Vieques, la Marina y el status político de Puerto Rico
Arturo Meléndez López
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En Vieques lleva a cabo el gobierno de los Estados Unidos la vivisección de nuestra nación.
Pedro Albizu Campos
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La historia moderna de Vieques es la historia de la colonia clásica sometida como ninguna otra a la destrucción total —humana y natural— por parte del imperialismo. Ninguna otra colonia moderna que conozcamos ha visto su ecología destruida; su desarrollo educativo, cultural, económico y social paralizado; su derecho a vivir con tranquilidad pisoteado, tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz. De hecho, Vieques es el único pueblo de la tierra para el que todavía no ha terminado la Segunda Guerra Mundial.Víctima primero del imperialismo español, que la descubre pero no la coloniza sino hasta 1832, fue durante más de tres siglos objeto de los ataques armados y de las intrigas diplomáticas de los imperialistas ingleses, daneses, holandeses, franceses y estadounidenses. Estos últimos en particular, según don Lidio Cruz Monclova en su Historia de Puerto Rico, se opusieron a su independencia junto con las de Puerto Rico y Cuba desde por lo menos 1783 cuando John Adams, futuro segundo presidente de Estados Unidos, propugnó la idea de la anexión política de las islas puertorriqueñas y Cuba, con las que tenían ya ventajosas relaciones económicas de contrabando. Dicha oposición la volverá a expresar elocuentemente cuatro años más tarde Tomas Jefferson, futuro tercer presidente de Estados Unidos, cuando afirmaba respecto a los españoles y a sus colonias hispanoamericanas:Nuestra confederación debe ser contemplada como el nido desde donde toda la América, la del Norte y la del Sur, ha de ser poblada. Pensando en los mejores intereses de aquel Continente nosotros debemos cuidarnos de no presionar demasiado pronto a los españoles. Esos países no pueden estar en mejores manos. Mi temor es, empero, que estas manos sean demasiado débiles para sujetarlos hasta que nuestra población sea suficientemente numerosa para arrebatárselos pedazo a pedazo.En 1816 el Libertador Simón Bolívar visitó Vieques y la oposición yanqui a la independencia de las islas puertorriqueñas y Cuba se centró entonces alrededor de la Isla Nena. Dos años más tarde incorporaron la Florida Oriental a fin de establecer ahí sus puestos de vigilancia contra los movimientos del Libertador para independizar las Antillas y los de los españoles para recobrar sus colonias hispanoamericanas.En 1822, seis años después del viaje de Bolívar a Vieques, una expedición organizada por D. Holstein y B. Irvine, con el fin de apoderarse de las islas puertorriqueñas, produjo alarma en las cancillerías inglesa y francesa. Londres y París sospechaban —como lo admitió el propio John Quincy Adams, secretario de Estado— que la expedición fue apoyada por el gobierno de Estados Unidos. La fallida agresión coincidió con las negociaciones que llevaban a cabo España e Inglaterra sobre un posible cambio de Cuba por Gibraltar.El 28 de abril de 1823 John Quincy Adams, secretario de Estado del presidente Monroe y su sucesor en el cargo, enviaba a Hugh Nelson, su embajador en Madrid, una nota para que la transmitiera al rey Fernando VII, consignando que la islas puertorriqueñas y Cuba eran como apéndices del continente norteamericano y que en tal sentido Estados Unidos no contemplaría con gusto que dichas islas pasaran a posesión de ninguna otra potencia. Respondía así Estados Unidos a los insistentes rumores que en esos días circulaban por las cancillerías de las grandes potencias de que la Corona española, “en reconocimiento a los servicios recibidos, le había ofrecido a Luis XVIII de Francia la cesión de las islas de Puerto Rico y Cuba”.Poco más de siete meses después, el 2 diciembre del mismo año, el Presidente de Estados Unidos enunciaba en un mensaje a su Congreso su tristemente famosa Doctrina Monroe: “América para los americanos.” Motivada ésta por los ya citados rumores y otros más en el sentido de que España planeaba la reconquista de las antiguas colonias hispanoamericanas, fue inmediatamente desenmascarada por Bolívar como una “doctrina ambigua, equivocada y peligrosa, considerando quizás que las radiaciones del colosal desenvolvimiento político y económico de Estados Unidos pudieran arrastrar la nación hacia el imperialismo militante”.En 1824 el comodoro David Porter, con una patrulla de desembarco, atacó el pueblo de Fajardo, que había albergado a piratas e insultado a oficiales navales norteamericanos. Desembarcó con doscientos hombres en noviembre y obligó a que se le diera una satisfacción.En 1825 Estados Unidos volvió a oponerse a la libertad de las islas puertorriqueñas y Cuba cuando su secretario de Estado, Henry Clay, urgió al gobierno español a que pusiera fin a sus guerras contra los países hispanoamericanos reconociéndoles su independencia para así evitar que la revolución se extendiera hacia aquellas. De este modo, pensaban los grandes intereses del algodón, se impediría que los esclavos del sur de Estados Unidos escaparan hacia las islas puertorriqueñas y Cuba.A partir de 1823 España cumplió con Vieques la labor reconstructiva que, según el que pudiéramos llamar el Marx preirlandés, cumple todo imperialismo con sus colonias después de su etapa destructiva. En ese año don Teófilo Leguillou fue nombrado gobernador de Vieques, para cuyo gobierno había sometido su plan del 15 de diciembre de 1828 que incluía disposiciones tan de avanzada socialmente como el auxilio de los pobres, la dedicación al bien común de una semana de trabajo al año por parte de todos los habitantes, la condición de puerto libre para Vieques durante los primeros diez años después de fundado y el requisito indispensable de trabajar a todo aquél que así pudiera hacerlo, ya que en el Vieques de Leguillou no había lugar para perezosos ni vagos. Más aún, Leguillou regaló las cien cuerdas en que se fundaría el municipio y dio un pedazo de tierra a cada habitante con la única condición de que mantuvieran en él una casa en pie.Leguillou, quien anteriormente había servido a Vieques como juez, ingeniero agrícola, traductor, estratego en los más altos puestos militares y director de servicios de inteligencia y quien había echado su suerte con los viequenses jugándose la vida por ellos en centenares de ocasiones en actos de valentía personal, dignos de los más grandes libertadores latinoamericanos, se había convertido en héroe nacional al resistir el segundo atentado inglés de posesionarse de nuestro territorio. Esta gesta de Leguillou evitó que Vieques cayera en manos inglesas y que, por consiguiente, el inglés desplazara al español como lenguaje vernáculo de la Isla Nena. La gesta del héroe viequense aseguró en forma definitiva que Vieques formara parte histórica y culturalmente de la nación puertorriqueña. España premió la gesta de Leguillou nombrándolo gobernador de Vieques, puesto que ocupó desde 1832 hasta 1843, cuando murió al caerse accidentalmente de una calesa a los cincuenta y tres años de edad.La administración de Leguillou sentó las bases para un desarrollo tal de Vieques que éste se convirtió en un “emporio de riquezas y abundancia durante la segunda parte del siglo XIX”, según el Rev. Justo Pastor Ruiz en la página 33 de la primera y única edición de su libro Vieques antiguo y moderno, de abril de 1947. Añade Pastor Ruiz enseguida: “La mucha labor y el negocio del azúcar hacía que circulara el dinero con mayor abundancia que en la actualidad.”A pesar de la grandeza de Leguillou, reconocido como héroe nacional por el maestro Pedro Albizu Campos, su tumba, aunque declarada monumento nacional por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, yace abandonada en Vieques a pesar de innumerables gestiones ante las administraciones del Partido Popular Democrático y del gobernante Partido Nuevo Progresista.Los imperialistas estadounidenses se opusieron nuevamente a la independencia de las islas puertorriqueñas y Cuba en 1849, cuando el presidente James K. Polk, quien ya antes había tratado de comprar a Cuba, y los congresistas sureños, maniobraron para evitar la liberación de las islas puertorriqueñas y Cuba temerosos una vez más de que, una vez libertadas, escaparan hacia ellas los esclavos del sur de Estados Unidos.La intervención imperialista contra las islas puertorriqueñas y Cuba volvió a manifestarse en 1867 cuando Estados Unidos intentó comprar Culebrita, oferta que España rechazó, y en 1871 cuando solicitó que aquellas fueran hipotecadas a su favor como garantía del pago de un préstamo que una firma bancaria haría al gobierno español.A mediados de 1874 ocurrió en Vieques un sangriento choque entre obreros de la caña y la guardia civil.El 10 de mayo de 1898 las islas puertorriqueñas volvieron a ser víctimas del imperialismo estadounidense. Esta vez los imperialistas se opusieron a su independencia golpeándolas militarmente. La población de San Juan fue despertada a cañonazos por la Marina de Guerra de Estados Unidos la madrugada del 10 de mayo, la misma que ese día inició con su vapor Yale un bloqueo totalmente efectivo de cuatro meses contra Vieques.El 19 de mayo de 1898 Teodoro Roosevelt le escribió al poderoso senador Henry Cabot Lodge diciéndole, entre otras cosas: “Dale mi mejor amor a Nannie y no haga la paz hasta que consigamos a Puerto Rico(subrayado nuestro), mientras Cuba es hecha independiente y las Filipinas tomadas de los españoles sea como sea.” Cinco días después Cabot Lodge le contestó: “Puerto Rico no es olvidado y esto quiere decir que vamos a tenerlo.” Roosevelt insistió en los puntos indicados en cartas del 25 de mayo y el 12 de junio. Cabot Lodge le reiteró su posición en cartas del 31 de mayo y del 12, 15 y 24 de junio. En la del 15 de junio le comunicó: “No hay, por supuesto, problema alguno con Puerto Rico, todo el mundo está de acuerdo con esto” (en que hay que tomar a Puerto Rico antes de hacer la paz con España). En la del 24 de junio le contó que el almirante Alfred Thayer Mahan, de quien había recibido la idea, había comido con él y con el secretario de Estado de John Day.El 25 de julio los imperialistas estadounidenses invadieron a Puerto Rico por el puerto sureño de Guánica. Curiosamente no invadieron Vieques hasta el 10 de septiembre, después del referido bloqueo de cuatro meses. La población viequense sufrió tanta hambre, necesidad y angustia que llegó a creer que los militares que la bloqueaban no eran sino salvajes que degollarían a los viequenses al invadirlos, según consta en documento en poder del Rev. Jorge Rivera y en la experiencia vital de muchos viequenses que todavía viven. Sobre el testimonio de estos últimos nos dice el Rev. Justo Pastor Ruiz en la página 77 de su citado libro:“Para el día de la entrada de la tropa de Estados Unidos he podido conseguir testigos presenciales. Realmente no hay unanimidad entre ellos. La opinión que había de los soldados americanos (entonces yanquis) era tan mala que muy pocas personas se atrevieron a estar cerca cuando la entrada. Se les anunciaba como sanguinarios, criminales, asesinos y caníbales.”Menos de dos meses y medio después de ser invadida ya Vieques era señalada por las fuerzas militares estadounidenses “como uno de los puntos en que se situarían grandes núcleos de tropas americanas”, según el periódico puertorriqueño La Democracia, del 30 de noviembre de 1898.De inmediato las fuerzas invasoras comenzaron, al igual que en Puerto Rico y Culebra, a realizar estudios militares, económicos y científicos de la Isla Nena.En 1899 el U.S. Geological Survey hizo un estudio de los minerales existentes en las islas puertorriqueñas.El 1ro de julio de 1899 Roosevelt le mandó una carta al secretario de Estado, Joh Day, dejando a discreción de éste el enseñársela al presidente Mc Kinley. En ella le expresaba su desconcierto por el “rumbo que parecen estar tomando las cosas tanto en Cuba como en Filipinas”. Añadía Roosevelt:“Los hombres en quienes más confío me dicen que la condición en Puerto Rico está muy mala y que el pueblo está lamentando realmente el fin del régimen español.”Seis meses después, en enero de 1901, la influyente revista estadounidense The Annals of the American Academy of Political and Social Sciences publicó un artículo de W.V. Judson titulado “Strategic Value of the West Indies Possesions to the U.S.”, en el que su autor señala:“Culebra, una pequeña isla al este de y perteneciente a Puerto Rico, posee un puerto excelente, probablemente mejor para propósitos de guerra que ningún otro en Puerto Rico, y tan bueno, si no igual, que el puerto de Santo Tomás.”Menos de un año después, el 18 de diciembre de 1901, el presidente Teodoro Roosevelt emitió una orden ejecutiva para adquirir parte de la región peninsular y de las costas de Culebra. El resto de la región peninsular y de las costas lo había adquirido Estados Unidos del gobierno mediante el Tratado de París del 10 de diciembre de 1898.El 1ro de julio de 1902 el Congreso de Estados Unidos aprobó la así titulada “Ley que autoriza al presidente para reservar tierras y edificios públicos en la isla de Puerto Rico para usos públicos, y que concede otras tierras y edificios públicos al gobierno de Puerto Rico, y con otros fines”, que iba dirigida a la obtención de tierras en San Juan y, especialmente, en Culebra.El 16 de febrero de 1903 la asamblea legislativa de Puerto Rico, cuya Cámara alta era nombrada por el Presidente de Estados Unidos y que ejercía también las funciones ejecutivas, aprobó una ley que autoriza al gobernador de Puerto Rico a “traspasar a Estados Unidos [... ] para fines y usos navales o militares [... ] todo derecho, título de propiedad e interés perteneciente a ‘el pueblo de Puerto Rico’, o a cualquier otra municipalidad del mismo, en y sobre cualquier o todas las tieras públicas en la Isla de Culebra (subrayado nuestro) [... ]La misma ley autorizaba en los mismos términos al Gobernador de Puerto Rico a traspasar el área de La Puntilla en San Juan a la Marina de Guerra o cualquier otra agencia estadounidense.En febrero de 1903 establecieron un observatorio magnético y sismológico en un salón del Fuerte Isabel II, de donde fue trasladado al barrio Cofí en 1907. Hasta 1918, por lo menos, hicieron estudios magnéticos y sismológicos en el mencionado observatorio en Vieques. Sabemos de la importancia militar de los referidos estudios tanto para la navegación y las comunicaciones como para la radiación nuclear.El 26 de junio de 1903 el Presidente de Estados Unidos emitió una proclama presidencial para obtener más tierras en Culebra.En 1915, y como consecuencia del latifundio azucarero, murieron los primeros mártires de la lucha del pueblo viequense en la primera huelga cañera. Los mártires viequenses de la primera huelga cañera de 1915, asesinados por la policía frente al edificio de la Alcaldía de Vieques, se llaman Mario López, Bernabé Santiago, Cruz Levita y Agustín Ortiz. El héroe de la huelga viequense de 1915 fue Bruno González, quien quedó mutilado de ambas piernas debido a los disparos de la policía. Los cinco viequenses se convirtieron de esta manera en los precursores de los heroicos pescadores actuales y demás obreros viequenses que constituyen hoy la vanguardia de la lucha por rescatar sus tierras, sus aguas y sus aires de las garras de la Marina de Guerra de Estados Unidos.
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Fragmento del Libro La Batalla de Vieques, Editorial Edil 2000, tercera edición.
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Claridad/04/08/2007
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