UN FALLO QUE TIENE CURA
PEDIRAN QUE LA CAMARA DE MORON MODIFIQUE LA RESOLUCION QUE DEJO EN LIBERTAD AL SACERDOTE GRASSI
LOS ASPECTOS MAS POLEMICOS DE LA SENTENCIA
La fiscalía y parte de los querellantes pedirán que se modifique la decisión que dejó en libertad al cura Julio César Grassi hasta que quede firme su condena a 15 años de cárcel por abuso sexual y corrupción de menores
Un final tras las rejas para el cura sentenciado
Grassi fue sentenciado a 15 años, pero los jueces decidieron que permanezca en libertad hasta que el fallo esté firme. En la sentencia, a la que accedió Página/12, los jueces desestimaron la pericia según la cual Grassi tiene el perfil del “delincuente sexual”.
Grassi fue sentenciado a 15 años, pero los jueces decidieron que permanezca en libertad hasta que el fallo esté firme. En la sentencia, a la que accedió Página/12, los jueces desestimaron la pericia según la cual Grassi tiene el perfil del “delincuente sexual”.
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Por Carlos Rodríguez
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Las consideraciones del fallo que condenó al cura Grassi a 15 años dispararon una fuerte polémica.
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Para mañana se espera una presentación de la fiscalía y de algunos de los querellantes para que la Cámara de Garantías de Morón modifique la resolución que dejó al cura Julio César Grassi en libertad (ver nota aparte) tras la fuerte polémica que generó la sentencia por abuso sexual y corrupción de menores que condenó a 15 años de prisión a Grassi, pero a quien los jueces dejaron en libertad hasta que la sentencia esté firme, y con la posibilidad de ingresar a la Fundación Felices los Niños, escenario de los hechos en los que fue hallado culpable. Página/12 tuvo la posibilidad de acceder a la lectura de la resolución de 1400 fojas emitido por el Tribunal Oral 1 de Morón, cuyos integrantes, luego de la sentencia, se tomaron vacaciones. En las partes resolutivas del fallo que provocó la polémica y la presentación que se realizará mañana, resulta extraño que los doctores Luis María Andueza, Jorge Carrera y Mario Gómez no hayan tomado como prueba válida el test realizado por peritos de El Calafate, donde se dice que el religioso tiene el perfil de un “delincuente sexual”. Y lo que más llama la atención es que no haya, en el fallo, una explicación que intente fundamentar esa decisión de ignorar un argumento que respaldaba las denuncias contra Grassi.
Del mismo modo se transcribe una serie interminable de detalles sobre las comidas, los juegos, los paseos y las actividades de los niños que estaban en la Fundación, de cuyo funcionamiento general parece brindarse una visión favorable, como si eso fuera garantía de que en un lugar así no pudieran producirse los abusos sexuales denunciados. Otro punto que llama la atención, porque tampoco parece tener nada que ver con el fondo de la investigación judicial, deriva de las permanentes alusiones a ciertos aspectos de la personalidad de “Luis”, a su relación con otros chicos y a una supuesta vuelta atrás en sus acusaciones contra Grassi. Antes del juicio, todo hacía presumir que la declaración de “Luis” sobre diez de los 17 hechos de abuso que se le adjudicaron al cura iba a ser central, pero finalmente su acusación fue desestimada, igual que los cinco casos planteados por otra de las víctimas, “Ezequiel”. El tribunal condenó a Grassi sólo por los dos abusos en contra de “Gabriel”.
“Se hizo una valoración absurda de la prueba, para ir preparando el veredicto. Algunas cuestiones son absolutamente arbitrarias porque no se brinda una explicación jurídica sobre el porqué de tal o cual decisión. Por ejemplo, se rechaza lo que dice la pericia realizada en El Calafate, pero no se brinda ninguna explicación respecto de las razones de esa determinación. Tampoco se toma en cuenta que las declaraciones de “Luis” o de “Ezequiel” fueron consideradas creíbles por los peritos. Los jueces las desestiman pero no explican el porqué”, dijo a este diario una fuente allegada a la causa.
Sobre las supuestas idas y venidas de “Luis”, en su acusación, la misma fuente, tal como surge de la lectura del fallo, asegura que “él no se desdijo, lo que hizo fue hacer aclaraciones sobre alguno de los hechos, para explicar mejor lo que había ocurrido. Eso quedó muy claro durante el alegato (en el juicio) del abogado (Jorge) Calcagno”, quien representa al chico. La exposición de Calcagno estuvo basada en el libro Abuso sexual infantil: ¿denunciar o silenciar?, escrito por el juez Carlos Alberto Rozansky, un experto en el tema. “En su trabajo, Rozansky ha dicho de manera muy clara lo que pasa por la cabeza de un chico abusado y el porqué de algunas contramarchas. Los jueces consideran que esas aclaraciones desvirtúan la declaración, cuando deberían haber hecho una lectura opuesta porque las aparentes contradicciones confirman que se trata de un chico que fue abusado y que arrastra ese hecho traumático.”
Los dos únicos casos de abuso considerado probados por los jueces son los que tuvieron como víctima al chico conocido como “Gabriel”, quien tenía 13 años al momento de ocurridos. En el fallo, como ya se reprodujo en la edición de Página/12 del jueves 11, se confirma que tuvieron “una clara orientación sexual” los “tocamientos, beso en la boca y fellatio” promovidos por Grassi sobre su víctima y se dice que el condenado “no podía ignorar” que su actitud podía “desviar el normal desarrollo” de la sexualidad del menor.
Los jueces, por unanimidad, consideran probado que lo sucedido “no es ni más ni menos que influir voluntariamente sobre la normal formación del menor para obtener que aceptara estas relaciones homosexuales como si fueran lo que ocurre habitualmente”. Aclaran luego que “no se trata aquí de la libre elección del objeto sexual de cada uno, que de por sí no tiene nada de reprochable y sólo pertenece a la esfera privada del individuo, sino de la influencia de un mayor sobre un menor” que a esa edad tiene “la orientación sexual indefinida o en vías de definición”.
Se afirma que la conducta seguida por Grassi tiene como fin “pervertir en la doble acepción del término: perturbar, alterar el orden o estado de las cosas o viciar o corromper con malas doctrinas o ejemplos las costumbres, la fe, el gusto, etc.”. Cuando esto ocurre, el autor (Grassi) exterioriza “un dolo directo de promover la corrupción de la víctima para satisfacer sus deseos, que es lo que la ley reprime”. En el caso de “Ezequiel”, el tribunal toma en cuenta, como un elemento que debilitaría la imputación contra Grassi, la dificultad para establecer, con cierta precisión, las fechas en que ocurrieron los abusos. De todos modos, se dice solamente que no existen “elementos de convicción suficientes” como para condenar a Grassi.
Tal vez el rechazo más rotundo del tribunal es en relación con los casos denunciados por “Luis”, que sin embargo tiene a su favor la existencia de testigos de uno de los hechos de abuso sexual, el ocurrido en un gimnasio municipal de El Calafate, que aunque no fue tratado en este proceso, podría servir para confirmar la relación que Grassi había entablado con el joven haciendo valer el poder que le confería el ser titular de la Fundación y tutor del chico. En el fallo se menciona ese caso, a través del relato de dos chicos que dicen haber visto cómo el padre Grassi y su víctima “con los torsos desnudos, en calzoncillos” estaban sobre una cama. La existencia de este caso habría sido desestimada, en Santa Cruz, por el propio “Luis”, quien luego denunció hechos ocurridos en la sede de la Fundación, en Hurlingham. Las dudas sobre un hecho ajeno a este juicio pesaron más que las declaraciones del joven sobre otros diez hechos.
En el fallo, hay larguísimas consideraciones sobre la educación que recibían los niños en la Fundación, sobre los talleres donde aprendían manualidades y hasta se describen las comidas que se servían, detalles que no parecen tener relación con el hecho investigado. De todos modos, también hay algunos testimonios, citados en la sentencia, que mencionan la presencia de “chicas que se embarazan dentro de la institución a raíz de violaciones o relaciones sexuales frecuentes” y que “salen a parir fuera de la misma y no regresan, siendo que hay dentro de la institución una casa para madres solteras”. Una asistente social que trabajó en la Fundación afirma que las religiosas que trabajan para Grassi “les decían a las menores: ‘Huérfana de mierda, sos más puta que tu madre’”.
En el mismo fallo se señala que una de las testigos dijo que le llamó la atención el incremento de los chicos internados en la Fundación, que pasó en poco tiempo “de tres mil a seis mil”. Otro testimonio sostiene que “se intentó realizar una depuración de la lista de los niños internados y el padre Grassi no la autorizó porque son números necesarios para captar becas de empresas, tales como TBA (Trenes de Buenos Aires)”. Otra de las empresas importantes es COTO. En distintos lugares del fallo se hace mención a las amenazas que sufrieron algunos chicos internados “para que no declaren en contra del padre Grassi” y que las denuncias iniciales por abuso sexual, realizadas en el año 2000, antes de la difusión del caso por Telenoche Investiga, iban acompañadas por la sospecha de que algunos donantes utilizaban a la institución para blanquear fondos provenientes del narcotráfico
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Para mañana se espera una presentación de la fiscalía y de algunos de los querellantes para que la Cámara de Garantías de Morón modifique la resolución que dejó al cura Julio César Grassi en libertad (ver nota aparte) tras la fuerte polémica que generó la sentencia por abuso sexual y corrupción de menores que condenó a 15 años de prisión a Grassi, pero a quien los jueces dejaron en libertad hasta que la sentencia esté firme, y con la posibilidad de ingresar a la Fundación Felices los Niños, escenario de los hechos en los que fue hallado culpable. Página/12 tuvo la posibilidad de acceder a la lectura de la resolución de 1400 fojas emitido por el Tribunal Oral 1 de Morón, cuyos integrantes, luego de la sentencia, se tomaron vacaciones. En las partes resolutivas del fallo que provocó la polémica y la presentación que se realizará mañana, resulta extraño que los doctores Luis María Andueza, Jorge Carrera y Mario Gómez no hayan tomado como prueba válida el test realizado por peritos de El Calafate, donde se dice que el religioso tiene el perfil de un “delincuente sexual”. Y lo que más llama la atención es que no haya, en el fallo, una explicación que intente fundamentar esa decisión de ignorar un argumento que respaldaba las denuncias contra Grassi.
Del mismo modo se transcribe una serie interminable de detalles sobre las comidas, los juegos, los paseos y las actividades de los niños que estaban en la Fundación, de cuyo funcionamiento general parece brindarse una visión favorable, como si eso fuera garantía de que en un lugar así no pudieran producirse los abusos sexuales denunciados. Otro punto que llama la atención, porque tampoco parece tener nada que ver con el fondo de la investigación judicial, deriva de las permanentes alusiones a ciertos aspectos de la personalidad de “Luis”, a su relación con otros chicos y a una supuesta vuelta atrás en sus acusaciones contra Grassi. Antes del juicio, todo hacía presumir que la declaración de “Luis” sobre diez de los 17 hechos de abuso que se le adjudicaron al cura iba a ser central, pero finalmente su acusación fue desestimada, igual que los cinco casos planteados por otra de las víctimas, “Ezequiel”. El tribunal condenó a Grassi sólo por los dos abusos en contra de “Gabriel”.
“Se hizo una valoración absurda de la prueba, para ir preparando el veredicto. Algunas cuestiones son absolutamente arbitrarias porque no se brinda una explicación jurídica sobre el porqué de tal o cual decisión. Por ejemplo, se rechaza lo que dice la pericia realizada en El Calafate, pero no se brinda ninguna explicación respecto de las razones de esa determinación. Tampoco se toma en cuenta que las declaraciones de “Luis” o de “Ezequiel” fueron consideradas creíbles por los peritos. Los jueces las desestiman pero no explican el porqué”, dijo a este diario una fuente allegada a la causa.
Sobre las supuestas idas y venidas de “Luis”, en su acusación, la misma fuente, tal como surge de la lectura del fallo, asegura que “él no se desdijo, lo que hizo fue hacer aclaraciones sobre alguno de los hechos, para explicar mejor lo que había ocurrido. Eso quedó muy claro durante el alegato (en el juicio) del abogado (Jorge) Calcagno”, quien representa al chico. La exposición de Calcagno estuvo basada en el libro Abuso sexual infantil: ¿denunciar o silenciar?, escrito por el juez Carlos Alberto Rozansky, un experto en el tema. “En su trabajo, Rozansky ha dicho de manera muy clara lo que pasa por la cabeza de un chico abusado y el porqué de algunas contramarchas. Los jueces consideran que esas aclaraciones desvirtúan la declaración, cuando deberían haber hecho una lectura opuesta porque las aparentes contradicciones confirman que se trata de un chico que fue abusado y que arrastra ese hecho traumático.”
Los dos únicos casos de abuso considerado probados por los jueces son los que tuvieron como víctima al chico conocido como “Gabriel”, quien tenía 13 años al momento de ocurridos. En el fallo, como ya se reprodujo en la edición de Página/12 del jueves 11, se confirma que tuvieron “una clara orientación sexual” los “tocamientos, beso en la boca y fellatio” promovidos por Grassi sobre su víctima y se dice que el condenado “no podía ignorar” que su actitud podía “desviar el normal desarrollo” de la sexualidad del menor.
Los jueces, por unanimidad, consideran probado que lo sucedido “no es ni más ni menos que influir voluntariamente sobre la normal formación del menor para obtener que aceptara estas relaciones homosexuales como si fueran lo que ocurre habitualmente”. Aclaran luego que “no se trata aquí de la libre elección del objeto sexual de cada uno, que de por sí no tiene nada de reprochable y sólo pertenece a la esfera privada del individuo, sino de la influencia de un mayor sobre un menor” que a esa edad tiene “la orientación sexual indefinida o en vías de definición”.
Se afirma que la conducta seguida por Grassi tiene como fin “pervertir en la doble acepción del término: perturbar, alterar el orden o estado de las cosas o viciar o corromper con malas doctrinas o ejemplos las costumbres, la fe, el gusto, etc.”. Cuando esto ocurre, el autor (Grassi) exterioriza “un dolo directo de promover la corrupción de la víctima para satisfacer sus deseos, que es lo que la ley reprime”. En el caso de “Ezequiel”, el tribunal toma en cuenta, como un elemento que debilitaría la imputación contra Grassi, la dificultad para establecer, con cierta precisión, las fechas en que ocurrieron los abusos. De todos modos, se dice solamente que no existen “elementos de convicción suficientes” como para condenar a Grassi.
Tal vez el rechazo más rotundo del tribunal es en relación con los casos denunciados por “Luis”, que sin embargo tiene a su favor la existencia de testigos de uno de los hechos de abuso sexual, el ocurrido en un gimnasio municipal de El Calafate, que aunque no fue tratado en este proceso, podría servir para confirmar la relación que Grassi había entablado con el joven haciendo valer el poder que le confería el ser titular de la Fundación y tutor del chico. En el fallo se menciona ese caso, a través del relato de dos chicos que dicen haber visto cómo el padre Grassi y su víctima “con los torsos desnudos, en calzoncillos” estaban sobre una cama. La existencia de este caso habría sido desestimada, en Santa Cruz, por el propio “Luis”, quien luego denunció hechos ocurridos en la sede de la Fundación, en Hurlingham. Las dudas sobre un hecho ajeno a este juicio pesaron más que las declaraciones del joven sobre otros diez hechos.
En el fallo, hay larguísimas consideraciones sobre la educación que recibían los niños en la Fundación, sobre los talleres donde aprendían manualidades y hasta se describen las comidas que se servían, detalles que no parecen tener relación con el hecho investigado. De todos modos, también hay algunos testimonios, citados en la sentencia, que mencionan la presencia de “chicas que se embarazan dentro de la institución a raíz de violaciones o relaciones sexuales frecuentes” y que “salen a parir fuera de la misma y no regresan, siendo que hay dentro de la institución una casa para madres solteras”. Una asistente social que trabajó en la Fundación afirma que las religiosas que trabajan para Grassi “les decían a las menores: ‘Huérfana de mierda, sos más puta que tu madre’”.
En el mismo fallo se señala que una de las testigos dijo que le llamó la atención el incremento de los chicos internados en la Fundación, que pasó en poco tiempo “de tres mil a seis mil”. Otro testimonio sostiene que “se intentó realizar una depuración de la lista de los niños internados y el padre Grassi no la autorizó porque son números necesarios para captar becas de empresas, tales como TBA (Trenes de Buenos Aires)”. Otra de las empresas importantes es COTO. En distintos lugares del fallo se hace mención a las amenazas que sufrieron algunos chicos internados “para que no declaren en contra del padre Grassi” y que las denuncias iniciales por abuso sexual, realizadas en el año 2000, antes de la difusión del caso por Telenoche Investiga, iban acompañadas por la sospecha de que algunos donantes utilizaban a la institución para blanquear fondos provenientes del narcotráfico
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Por Carlos Rodríguez
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Página/12 Web - Argentina/15/06/2009
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