro, aun emergente, se muestra como la alternativa energética y ya tiene muchos detractores; me refiero a los biocombustibles y el principal referente es Brasil.
En ese primer frente -como es evidente para todos- se hace más visible el gobierno de Venezuela, quien financiado por el elevado precio del petróleo y afianzado en su legitimidad política local, lleva ya iniciada desde hace algún tiempo una agresiva estrategia política para lograr sitios de privilegio en la región. Bien sea como socio estratégico, comprando títulos públicos en otros países, donando recursos, brindando ayuda en materia social o llevando a límites inéditos el discurso anti Estados Unidos, Chávez no solo está haciendo buenos negocios, sino que también está diversificando los escenarios en los que su presencia en América Latina se ha tornado relevante.
Un poco en el centro de todo aparece Bolivia, no como el actor relevante, pero sí como el país en donde inevitablemente convergen muchos intereses. Las cuantiosas reservas de gas natural existentes en el sur boliviano y su posición geográfica han convertido a ese país en un proveedor natural de gas para Argentina, Chile y Brasil. Si bien el negocio del gas boliviano a gran escala no termina de despegar, en los últimos 10 años ha atraído los intereses de grandes empresas transnacionales (Repsol, Total, Petrobrás, Pdvesa, Ypfb, entre otros) y se viven ya complejos e intensos ciclos de negociaciones bi y multilaterales entre los gobiernos de la región.
En palabras sencillas la situación puede describirse así: Argentina, Chile y Brasil necesitan el gas. Bolivia tiene el gas, pero no tiene los recursos necesarios para desarrollar los proyectos de explotación, industrialización y comercialización. Venezuela tiene los recursos necesarios, la experiencia, la empresa y también tiene gas, con la particularidad que su extracción está ligada a la extracción de petróleo, por lo cual el gobierno de Chávez está abriendo mercados para ese gas. Brasil y Argentina también tienen los recursos necesarios y están dispuestos a orientarlos hacia Bolivia, con tal de garantizar su demanda.
En materia de crudo Uruguay y Ecuador son los otros socios –de Venezuela- importantes en la región. Ecuador es un importante productor y Uruguay un importante consumidor. Nuevamente, Venezuela es quien tiene los recursos -financieros y petroleros- necesarios para ser el socio estratégico.
En este contexto, seis son los acontecimientos reales más relevantes que marcan las estrategias políticas en torno al negocio del gas y del petróleo. Primero, el gobierno de Bolivia ahora tiene mucho más control que antes sobre sus yacimientos de gas y sobre todas las etapas de producción en su industria. Segundo, las condiciones de venta (esencialmente el precio y la demanda) del gas han cambiado. Tercero, Argentina se ha convertido en importador neto de gas natural, por lo cual necesita garantizar la atención de sus demandas futuras. Cuarto, las principales empresas involucradas son total o parcialmente estatales. Pdvesa es estatal; el gobierno de Brasil tiene participación accionaria en Petrobrás; fue refundada la petrolera boliviana Ypfb; Argentina fundó Enarsa luego de que Ypf fuera privatizada en la década de los 90; Ancap es la estatal uruguaya y Petroecuador es la petrolera ecuatoriana. Quinto, siete gobiernos (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay y Venezuela) tienen un punto de acercamiento importante en su línea ideológica (la izquierda), pero la mayor afinidad se ha dado entre el gobierno de Venezuela y Bolivia. Sexto, por decisión de sus gobernantes, el negocio del gas está vinculado –o condicionado- a otro tipo de acuerdos comerciales y de cooperación entre estos países.
Bajo estas condiciones, las negociaciones han arrojado destacables resultados, que deben ser recapitulados y analizados:
• Venezuela y Argentina, la semana pasada, firmaron un acuerdo llamado “Tratado de seguridad estratégica”. En el marco de ese acuerdo, Venezuela venderá gas natural a la Argentina en estado líquido, el cuál será transportado marítimamente para luego ser regasificado. Esto dará lugar a la construcción de una planta regasificadora en Argentina, con una inversión venezolana de US$ 400 millones; la planta estaría terminada en 2009 con una capacidad de producción de 10 millones de metros cúbicos diarios, una cifra superior a la importación de gas que actualmente realiza Argentina desde Bolivia (5.7 millones de pies cúbicos diarios). Adicionalmente, Argentina y Venezuela se comprometieron a conformar “Petrosuramérica”, concebida como una "corporación de empresas binacionales de los Estados" para el área energética. También, las estatales Enarsa y Pdvsa cerraron un acuerdo para operar en forma conjunta las refinerías y la red de estaciones de servicio de la firma argentina Rhasa, con la opción futura de compra por un valor de US$ 31 millones. Complementariamente, el gobierno de Venezuela firmó una nueva ayuda financiera a Argentina por medio de la compra de unos US$ 1.000 millones en bonos de deuda pública. En una primera etapa, Venezuela adquirirá US$ 500 millones que formarán parte de una nueva emisión de los llamados Bonos del Sur. Con esto, Venezuela habría comprado ya más de US$ 5.000 millones en papeles públicos argentinos.
• Las exportaciones de gas natural de Bolivia a Argentina y a Brasil fueron renegociadas en precio y cantidad. No solo subieron los precios que tradicionalmente estaban muy por debajo de los precios internacionales, sino que Bolivia exportará más gas. Al menos eso se espera del nuevo compromiso de exportación a la Argentina, en virtud del cual Bolivia le estaría exportando hasta el 2011 más de 20 millones de pies cúbicos diarios adicionales a los que hoy exporta. Argentina consume 114 millones de pies cúbicos de gas al día y se prevé que para el 2011 su demanda se eleve hasta los 129 millones; esto significa un incremento de 15 millones, lo cual hace suponer que las futuras exportaciones de gas boliviano y venezolano (30 millones, aproximadamente) remplazarian parte de las actuales fuentes argentinas de abastecimiento, si queremos que los números nos cuadren. De no ser así, tendrían fundamento los actuales temores de la oposición política boliviana para quien los acuerdos de Chávez con Kirchner ponen en riesgo las futuras exportaciones de gas boliviano.
• La semana pasada la ciudad de Tarija fue el escenario de acuerdos multilaterales de grandes dimensiones. Los presidentes de Argentina, Bolivia y Venezuela echaron a andar la “Organización de los Países Productores y Exportadores de Gas del Sur” (Opegasur). Según Villegas, ministro de hidrocarburos de Bolivia, este acuerdo buscará la integración a través de un conjunto de proyectos para conformar complejos industriales. Villegas asegura que este acuerdo, a diferencia de la OPEP, no regula precios, no define precios, no regula producción ni define producción. Este elemento es clave porque elimina incertidumbres en el mercado de futuros del gas.
• Los presidentes de Bolivia y Venezuela acordaron una agenda energética futura para constituir una nueva empresa (Petroandina Sociedad Anónima Mixta) con una inversión de US$ 600 millones para la exploración y explotación de hidrocarburos en los departamentos bolivianos de Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz. Pdvsa aportará a ese proyecto el 40% y Ypfb el 60% requerido para la inversión. La agenda energética común, permitirá la implementación de un complejo para la industrialización de gas natural, la instalación de una planta de fertilizantes, petroquímica y la construcción de una planta con una inversión de US$ 70 millones, de los cuales Venezuela aportará el 40% y Bolivia el otro 60%. La Empresa Nacional de Electricidad de Bolivia (Ende) será la encargada de llevar adelante este proyecto. En total, los proyectos con Venezuela suman US$ 670 millones de inversión. Además en ese memorándum de entendimiento se incluye la participación de Ypfb en la exploración y explotación en el bloque sudamericano en la franja petrolífera de Orinoco en Venezuela, con lo que Bolivia será parte de un proceso energético en la región venezolana, donde participará con el 40 % de acciones. Complementariamente a estos acuerdos, el gobierno venezolano lleva realizados innumerables programas de “cooperación” al gobierno de Evo Morales, que van desde el préstamo de helicópteros para uso presidencial hasta su participación en el megaproyecto siderúrgico del cerro Mutún, en el departamento de Santa Cruz. El Mutún es uno de los yacimientos de hierro y manganeso más grandes del mundo, cuyas reservas –de hierro- se estiman en 42 millones de toneladas.
• Los negocios entre Argentina y Bolivia también se están diversificando; los mandatarios de esos países acaban de suscribir un acuerdo de financiamiento para la construcción de una planta separadora de líquidos que se instalará en el Chaco boliviano. Mediante este acuerdo, Argentina otorgará un crédito de US$ 450 millones que financiará la construcción de la planta de separación de líquidos más grande de América del Sur. De esta forma, Bolivia podrá separar los líquidos que contiene su gas antes de venderlo y así producir carburantes líquidos derivados del gas natural. El compromiso de Kirchner –y la oportunidad de negocios que él ve- parece ser tan fuerte que se ha comprometido para hacer que empresas argentinas inviertan en Bolivia, en caso de que las grandes transnacionales del mundo con inversiones en Bolivia no continúen sus programas exploración y explotación.
• La semana pasada, Venezuela suscribió un acuerdo llamado “Tratado de seguridad energética” con Uruguay. Este compromiso de entendimiento supone actuaciones en materia de gas y de petróleo. Similar al negocio con Argentina, Venezuela y Uruguay construirían una planta regasficadora con una inversión de US$1.000 millones y que produciría unos 10 millones de pies cúbicos diarios de gas –venezolano, inequívocamente. El gobierno de Chávez también tiene planeado financiar la ampliación de la refinería uruguaya La Teja y la construcción de una empresa mixta entre Pdvesa y Ancap para la explotación de petróleo en la faja petrolífera del Orinoco. A cambio, el presidente uruguayo -y actual presidente pro témpore del Mercado Común del Sur (Mercosur)- ha comprometido sus gestiones para que Venezuela se adhiera definitivamente a este mecanismo de integración regional. Complementariamente, el gobierno venezolano financiará un proyecto para construir una fábrica de insulina en Uruguay, que suministrará el producto a toda América Latina, y además firmará acuerdos con la empresa estatal de azúcar, Alur, de la que ya tiene un pequeño porcentaje (Reuters).
• Venezuela y Ecuador acordaron -a principios de este mes- construir la mayor refinería de la costa del Pacífico -para procesar 300.000 barriles por día de crudo- que será instalada en la provincia de Manabí (suroeste de Ecuador). La refinería de Manabí tendrá una planta de alta conversión, cuya construcción se iniciará luego de cumplir con requerimientos ambientales, técnicos y financieros. El costo del proyecto ascenderá a unos 5.000 millones de dólares, en cuyo financiamiento además de Pdvsa podrían participar otras estatales de la región. Pdvsa y Petroecuador tienen otros ambiciosos planes de asociación para el área hidrocarburífera. Ecuador baraja la posibilidad de explotar con empresas públicas como Pdvsa un campo en la Amazonia con reservas por unos 1.000 millones de barriles, que demanda inversiones por 5.000 millones de dólares y generaría unos 700 millones anuales para el Estado.
Los acuerdos, los proyectos y la danza de millones continuará, éste es solo el comienzo. Realmente es de esperar que los beneficios económicos para la región sean de la magnitud que sus gobernantes prometen. No obstante, son igualmente incontables las voces que alertan sobre la factibilidad de estos proyectos o sobre los intereses ocultos detrás de la omnipresencia de Chávez. Es indudable, como se plantea al inicio de este documento, que Chávez está copándolo todo y que está haciendo buenos negocios –los económicos y los políticos. Igualmente destacable es el sentido pragmático con el que los otros gobernantes están manejando estos negocios. Salvo el estado actual de inoperancia en el que han caído las relaciones entre Bolivia y Chile, así como las asperezas –muy entendibles desde la óptica de la lucha por la hegemonía regional- entre los gobiernos de Chávez y Lula, los gobiernos de América del Sur han iniciado en torno a los energéticos, intensos procesos de asociación como otrora –en sus propios términos- lo hiciera Europa en torno al carbón y al acero.
El frente energético de los biocombustibles lo encabeza el presidente brasilero. Coincidente con la gira de Chávez por América del Sur, Lula ha realizado su propia gira por Centroamérica y México. Al respecto, algunos analistas han interpretado esto como una manifestación más de la competencia de ambos mandatarios por el liderazgo en América Latina. Para el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), “… los dos están compitiendo pero con pocas posibilidades de lograr un empate. A la larga el predominio de Brasil es casi inevitable por su tamaño, su población y su economía”.
Bajo el lema de combustibles limpios, baratos y renovables, el Presidente de Brasil ha instado alianzas entre Petrobrás y Pemex (México) y ha invitado a los empresarios mexicanos para apostar por este tipo de energéticos. Lula, quien de alguna forma sigue siendo el freno para la incorporación de Venezuela al MERCOSUR, ha invitado a México a “mirar” el mercado común del sur y a formar una alianza que no fueron capaces de realizar en el siglo pasado. El gobierno de Brasil ha iniciado ya hace varios meses “la diplomacia del etanol” llegando a un punto cúspide en la pasada reunión del G-8 en Alemania.
El negocio de los biocombustibles ha despertado tantas expectativas, como posiciones en contra. Su estudio y explicación requieren atención mayor que serán expuestos en un artículo posterior. Corresponde en este punto -sin embargo- enfatizar que subyacente al impresionante despliegue de estrategias comerciales y políticas que los energéticos ha despertado en América del Sur, están –como siempre- las esperanzas de una población que confía en ser el objeto verdadero del interés de sus gobernantes.
Y es que el negocio de los energéticos en esa región del continente americano tiene dos frentes poderosos, donde los intereses políticos son tan importantes (o más) que los intereses económicos. Un frente está representado por los países asociados en torno al negocio del petróleo y el gas natural (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay y Venezuela). El otro, aun emergente, se muestra como la alternativa energética y ya tiene muchos detractores; me refiero a los biocombustibles y el principal referente es Brasil.
En ese primer frente -como es evidente para todos- se hace más visible el gobierno de Venezuela, quien financiado por el elevado precio del petróleo y afianzado en su legitimidad política local, lleva ya iniciada desde hace algún tiempo una agresiva estrategia política para lograr sitios de privilegio en la región. Bien sea como socio estratégico, comprando títulos públicos en otros países, donando recursos, brindando ayuda en materia social o llevando a límites inéditos el discurso anti Estados Unidos, Chávez no solo está haciendo buenos negocios, sino que también está diversificando los escenarios en los que su presencia en América Latina se ha tornado relevante.
Un poco en el centro de todo aparece Bolivia, no como el actor relevante, pero sí como el país en donde inevitablemente convergen muchos intereses. Las cuantiosas reservas de gas natural existentes en el sur boliviano y su posición geográfica han convertido a ese país en un proveedor natural de gas para Argentina, Chile y Brasil. Si bien el negocio del gas boliviano a gran escala no termina de despegar, en los últimos 10 años ha atraído los intereses de grandes empresas transnacionales (Repsol, Total, Petrobrás, Pdvesa, Ypfb, entre otros) y se viven ya complejos e intensos ciclos de negociaciones bi y multilaterales entre los gobiernos de la región.
En palabras sencillas la situación puede describirse así: Argentina, Chile y Brasil necesitan el gas. Bolivia tiene el gas, pero no tiene los recursos necesarios para desarrollar los proyectos de explotación, industrialización y comercialización. Venezuela tiene los recursos necesarios, la experiencia, la empresa y también tiene gas, con la particularidad que su extracción está ligada a la extracción de petróleo, por lo cual el gobierno de Chávez está abriendo mercados para ese gas. Brasil y Argentina también tienen los recursos necesarios y están dispuestos a orientarlos hacia Bolivia, con tal de garantizar su demanda.
En materia de crudo Uruguay y Ecuador son los otros socios –de Venezuela- importantes en la región. Ecuador es un importante productor y Uruguay un importante consumidor. Nuevamente, Venezuela es quien tiene los recursos -financieros y petroleros- necesarios para ser el socio estratégico.
En este contexto, seis son los acontecimientos reales más relevantes que marcan las estrategias políticas en torno al negocio del gas y del petróleo. Primero, el gobierno de Bolivia ahora tiene mucho más control que antes sobre sus yacimientos de gas y sobre todas las etapas de producción en su industria. Segundo, las condiciones de venta (esencialmente el precio y la demanda) del gas han cambiado. Tercero, Argentina se ha convertido en importador neto de gas natural, por lo cual necesita garantizar la atención de sus demandas futuras. Cuarto, las principales empresas involucradas son total o parcialmente estatales. Pdvesa es estatal; el gobierno de Brasil tiene participación accionaria en Petrobrás; fue refundada la petrolera boliviana Ypfb; Argentina fundó Enarsa luego de que Ypf fuera privatizada en la década de los 90; Ancap es la estatal uruguaya y Petroecuador es la petrolera ecuatoriana. Quinto, siete gobiernos (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay y Venezuela) tienen un punto de acercamiento importante en su línea ideológica (la izquierda), pero la mayor afinidad se ha dado entre el gobierno de Venezuela y Bolivia. Sexto, por decisión de sus gobernantes, el negocio del gas está vinculado –o condicionado- a otro tipo de acuerdos comerciales y de cooperación entre estos países.
Bajo estas condiciones, las negociaciones han arrojado destacables resultados, que deben ser recapitulados y analizados:
• Venezuela y Argentina, la semana pasada, firmaron un acuerdo llamado “Tratado de seguridad estratégica”. En el marco de ese acuerdo, Venezuela venderá gas natural a la Argentina en estado líquido, el cuál será transportado marítimamente para luego ser regasificado. Esto dará lugar a la construcción de una planta regasificadora en Argentina, con una inversión venezolana de US$ 400 millones; la planta estaría terminada en 2009 con una capacidad de producción de 10 millones de metros cúbicos diarios, una cifra superior a la importación de gas que actualmente realiza Argentina desde Bolivia (5.7 millones de pies cúbicos diarios). Adicionalmente, Argentina y Venezuela se comprometieron a conformar “Petrosuramérica”, concebida como una "corporación de empresas binacionales de los Estados" para el área energética. También, las estatales Enarsa y Pdvsa cerraron un acuerdo para operar en forma conjunta las refinerías y la red de estaciones de servicio de la firma argentina Rhasa, con la opción futura de compra por un valor de US$ 31 millones. Complementariamente, el gobierno de Venezuela firmó una nueva ayuda financiera a Argentina por medio de la compra de unos US$ 1.000 millones en bonos de deuda pública. En una primera etapa, Venezuela adquirirá US$ 500 millones que formarán parte de una nueva emisión de los llamados Bonos del Sur. Con esto, Venezuela habría comprado ya más de US$ 5.000 millones en papeles públicos argentinos.
• Las exportaciones de gas natural de Bolivia a Argentina y a Brasil fueron renegociadas en precio y cantidad. No solo subieron los precios que tradicionalmente estaban muy por debajo de los precios internacionales, sino que Bolivia exportará más gas. Al menos eso se espera del nuevo compromiso de exportación a la Argentina, en virtud del cual Bolivia le estaría exportando hasta el 2011 más de 20 millones de pies cúbicos diarios adicionales a los que hoy exporta. Argentina consume 114 millones de pies cúbicos de gas al día y se prevé que para el 2011 su demanda se eleve hasta los 129 millones; esto significa un incremento de 15 millones, lo cual hace suponer que las futuras exportaciones de gas boliviano y venezolano (30 millones, aproximadamente) remplazarian parte de las actuales fuentes argentinas de abastecimiento, si queremos que los números nos cuadren. De no ser así, tendrían fundamento los actuales temores de la oposición política boliviana para quien los acuerdos de Chávez con Kirchner ponen en riesgo las futuras exportaciones de gas boliviano.
• La semana pasada la ciudad de Tarija fue el escenario de acuerdos multilaterales de grandes dimensiones. Los presidentes de Argentina, Bolivia y Venezuela echaron a andar la “Organización de los Países Productores y Exportadores de Gas del Sur” (Opegasur). Según Villegas, ministro de hidrocarburos de Bolivia, este acuerdo buscará la integración a través de un conjunto de proyectos para conformar complejos industriales. Villegas asegura que este acuerdo, a diferencia de la OPEP, no regula precios, no define precios, no regula producción ni define producción. Este elemento es clave porque elimina incertidumbres en el mercado de futuros del gas.
• Los presidentes de Bolivia y Venezuela acordaron una agenda energética futura para constituir una nueva empresa (Petroandina Sociedad Anónima Mixta) con una inversión de US$ 600 millones para la exploración y explotación de hidrocarburos en los departamentos bolivianos de Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz. Pdvsa aportará a ese proyecto el 40% y Ypfb el 60% requerido para la inversión. La agenda energética común, permitirá la implementación de un complejo para la industrialización de gas natural, la instalación de una planta de fertilizantes, petroquímica y la construcción de una planta con una inversión de US$ 70 millones, de los cuales Venezuela aportará el 40% y Bolivia el otro 60%. La Empresa Nacional de Electricidad de Bolivia (Ende) será la encargada de llevar adelante este proyecto. En total, los proyectos con Venezuela suman US$ 670 millones de inversión. Además en ese memorándum de entendimiento se incluye la participación de Ypfb en la exploración y explotación en el bloque sudamericano en la franja petrolífera de Orinoco en Venezuela, con lo que Bolivia será parte de un proceso energético en la región venezolana, donde participará con el 40 % de acciones. Complementariamente a estos acuerdos, el gobierno venezolano lleva realizados innumerables programas de “cooperación” al gobierno de Evo Morales, que van desde el préstamo de helicópteros para uso presidencial hasta su participación en el megaproyecto siderúrgico del cerro Mutún, en el departamento de Santa Cruz. El Mutún es uno de los yacimientos de hierro y manganeso más grandes del mundo, cuyas reservas –de hierro- se estiman en 42 millones de toneladas.
• Los negocios entre Argentina y Bolivia también se están diversificando; los mandatarios de esos países acaban de suscribir un acuerdo de financiamiento para la construcción de una planta separadora de líquidos que se instalará en el Chaco boliviano. Mediante este acuerdo, Argentina otorgará un crédito de US$ 450 millones que financiará la construcción de la planta de separación de líquidos más grande de América del Sur. De esta forma, Bolivia podrá separar los líquidos que contiene su gas antes de venderlo y así producir carburantes líquidos derivados del gas natural. El compromiso de Kirchner –y la oportunidad de negocios que él ve- parece ser tan fuerte que se ha comprometido para hacer que empresas argentinas inviertan en Bolivia, en caso de que las grandes transnacionales del mundo con inversiones en Bolivia no continúen sus programas exploración y explotación.
• La semana pasada, Venezuela suscribió un acuerdo llamado “Tratado de seguridad energética” con Uruguay. Este compromiso de entendimiento supone actuaciones en materia de gas y de petróleo. Similar al negocio con Argentina, Venezuela y Uruguay construirían una planta regasficadora con una inversión de US$1.000 millones y que produciría unos 10 millones de pies cúbicos diarios de gas –venezolano, inequívocamente. El gobierno de Chávez también tiene planeado financiar la ampliación de la refinería uruguaya La Teja y la construcción de una empresa mixta entre Pdvesa y Ancap para la explotación de petróleo en la faja petrolífera del Orinoco. A cambio, el presidente uruguayo -y actual presidente pro témpore del Mercado Común del Sur (Mercosur)- ha comprometido sus gestiones para que Venezuela se adhiera definitivamente a este mecanismo de integración regional. Complementariamente, el gobierno venezolano financiará un proyecto para construir una fábrica de insulina en Uruguay, que suministrará el producto a toda América Latina, y además firmará acuerdos con la empresa estatal de azúcar, Alur, de la que ya tiene un pequeño porcentaje (Reuters).
• Venezuela y Ecuador acordaron -a principios de este mes- construir la mayor refinería de la costa del Pacífico -para procesar 300.000 barriles por día de crudo- que será instalada en la provincia de Manabí (suroeste de Ecuador). La refinería de Manabí tendrá una planta de alta conversión, cuya construcción se iniciará luego de cumplir con requerimientos ambientales, técnicos y financieros. El costo del proyecto ascenderá a unos 5.000 millones de dólares, en cuyo financiamiento además de Pdvsa podrían participar otras estatales de la región. Pdvsa y Petroecuador tienen otros ambiciosos planes de asociación para el área hidrocarburífera. Ecuador baraja la posibilidad de explotar con empresas públicas como Pdvsa un campo en la Amazonia con reservas por unos 1.000 millones de barriles, que demanda inversiones por 5.000 millones de dólares y generaría unos 700 millones anuales para el Estado.
Los acuerdos, los proyectos y la danza de millones continuará, éste es solo el comienzo. Realmente es de esperar que los beneficios económicos para la región sean de la magnitud que sus gobernantes prometen. No obstante, son igualmente incontables las voces que alertan sobre la factibilidad de estos proyectos o sobre los intereses ocultos detrás de la omnipresencia de Chávez. Es indudable, como se plantea al inicio de este documento, que Chávez está copándolo todo y que está haciendo buenos negocios –los económicos y los políticos. Igualmente destacable es el sentido pragmático con el que los otros gobernantes están manejando estos negocios. Salvo el estado actual de inoperancia en el que han caído las relaciones entre Bolivia y Chile, así como las asperezas –muy entendibles desde la óptica de la lucha por la hegemonía regional- entre los gobiernos de Chávez y Lula, los gobiernos de América del Sur han iniciado en torno a los energéticos, intensos procesos de asociación como otrora –en sus propios términos- lo hiciera Europa en torno al carbón y al acero.
El frente energético de los biocombustibles lo encabeza el presidente brasilero. Coincidente con la gira de Chávez por América del Sur, Lula ha realizado su propia gira por Centroamérica y México. Al respecto, algunos analistas han interpretado esto como una manifestación más de la competencia de ambos mandatarios por el liderazgo en América Latina. Para el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), “… los dos están compitiendo pero con pocas posibilidades de lograr un empate. A la larga el predominio de Brasil es casi inevitable por su tamaño, su población y su economía”.
Bajo el lema de combustibles limpios, baratos y renovables, el Presidente de Brasil ha instado alianzas entre Petrobrás y Pemex (México) y ha invitado a los empresarios mexicanos para apostar por este tipo de energéticos. Lula, quien de alguna forma sigue siendo el freno para la incorporación de Venezuela al MERCOSUR, ha invitado a México a “mirar” el mercado común del sur y a formar una alianza que no fueron capaces de realizar en el siglo pasado. El gobierno de Brasil ha iniciado ya hace varios meses “la diplomacia del etanol” llegando a un punto cúspide en la pasada reunión del G-8 en Alemania.
El negocio de los biocombustibles ha despertado tantas expectativas, como posiciones en contra. Su estudio y explicación requieren atención mayor que serán expuestos en un artículo posterior. Corresponde en este punto -sin embargo- enfatizar que subyacente al impresionante despliegue de estrategias comerciales y políticas que los energéticos ha despertado en América del Sur, están –como siempre- las esperanzas de una población que confía en ser el objeto verdadero del interés de sus gobernantes.
-
*El autor es economista y doctor en gobierno y administración pública.
*El autor es economista y doctor en gobierno y administración pública.
Actualmente dirige el grupo INFORME, México.
-
BolPress-Bolivia/16/08/2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario