La responsabilidad ante la situación de África
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Joan Lluís Pérez-Francesch
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África es un continente que se muere, y esto no lo podemos permitir. Más allá de los diagnósticos y planteamientos de política económica hemos de recordar la gran cantidad de personas concretas que viven en una gran miseria.
Hoy no es posible la indiferencia ante unos hechos incontestables: los africanos viven peor que hace cuarenta años. Según los estudiosos, nos encontramos con que unos 659 millones de personas malviven con menos de un dólar al día; el comercio representa sólo un 2% del total mundial; 140 millones de jóvenes son analfabetos; aumenta el número de menores no escolarizados; el sida es una plaga; 200 millones de persones no tienen acceso a la sanidad; 250 millones no disponen de agua potable; una de cada cinco personas está afectada por un conflicto bélico; el PIB per cápita se sitúa en el 0,1 % , etc.
El Santo Padre, en su libro Jesús de Nazaret, reflexiona sobre la situación moral y material del continente africano. Considera que ha sido saqueado históricamente por los Estados occidentales, que hoy consienten la corrupción y la voluntad de poder sin escrúpulos. Occidente ha alienado la sociedad africana, y le ha robado la esencia.
En el libro, el Papa utiliza la parábola del buen samaritano, que ayuda al desconocido asaltado y apaleado por bandidos cuando otros viajeros han pasado de largo, como metáfora de una nueva actitud, la de la cercanía del prójimo, en la que sea posible cambiar las relaciones de occidente con el continente africano, y, en general, las relaciones humanas y sociales en el mundo globalizado de hoy.
Cada año la ONU presenta el informe sobre el desarrollo humano. Una de les consecuencias que se puede extraer de su lectura, más allá de los datos estadísticos, es que la pobreza continua siendo una de les características del ser humano, analizado desde una perspectiva planetaria.
Con esta tendencia, cuesta ser optimista sobre la consecución de los llamados objetivos del milenio y la reducción de la pobreza en el mundo. Especialmente preocupante es el caso de África. Se ha recordado que un niño que nace hoy en Zambia tiene menos esperanza de vida que un niño nacido en el Reino Unido en los años cuarenta del siglo XX.
En el mundo, según el informe mencionado más arriba, unos 130 millones de personas han conseguido salir de la pobreza, aunque sea según criterios estadísticos; quinientas personas ricas acumulan más dinero que 416 millones de pobres. El mundo gasta hoy unas diez veces más en armamento que en ayuda humanitaria.
Todas las cifras son relativas y dependen del uso que se les quiera dar, pero muestran una evidencia: el mundo de hoy –quizás siempre lo ha sido- es muy injusto. Ahora bien, como señalan los técnicos de la ONU, actualmente existe el conocimiento, los recursos y la tecnología para acabar de una vez para siempre, como mínimo, con la pobreza extrema. De ahí se puede derivar que no hay ningún tipo de justificación para que continúe la situación existente: La indiferencia, la ayuda insuficiente y el incumplimiento de las grandes promesas por parte de los Estados ricos, está llevando a la humanidad a una situación absolutamente insostenible.
Cualquier persona mínimamente sensible ha de reconocer que estamos ante una autentica tragedia humana. Las estrategias son diversas y no sólo de contenido económico. En el fondo, el reto que tenemos entre manos es ni más ni menos que hacer creíble el ideal de una nueva humanidad, en las relaciones con el continente africano, y en otras zonas del planeta, donde el ser humano sufre, lo cual nos pone a prueba cada día que pasa.
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ForumLibertas.com - España/11/09/2007
Joan Lluís Pérez-Francesch
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África es un continente que se muere, y esto no lo podemos permitir. Más allá de los diagnósticos y planteamientos de política económica hemos de recordar la gran cantidad de personas concretas que viven en una gran miseria.
Hoy no es posible la indiferencia ante unos hechos incontestables: los africanos viven peor que hace cuarenta años. Según los estudiosos, nos encontramos con que unos 659 millones de personas malviven con menos de un dólar al día; el comercio representa sólo un 2% del total mundial; 140 millones de jóvenes son analfabetos; aumenta el número de menores no escolarizados; el sida es una plaga; 200 millones de persones no tienen acceso a la sanidad; 250 millones no disponen de agua potable; una de cada cinco personas está afectada por un conflicto bélico; el PIB per cápita se sitúa en el 0,1 % , etc.
El Santo Padre, en su libro Jesús de Nazaret, reflexiona sobre la situación moral y material del continente africano. Considera que ha sido saqueado históricamente por los Estados occidentales, que hoy consienten la corrupción y la voluntad de poder sin escrúpulos. Occidente ha alienado la sociedad africana, y le ha robado la esencia.
En el libro, el Papa utiliza la parábola del buen samaritano, que ayuda al desconocido asaltado y apaleado por bandidos cuando otros viajeros han pasado de largo, como metáfora de una nueva actitud, la de la cercanía del prójimo, en la que sea posible cambiar las relaciones de occidente con el continente africano, y, en general, las relaciones humanas y sociales en el mundo globalizado de hoy.
Cada año la ONU presenta el informe sobre el desarrollo humano. Una de les consecuencias que se puede extraer de su lectura, más allá de los datos estadísticos, es que la pobreza continua siendo una de les características del ser humano, analizado desde una perspectiva planetaria.
Con esta tendencia, cuesta ser optimista sobre la consecución de los llamados objetivos del milenio y la reducción de la pobreza en el mundo. Especialmente preocupante es el caso de África. Se ha recordado que un niño que nace hoy en Zambia tiene menos esperanza de vida que un niño nacido en el Reino Unido en los años cuarenta del siglo XX.
En el mundo, según el informe mencionado más arriba, unos 130 millones de personas han conseguido salir de la pobreza, aunque sea según criterios estadísticos; quinientas personas ricas acumulan más dinero que 416 millones de pobres. El mundo gasta hoy unas diez veces más en armamento que en ayuda humanitaria.
Todas las cifras son relativas y dependen del uso que se les quiera dar, pero muestran una evidencia: el mundo de hoy –quizás siempre lo ha sido- es muy injusto. Ahora bien, como señalan los técnicos de la ONU, actualmente existe el conocimiento, los recursos y la tecnología para acabar de una vez para siempre, como mínimo, con la pobreza extrema. De ahí se puede derivar que no hay ningún tipo de justificación para que continúe la situación existente: La indiferencia, la ayuda insuficiente y el incumplimiento de las grandes promesas por parte de los Estados ricos, está llevando a la humanidad a una situación absolutamente insostenible.
Cualquier persona mínimamente sensible ha de reconocer que estamos ante una autentica tragedia humana. Las estrategias son diversas y no sólo de contenido económico. En el fondo, el reto que tenemos entre manos es ni más ni menos que hacer creíble el ideal de una nueva humanidad, en las relaciones con el continente africano, y en otras zonas del planeta, donde el ser humano sufre, lo cual nos pone a prueba cada día que pasa.
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ForumLibertas.com - España/11/09/2007
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