Las relaciones entre China y Alemania: los que perjudican a otros no pueden beneficiarse
En la historia humana abundan los casos de "equivocación en materia de tiempo y espacio". Uno de ellos es el informe presentado recientemente por el grupo de trabajo diplomático de la Unión Cristiana Democrática y la Unión Cristiana Social, partidos gobernantes de Alemania, en la Cámara Federal. El presidente del referido grupo dio en la diana del informe al afirmar que la política diplomática del anterior Gobierno de Gerhard Schroeder puso una atención excesiva en China, y la idea del presente informe es dispersar los puntos de atención poniendo miradas en otros países asiáticos. Al referirse al asunto, la rotativa norteamericana International Herald Tribune también puso el dedo en la llaga al apuntar que "Alemania dispersa sus miradas en Asia perjudicando los intereses de China." Desde luego, China no tiene objección a que Alemania fortalezca sus relaciones con otros países asiáticos. Sin embargo, parece que es una consideración política de Occidente de hace más de diez años trazar una línea divisoria entre China y otros países asiáticos y estrechar relaciones con Asia a expensa de los intereses de China. En aquel entonces, en la región Asia-Pacífico hubo un gran alboroto sobre la teoría de "amenaza china", y no pocos occidentales aprovecharon la coyuntura para encizañar las relaciones entre China y otros países asiáticos. Pero, la crisis financiera de Asia que sobrevino inesperadamente en 1997 puso de relieve que China es un gran país responsable, y la teoría de "amenza china" se vino abajo por sí misma. Por ahora, un número cada vez más mayor de países asiáticos ven en el desarrollo pacífico de China como una oportunidad y no como un desafío. Una de las cosas que les resultan más repugnantes es verse obligados a hacer un opción entre China y un cierto país occidental. En un contexto tal, ¿acaso no es de extrañar que algunos parlamentarios del partido gobernante de Alemania hagan una apuesta tal? Huelga decir que el asunto no es fortuito, y está relacionado con los cambios políticos de Alemania en los últimos dos años. Desde que Angela Merkel subió al poder, ciertas figuras en los sectores político y académico de Alemania mantienen gran interés por la baza de "derechos humanos". Pretenden revisar la política para con China establecida por varios gobiernos aneriores, lo que impide seriamente el desarrollo de las relaciones entre China y Alemania.
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Pero no es necesario que nos preocupemos demasiado de los alborotos de una parte de parlamentarios alemanes. En primer lugar, el referido informe no equivale a una declaración de la política diplomática del Gobierno alemán. La política concreta para con China es ejecutada por el ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania. En segundo lugar, la política para con China promovida por Merkel y su partido ha encontrado una oposición cada vez más fuerte en su propio país, y la aplicación de la misma a todo trance no aporta nada positivo al Gobierno de Merkel. Por ejemplo, Frank-Walter Steinmeier, ministro de Relaciones Exteriores, criticó publicamente en fechas recientes la actual política del Gobierno alemán para con China. Señaló en términos explícitos que la restauración de las buenas relaciones con China corresponde a los intereses alemanes. Al mismo tiempo, el sector económico de Alemania ha manifestado su inequietud por la política de Merkel para con China. En este sector se cree en general que la ampliación incesante de las relaciones económicas y comerciales entre Alemania y China juega un papel importante para la prosperidad económica de Alemania y la consolidación de su status en la economía mundial. En tales condiciones, cuando el Gobierno de Merkel trata las relaciones sino-alemanas basándose en los prejuicios ideológicos, esto no se difiere de dejar a sus competidores económicos arrebatarle el mercado chino, algo intolerante para el sector económico del país. Por lo tanto, Merkel y su partido, bajo la presión de los diversos sectores, tendrá que cambiar su política para con China tarde o temprano. (Autor del artículo: Zhang Zuqian, subsecretario general de la Sociedad de Estudios de Asuntos Europeos de Shanghai, publicado originamente en el Diario de Liberación)
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Pero no es necesario que nos preocupemos demasiado de los alborotos de una parte de parlamentarios alemanes. En primer lugar, el referido informe no equivale a una declaración de la política diplomática del Gobierno alemán. La política concreta para con China es ejecutada por el ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania. En segundo lugar, la política para con China promovida por Merkel y su partido ha encontrado una oposición cada vez más fuerte en su propio país, y la aplicación de la misma a todo trance no aporta nada positivo al Gobierno de Merkel. Por ejemplo, Frank-Walter Steinmeier, ministro de Relaciones Exteriores, criticó publicamente en fechas recientes la actual política del Gobierno alemán para con China. Señaló en términos explícitos que la restauración de las buenas relaciones con China corresponde a los intereses alemanes. Al mismo tiempo, el sector económico de Alemania ha manifestado su inequietud por la política de Merkel para con China. En este sector se cree en general que la ampliación incesante de las relaciones económicas y comerciales entre Alemania y China juega un papel importante para la prosperidad económica de Alemania y la consolidación de su status en la economía mundial. En tales condiciones, cuando el Gobierno de Merkel trata las relaciones sino-alemanas basándose en los prejuicios ideológicos, esto no se difiere de dejar a sus competidores económicos arrebatarle el mercado chino, algo intolerante para el sector económico del país. Por lo tanto, Merkel y su partido, bajo la presión de los diversos sectores, tendrá que cambiar su política para con China tarde o temprano. (Autor del artículo: Zhang Zuqian, subsecretario general de la Sociedad de Estudios de Asuntos Europeos de Shanghai, publicado originamente en el Diario de Liberación)
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Pueblo en linea - China/23/11/2007
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