Lula, la segunda vuelta y México
17/08/2007
Opinión
Jesús Martínez Álvarez
Jesús Martínez Álvarez
"Es muy complicado gobernar con el 35% de los votos”, declaró el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en su reciente visita a nuestro país.Y agregó: “Una mayoría en las urnas y no después de asumir la presidencia de la república”. Estas declaraciones podrían interpretarse como mensajes para destinatarios específicos, sin embargo, reflejan, de manera precisa, lo que viene aconteciendo en nuestro país hace ya varios años, no sólo en el contexto federal, sino también en muchos estados de la República, en materia de legitimidad y gobernabilidad.El presidente brasileño reflexionó sobre el resultado de las experiencias político-electorales y de gobernabilidad que se venían presentando en su país y que lograron resolverse a través de la implementación de una medida electoral que está en práctica en diversos países de Europa y de América Latina: la segunda vuelta electoral en elecciones presidenciales y de gobernadores.Mientras en nuestro país no exista la fórmula jurídica-electoral que pueda resolver la contradicción entre un presidente que llega a ser electo por una minoría (entre el 35% y 45%) y un Congreso electo por mayorías opositoras, seguiremos observando el debilitamiento de nuestras instituciones y el prácticamente nulo desarrollo de nuestro país.Hemos logrado avances definitivos y se ha podido consolidar un sistema pluripartidista por decisión y voluntad ciudadana, así como un sistema competitivo de partidos, que debiera ser garantía de un verdadero régimen democrático capaz de otorgar el poder y de regular su ejercicio con claridad y transparencia.Más allá de la definición del sistema político de gobierno que necesariamente tendrá que modificarse, deberá conservarse la figura de presidente, independientemente de que deberá requerir, en su momento, las modificaciones necesarias que complementen la tarea de gobernar, mediante un régimen político semi-presidencial.La segunda vuelta en la elección presidencial es una figura a la que necesariamente debe dársele la mayor prio-ridad en materia legislativa, con la finalidad de contar con un incentivo político y legal que propicie los grandes acuerdos y alianzas políticas nacionales. Un resultado fundamental de esta forma de dirimir una primera dispersión de votos será un Presidente de la República que podrá gobernar en mejores condiciones de legitimidad y gobernabilidad, y con una mayoría estable que represente los intereses de todos los mexicanos.El hecho de que el Congreso Federal esté analizando nuevas reformas en materia electoral es un avance, pero éstas no garantizarán legitimidad y gobernabilidad si las modificaciones se anclan en tabúes o parten de restringirse a sí mismas, acotando visiones amplias y de vanguardia.Nuestro país requiere de grandes acuerdos y alianzas políticas electorales. No podemos seguir presenciando una confrontación permanente entre poderes, lo que no debe interpretarse como una actitud egoísta de las partes ni como una defensa férrea de intereses partidistas, sino como producto de nuestra incapacidad de implementar los mecanismos adecuados que garanticen acuerdos y alianzas nacionales, después de la experiencia de más de 70 años de un partido en el gobierno.Se trata de que el Presidente de la República no sólo cuente con una mayoría legislativa, sino que tenga el mayor respaldo social y político en todo el país. En suma, de promover las negociaciones y los acuerdos y el ejercicio responsable del gobierno.Las reformas electorales que se realizaron en nuestro país y que tuvieron un gran impacto en nuestras instituciones fueron legisladas en el año 1996 y oportunamente respondieron a los retos y desafíos que México estaba enfrentando, pero que hoy no son suficientes para responder a una realidad política que se manifiesta en la elección presidencial y en muchas entidades federativas del país.En todas las transiciones a la democracia que se han presentado en diversos países del mundo, entre ellos en América Latina, los principales actores políticos se plantearon la obligada tarea de reformar sus instituciones y de crear figuras electorales que permitieran consolidar la democracia y, sobre todo, la creación de gobiernos estables y eficaces, capaces de responder a los nuevos retos que enfrentan o que enfrentaron sus respectivos países.La segunda vuelta electoral permitiría contar con una real separación de poderes, y una eficiente colaboración entre ellos, de tal manera que se establezcan cimientos jurídicos sólidos, indispensables para una verdadera gobernabilidad democrática.jema444@yahoo.es
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